XI
Desperté de nuevo cuando el auto se detuvo frente a una casa enorme. Había mucho para ver, desde la fuente hasta sus flores y las formas geométricas de sus árboles, todo era hermoso, pero nada de eso podía importarme menos.
La primicia era que habíamos llegado a donde sea que esté esto, y debíamos llegar. Mis preocupaciones eran que aquí comenzaría mi calvario por razones que hasta desconocía. Y aunque lo supiera, razonar con la mafia era casi imposible, porque sí, ya sabía que eran de la mafia. Demasiadas pistas durante todo el trayecto como para no darme cuenta.
—Sal. —Me ordenó mi captor, abriendo la puerta del auto.
Yo aún estaba mareada y creo que en el tiempo que estuve inconsciente me inyectaron algo porque mi lengua estaba un poco torpe y mis movimientos eran lentos. Con la cabeza sumbando abrí la puerta a mi lado y bajé. La herida de bala en mi pierna derecha me recordó su existencia y solo pude fruncir el ceño para no perturbar el ambiente de velorio que había.
Muy diferente a las situaciones anteriores, todos estaban parados como estatuas y en un silencio sepulcral. Ya nadie gritaba, no maldecían, ni usaban más movimientos o palabras de las necesarias. Yo me recosté al auto, mirando el panorama, pero por alguna razón, la situación me dió mucha risa. Obviamente no me reí, pero tenía ganas de hacerlo.
¿Estos hombres parados como pingüinos en fila y ordenaditos eran los mismos que maldecian hasta para respirar y comenzaron un fuego cruzado con otra mafia? Era tan gracioso.
Definitivamente me habían inyectado algo.
Mi secuestrador alto, rubio de ojos azules como modelo de revista de ropa interior, se paró ante mí con su eterna cara de culo. Y eso también me dió risa.
—Pfft- ¿Por qué tan serio? —Sin poder evitarlo, me reí— A la que van a torturar y matar al final del día es a mí, no actúes como si estuvieses en mi lugar. Sonríe —Entonces le mostré con mi propia cara como hacerlo—. No desperdicies esa cara que tienes estando serio todo el día, das miedo —Me volví a reír y la persona frente a mí solo me miró, ni siquiera se movió. El ambiente estaba tenso y me dí cuenta de que muchos ojos me miraban como si fuese carne muerta—. Todos ustedes también —Los señalé—. Deberían estar felices por haber logrado su objetivo de traerme hasta aquí. ¿Por qué diablos siguen con cara de culo?
—Suficiente. —Mi captor se acercó y tomó mi brazo, haciéndome caminar a jalones. Ya me tenía harta con lo mismo.
—¡Suéltame! —Grité y tiré del brazo que sostenía. No me pude soltar, pero él dejó de andar— Estoy harta de que me jalonees todo el maldito día. —Y tan divertida que estaba antes, era lo tan molesta que estaba ahora— ¡Me acaban de sacar una jodida bala de la pierna y duele cuando me obligas a caminar rápido! —Le encaré—¿No puedes caminar un poco más despacio? ¿Va a matarte eso? ¡Ni siquiera he podido dormir bien! —Y eso me dió tantas ganas de llorar que no me pude contener.
No pude descifrar la mirada que me daban sus ojos, así como tampoco pude entender mis rápidos cambios de estado de ánimo, ni mi maldita boca suelta. ¿Me inyectaron un suero de la verdad?
—Cállate. —Me ordenó y estaba a punto de mandarlo al diablo cuando me tomó en brazos. Jadeé por la acción repentina y por instinto aferré mis manos a su ropa.
Él comenzó a caminar con pasos largos por un lado de la mansión, atravesando un jardín. La casa era verdaderamente grande. Me daba curiosidad saber cuántas personas vivían ahí. Seguro y su familia era grande, la casa debe tener muchas habitaciones.
—¿A dónde me llevas? —Le pregunté recostada contra su pecho, cansada.
—A los calabozos. —Respondió estándar y yo suspiré.
—Hay ratas, ¿verdad? —Él me miró por un momento, pero no respondió— Seguro también hay cucarachas. Le temo a las cucarachas, ¿lo sabías? —No esperaba una respuesta de él, era una pregunta retórica y yo solo estaba divagando—Un calabozo debe ser oscuro y frío, mi herida no va a sanar pronto ahí. —Seguí hablando y ni yo misma sabía por qué tenía tantas ganas de hablar—¿Crees que se me infecte? Si se me infecta será un problema. Claro, será un problema para mí, no para ti. Imagino que me dolerá mucho —Y solo de pensar en eso, comencé a llorar otra vez—. No quiero que duela.
Escondí mi cara en su pecho. Mis lágrimas mojaba su camisa. Su olor a gel de baño y hombre me relajó, y eso me dió más sueño. Entonces me dormí.
Desperté y sentí una horrible sensación de vértigo. La cabeza me dolía horrores y mi cuerpo estaba entumecido por estar tanto tiempo tirada en el piso frío. Aún tenía fiebre y no podía hacer nada con eso. Sollocé sin poder evitarlo cuando los recuerdos de los últimos días llegaron a mi mente, pero me forcé a calmarme. Como pude, me apoyé en mis manos atadas para sentarme, aguantando el mareo. Tomé un respiro y me arrecosté a la pared igual de sucia y fría que el suelo, cerrando los ojos para calmar el malestar de mi cuerpo.
Las ganas de llorar volvieron a embargarme y no pude contenerme. Dejé que gran parte de mi frustración brotara en lágrimas, mientras abrazaba mis rodillas y me preguntaba por qué me estaba sucediendo esto. La angustia me invadía, mientras pensaba en Mariam, en sus tíos, en mis padres. Sinceramente, no lograba comprender qué hacía en ese horrible lugar y por qué una pandilla de mafiosos deseaba mi muerte.
No tenía conciencia de cuánto había pasado desde que me trajeron, pero con seguridad ya pasaban de las 48 horas.
El frío y la humedad de la celda me hacían temblar. El espacio reducido era increíblemente oscuro, con solo un rayo de luz que se colaba por debajo de la puerta. El olor a tierra y suciedad era asfixiante, y de vez en cuando alguna que otra cucaracha rozaba mi cuerpo.
No sabía cómo enfrentar la situación. Nadie había venido a verme desde que me trajeron, excepto el hombre alto y calvo que me traía pan y agua. No entendía qué querían unos mafiosos con una escritora como yo. No tenía nada de valor o interés. Llevaba una vida normal, con problemas corrientes y amigos comunes. Entonces, ¿por qué estaba aquí? ¿Cuál era la razón?
La puerta se abrió y levanté la cabeza. Por un momento, pensé que sería el hombre calvo, pero no. El hombre en la puerta era el mismo que me había secuestrado. Sus ojos me miraron con la misma intensidad de aquella vez, pero ahora reflejaban un resentimiento nuevo, y no sabía de dónde provenía.
—Sors-le.//Saquenla. —Gruñó en francés.
Los dos matones que estaban detrás de él se acercaron, y sentí que la bilis que antes había intentado contener subía hasta mi garganta. Lloré y negué con la cabeza cuando ambos me tomaron de los brazos, pero ninguno mostró compasión por mí.
¿Ya me iban a torturar?
El miedo no me dejaba gritar, solo hacer movimientos desesperados y limitados por las heridas de mi cuerpo.
Fui arrastrada a pesar de mi resistencia, que para ellos debió de ser solo un juego, y fui sentada en una silla de hierro oxidado. Me esposaron las manos a los reposabrazos y luego me empaparon con agua helada. Tosí cuando involuntariamente inhalé por la nariz, y con la visión borrosa pude distinguir al hombre rubio observando desde una distancia prudente.
—Por favor... —Sollocé—...solo dime lo que quieres. —Supliqué, pero su mirada, tan fría como el agua que recorría mi cuerpo, no mostró ni el más mínimo atisbo de clemencia.
Los otros dos hombres no dejaron de moverse. Mientras yo hervía en fiebre, ellos ataron y metieron mis pies en una palangana con agua igual de helada. Le prensaron dos pinzas como las que dan carga a las baterías de un auto, y luego se pusieron detrás de mí, como estatuas.
Una horrible revelación me llegó como un rayo cuando terminaron su trabajo: "Me iban a electrocutar". Sollocé con más fuerza al darme cuenta de ese hecho y, aunque ninguno había dicho una palabra aún, mi cabeza negaba una y otra vez.
—Son más de 1000v. —Cerré los ojos ante la revelación del rubio, y mi corazón torturado de la angustia se apretó en mi pecho— ¿Descubrimos cuánto es capáz de soportar tu cuerpo?
—¡No! —Respondí de inmediato, pero la sensación de asfixia no me dejó decir otra palabra. Me sentía en un ataque de pánico.
—Bien. Te voy a explicar como funciona esto —Su voz retumbó en mi adolorida cabeza e hizo eco en las mohosas paredes—. Yo pregunto y tú respondes. Si me mientes... lo enciendo —Señaló el control en sus manos y lo miré como niña que mira el armario esperando que el monstruo salga y la coma—; si no contestas... lo enciendo y si te pasas de lista...te mato. —Su voz se oscureció un par de grados con la última amenaza y juro que no sabía que parte de mí miraba para pensar que me haría la graciosa.
La verdad no sabía como iba a responder a nada con el nudo tan grande que se formó en mi garganta, pero asentí frenética cuando me preguntó si había entendido.
—Hagamos una prueba, entonces. ¿Cómo te llamas?
—Isabella... me llamo Isabella Slorah Brown. —Me esforcé en contestar.
—Muy bien. Ahora, ¿para qué mafia trabajas? —Me quedé mirándolo como si fuese un espectro aterrador y no como un mafioso sin escrúpulos, que igual me daba el mismo miedo.
De verdad no entendía su pregunta. O sea, ¿de dónde sacaba que yo era una mafiosa? ¿No me investigó o algo?
—Para... para ninguna. —Vi su cara arrugarse y su mano acercarse peligrosamente al control. Comencé a temblar como una hoja y no precisamente por el frío.
—Lo voy a intentar una vez más, ¿para quién trabajas? —Noté su escasa paciencia de un vistazo y no sabía si era lo que en realidad preguntaba pero comencé a hablar.
—Soy escritora. Firmé un contrato con la Editorial "BonitosPensamientos" hace unos años. Soy independiente, pero el director se llama Lander, Lander Gastrell. Se puede decir que es para quien trabajo. También trabajo con agentes del cine. Mi primera película salió hace poco. No creo que trabaje para alguien en concreto pero sí, tengo un equipo. —Escupí cada palabra con gran atropello. Lo miré fijo a pesar del miedo. Sus ojos tan distantes e insensibles me escudriñaron y yo suplicaba que me creyera porque en verdad estaba siendo sincera.
Él no parecía convencido y me preocupó. Pensé en lo injusto que sería que me torturara a pesar de todo, como si fuese igual la mentira que la verdad, y tuve un espasmo de pura resignación.
Su acercamiento lento activó todas mis alertas. El ataque de ansiedad que controlé para responderle amenazaba con volver a iniciar. Pero se detuvo y se sentó a mi altura, en otra silla, permitiéndome respirar una profunda bocanada de aire de puro alivio.
—Vamos a fingir que te creo —Sollocé cuando me di cuenta de que en verdad no me creería nada y moriría sin importar que. Él ignoró mis murmullos incoherentes y continuó—. Si no trabajas para la mafia, entonces, ¿de dónde vino toda la información que sacaste al cine en forma de película?
—¿Qué? —Farfullé, sin poder creerme lo que escuchaba.
¿Hablaba de Mafias? ¿De mi película? ¿En serio? Su argumento parecía tan fuera de contexto que no sabía cómo responderle. Cuando fui secuestrada, imaginé muchos motivos fantasiosos por los que podría haber acabado en una cloaca. El escenario donde un mafioso loco, compulsivo y obsesivo se enamoraba de mí era más realista que la posibilidad de ser secuestrada por una película. ¡Había recibido un tiro por eso!
Su suspiro detuvo mi línea de pensamientos con la clara advertencia de que se había cansado de esperar mi respuesta; en serio no tenía nada de paciencia.
Devolví mi atención a lo importante y, extrañamente más calmada al saber el origen de toda mi desgracia, trague y respondí.
—Una agenda —Él me miró con su eterna expresión de enojo, que por un momento sentí desconocida, junto a esos ojos de mirada diferente, a pesar de que el tono de azul era el mismo. Su silencio era para que continuara—. La mayor parte de la información en mi novela la saqué de una agenda.
—¿Qué agenda? —Parecía un tigre acorralado a pesar de que, en esa situación, la acorralada era yo.
—Una negra. —Dije estúpidamente, y por un momento también quice golpearme. Era obvio que no se refería a eso.
Él se levantó y llegó hasta mí, tomando mi cabello en un puño, haciendo que mirara hacia arriba para verlo. Me quejé por el tirón e intenté contener los sollozos.
La serenidad en mí duró segundos con solo esos gestos.
—P-perdón. —Me estaba ahogando con mi propia saliba debido a la posición, pero no me soltó.
—¿Crees que esto es un juego —No pude contestar aunque quería—, que puedes burlarte de mí? —Su agarre se intensificó y mi cuero cabelludo dolió.
—N-o —Dije como pude—. Lo... siento. —Y me detuve porque solo podía sollozar y evitar ahogarme.
Con un repentino tirón, me soltó, dejando mi cabeza colgando. En ese momento, ni siquiera tenía fuerzas para obligarme a enfrentarlo. La vista de mis pies en una palangana ferroza que vio mejores días, era menos aterradora que su expresión. Me encogí en la silla, deseando desaparecer, mientras él suspiraba, sabiendo que la suerte no estaría de mi lado.
—Habla. Dime todo sobre esa agenda. —Escuché como volvió a tirarse en la silla frente a mí, y comencé a hablar mirando sus botas negras.
—Fue... fue en un parque —Di una pausa para eliminar mi tartamudeo involuntario—. Choqué con alguien y todas nuestras cosas cayeron al suelo —Mi mente viajó a ese día, exprimiendo los recuerdos de cinco años o más de antigüedad para garantizar mi vida—. Él llevaba muchas carpetas y papeles en las manos, y yo también. Tomé una de las suyas por accidente, pero no me di cuenta hasta estar en mi casa.
—Él —Me interrumpió—, ¿cómo era?—Levanté mi cabeza. Parecía tenso.
—Era una cabeza más alto que yo. No muy fuerte. Llevaba gorra —Me quedé pensando en sus fracciones, algo, lo que sea—. De unos cuarenta años, tal vez.
—¿Nada más?
—Yo no... —Me detuve antes de terminar porque un detalle me vino de repente—. Le faltaba un dedo —Le miré—. Lo recuerdo porque cuando estábamos recogiendo las cosas miré sus manos y eso llamó mi atención.
—¿Qué dedo?
—El anular. No recuerdo de que mano, pero estoy segura de que era ese dedo.
—¿Eso es todo? —Tenía miedo de decir que sí y que me diera un tiro allí mismo así que tragué y me arriesgué.
—No recuerdo nada más de él. Fue hace casi seis años. Pero... aún tengo la agenda —Sus ojos me miraron con sospecha—. No miento. —No estaba segura de que me creyera porque ahora mismo era una vorágine.
—¿Y por qué crees que eso es importante?—Concedió, para mi sorpresa.
—En la agenda habían muchas anotaciones que no pude descifrar. Otras que no entendía. Números clave —Lo estaba meditando, y yo no iba a perder la oportunidad—. Tiene mucha información que tal vez sepas de qué es. Puedo dártela si quieres.
Él dejó de pensar y mirar a la nada para callarme con un solo vistazo.
—¿Dónde está la agenda?
—La tengo en casa de mis padres, en Londres.
—No te preocupes, ya iremos por ella.
—¡No! —Negué desesperada. Imaginar a personas tan peligrosas cerca de mis padres me aterrorizaba— Puedo ir por ella. Puedo traerla para ti.
—¿Tú sigues pensando que soy estúpido?
—No, no —Cada célula de mi cuerpo negaba, lo juro—. Claro que no. Pero hablo en serio. Puedes acompañarme si quieres. Te daré la agenda en tus manos. Soy una persona común, no es como si tuviese un plan para derrocar a la mafia; no estoy loca—Él no respondió, solo se quedó mirándome, y sentí un escalofrío—. Te lo pido por mis padres, pero también porque sé que en estos momentos no puedes causar mucho revuelo por cuenta de otras Mafias, ¿verdad? —No sabía si él podía sentir compasión, pero por la integridad física de mis padres debía intentarlo—. Por favor.
—Iremos a Londres y buscarás esa agenda para mí. Y ya sabes lo que pasará si te pasas de lista. —No sabía qué lo había convencido, porque lo que dije sobre otras Mafias fue un farol, un último recurso. Tal vez era cierto y no podía estar causando revuelos.
—Sí. No haré ninguna tontería que ponga en peligro a mis padres. —Aún así, estaba aliviada.
—Claro que no lo harás. —Amenazó, y a mí no me pudo quedar más claro.
♡📖♡📖♡📖♡
✨️Preguntas por las que Eu siente curiosidad:
1-¿Quién más disfrutó del arrebato de Isabella?
2-¿También les dan miedo las cucarachas?
3-¿Yo y cuántos más quedamos así: 🤡, cuando él le preguntó a Isabella para qué mafia trabajaba?
4-¿Cómo les quedó el ojo al saber que todo ese lío fue culpa de una agenda?
5-¿Quién será el hombre que chocó con Isabella?
6-¿Alguien más sufrió el impulso de decir que sí cuando él preguntó si lo creía estúpido? 😆
7-Y en el próximo capítulo nos vamos a~ ¡Londres, Inglaterra! ¿Irá todo bien?👀
🔺️Recuerda dejar un triángulo invertido si te gustó el capítulo🔻
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