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Capítulo 16

—¿Qué?—Jean nos soltó la noticia nada más vernos. Miré al pequeño rubio que llevaba detrás de mí. Se veía demasiado confundido.

—Lo que oyes.

—Pero,¿cómo? ¿pueden hacer eso?—me acerqué a mi amigo y a los demás.

—Pues haciéndolo, y sí lo han hecho— Jean se notaba molesto y cansado. Seguro que llevaba un rato teniendo esta misma conversación con mis compañeros.

Algunos iban en toalla, acabarían de salir de la ducha. Otros como Jean simplemente se habían limpiado la cara y el pelo y seguían llevando la ropa sucia.

—¿Cómo van a quitar el equipo?—habló el rubio, quién ahora se veía un poco apenado.

—No lo van a quitar del todo. Podremos seguir entrenando, pero dicen que no van a organizar partidos— nos explicó Marco.

—¿Qué tontería es esa?—volví a replicar.

—Esto es absurdo— se quejó Connie quién no paraba de dar vueltas por la habitación.

—Además, ¿Qué culpa tenemos nosotros? Han sido los de Marley.

—Eso no parecía importarle al director Erwin. Cuando ha venido a la cafetería nos ha cogido a mí y a Zeke- empezó a explicar— Nos ha dicho que no cancelaría las bromas porque sabría que no dejaríamos de hacerlas. Sin embargo, si no organiza partidos contra otros equipos nosotros no podemos hacer nada al respecto- Jane soltó un largo suspiro.

Armin y yo nos miramos. Él me miraba sorprendido ante lo que nos acababa de contar nuestro amigo, yo estoy igual, solo que un poco más enfadado.

—Esto no se va a quedar así—me dispongo a subir a mi habitación enfadado. Escucho a Armin llamarme, pero no le hago caso y sigo mi camino.






Todos los presentes se quedan mirando a Eren. No quiero ni imaginar cómo se siente, pero tengo entendido que lleva en el equipo desde que llegó a esta Universidad. Debe ser frustrante no poder jugar ni un partido en tu último año.

Cuando sube indignado a su habitación intento detenerlo, pero como me esperaba, no me hace caso.

No entiendo el castigo que ha tomado el director. Sé que es un hombre serio, tuve la oportunidad de conocerlo cuando Mikasa y yo hicimos la matrícula. Pero aún quitándonos los partidos, ¿Qué afecta eso a los de Marley?

Todos los presentes se quedaron mirándome a mi después de que Eren se marchará.

—¿Qué pasa?—les pregunté confundidos.

—¿Dónde estabais?—pregunto sonriendo Jean. Los demás le copiaban el gesto. Parecían haber perdido toda la preocupación que tenían hace unos segundos.

—¿Quién?—¿Eren y yo?

—Eren y tú—se reía Mikasa.

Pues sí, Eren y yo. ¿Qué pretenden?

—Pues cuando salimos de la cafetería decidimos ir a las du...

—¡ARMIN SUBE!— Eren gritó desde el pasillo de arriba, cortando la conversación que estábamos teniendo.

Miré hacia la escalera, desde donde venía el grito de mi amigo y luego volví la mirada a mis compañeros; algunos también se habían quedado mirando la escaleras, otros seguían mirándome a mi.

—Voy— dije simplemente yo para salir de ahí.

Subí la escalera y me encontré a Eren viniendo hacia dónde estaba yo. En cuanto me vio, se giró y volvió a su habitación. Yo iba detrás de él.

—¿Qué pasa?— le pregunté cuando encontré a mi amigo.

—Nada, solo quería sacarte de la conversación que estabas teniendo— hablaba él.

—¿Ah sí!¿Por qué?—no entiendo porqué.

—Bueno, Jean lleva toda la semana jodiendo y si le dices que hemos ido a ducharnos juntos...—Eren entró en su habitación y se lanzó a la cama.

—¿Jodiendo con qué?— miré a mi amigo en busca de respuestas.

-—Pensaba que eras más listo, rubito— se rió él sin contestar a mi pregunta.

