Capítulo 22
A la mañana siguiente todos en la casa nos despertamos un poco más tarde de lo normal.
—Pensaba que Eren y tú no os hablabáis.
Desayunamos a lo que viene siendo las doce de la mañana. No es que nos fuéramos a acostar muy tarde, pero obviamente cuando nadas, te cansas más. Siempre me quedará un recuerdo muy bonita de anoche.
—Lo habéis arreglado muy pronto, bien hecho. Yo no podría estar tan bien con alguien después de haber estado ignorándolo tantos días.
Todos estaban muy contentos de que por fin Eren y yo hubiéramos hecho las paces y nos volviéramos a hablar incluso más que antes.
—Supongo que Eren y tú sois especiales el uno para el otro.
Me acordaba perfectamente de aquellas cosas que me había dicho mi compañero Marco antes de irnos a dormir.
No pude evitar asustarme en el primer momento cuando dijo que nos había visto, no es que fuéramos muy cuidadosos. Pero parece que no vio nada que no fuera lo unido que estábamos.
No sé equivocó en nada de lo que me dijo.
—Me pareces mucho más feliz cuando estás con él que con Nifa
Y es verdad, Marco.
—O con cualquier otra persona.
Totalmente verdad.
—Oye, podríamos hacer algo el finde que viene— decía Connie mientras se llevaba una patata a la boca.
Estamos en un bar de comida rápida cenando.
—¿Qué te gustaría hacer?— le contestaba Jean.
—Mmmm— pensó unos segundos— vámonos de fiesta.
—Nada novedoso, Connie— le decía quién estaba a mi derecha cenando— No es nada que no hagamos ya.
—Tienes razón. Pues podríamos irnos a la playa.
—¡Sí!— dije rápidamente
—Son muchas horas de coche, algo que esté más cerca— habló Jean a la vez que yo, por lo que no se me escuchó
—¿Alguna vez habéis ido de acampada?— preguntó Mikasa.
Todos se quedaron mirándola.
—¿Tú sí?— preguntó Marco.
—Sí. Armin es un fanático del medio ambiente, por lo que hemos hecho muchos viajes a bosques y acampadas.
—Eso suena muy bien— dijo Eren, mirando ahora hacia a mí.— No es la playa, pero es algo— me susurró un poco más cerca. Al parecer alguien sí que me había escuchado.
—¿El bosque? No me gusta mucho— Connie sonó desinteresado.
—Lo malo es que no tenemos tiendas de campaña ni nada de eso— Jean ignoró completamente a su compañero. Sabía que al final acabaría yendo y más si una persona en específico se les uniera.
—Bueno, si lo decimos con tiempo puedo llamar a mi padre para que nos las traiga, o si no ir nosotros a por ellas. Sería echar un viaje.
—¿Cómo lo veis?— nos preguntó Marco tras ver qué si que era posible hacerlo.
—Saldriamos el viernes y estaríamos aquí en domingo— decía Eren quién estaba apoyando su brazo en el respaldo de mi silla mientras hablaba.
—Claro.
—¿Cuándo podríamos ir a por las tiendas y esas cosas?
—Podemos echar el viaje mañana y dejar esto ya preparado— sugirió Mikasa.
—Como veáis.
Me lleve la mano a la cabeza. La idea está muy bien, pero no me hacía especial ilusión echar dos horas de viaje... Pero habría que hacerlo. Además ya hace tiempo que no vemos a nuestros familiares.
—Vale, pues mañana vamos.
—Si queréis me puedo ir con vosotros— se ofrecía Eren.
«¿Perdón?»
—N-no hace falta, son muchas horas de viaje.
—Da igual, no estaría bien que solo echarais vosotros el viaje aún encima de que nos vais a dejar vuestras cosas.
—Eren, no pasa nada— le explicaba— tarde o temprano tendríamos que volver para saludar, así que ya que teníamos que ir...
—¿Qué pasa, te da vergüenza presentarme a tu abuelo?
Sí.
—No, no es eso— sí que lo es— pero recuerdo que tienes examen el lunes y no has estudiado nada.
—Tú también lo tienes.
—Pero yo ya he estudiado.
—¿Es esto una pelea de pareja o algo?— se rió Marco.
Me puse colorado al instante.
—Marco— le eché una pequeña mirada asesina— No somos pareja.
