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🌌⠀⠀ ⠀⠀ ⠀𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞.

𝟎𝟎. ͏ ͏prólogo͏ ͏── ͏encuéntrame



              CUATRO SEGUNDOS.

Cualquiera creería que la fragilidad del tiempo es un valor poco importante. Pero cuando se trata de los pequeños momentos, el tiempo lo es todo. Existen factores impredecibles, una simple variable puede alterar cualquier resultado que uno considera haber calculado fríamente. Pero cuando la mente y el corazón se mezclan, existen factores humanos, emocionales y todo eso puede terminar por guiar el propósito que en primer lugar tenía objetivos fijos en una dirección completamente opuesta.

Astra sabía que la lógica perdía su fuerza cuando sus emociones se hacían presente. Parecía tener esa maldita costumbre en la que su humanidad reforzaba por completo todos los conceptos erróneos de ser una inventora. Sabía que el hecho de ser racional era una característica que, en ocasiones, no dependía de ella. Aquello siempre le había resultado un obstáculo cuando se trataba de mostrar quién era realmente. Y entonces necesitaba que alguien le recordara que, aunque sus emociones eran válidas, no podía dejar que la controlarán. Sólo entonces, era como si dos manos la tomaran con delicadeza para traerla de regreso a tierra, sujetándola firmemente, con confianza. 

En aquel momento, Astra extrañaba la calidez de su laboratorio. Claro estaba que no era el lugar el elemento que la hacía sentir de esa forma, sino las personas con quienes había compartido. No importaba que tan cansada pudiera sentirse o que tan atrapada en una ola de papeles y planos estuviera, aún en el desorden característico de tres mentes trabajando juntas, Astra encontraba el equilibrio perfecto que le proporcionaba una ligera sensación de calma. Eso hasta que se quedaba dormida sobre sus notas con las voces de Jayce y Viktor a su espalda intentando encontrar soluciones donde, en ocasiones, sólo había acertijos.  

Pasando ambas manos por su rostro, Astra intentó quitar cualquier vestigio de sueño que en aquel momento, parecía nublar su mente. Todavía podía sentirlo. Ella lo sabía, pero también sabía que cualquier persona creería que sólo estaba en negación. O quizá realmente estaba volviéndose loca. 

Podía ver su silueta al otro lado de la mesa de trabajo, completamente concentrado en cualquier plano en el cual estuvieran trabajando o intentando leer las notas que seguramente, había escrito apresuradamente, descifrando sus palabras escritas en una caligrafía que ahora ni él mismo entendía. Miradas furtivas, sonrisas a medias, pequeños gestos que habían construido aquello que ahora, había perdido para siempre. 

Un llamado a la puerta la sobresaltó, y en un parpadeo, aquella imagen se esfumó como un fantasma delante de sus ojos. 

──¿Astra? ──una suave voz irrumpió en sus recuerdos, despertándola de su trance──. ¿Mandaste a que me llamaran? 

La silueta de Ekko apareció en su rango de visión desde la puerta. Astra podía ver la ligera sombra de preocupación en la mirada del moreno cuando la observó detenidamente. Ella comprendía el estado en el que seguramente se encontraba y, aunque no era la única persona que se ahogaba en su propia angustia e impotencia, Astra sentía que nadie comprendía lo que estaba sintiendo. 

──Ekko... ──su voz salió rasposa, casi un susurro, como si hubiese pasado días sin usarla. Tragó saliva, tratando de recuperar la compostura──. Si... había algo de lo que quería hablar contigo.

Rápidamente, Astra se puso de pie y comenzó a caminar por el reducido espacio del taller improvisado. Ekko le había cedido aquel lugar para quedarse. Ciertamente, había comodidades de las cuales ahora Astra carecía. El espacio era modesto y caótico, lleno de notas garabateadas, herramientas dispersas y piezas sin ensamblar, pero había algo en él que hacía que Astra se sintiera segura.

Le había agradecido a Ekko por el lugar, después de todo, no estaba segura de a dónde podía ir. Siempre podía regresar a Piltover, a la Academia. Pero había algo en eso que no se sentía correcto, como si estuviera traicionando una promesa. Y también sabía que regresar implicaba un impedimento para sanar, Ekko había entendido eso también. 

──Por favor, dime que no has estado trabajando en lo que creo ──comentó Ekko, mientras observaba como Astra parecía buscar algo en medio del pequeño caos de notas y objetos. Suspirando, Ekko pasó una mano por su rostro antes de pellizcarse el puente de la nariz──. Astra... Ya hemos hablado de esto.

Astra ni siquiera se molestó en responder. Se agachó, rebuscando entre una pila de documentos que parecían estar a punto de desmoronarse. Cuando se puso de pie nuevamente, sus manos sujetaban una pequeña caja rectangular de madera con un delicado grabado en la tapa que parecía haber sido tallado por ella. Sin embargo, la mirada de Ekko se mantenía fija en el rostro de Astra, recorriendo sus facciones con evidente preocupación. 

──No, Ekko. No lo entiendes ──su mirada era intensa, cargada de una mezcla de urgencia y determinación──. Ésta vez es diferente, lo prometo.

Ekko entrecerró los ojos, cruzando los brazos mientras inclinaba ligeramente la cabeza hacia un lado. Había algo en la mirada de Astra que lo inquietaba, algo que no podía definir del todo. Tal vez era la misma expresión que él había visto en los demás antes de tomar decisiones precipitadas, peligrosas. Decisiones que, a menudo, terminaban desatando más problemas.

──¿Diferente cómo? ──preguntó Ekko, sin molestarse en ocultar su escepticismo──. Astra, llevo tiempo viéndote trabajar hasta el agotamiento, intentando arreglar lo que pasó... pero no puedes cambiar lo que pasó.

Astra se detuvo frente a su escritorio, dejando la pequeña caja delicadamente en medio del caos de papeles, su mirada fija en un punto indefinido. El comentario de Ekko la había atravesado como un cuchillo en el pecho, su semblante se relajó, pero no se permitió quebrarse frente a él. Sus dedos recorrieron la tapa de la caja con una suave caricia, como si aquello guardara algo que era realmente preciado para ella. A un lado, descansando sobre el mismo escritorio, había un cuaderno desgastado, sus páginas llenas de garabatos y ecuaciones complejas, algunas incluso ilegibles para cualquiera que no fuese ella.

──¿Y qué esperas que haga, Ekko? ──susurró, un ligero atisbo de frustración filtrándose en sus palabras──. ¿Aceptar que así debían ser las cosas?

──No, yo no... ──Ekko suspiró bajando la mirada, como si de pronto, hubiese recordado el dolor con el que Astra cargaba──. No estoy diciendo que te rindas, Astra. Lo que intento decir es que... tú sola no puedes arreglarlo.

──¿Y qué tal si hubiese una forma? ──Astra le dirigió la mirada por encima de su hombro, su voz apenas contenida, como si temiera que al decirlo en voz alta estuviese desafiando alguna regla invisible──. Cuatro segundos. ¿Qué pasaría si pudieras retroceder más de cuatro segundos?

Ekko volvió a mirarla completamente confundido antes de negar con la cabeza. Había una mezcla de incredulidad y alarma ensombreciendo su rostro.

──¿Retroceder más? ──repitió, su postura tensa──. Astra, sabes que eso no es posible. Es demasiado peligroso. Tú sabes lo que puede pasar, todo lo que puede salir mal.

──Pero, ¿y si encontráramos la manera de hacerlo? ──insistió, sus palabras cargadas de una intensidad casi desesperada──. No hablo de un simple error que pueda corregirse en cuatro segundos, Ekko. Hablo de algo que pueda revertirlo todo, algo que nos dé una oportunidad real.

──¿Revertirlo todo? ──la interrumpió Ekko, su tono ahora teñido de preocupación──.  Esto no es un juego, Astra. Manipular el tiempo a ese nivel... podrías destruir lo poco que queda.

──Pero... con la tecnología adecuada podríamos estabilizar el retroceso ──aseguró Astra, comenzando a rebuscar entre las miles de notas que cubrían su espacio de trabajo──. No sería mucho al principio, pero si pudiéramos sincronizarlo quizá nosotros...

──¿Siquiera estás escuchándote? ──la interrumpió Ekko, alzando el tono de voz. Astra se quedó estática en su lugar, en completo silencio, sorprendida por la reacción del moreno──. Tú mejor que nadie debería conocer los riesgos.

Astra desvió la mirada hacia sus notas desperdigadas por el escritorio, podía sentir como la frustración burbujeaba en su interior. Sus ojos se encontraron con la pequeña caja nuevamente, descansando en medio del caos, como si llamara su nombre, clamando por su atención.

──Tú mismo rompiste esa regla, Ekko.

──Eso no fue lo mismo, Astra ──negó, sintiendo la frustración de ella──. Eso fue... diferente. No lo hice para cambiar el curso de todo, lo hice para...

──¿Salvarnos? ──lo interrumpió ella, su mirada cargaba una mezcla de angustia y desesperanza──. ¿Y qué crees que estoy tratando de hacer yo ahora?

La firmeza de su voz hizo que Ekko guardara silencio. Astra se sentía atrapada en un torbellino entre su propia lógica y pasión, la cual comenzaba a manifestarse con una intensidad hambrienta que amenazaba con arrasar todo a su paso, incluso su parte más racional. Entendía la desconfianza de Ekko, esa misma duda se había presentado en sus propios pensamientos e incluso ella misma necesitaba convencerse de que era posible encontrar una solución.

«Te subestimas demasiado, Astra...»

Una sonrisa agridulce se dibujó en sus labios. Esa frase había marcado el inicio de su unión, la cual había nacido del respeto y la admiración, transformándose en algo que incluso para ella había sido difícil poner en palabras. 

──Aún puedo sentirlo, ¿Sabes...? ──murmuró Astra──. Como si todavía estuviera conmigo de alguna forma.

Ekko se acercó a ella, colocándose a su lado frente a su mesa de trabajo, observándola con detenimiento. Astra se inclinó hacia la caja, acercándola con sus manos antes de abrirla con cuidado. Un suave resplandor azulado iluminó sutilmente su rostro, revelando un atisbo de emoción en su expresión. La mirada de Ekko se posó entonces en aquel pequeño fragmento brillante que descansaba en el interior de la caja. Con delicadeza, Astra lo tomó entre sus dedos, levantándolo frente a sus ojos.