Yo lo miré serio. Sé a qué se puede referir, pero no entiendo porqué.

—Pues es una tontería— dije y me senté con él en la cama.

Él aún estaba tumbado boca abajo, agarrando la almohada.

—Ya lo sé, supongo...

—¿Supones?

—Bueno, según él, te estoy dando un trato especial desde que llegaste... Yo no lo veo así— dijo y se quedó ahora mirando cara arriba.

Yo no dejaba de mirarlo.

—Yo tampoco—reí—imagino. Porque si me estás dando un trato especial, a los que no se lo des... No sé cómo tienes amigos.

Eren se apoyó ahora sobre su codo y me echo una mirada asesina.

—¿Me recuerdas por qué somos amigos?— bromeó.

—¿Lo somos?

Eren me dió entonces con un cojín de la cama en toda la cara.

—Vale, pues si no somos amigos sal de mi cama.

Lo miré desafiante. Ya habíamos tenido esta conversación en este mismo sitio y no pude, después de la mirada que le eché, reírme.

—Sabes que no puedes echarme de aquí.

Eren me miró entonces serio.

—Armin...

Nos quedamos mirándonos a los ojos. Siempre he pensado que los ojos aguamarina de Eren tienen un encanto especial.
Él seguía con su expresión seria. Aunque hace apenas minutos se estaba riendo, ahora tenía una expresión un poco más tensa.

Estuvimos mirándonos más de lo normal y no fue hasta que Marco nos llamó a comer que dejamos de hacerlo.

Eren fue el primero en levantarse, yo lo seguí unos segundos después. Por un momento pensé que podríamos... No no, tonterías.

Seguí dándole vueltas al momento que acabábamos de tener Eren y yo hasta que llegamos a comer.
Nos sentamos en los sitios que quedaban libres, él al lado de Connie y yo en frente, al lado de Mikasa.

—Bueno, ¿qué habéis pensado hacerles a los de Marley?— preguntaba Marco mientras servía trozos de lomo a todos.

Aún no me había dado tiempo a pensar en nada. Había estado demasiado ocupado con Eren...

—Podríamos llenarle las fraternidad de papel higiénico— sugirió Daz mientras se hacía un bocadillo con la que le acababa de servir Marco.

—Eso lo hicieron hace unos años, pero la verdad es que les jodió bastante—lo apoyo su amigo Thomas.

—No está mal. Aunque podríamos hacer algo más— decía Connie mientras se llevaba el bocadillo a lo boca.

—¿Cómo qué?—le preguntó Mikasa, mirándolo serio por la forma en la que estaba devorando su bocadillo.

—No sé, podemos tirarles bombas o algo así— hablaba él con la boca llena.

—¿Sabes hacer bombas tú acaso?— le preguntó Nac Tius.

—Yo no, pero fijo que Armin sabe—me miraron todos a mi.

Me quedé callado unos segundos. Sí que sé cómo se hace y seguro que con las cosas que tiene Hangi en el laboratorio podemos hacerlo. No veo porqué no, solo serían bombas de humo.

Finalmente asentí con la cabeza.

-—ues vale, eso hacemos, lo veo bien— Jean se notaba decidido con la broma de las bombas de humo.

Todos asintieron y empezaron a dar ideas de cómo y dónde podríamos tirarles las bombas.

Me pareció raro que descartarán tan pronto la idea de Tomas o que no dieran más, así que hablé:

—¿Y por qué no hacemos más cosas?

Los miembros de mi Fraternidad me volvieron a mirar, esta vez más callados que antes.

—¿A qué te refieres?

Como ya hice el primer día que pise esta casa, les explique a mis compañeros la idea que había tenido. Todos parecieron aceptarla y captarla muy rápido.

Llevaríamos a cabo mi plan a lo largo de esta semana.

Terminamos de comer, y después de recoger la cocina, me subí a estudiar y dejar las cosas hechas para mañana. Pero antes quería hablar con Eren.

Entre a su habitación sin llamar. Él estaba acostado en la cama con el móvil.

—Claro, paso, no te cortes- bromeó.