Todos en la mesa se quedaron mirando, incluido Eren, y sin decir nada le dieron un sorbo a sus bebidas.
«¿Qué acaba de pasar?»
—Eren, será mejor que te quedes de todos modos. Hay algunos asuntos que arreglar— Jean le levantó la ceja como queriéndole hacer que recordara algo.
—Ah mierda... Es verdad. Te libras por esta vez, rubito.
—N-no me libro de nada, te digo que me da igual que conozcas a mi abuelo...
—Y lo voy a conocer.
Me miró de lado y me sonrió. Qué bien disimulas.
Recuerdo como después de haber hablado con Marco anoche, y cuando me iba a dormir, me llamó para que fuera a su habitación. Quedamos en que no diríamos nada de momento. Necesito estar más seguro de que es lo que siento y bueno, uno no dice una cosa así tan a la ligera, o por lo menos no yo.
Él, sin embargo, aunque dijo que no haría nada que yo no quisiese, no intenta tampoco ocultarlo mucho cuando está delante de los demás. En verdad, no me importa mucho que ellos supongan algo, pero de ellos a presentárselo a mi abuelo... Es otro paso.
Después de pagar la cena y dar un pequeño paseo, llegamos a la fraternidad. Los demás parecían también haber salido por ahí, porque solo unos pocos estaban en la casa.
Mikasa y yo decidimos que nos iríamos pronto a dormir, para salir temprano a la mañana siguiente, pero antes fui a charlar con Eren.
Fui a su habitación, y para sorpresa mía estaba estudiando.
—¿Qué haces?— pregunté nada más entrar y cerrar la puerta detrás de mí.
—Estudiar, ¿no lo ves?— dijo él mientras me dedicaba una de sus sonrisas.
—Es tarde, ¿por qué ahora?
—Sí dejo esto hecho puedo irme mañana con vosotros.
Me senté en la cama y me quedé mirandolo serio.
—¿Por qué estás tan empeñado en venirte?
—Me gustaría ver el lugar donde creciste y conocer a tu abuelo— dijo y se levantó para quedarse mirándome.
—Pero mañana vamos a ir y vamos a volver. Prefiero que cuando conozcas a mi abuelo lo hagas bien— por una parte es verdad. Si Eren y yo avanzamos en ¿nuestra relación? Tarde o temprano habrá que decírselo a nuestros familiares o algo...
—Mmmm...¿y ese momento va a llegar algún día?— dijo y se empezó a acercar más, hasta quedar a escasos centímetros de mí.
Lo miré durante unos segundos fijamente a los ojos.
—Por supuesto que sí.
Asintió un poco con la cabeza y se acercó lo suficiente para que nuestros labios chocarán una vez más.
A los pocos segundos se separó.
—Será mejor que te vayas. Mañana tienes que madrugar.
Esta vez fui yo quien se acercó para besarlo.
—Buenas noches— dije tras separarme y levantarme de la cama.
—Hasta mañana.
La alarma sonó y Mikasa yo nos arreglamos en unos veinte minutos. Jean, Eren y Marco fueron los únicos que se despertaron para despedirse. En cuanto lo hicimos, empezamos nuestro viaje... De nuevo a casa.
—Oye— llamé a mi compañera. La cual estaba muy concentrada en la carretera.
—Dime.
—Esto...tengo que...contarte algo.
—Oye, Eren. Antes de que me vaya a dormir— dije antes de salir de su habitación una vez que el ya se había despedido.
—¿Sí?
—Creo... Creo que mañana aprovecharé el viaje para contárselo a Mikasa... ya sabes...
—¿En serio?— dijo con una sonrisa desde su escritorio.
—Sí sí, creo que sí.
—Ah vale.
—No te importa, ¿no?
—Sabes que no— no dejaba de sonreír— es genial, Armin.
—Bueno, ahora sí que buenas noches.
—Buenas noches.
—¿Qué pasa?— decís ella mientras miraba de reojo. Yo miraba hacia mis manos.
—Es sobre...— me estuve, pesando que era lo que le iba a decir exactamente. Tenis que ordenar todas las ideas que había estado pensando la noche anterior.
—Sobreee....
—Sobre Eren— empezé.
—¿Qué pasa con él?— ¿de verdad no sé imagina lo que es o quiere que se lo admita yo mismo?