──¿Eso es...? ──Ekko tragó saliva, su mirada alternando entre el fragmento en manos de Astra y el rostro de ella, el cual tenía una sombra de melancolía. 

──Es sólo una pieza de un legado ──se apresuró a responder──. Pensé que si existía una posibilidad... necesitaríamos más que solo un par de herramientas.

──¿Y estás dispuesta a sacrificarlo? ──preguntó Ekko, su voz cargada de preocupación y algo más, algo que Astra no pudo identificar de inmediato. Miedo. Miedo ante la incertidumbre, miedo a lo que podía sucederle a ella.

Astra cerró los ojos un momento, permitiendo que la luz del fragmento se filtrara por sus párpados antes de cerrar su mano alrededor de la pieza. Una paz extraña la invadió por un instante, una caricia que le hizo sonreír, un sentimiento que tranquilizó su mente. Su imagen aparecía en sus recuerdos como luces intermitentes que brillaban con un fulgor azulado. Y de pronto, la realidad volvió a alcanzarla. 

──Astra...

──Ekko, sólo piénsalo por un momento ──lo interrumpió Astra, antes de dejar el fragmento nuevamente en la caja y comenzar a rebuscar entre sus notas──. Si sincronizamos el tiempo en el momento correcto quizá podríamos tener una oportunidad. Además, estuve pensando que el dispositivo puede tener otro diseño, algo más... práctico para usar.

──Astra... ──Ekko intentó interrumpirla, mientras tomaba con sus manos los bocetos que ella le entregaba. 

──Yo sé que puede funcionar, Ekko ──afirmó ella mirándolo finalmente, frente a frente──. No me digas que si existiera una posibilidad, por más pequeña que fuera, de cambiar algo... ¿No crees que vale la pena intentarlo?

Astra podía ver la duda en los orbes avellana de Ekko, los cuales analizaban con detenimiento cada palabra de ella, mientras parecía procesar las notas garabateadas que ella le había entregado. Por su parte, Astra había estudiado cada teoría, cada resultado, cada posible variable al derecho y al revés. Conocía los riesgos, pero sobre todo, sabía que podía fallar. Ekko dio un paso hacia ella, su tono de voz más comprensible. 

──Yo más que nadie sé que quieres cambiar lo que pasó. Por ti... por él ──hizo una pausa, su mano se apoyó delicadamente sobre el hombro derecho de ella──. Pero quizás ahora puedas hacer de tu vida algo más, darle un nuevo significado. A veces dar un paso adelante significa dejar algunas cosas atrás...

──¡Quizá no quiero esta vida! ──gritó Astra de repente, sintiendo cómo la angustia reprimida estallaba en palabras y lágrimas contenidas──. No quiero... No puedo...

Astra se quedó repentinamente en silencio, sus labios temblaban ligeramente mientras intentaba procesar las palabras de Ekko y sus propias emociones. Comprendía cada intento del moreno por callar su desesperación, pero una parte de ella le impedía olvidarse de la única oportunidad que sabía necesitaba aprovechar. Su voz se quebró cuando intentó disculparse por el arrebato en su contra, el silencio era pesado, cargado de dolor, angustia, y desesperanza. Había perdido la cuenta de las veces que se había quebrado de esa manera, aunque generalmente, sucedía en la soledad de aquel taller improvisado. No se trataba sólo de Viktor, sino de todo lo que su perdida había conllevado. 

──Yo también hice mi sacrificio, Astra ──dijo Ekko, su voz casi un susurro imperceptible mientras intentaba sonar comprensivo──. Y tú bien lo sabes.

──¿Y no crees que las cosas podrían ser diferentes si tan solo...?

──¿Tan sólo qué? ¿Si tan sólo pudieras detenerlo antes? 

Astra sabía que Ekko no solo hablaba de lo que había ocurrido aquel día. Sus palabras iban más allá; se referían a la persona en sí, a la figura que se había dejado consumir por la obsesión de controlar el destino, de moldear las cosas según su propia visión. Astra tragó con dificultad, sintiendo cómo un nudo de emociones se formaba en su garganta. Sus ojos recorrieron sus planos, brillando con el recuerdo de su evolución. Sus ojos brillaron ligeramente cuando volvió a observar el fragmento azulado que descansaba en el interior de la pequeña caja.

──No... ──murmuró Astra con seguridad──. Sé que eso es imposible. No podemos combatir su naturaleza, ningún cuerpo puede resistirse al cambio. 

──¿Entonces... cuál es el plan? ──preguntó Ekko, confundido. 

Cuando Astra volvió a mirarlo, la seguridad en su mirada hizo temblar ligeramente a Ekko. Ahora todo cobraba sentido para ella, cada palabra que le había escuchado decir, cada decisión erróneamente tomada, sólo había una diferencia, Astra aún conservaba el equilibrio de todo en lo que él se había transformado y la humanidad que había perdido. 

──El peor temor de Viktor... era ser olvidado ──dijo Astra observando los planos de aquello que había absorbido todo lo que una vez amo de la persona que perdió──. Pero su trabajo siempre buscó terminar con el sufrimiento del mundo. Solo que sus ecuaciones estaban enfocadas en la perfección. 

Astra observó las notas que había hecho alrededor de los planos de Viktor. Había entendido demasiado tarde lo que él había intentado mostrarle. Pero sabía que lamentarse no era la solución que necesitaba. A su lado, Ekko suspiró. Astra estaba lista para escucharlo negarse por completo a una idea tan absurda que se sostenía de ecuaciones y planos que ella había trabajado hasta el cansancio en pleno insomnio. 

──Esta bien... ──Astra lo miró, ligeramente sorprendida──. Pero si vamos a hacer esto, necesito que me prometas que si no funciona... lo dejarás ir.

──Yo... Lo prometo...

Poco duró la promesa para ambos. Pero no sólo porque Astra se veía atrapada en un circulo vicioso de su propio trabajo, sino también porque, por muy extraño que le había parecido en primer lugar, Ekko no estaba dispuesto a dejar ir la oportunidad de ayudarla. De repente, ambos se había visto completamente absortos en la investigación, abrazando los errores y corrigiendo cada posible ecuación que pudiera ser el punto de partida a un resultado negativo.

Aquel pequeño taller era todo lo contrario al laboratorio de Piltover. Sin embargo, lo helado de su soledad se había vuelto calidez bajo la compañía de Ekko. En ocasiones, en medio de su estado de insomnio, donde sus ojos parecían cerrarse de lo pesados que estaban sus párpados, Astra podía observar como Ekko continuaba analizando con atención sus notas, trabajando en silencio en un vano intento de terminar el trabajo por ella. Era interesante observarlo trabajar con precisión, reconociendo la pieza faltante perfecta.

Astra no comprendía el repentino cambio de actitud en Ekko cuando, por meses, se había negado a brindarle cualquier tipo de ayuda en una locura como sonaba alterar el tiempo. No obstante, cuando ella intentaba preguntarle discretamente a qué se debía el cambio, Ekko simplemente le respondía que había encontrado algo interesante en las notas de ella y que simplemente, había ajustado un par de detalles, evitando completamente una respuesta directa.

La estructura del dispositivo diseñado por Astra había remplazado el diseño creado por Ekko para ser más pequeño y cómodo de usar. A simple vista, parecía una especie de reloj común y corriente que podía colocarse fácilmente en la muñeca del sujeto de prueba, pero en realidad, su sistema interno era aún más complejo. Se había encargado de fabricar un pequeño compartimiento donde colocar el fragmento de la gema que había conservado para que funcionara como un núcleo que genera la energía necesaria para manipular la línea temporal.

El objetivo era un momento en el pasado. Pero aunque el mecanismo les permitía tener el control para activar el uso del dispositivo, existía una alta probabilidad de que el oscilador cronofásico para regular la frecuencia de los saltos temporales, permitiera apenas dos intentos antes de fallar por completo. 

Astra activó el dispositivo, sus ojos fijos en el oscilador cronofásico mientras la pequeña pantalla del reloj marcaba apenas cuatro segundos de retroceso antes de detenerse abruptamente. Frunciendo el ceño, Astra dejó escapar un suspiro cargado de frustración sabiendo que no era suficiente. 

──Necesito amplificarlo ──dijo, su mirada fija en el fragmento azulado que extrajo del interior del dispositivo──. No llegaremos a ningún lado si todo lo que retrocede son cuatro malditos segundos.

──Astra, en cuatro segundos el fragmento se mantiene estable. Exponerlo a un mayor limite de tiempo lo haría explotar ──informó Ekko mirando a la pelinegra, quien se apresuraba a releer sus propias notas──. Para eso creamos el regulador. Para limitar la cantidad de energía utilizada y evitar una sobrecarga. 

──Si, pero también impide retrocesos de mayores lapsos de tiempo ──dijo Astra, con evidente frustración en su voz──. Quizá... exista una forma de generar un caos estabilizado.

──Si exponemos el fragmento a otras variables, es posible que no sepamos en qué parte de la línea de tiempo nos encontramos ──el tono de voz de Ekko denotaba inseguridad──. Es un riesgo inmenso, Astra.

──Tenemos que intentarlo, Ekko.

Exponiendo el fragmento a un rango de mayor energía, Astra observó cómo reaccionaba cambiando a un azul más intenso, llegando a tornarse de un color magenta brillante. Destellos violáceos comenzaron a fragmentarse en patrones caóticos, iluminando la habitación con un resplandor descontrolado. La mano de Astra se mantuvo firme mientras iba aumentando la intensidad de la energía con la mirada fija en el fragmento, un entramado de cables y placas relucientes se conectaban al proyector. Había un riesgo mayor del que sólo Astra era consciente en aquel momento: si el fragmento se destruía, se acababa todo. 

Astra notó cómo los límites del reactor cronológico se disolvían frente a sus ojos y los números que marcaban el tiempo se movían velozmente sin control, emitiendo un ligero zumbido que parecía resonar en una frecuencia que Astra no había notado en un principio. 

──¡Astra, es demasiado! ──gritó Ekko por encima del ruido, pero ella parecía completamente absorta en el brillo que emanaba el fragmento.