—Oye, Eren, sabes el chico este pelirrojo de Marley, que siempre se ríe como un tonto y sigue todo el rato a Zeke...

-¿Estás hablando de Floch, no? Va con nosotros a tecnología- afirmó él.

—Lo sabía... Pues él ha sido el que nos ha bañado con la salsa esta mañana.

—¿Sí? ¿Y quieres que le pegue o algo?— me pregunto serio. Espero que estuviera bromeado.

—No, no. No creo que la violencia sea la solución.

—Que buen chico eres... Entonces qué te pasa con él— se interesaba mi amigo.

—No creo en la violencia... Pero sí creo que se merece algo.

—Habla, te escucho.

—He pensada que podríamos hacerle algo a él individualmente...

—Vaya, Armin... No sé porque pero no me sorprende que tengas ideas así.

-—En serio?

—Para nada... Bueno, cuéntame qué has pensado.

Le conté mi idea a Eren, y al parecer todo podría salir bien. Lo llevaríamos a cabo el viernes.

La idea es joder un trabajo de Floch. El lunes de la semana que viene tenemos una presentación de proyectos. Estos se hacen por PowerPoint y hay que añadir audios al trabajo. Sería una pena que un audio indeseado sonara mientras expone Floch. El viernes es el último día para prepararlo, así que no podrá volver a revisarlo antes del lunes, ya que los trabajos se hacen en clase. Para entonces Eren y yo ya habremos cambiado sus audios y sumaremos unos cuantos puntos para Eldia.

Estaba ansioso de que llegara el viernes. No solo por darle su merecido a Floch, sino también porque Eren y yo nos tendremos que colar a la universidad.

Por suerte para mi, la semana pasó rápida.
El martes por la noche llenamos todo el patio de los de Marley de papel higiénico, todos los árboles de los alrededores, las ventanas y el techo.
El miércoles no se esperaron aquella recibida a la universidad con bombas de humo. Fue Ilse quién grabó las reacciones tan graciosas que tuvieron. Decidimos que sería más gracioso si después de hacer estallar las bombas, que Marco y yo perfeccionamos el día de antes, los llenábamos de ketchup y mahonesa. Les volvió la lluvia de comida, aunque esta vez no acabó en guerra ya que ellos no tenían nada que lanzarnos a nosotros.
Por último el jueves les llenamos la casa con globos gigantes con forma de titanes, pero no eran globos normales, ya que si los explotabas te salpicaba pintura.

Toda la gente se quedó alucinada de la semana que habíamos hecho de bromas. Al parecer siempre que alguien hace una broma hay que esperar a que conteste para volver a hacerle otra, pero este año nos hemos saltado esa regla invisible. El lunes que viene sabríamos cómo van las clasificaciones, pero seguro que les sacamos una ventaja tremenda.

Zeke y compañía habían sido demasiadas veces humillados a lo largo de la semana. Últimamente iban demasiado quedamos, pero no podían hacer nada al respecto. Habíamos planeado muy bien las bromas, incluso habíamos pasado de ir a entrenar para prepararlas.

Eren dijo que si no íbamos podrían tomárselo como una pequeña huelga y volver a organizar partidos. Espero que sea así.

Finalmente es viernes.

—Ponte esto— estoy en la habitación de Eren, hablando los últimos detalles del plan. Me ha lanzado una sudadera negra.

—Bien pensado.

Íbamos los dos totalmente de negro, incluido las bragas del cuello que nos habíamos comprado.

Después de que sonara el timbre que marcaba el fin de las clases, nos dirigimos a los baños. Ahora estamos escondidos. Esperaremos un rato hasta que no se oiga más gente.

—Ps, Armin— Eren habla desde el otro lavabo.

—¿Qué?

—¿Salimos ya?

Me espero unos segundos a ver si se oye algo y después de que estos pasen le doy vía libre a mi amigo.

—Vale, tápate la cara— me ordena Eren.

Yo asiento y me subo la braga por debajo de la nariz.

—Más, tonto— Eren se acerca a mí sin avisar y coge mi cuello con las manos subiéndolo por encima de mis ojos. Me pongo nervioso al segundo de sentir su cuerpo tan cerca.

Estoy nervioso por el hecho de lo que estamos haciendo. Eren me inspira confianza, pero no puedo evitar sonrojarme cuando está cerca.

-Quita ya- le digo y me bajo el cuello a dónde estaba.

Él se ríe y sale del baño.

Vamos de modo espía hasta la puerta de la clase. Cómo nos esperábamos está cerrada.

-Aparta- Eren me agarra de la cintura y me echa a un lado.

Se agacha a la altura de la cerradura, y con una horquilla del pelo que nos ha dejado Mikasa se pone a forzar la cerradura.

Después de unos segundos se oye un "Clack" y la puerta se abre.

—Las damas primero— bromea mi amigo.

Yo le enseñó mi dedo del medio y entro en la sala.

Nos acercamos al ordenador de Floch y lo encendemos. No le ha puesto contraseña ni nada por lo que es bastante fácil encontrar su trabajo y cambiar los audios.

—¿Cómo vas, rubito?— Eren apoya su brazo en el respaldo de la silla en la que estoy sentado y la otra en la mesa. Dejándome prácticamente entre sus brazos.

—Bien—intentó no ponerme nervioso con él tan cerca de mi.

Después de unos minutos tecleando, termino lo que hemos venido a hacer.

Suelto una risita y un gritito.

—Hecho— extiendo mi mano y la chocó con la de Eren. Nos sonreímos.

Cuando termina de apagarse el ordenador en el que había estado trabajando, me acerco a Eren, quién está vigilando en la puerta.

—Ya está, vámonos— le susurró a mi amigo.

Este me lleva el dedo a la boca y me manda callar.

Cuando nos quedamos en silencio consigo distinguir los pasos de alguien acercándose.

Rápidamente Eren cierra la puerta de la sala en la que estamos, me agarra y nos mete en el armario que hay en la clase dónde se guardan proyectores y radiocasettes entre otras cosas.

Para mi mala suerte, el armario es demasiado pequeño y estamos muy juntos.

Eren se queda mirándome a los ojos, está serio. Yo no puedo evitar sentir miedo al ver el cuerpo de una persona entrar a la clase entre las rendijas de las puertas. Siento como me tenso y Eren también, así que me lleva la mano a la boca para que no haga ruido. Siento su mirada clavada en mí. La persona sale de mi campo de visión y luego de la clase, dejando esta cerrada con llave. Mierda.

Siento como mi cuerpo se relaja al irse la persona de la clase. Me doy cuenta entonces de qué Eren y yo estamos incluso más juntos que cuando nos hemos metido, pareciera que el espacio ha encogido.

Eren me quita la mano de la boca, pero no de la cara. Siento su mano en mi mejilla. Nos quedamos mirándonos fijamente, y dado al poco espacio que hay siento su respiración en mis labios. Sus ojos esmeralda están dilatados, consigo distinguirlo pesa a la falta de luz en el armario.
La respiración que sentía desaparece cuando Eren se acerca hasta cortar los pocos centímetros que nos separaban. Sus labios chocan contra los míos. Un cosquilleo me recorre todo el cuerpo, haciendolo temblar. Su cálido tacto hace que me sonrojé entero.

Ante aquel repentino acercamiento y tras unos segundos de roce, me alejo de él.

—Lo siento, Armin— dice Eren agachando la cabeza después de tomar aire, para luego salir rápidamente del armario.

—Eren...

Quise seguir a mi amigo, quién ya estaba agachado volviendo a abrir la cerradura, pero las piernas aún me tiemblan. Nunca me había sentido así...

Cuando vuelvo a recuperar el sentido, salgo detrás de mí amigo, pero este ya se ha ido corriendo por el pasillo y no me da tiempo a pillarlo.

Me quedo mirando como el chico que me acaba de robar un beso sale huyendo. Me llevo una mano a mi labio, intentado recordar cómo ha sido el momento. Pero no es nada comparado a cómo me he sentido cuando han sido sus labios los que me han tocado.

No sé cómo sentirme...

Eren...

Nos hemos besado.

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