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XXV

Ya cansada de sonreír y saludar personas, salí por un momento al balcón cuando sentí que todas esas copas de champán comenzaban a causar estragos en mi cabeza. Estaba mareada, así que quería estar a solas. Pero quién me iba a decir que llegaría compañía no deseada.

—Hola, hermosa —Saludó con la típica línea cliché—. ¿Aburrida? —Y sí, estaba muy aburrida de personas como él.

No quería responderle, y mucho menos permanecer en un sitio apartado y poco iluminado con un tipo potencialmente peligroso y totalmente desconocido. Así que sin siquiera mirarlo, hice la acción para retirarme, pero entonces me tomó del brazo.

—¿A dónde vas? —Preguntó aún con un timbre risueño.

—Perdón, señor, pero debo volver a la fiesta. —Al levantar la vista por primera vez para mirarlo, noté que sus ojos iban directo a mi escote. Ignorando eso, hice fuerza para liberar mi brazo de su agarre y en respuesta me tomó con más fuerza antes de pegarme a él.

—¿Cuál es la prisa por volver? Podemos tener una fiesta privada aquí afuera. —Sugirió, y su agarre en mi cintura fue más incómodo que el de Nóel.

—Lo siento, pero mi prometido, el Señor Chevalier, de seguro me ha de estar buscando. —Nunca imaginé que en algún momento tendría que usar el nombre de Nóel y una absurda excusa para mantener a otro tipo a raya. Tampoco sabía cuánto peso tenía el nombre de Nóel, pero los ojos del hombre frente a mí se oscurecieron y su sonrisa se apagó.

—Ya veo, eres la acompañante de Nóel —Por alguna razón, esas palabras me hicieron sentir que me había metido en muchos más problemas—. Esto será interesante. —Regresó su sonrisa y su otra mano comenzó a toquetearme.

—Si no me suelta justo ahora, juro que comenzaré a gritar y armaré un escándalo diciendo a todos que intentaste violarme. —Amenacé cuando vi que no le importaba para nada Nóel. Incluso parecía odiarlo.

—¿En serio? —Se burló, acercándose a mi cara— Eso también sería muy divertido. Inténtalo. Tengo muchas formas de acabar contigo incluso antes de que abras la boca. —Fue su turno de amenazarme. Y de verdad me sentí amenazada, pero no iba a retroceder.

—Haz que uno solo de mis cabellos esté fuera de lugar antes de soltarme y te prometo que cuando regreses a tu casa lo harás sin una extremidad. —Sus ojos se estrecharon con indignación y antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando, fue él el primero en gritar.

—¡¡Alguien!! ¡¿Hay alguien ahí?! —Y justo mientras gritaba, tomó los tirantes de mi bestido y los bajó de un tirón. Parte de mis pechos quedó al descubierto y antes de que pudiera hacer nada, recibí un empujón que me lanzó al suelo.

—¿Qué sucede?

—¿Quién está en el suelo?

—¿Señor Elker?

Los murmullos de personas entrando al balcón debido a los gritos no demoraron en aparecer. Todos miraban la situación desde una distancia prudente sin atreverse a intervenir. Yo arreglé mi ropa y me puse de pie despacio. Estaba muy enojada.

—¡Que alguien saque a esta mujer de mi vista ahora! —Volvió a gritar.

—No es necesario, me iré por mi propia cuenta. —Dije antes de darme la vuelta. Sin intentar discutir o esclarecer el mal entendido porque sabía que sería inútil.

—¡¿A dónde crees que vas?! ¡¿Crees que puedes irte fácilmente luego de intentar sobrepasarte conmigo?! —Se contradijo, pero yo no tenía la intención de obedecer a eso.

—¿Quién es la chica?

—¿Intentó algo con el señor Elker?

—¿No es ella la que vino con el señor Chevalier?

—Oh, Dios mío. Lo de aquel año se repetirá de nuevo.

Los desconocidos no dejaban de murmurar. Era tormentoso. Peor porque no me permitían salir del balcón. En ese momento vislumbré a Nóel de pie a unos pasos. Nuestros ojos se encontraron y sentí que se hablaban, pero en idiomas no compatibles, por lo que, cuando se acercó, en realidad sabía que vendrían más problemas.

—Señor Elker. —Dijo en un tono seco, advirtiendo mediante el saludo.

—Nóel —Devolvió de manera informal—. No sabía que tus gustos habían cambiado, ahora sales con mujerzuelas —Me miró—. La última vez que supe, en realidad te gustaban las mujeres casadas. ¿Mi esposa no era una de ellas?

Los murmullos se intensificaron de momento, pero Nóel aun no respondió. Fue Elker, en cambio, el que siguió parloteando.

—Deberías controlar mejor al juguete que metes a tu cama, no sea que un día te lo encuentres sucio. —Su amenaza para nada disimulada me hizo temblar por la posibilidad de que alguien como ese tipo me forzara. Entonces recordé como me tocó antes y sentí que iba a entrar en pánico.

—Isabella —Nóel al fin dijo algo, y a pesar de no entender lo que sus ojos decían, comencé a negar con la cabeza porque presentí que no era algo bueno—, ven aquí y discúlpate con el señor Elker.

—¿Qué? —Murmuré— ¿Qué me disculpe? —Dije más indignada que sorprendida.

—No me hagas repetirme. —Amenazó, como si no me sintiera lo suficientemente mal.

—Si vas a hacer que se disculpe, ponla de rodillas. Que lo haga bien. —Agregó Elker y mi ceño se juntó más profundamente en cuanto vi que Nóel no se negaría a ese absurdo.

—Al suelo. —Mandó en un tono más bajo y las lágrimas de impotencia y rabia en mis ojos bajaron por mis mejillas.

Miré a Elker, que sonreía como un desgraciado que se salía con la suya, y a toda la multitud que solo observaba con diferentes estados de ánimo. Amara me veía de forma aprenciva, pero estaba claro que no tenía la menor intención de intervenir.

Entonces bajé la mirada. Miré la punta de mis zapatos negros y, un poco sofocada y con el pecho apretado, me puse de rodillas. No supe cuánto tiempo estuve así hasta que logré exprimir las palabras desde el fondo de mi estómago para poder pronunciarlas.

—Lo siento. —Murmuré.

—¿Qué? —Gritó— No te escucho. De hecho, nadie lo hace.

—Lo siento, Señor Elker. —Volví a decir, con mi mente siendo un caos.

—¿Qué sientes? —Siguió cuestionando.

—Siento mucho no haber actuado de la forma correcta. —Sí, lo sentía mucho. Nóel me dijo que me mantuviera a su lado, y yo caminé hasta el balcón con mis propios pies. Me puse en tal lugar yo misma. Pero en realidad no podía preocuparme por eso. No morderme la lengua mientras hablaba debido a las ganas de huir que tenía, era más importante.

—Deberías de conocer tu lugar, el cual está justo ahí, en el suelo. —Dijo con saña.

—Eso es suficiente, Señor Elker —Lo detuvo Nóel—. Ya que mi acompañante se disculpó con usted por su falta de respeto —Mis manos se apretaron en mis muslos al escucharlo—, nosotros nos iremos primero. Isabella, de pie. —Dio la orden y se detuvo frente a mí.

Yo di un respiro aún en el suelo y, luego, con mi cuerpo rígido y mi ropa rota, me levanté frente a Nóel, pero no hice el gesto de mirarlo. Solo me abracé a mi misma para contenerlo todo y caminé despacio a sus espaldas cuando pasó por mi lado.

En el auto, solo descansé contra la ventanilla, agotada. Los adornos en el cabello me incomodaban así que los desprendí uno a uno. Los mechones cayeron sueltos sobre mi espalda y hombros y respiré aliviada. Otra lágrimas traicionera rodó por mi mejilla y la sequé lentamente. Todavía me creía tirada en el suelo pidiéndole perdón a alguien que amenazó con violarme.

—Te dije que no era seguro —Nóel habló a mi lado. Se escuchaba molesto, pero no tenía la energía ni para alejar mi cabeza del cristal frío y mirarlo. Así que solo murmuré en acuerdo—. Te dije que te mantuvieras cerca. Sabías que ninguna de esas personas eran de antecedentes comunes y aún así bebiste sin control y terminaste semidesnuda frente a una multitud. —Escupió cada palabra sin escrúpulos, hurgando en mi herida recién abierta como si no doliera lo suficiente.

—¿Puedes callarte? —Murmuré cuando me volví a mirarlo. El veía por la ventana antes de voltear hacia mí.

—¿Qué?

—¿Podrías callarte? —Repetí más alto— ¿Podrías solo dejarme en paz? ¿Podrías fingir que no estoy como todas las veces y solo parar de hablarme? —Me estaba desbordando. Las lágrimas y las quejas salían de mí como un torrente. Me era imposible silenciarme— Ni siquiera he dicho nada. ¡Ni siquiera he hecho nada! ¡No, no lo sé! Hace un mes no sé qué es de mí, de mi vida. ¿Qué hago aquí? ¿Qué hago pidiendo perdón a un acosador que amenazó con violarme? ¿Qué hago aguantando que tú me trates como te de la gana? ¿No sería mejor morir? Solo quiero desaparecer. ¡Desaparecer y que toda esta absurda pesadilla que tiene a monstruos como ustedes acabe! A quienes en realidad debería pedir perdón de rodillas es a mi familia, por haberlos engañado y haberles mentido durante tanto tiempo. Yo solo... —Cuando estaba por continuar, líquido frío y amargo cayó sobre mi cabeza, sobresaltándome.

Cuando levanté la vista, Nóel había sacado el vino tinto del compartimento en el auto. No se detuvo hasta que la botella estuvo completamente vacía. En ese tiempo, lo miré mientras sentía el líquido descender por mi espalda y escote. Mi cabello se pegó en mi cuello y mejillas e, inmediatamente, se hizo un charco rojo justo donde estaba sentada.

Cuando el contenido en la botella se acabó, Nóel la puso a un lado, sacó con paciencia un pañuelo de aspecto sedoso y se secó la punta de los dedos antes de volver a guardarlo.

—¿Mejor? —Preguntó al terminar la secuencia de acciones.

Yo ni siquiera sabía que decir. ¿Estaba mejor? Por supuesto que no. Era cierto que el frío esclareció mi tormentoso arrebato, pero en realidad fue porque me hizo sentir humillada, no mejor.

Sin responderle, volví a mi posición contra la ventanilla y cerré los ojos, rezando para que el viaje terminara rápido.

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