Cuando la pequeña gema alcanzó su punto crítico, Astra observó como el color magenta se tornaba aún más oscuro hasta absorber por completo un tono rojizo enceguecedor que se proyectaba en su rostro. Caos.  

──¡Astra!

Astra cerró los ojos, su mano firme sobre la manija que controlaba el flujo de energía proyectada sobre el fragmento. Una pequeña onda expansiva color morado se apropió del taller, forzando a Ekko a cerrar los ojos con el ceño fruncido en preocupación y temor, contrario al rostro relajado de Astra, quien parecía completamente concentrada, siguiendo sus sentidos. En su mente, los movimientos que generaba sobre la manija se movían como minutos en un reloj, derecha, izquierda y viceversa, como una combinación que era guiada por su propia mente.

Un zumbido se extendió a la vez que el color rojo se intensificaba. De repente, silencio. Cuando Ekko y Astra abrieron sus ojos, el caos frente a ellos se había estabilizado. 

Una risa nerviosa escapó de los labios de Astra. La imagen que se proyectaba frente a sus ojos le resultaba completamente irreal.  El fragmento brillaba en un color carmesí profundo que lentamente fue transcendiendo en un degradado retroactivo, pasando por el morado, hasta regresar a su color azul brillante natural. 

──¿Qué...? ¿Qué fue eso? ──preguntó Ekko acercándose con la mirada fija en el cristal. La sorpresa en su rostro reflejaba el mismo sentimiento que Astra tenía plasmado en su semblante.

──Una divergencia... ──susurró Astra, completamente absorta en sus pensamientos, analizando incluso sus propias palabras. Ekko la miró confundido mientras ella rebuscaba entre sus notas──. Estabilizamos el reactor en una frecuencia de energía superior a la que utilizábamos. Se equilibró la energía producida por la gema en conjunto con la energía necesaria para un salto temporal. Pero...

──¿Pero? ──preguntó Ekko, siguiendo a Astra con la mirada. La pelinegra suspiró antes de finalmente mirarlo.

──Generamos un colapso temporal, una brecha lo suficientemente extensa que permite viajes mucho más atrás en el tiempo. El único problema es que ese equilibrio es momentáneo. 

──¿Y qué pasaría si el fragmento se vuelve inestable?

Astra tomó uno de los frascos de vidrio vacíos que descansaban sobre su escritorio. Volviendo a ver a Ekko con el frasco en mano, Astra lo soltó dejándolo caer al suelo, haciendo que se destruyera en el impacto en miles de fragmentos diminutos.

──Entiendo... ──dijo Ekko, observando los vidrios en el suelo──. Es una fuerza incontrolable pero poderosa que necesitamos tratar cuidadosamente para que el dispositivo no termine en pedazos.

──En lugar de un gran salto directo, hacemos pequeños puntos de conexión ──explicó Astra──. Como si construyéramos un camino en reversa.

──Pero... para eso, necesitamos más fragmentos. O una fuente de energía aún más estable. 

Astra asintió. Estaban de vuelta en el principio. O al menos eso creía. 

Astra sabía que fusionar la magia con la ciencia era un completo error, pero de por si su idea de regresar al pasado implicaba esa mezcla de factores, y Ekko tenía razón, para un resultado favorable necesitaban una fuente de energía más estable. Algo que al menos le permitiera un segundo intento viable.

Ligeramente cansada, observó el dispositivo, la gema brillando en un constante color azul. Ekko se encontraba descansando sobre el escritorio, rodeado de papeles que contenían las variables que ambos habían analizado. Desde su lugar de trabajo, Astra tomó una pequeña caja similar a la que resguardaba el fragmento de la gema, sólo que en su interior se encontraba una delgada pluma de cristal que resguardaba del mundo. Con la pluma en mano, Astra se acercó nuevamente al artefacto. 

Observando una última vez sobre su hombro, se aseguró de que Ekko estuviera completamente dormido. Suspirando, apartó la duda de sus pensamientos y con un movimiento fluido, trazó dos runas sobre el borde metálico del dispositivo. Su pulso temblaba ligeramente mientras dibujaba los símbolos mágicos con una precisión impecable, cada línea resonando en el aire con una energía sutil. Un resplandor azul se arremolinó en torno al dispositivo. Astra sintió el tirón familiar de la magia fluyendo a través de ella, como si aquella pluma y ella fueran uno.

Cuando Astra encendió el dispositivo nuevamente en compañía de Ekko, la diferencia fue inmediata. El brillo era más estable, las vibraciones más suaves. La energía fluyó en ondas controladas, y por primera vez, el tiempo comenzó a retroceder de forma significativa.

──¡Es increíble! ¡Funciona! ──dijo Ekko sorprendido e instintivamente, Astra y él compartieron un abrazo──. ¿Cómo fue que...? 

──Las variables ──respondió Astra cuando rompieron el abrazo──. El viaje será más lento en cuestión de cómo lo sentirá la persona, pero al menos así la energía irá gradualmente en aumento.

Ekko sonrió. 

Astra había evitado mencionar el uso de runas para estabilizar el catalizador temporal que activaba el mecanismo de energía. Sin embargo, era real el hecho de que había ajustado algunas variables extras en caso de que la magia la traicionara. 

──Ahora necesitamos probarlo ──dijo Ekko──. Tenemos que encontrar algo o alguien que funcione como sujeto de prueba...

──Yo lo haré ──interrumpió Astra abruptamente. 

──¿Qué...? Astra, no. Necesitamos asegurarnos de que funciona correctamente ──negó Ekko, ligeramente preocupado──. No sabemos lo que puede pasar.

──Ekko, si el dispositivo funciona perdemos un intento ──señaló Astra, el tono de voz cargado de confianza le hizo comprender a Ekko que, hipotéticamente, ella estaba en lo cierto──. No podemos confiar que habrá una segunda oportunidad...

──Astra... si algo sale mal ──Ekko suspiró, dejando la frase incompleta. Astra podía ver la preocupación en su rostro.

──Si algo sale mal, será mi responsabilidad, Ekko. ──respondió ella, dejando una de sus manos sobre el hombro de Ekko──. Este viaje no se trata solo de arreglar lo que pasó; se trata de arreglar lo que yo hice mal ──agregó con determinación, su mirada fija en él──. No puedo dejar que otra persona asuma ese riesgo.

Ekko levantó la mirada hacia ella, su expresión aún cargada de preocupación, pero también de aceptación. Una ligera sonrisa se dibujó en sus labios. 

──Está bien ──respondió mirándola a los ojos──. Me aseguraré que todo salga bien para que tengas tú oportunidad.

Astra asintió antes de tomar el dispositivo y colocarlo sobre su muñeca izquierda. Mientras Ekko revisaba los ajustes finales, ella sacó el astrógrafo de su cinturón con cuidado, escondiéndolo detrás de su cuerpo para que Ekko no lo viera. Astra trazó un último símbolo en la parte trasera de la malla del reloj, una runa que sellaría el vínculo entre la magia y la tecnología.

──Todo listo ──confirmó Ekko, volviendo a mirarla──. Cuando quieras.

Astra le dedicó una sonrisa antes de poner su mano derecha sobre el reloj lista para activarlo. En su interior, el fragmento de la gema emitía un brillo pulsante color celeste que parecía sincronizarse con su propia respiración.

──Nos vemos en unos segundos ──dijo Astra con una sonrisa, intentando ocultar el nudo en su estómago debido a los nervios.

──Ten cuidado, Astra ──murmuró Ekko, observándola con una mezcla de esperanza y temor.

Astra asintió con determinación, tomando una profunda bocanada de aire en un intento por calmar sus sentidos. Desde el interior del taller, dirigió su mirada hacia una de las ventanas, donde el cielo nocturno se desplegaba en todo su esplendor. Las estrellas titilaban con un brillo casi esperanzador. Una sonrisa más genuina se dibujó en sus labios, aunque esta vez estuvo acompañada por el fulgor de una lágrima que amenazaba con deslizarse por su mejilla.

Cerrando los ojos, exhaló y activó el dispositivo. Una ráfaga de energía azul y púrpura la envolvió, y por un instante, todo lo que Ekko pudo ver fue un destello cegador. Cuando la luz se disipó, Astra había desaparecido. Todo lo que quedaba era el leve zumbido residual del dispositivo y el eco silencioso de su presencia, como si la misma habitación retuviera un fragmento de su esencia.



              CUANDO ASTRA ABRIÓ LOS OJOS, RÁPIDAMENTE SE OBLIGÓ A CERRARLOS NUEVAMENTE. Un leve mareo había desestabilizado todos sus sentidos. En medio del caos desatado, Astra vio las líneas temporales fragmentarse y reformarse a su alrededor, como si el pasado y el presente colisionaran al unísono, mientras que un fulgor magenta envolvía cada parte de su cuerpo que parecía moverse en una especie de aceleración que nunca había visto. Parecía que cada parte de su silueta se deformaba solo para volver a armarse. 

Cuando las sensaciones se detuvieron y su sus sentidos se estabilizaron, Astra pudo sentir el suelo bajo sus pies y una luz brillante sobre su rostro. El suave murmullo de voces ajenas llegó a sus oídos mientras sus ojos se acostumbraban al reflejo de la luz del día. Pronto, pudo observar con claridad el panorama frente a ella y, por un momento, la mezcla de emociones provocó en ella una especie de risa pequeña que denotaba un ligero tinte de asombro y angustia. 

Zaun.

El aire y el cielo eran más claros de lo que Astra recordaba. La naturaleza prosperaba con una exuberancia que parecía imposible en un terreno que Astra nunca había creído fértil. A su alrededor, una hilera de casas idénticas se alineaba con precisión, separadas por un camino perfectamente trazado. Los alrededores estaban cubiertos por una flora peculiar que destellaba en tonos amarillos bajo la luz brillante del cielo, creando un paisaje etéreo y casi surrealista.

A lo lejos, donde el terreno se alzaba en una suave colina, Astra divisó una esfera imponente, diseñada con el mismo patrón geométrico que las viviendas. Su superficie brillaba con un pulso tenue, como si albergara una energía que mantenía la armonía del lugar.

«Viktor...»

El nombre resonó en su mente como una plegaria. Había funcionado. La paz que percibía a su alrededor le confirmó que aún no había llegado el desastre, aunque tampoco sabía con exactitud en qué momento preciso se encontraba. Estaba en los meses previos al caos, en esa frágil calma antes de la tormenta.

──¿Estás aquí para ver al Heraldo? ──una voz suave y femenina interrumpió su contemplación. Astra se giró con un leve sobresalto. Frente a ella, una mujer le sonreía con amabilidad. Su rostro estaba decorado con delicados trazos dorados que resplandecían sobre su frente y la curva de su mejilla derecha.

──Yo... ──Astra intentó responder, pero las palabras no salieron.

La mujer no pareció notar su confusión, o quizás decidió ignorarla. Tomando la mano de Astra con cuidado, su tacto cálido y firme, comenzó a guiarla a través de la comuna con tranquilidad, como si no hubiera prisa. Astra se dejó llevar, mirando a su alrededor y percibiendo cada aspecto del lugar como la primera vez. 

El lugar era aún más hermoso de lo que recordaba. Cada casa parecía formar parte de un todo, como engranajes de una máquina perfecta. Los habitantes pasaban junto a ellas, sus rostros serenos, alguna sonrisa amable. Había algo casi irreal en la forma en que cada detalle parecía encajar. Y, a pesar de todo, Astra no podía evitar sentir un peso en el pecho. Porque sabía que esta perfección estaba destinada a desmoronarse. 

──No estoy segura de que pueda verme en éste momento ──Astra se soltó con cuidado del agarre de la mujer, deteniéndose apenas a unos metros de distancia.

──Siempre tiene tiempo para las almas que están sufriendo.

De pronto, los ojos de la mujer delante de ella brillaron cambiando de un dorado cálido a un frio color plata. La sonrisa serena y amable de su rostro se extendió, aunque Astra pudo notar que había un sentimiento más en ella, como si se alegrara de su presencia cuando ni siquiera la conocía. Cuando la mujer volvió a dirigirle la palabra, su voz femenina se escuchó ligeramente distorsionada. 

──Astra...

Los ojos de Astra se abrieron en asombro, su cuerpo vibrando ligeramente, como si una descarga de energía la hubiese atravesado. Astra reconocería ese tono inconfundible incluso en el caos más absoluto, en cualquier rincón del tiempo. Aunque la figura frente a ella no era él, su mente comenzó a dibujar con precisión cada una de sus facciones, como si el alma de Viktor estuviera alcanzándola desde un plano distinto. 

De pronto, el mundo pareció detenerse frente a sus ojos, y esta vez, pudo sentir como realmente un par de lágrimas rebeldes descendían por sus mejillas. La mano de la mujer se extendió delicadamente en su dirección, clamando por la mano de ella. Astra avanzó unos pasos más hasta quedar frente a frente con él. Una sonrisa cargada de melancolía se extendió en sus labios, le resultaba irreal poder sentir su presencia y en ese momento lo único que quería era estar cerca suyo.

Sin embargo, tan pronto como Astra rozó suavemente su mano, una fuerte explosión retumbó en el aire, desgarrando el momento.  Astra se sobresaltó, su mirada girando rápidamente hacia la esfera donde Viktor residía. La presencia que había sentido momentos antes desapareció como una brisa sofocada por el caos. La luz en los ojos de la mujer frente a ella centelleó con un fulgor anómalo antes de desvanecerse, y la pequeña conexión que había sentido se borró, como si nunca hubiese sido real.

Y entonces Astra lo supo. 

──No... ──susurró Astra, con la voz quebrada.

La esfera brillaba intensamente, pulsando con una energía descontrolada, inestable. La parte superior de la misma estaba hecha pedazos, fragmentos que contra toda ley de gravedad, flotaban alrededor del lugar destruido en un silencio desgarrador. Astra sintió cómo su pecho se comprimía, su mente intentando procesar lo que acababa de ocurrir. 

El silencio, sin embargo, no duró mucho. Un escalofrío recorrió el aire, cargado de una sensación indescriptible. Astra levantó la vista justo a tiempo para notar cómo varios habitantes de la comuna, aquellos conectados con Viktor a través del vínculo que compartían, comenzaban a tambalearse. La mujer frente a ella cayó al suelo a pocos metros de Astra. Un hombre intentó sostenerse de una viga, pero sus fuerzas lo abandonaron y colapsó. Los habitantes, uno por uno, sucumbían a la desconexión repentina del vínculo que los unía a Viktor, como si la energía vital que él había compartido con ellos se hubiera extinguido junto con él.

Astra comenzó a correr a toda velocidad, sintiendo cómo cada paso que daba la alejaba de la devastación que consumía la comuna. La visión de los habitantes cayendo, uno por uno, permanecía grabada en su mente, como si su dolor estuviera conectado con el de ella. Astra no podía permitirse el lujo de detenerse, aunque las lágrimas nublaban su vista y su respiración era errática. Había llegado demasiado tarde y la oportunidad se había desperdiciado.

Al mirar el dispositivo ajustado a su muñeca, un destello azulado le devolvió un atisbo de esperanza. Su mente trabajaba rápidamente, buscando la única solución que podía imaginar: regresar con Ekko, reconfigurar el dispositivo y volver a intentarlo. 