—Bueno, pues... qué... Hemos tenido suerte de que fuera tan agradable con nosotros desde el principio, ¿no?
—Sí, pero como todos los demás— decía con su característica voz seria e inexpresiva.
—Sí sí... Como todos. Pero bueno, con él creo que me he llevado mejor...
—Sí, aunque os peleasteis, ¿no? ¿Por qué fue? no me lo has contado.
—Ah eso... No sé... No me acuerdo, pero ya estamos bien—mentí. Si esto salía bien de lo explicaría más tarde.
—Me alegro— sonrió un poco.
—Estamos muy bien.
—Ya ya.
—Super super bien.
—Que si que si.
—Hiper-mega bien, más bien que con nadie más.
Mikasa echó a reír entonces.
—Dilo de una vez, Armin.
Sentí como la presión del cuerpo se liberó de una. Ya lo sabe, ¿no?
—Me gusta.
—Ya lo sé, Armin. Te conozco— ¿siempre lo ha sabido?— y...
—Sí, y a él también le gustó—dije en un pequeño susurro.
Mikasa dejó de mirar unos segundos la carretera para mirarme de una manera pícara.
—¿Y os habéis...?
—Sí...
Mikasa volvió a reír. Parecía bastante feliz.
—¿Y cuando fue? ¿Por qué no me lo dijiste inmediatamente?
Me reí— no te enfades...
Me miró con una cara asesina, para luego volver a reírse.
—Cuéntamelo todo.
Así fue como estuvimos todo el viaje hablando de Eren y de mi. Por lo que pude notar ella ya se había dado cuenta de algunas cosas. Las sospechaba. Ahora agradezco que no me haya preguntado mucho y haya esperado a que yo se lo haya contado cuando he estado preparado. Parece entenderme a la perfeccion. Valoro mucho tenerla como una amiga, definitivamente tengo suerte de contar con una persona como ella en mi vida.
—Oye, no es por nada, pero con vuestra historia se podría hacer una muy historia de Wattpad perfectamente— dijo mientras terminaba de aparcar en la puerta de casa de mi abuelo.
—Y tanto...— nos reímos los dos.
Miramos entonces a nuestro alrededor.
—Bueno, pues otra vez aquí. ¿Nos vemos para comer?— dijo Mikasa.
—Claro, ahora voy con el abuelo.
—Muy bien.
Un silencio se formó en el coche.
Estábamos pensando en lo mismo.
—¿Vas a decírselo?
—No. Aún no. Simplemente le diré que tengo que presentarlo como amigo o algo así...
—Lo veo bien. Pero estoy segura de que cuando se lo digas, te entenderá y lo aceptará.
—Eso espero— dejé de mirar la casa en la que me había criado para volver a chocar miradas con mi amiga. Estuvimos mirándonos durante unos segundos.
Nos abrazamos.
—Te quiero mucho, Armin.
—Yo a ti también.
Sonreí. A veces solo necesitas el abrazo de alguien a quien quieres para quitarte todas las preocupaciones.
Baje del coche y me despedí de mi amiga con la mano.
Vi como giraba la calle en dirección a su casa.
Me giré quedando de cara a la casa de color marrón y tejado blanco. Al jardín que estaba incluso mejor de lo que estaba cuando yo lo dejé. A mi hogar.
Me acordé de cómo lo habíamos cuidado siempre mi abuelo y yo, plantando y regándolo todos los días. Tengo muchísimas ganas de verlo de nuevo.
Sonreí de nuevo y me acerqué a la puerta.
Abrí la cerradura con mi llave, como solía hacer y el olor a mi abuelo tan reconocible pronto me inundó las fosas nasales.
—Hola, Abuelo. Ya estoy aquí— grité nada más entrar.
—Armin, hijo—escuché como mi abuelo se acercaba desde el salón a la entrada.
Apareció con una sonrisa de oreja a oreja y nos dimos un gran abrazo.
—Qué bien que hayas llegado justo ahora— me dijo tras detener el abrazo y dedicarme un tierna sonrisa— tienes visita. Puedes contárnoslo todo a los dos.
—¿Visita?— dije mientras me quitaba el abrigo y me dirigía al salón, empujado prácticamente por mi abuelo.
—Hola, Armin.
—¿Annie?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro