Capítulo 1
Maldad
Durante 18 años de mi vida, creí que la gente exageraba cuando decía que existen personas demasiado malas o crueles.
Me refiero a ese tipo personas que imaginamos cuando cierta ley es violada, o cuando en una película vemos un asesinato sin censura. Claro que existen muchas otras formas de reflejar la crueldad, pero vamos, la mayoría de veces nos pintamos una realidad casi perfecta en la que la maldad es criticar a alguien o golpear a una persona (lo cual sigue siendo malo pero no es mi punto).
En ocasiones me gusta pensar que la maldad nunca fue parte de mi vida, a fin de cuentas, lo más malo que había tenido que pasar fue cuando Jeno rompió mi colección de tarjetas Pokemon o esa vez que mamá me impidió salir a tomar con mis amigos.
Pero por algo digo que ese pensamiento duró 18 años y no más.
Mi perspectiva cambió el 22 de febrero de 2020.
Recuerdo que ese día fui de compras, las vitaminas en febrero eran indispensables para Jeno y para mí, era sábado y mamá pensó que sería buena idea salir, ya que ni mi hermanito ni yo teníamos clases. También fui al entrenamiento de volleyball de Jeno, le gustaba recibir apoyo desde las gradas.
Los sábados eran sagrados para Jeno y para mí, porque eran esos días donde como buenos hermanos, salíamos a comer algo o solo a caminar y hablar profundamente sobre nuestra semana y lo cansados que estábamos. Y sí, ese día regresamos tarde de nuestra salida.
Eran las diez de la noche cuando entramos a casa, mi celular tenía llamadas perdidas y sonaba sin parar, lo que me hizo darme cuenta que mi primer error del día fue no haberlo llevado conmigo.
Las llamadas eran de Sua, hermana menor de mi novio, Moonbin.
La preocupación cayó en mí al recordar que ella solo llamaba para emergencias en las que él no pudiera hacerlo, así que tomé las llaves del auto de mamá para irme a ver qué pasaba mientras contestaba la llamada.
No logré escuchar bien todo lo que ella dijo, tampoco pude prestar atención a los pasos de Jeno en el pasillo cuando dejé caer las llaves del coche, y mucho menos pude contestar a mamá cuando preguntó la razón de mi llanto.
—Moonbin está desaparecido.
Estaba como en un shock, esperaba a Sua comenzar a reír y decir que fue una broma pesada, o tal vez despertar y darme cuenta que era un mal sueño.
Pero nada pasó, Sua dijo que Bin salió por la mañana, llamó a las once para decir que iría a buscar algo en la pastelería y no regresó. Las llamadas que le hicieron no fueron atendidas, los mensajes no fueron recibidos, incluso habían ido a ver el lugar pero al parecer, él ni siquiera alcanzó a llegar.
El corazón me dolía, dolía tanto.
No podría asegurar qué tanto pasó con detalle, ya que me perdí de todo, mis pensamientos no eran coherentes y mucho menos las dudas que tenía, la noción del tiempo se me fue que cuando me di cuenta, ya habían pasado dos años.
Dos malditos años en los que no había ninguna noticia.
Había pasado de todo y nada a la vez, mis días se resumían en la escuela, la estación de policía, llevar a Jeno, ir a buscarlo a sus prácticas, llorar, hacer mis deberes, llorar un tanto más y comer si me apetecía.
Con esa rutina pensé, que en serio la crueldad existía, lo supe cuando las investigaciones del caso de Bin dieron con que se trataba de un secuestro, y mis imaginaciones tan estúpidas sobre la maldad cobraron forma en esas pesadillas que tenía, veía a Bin sufriendo, llorando de dolor e implorando ser encontrado, sentía todo lo que él y no podía terminar de aceptar que esas pesadillas quizás fueran reales, para que al momento de despertar, me encontrara deseando no haber soñado todo eso y, como ya era costumbre, llorar porque la persona que más amaba, ya no estaba a mi lado.
Lo raro comenzó en marzo, la escuela se me hacía cada vez más difícil, considerando que la mayoría de personas ya no me conocía como Dongmin, sino como "el novio del chico desaparecido", cosa que se me hacía muy cruda y según Minhyuk era algo terriblemente insensible y nada empático.
Sin darme cuenta, Jeno y yo ya no teníamos la misma cercanía y confianza, mis papás lloraban constantemente por mi estado emocional, Jinwoo y Minhyuk, mis amigos y también amigos de Bin, se alejaban (su estado tampoco era mejor que el mío) y para terminar de joder esta situación, había perdido mi lugar en el consejo estudiantil, que era lo único que me mantenía distraído. Solo daba mérito a las horas libres que coincidían con mis amigos, que podían, de una forma mínima, subirme el ánimo.
—Dongmin, ¿siempre nos reuniremos hoy?— preguntó Jinwoo, mirándonos expectante — Escuchen, sé que ninguno de ustedes se siente bien pero, ¿no creen que sería buena idea distraernos un poco? Los exámenes ya vienen y para eso estaremos aún peor.
Mi razón de aceptar fue la misma de siempre, tal vez borracho podría olvidarme un poco de mi situación, las noches eran las más difíciles.
—Yo paso — dijo Minhyuk, cerrando su casillero, el estrés era notorio en su rostro — El consejo ya está más exigente con el baile de primavera así que no puedo.
Dicho eso se fue, uniéndose a dos chicos que también formaban parte del consejo, cosa que me desanimó porque se suponía que debía estar ahí.
—Te veo en SugarPop Bar, entonces.
Jinwoo se despidió, al igual que él, subí a mi coche, y fui a casa.
A, nuevamente, sentirme miserable.
A eso de las diez de la noche, salí de casa, no me gustaba avisar a mis papás sobre mis salidas, porque insistían en abrazarme como si fuera la última vez que me verían, eso no ayudaba en nada, incluso agradecía que Jeno nunca lo hizo.
SugarPop Bar era posiblemente el lugar más concurrido los fines de semana, era luminoso, tenían bebidas excelentes y estaba alejado del centro de la ciudad, así que no había tantos problemas si tu temor era ser descubierto por la policía en un lugar lleno de gente ebria.
Estacioné frente a la farmacia que tenía justo al lado, nunca estaba abierta así que no me molesté por estorbar en su entrada, el coche de Jinwoo ya estaba ahí así que di por hecho que nos veríamos al entrar.
Lo raro fue esto: no había más coches. Era viernes, el día más demandado por la gente y tampoco había una fila para entrar, estaba vacío, de no ser porque en la entrada del bar no había guardias, sino dos chicas, ni siquiera pude examinarlas con la vista porque sus rostros se llevaban toda la atención...
Ellas me miraban como si fuera un fantasma. Una tenía los ojos tan abiertos que daba miedo, la otra quedó pálida y miraba hacia algún punto más atrás de donde me encontraba. Me habían aturdido tanto que no me moví al sentir la presencia de alguien más, pensé que las miradas eran hacia aquel punto, pero unas pisadas a mis espaldas me distrajeron.
—¿Lee Dongmin?— dijo una voz detrás de mí.
Era grave, intimidante, casi terrorífica.
No contesté, pero el miedo se apoderó de mí, ese pensamiento de que tal vez iban a asaltarme, secuestrarme o matarme me invadió, sentía algo sólido atrás de mi oreja, casi apoyándose en mi cabeza.
Una de las chicas se me acercó, tenía una identificación que le colgaba del cuello con una cinta, y lo único que pude leer fue el nombre "Jung" en ella.
Lo demás sucedió tan rápido.
Recibí un golpe en las costillas que me hizo agacharme del dolor, instintivamente me llevé las manos a la cabeza para cubrirme en un inútil intento de defensa, quise gritar, pedir auxilio, llamar a Jinwoo que debía estar cerca, pero el dolor me tenía tan ensimismado que no alcancé a ver bien cuando la persona que estaba a mis espaldas me tomó con fuerza y me cubrió la boca con algo.
Por un segundo, imaginé a Bin, sintiendo el mismo dolor, pidiendo ayuda, llorando de miedo. Y eso fue lo que me hizo pensar que de verdad las personas malas existen, porque yo no había hecho nada para merecer esto. Mis lágrimas cayeron al sentir a alguien arrastrándome hacia algún lugar que no pude distinguir.
Después de eso, todo fue oscuro.
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