Activando el catalizador, la energía comenzó a fluir alrededor del fragmento Hextech que comenzó a brillar intensamente. La energía fluyó a su alrededor, envolviendo su cuerpo en una luz violácea que se tornó cegadora. Astra sintió cómo su cuerpo se disolvía en la corriente de energía, llevándola a través de un torbellino de imágenes borrosas y sonidos distantes. Se aferró mentalmente a su objetivo: regresar con Ekko. Pero algo salió mal. La energía se agitó, fluctuó, y en un instante todo cambió.

Cuando la luz se disipó, Astra se encontró de pie en un lugar completamente diferente. Sus pies ahora descansaban sobre el mármol pulido de una sala imponente, rodeada de muros altos y ventanas que dejaban pasar la cálida luz del atardecer que bañaba la sala en tonos rojizos. Su corazón latió con fuerza cuando reconoció el lugar: estaba en la sala del consejo de Piltover.

Frente a ella, los miembros del consejo estaban sentados en sus sillas, con expresiones serias mientras observaban a dos figuras que se encontraban a un costado de la sala. Jayce y Viktor. Astra contuvo el aliento. Era Viktor. Su rostro cansado, sus rasgos aún más marcados, su cuerpo consumido y debilitado por su enfermedad. Sin embargo, el color de sus ojos aún brillaba con determinación.

La voz de Jayce rompió el silencio. Anunciando firmemente su oposición al ataque a Zaun y reconociendo el declive de su rol como consejero y científico. Astra reconoció el discurso: estaba anunciando el trato con Silco. Su mente procesaba frenéticamente la situación. No solo había retrocedido en el tiempo, sino que había llegado al momento justo antes de uno de los eventos más catastróficos de Piltover.

Astra dio un paso hacia atrás, su respiración acelerándose. Este no era el plan. Necesitaba regresar al presente, pero ahora estaba atrapada en un punto crítico de la historia, y las posibilidades de cambiarlo todo la abrumaban. Necesitaba pensar rápidamente en una salida o en una posible solución. Su primer instinto fue activar el dispositivo nuevamente. Sin embargo, cuando quiso activar el catalizador, el anclaje espacio-temporal que aseguraba el regreso al presente comenzó a fallar. Sólo entonces, Astra se percató de que el fragmento antes de color azul brillante, ahora era cada vez más rojizo. 

La gema no había dejado de recibir descargas de energía, aún cuando ella se había detenido de imprevisto en otro punto en el pasado. Astra sintió un nudo en el estómago. Sabía lo que vendría después, pero también sabía que esto podría ser una oportunidad única para salvarlo.

──Astra... ──Viktor la observó, murmurando su nombre por lo bajo mientras Jayce le hablaba al consejo──. ¿Te encuentras bien?

Un calor casi imperceptible quemó la piel de su muñeca cuando el fragmento alcanzó su punto critico. Cuando volvió a observar el dispositivo, éste se había apagado por completo. En su interior, la gema ahora completamente en color rojo, se había fragmentado en pedazos más pequeños destruyéndose por completo. El pánico se apoderó de Astra por un instante. Los ojos de Viktor seguían fijos en ella, su expresión cargada de preocupación. 

──Astra... ──repitió, esta vez con más claridad. 

──Viktor... ──ella inspiró profundo, su mirada conectada a la de él, una sombra de tristeza y desesperación la embargó──. Prométeme que confiaras en mi.

Viktor frunció el ceño, la confusión nublando su expresión. Pero antes de que pudiera decir algo más, el caos estalló a su alrededor. Las voces de los integrantes del consejo se elevaron en un torbellino de gritos y exclamaciones cargadas de indignación, mezclándose con el sonido del metal y el vidrio vibrando por la tensión del momento. Astra sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando, por el rabillo del ojo, percibió un destello azulado aproximándose a toda velocidad desde uno de los ventanales de la sala.

Todo ocurrió en un instante.

Un impacto ensordecedor la lanzó hacia atrás, golpeándola con una fuerza que le arrebató el aliento. Sus sentidos se desestabilizaron al mismo tiempo que el estruendo de los escombros cayendo llenaba la sala. El suelo tembló bajo su cuerpo, una densa nube de humo y polvo de concreto invadió el aire, cegándola momentáneamente. El eco del vidrio estallando se mezcló con el sonido amortiguado de gritos ahogados y el crepitar de la electricidad chisporroteando entre los restos de la explosión.

Y de pronto el tiempo corría en su contra.













GIULY AL HABLA. . . 

¡Tenemos el prólogo disponible! Y yo sé que seguramente estarán confundidos peeeroooooooo les juro que todo valdrá la pena *guiño guiño* Lamento si el capítulo fue super extenso, pero no quería perder ningún detalle ni dejar nada de lado. 

No saben lo emocionada que me tiene ésta historia y mis niños Astra y Viktor ❤️🥹 Recuerden pasarse por los fics de Vi y Jayce en el perfil de solongleon y -mdnightloki que forman parte de la trilogía. Ustedes no saben lo que se viene.

¡Espero les haya gustado! No olviden dejar algún voto y/o comentario a modo de apoyo para saber si les ha gustado. Nos leemos prontito.

xoxo giuly 🩵

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