Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VII

Mis manos estaban atadas. Mis rodillas incadas en la cama mientras él terminaba los nudos que hacía en mi torso. Las cuerdas pasaban por mi cuello, mis pechos, mi espalda y mi abdomen. Y no sabía como lo hacía pero apretaba lo justo que podía soportar.

Mi piel se ponía rosada y palpitaba bajo las cuerdas. Mis pechos sobresalían y se veían más grandes. Mis nervios estaban a flor de piel y las contracciones en mi vagina no habían cesado. No podía evitar sentirme algo incómoda con toda la situación, pero estaba expectante.

Sus manos ataban con seguridad pero sus dedos hacían cosquillas en mi piel sensible. Él estaba exitado, mucho. Sus pantalones que parecían a punto de reventar lo delataban, el tono de su voz también y la forma en que respiraba cuando estaba cerca de mi nuca era otra evidencia.

—Túmbate. —Ordenó cuando terminó el último amarre.

Yo me tumbé en la cama, con él entre mis piernas y evitando mirar sus ojos.

—¿Cómo te sientes? —Esa era una buena pregunta. No sabía cómo me sentía. Esto era más de lo que había hecho nunca y no sabía como procesarlo, ni siquiera sabía cómo debía sentirme. Pero no me sentía mal.

—Bien, Dom. —Mi voz era rasposa, tal vez de sed o de tanto gemir antes.

—Pues hagamos que te sientas mejor que bien. —Sus manos alcanzaron algo sobre la cama y luego se inclinó sobre mí, quedando a solo poco centímetros de mi cara.

Mi corazón se disparó, latiendo más deprisa. Me sentí intimidada, pero mis ojos no lo miraron; mantuve la vista en su clavícula marcada.

Apoyándose en una mano, con la otra descendió desde mi garganta, por entre mis pechos hasta tomar la cuerda que ataba mis muñecas. Subió mis brazos por encima de mi cabeza y luego sentí un clic. Cuando miré, mis manos estaban aseguradas a la cabecera por las esposas.

Mientras yo intentaba respirar hondo, una presión en mi pezón derecho me hizo contener el aliento. En el lugar rosado reposaba ahora una pinza. En las manos del Dom estaba la otra, que se mantenía atada por una cadena fina a la primera. Con agilidad apresó mi otro pezón y al sentir el cosquilleo por la falta de sangre en el lugar, gemí.

—Me gusta tu reacción. —Murmuró con sus labios sobre mi botón rosado y su lengua salió de su boca para lamerme. Su otra mano tiró de la cadena provocando sensaciones fuertes entre mis piernas y me quejé al encogerme.

Su cuerpo se alejó del mío y sus manos pasaron a desabotonar su camisa. Con mis ojos nublados y mi mente turba aprecié el desnudo. Me relamí los labios cuando todos los botones estuvieron sueltos y su tatuaje de cuervos y un reloj en el lado izquierdo de su pecho se revelaron.

Su risita maliciosa me regresó desde mis pensamientos y con sus manos deshaciéndose de su cinturón, preguntó:

—¿Te gusta lo que ves? —Tragando grueso al escuchar como bajaba su cremallera y soltaba su botón para mostrar su bóxer gris oscuro, respondí:

—Si, Dom, me gusta lo que veo. —No solo mi estado, hasta mi voz sufrió cambios luego de verlo.

Sus manos repasaron mis piernas abiertas desde los tobillos, apretando mis muslos hasta llegar a mi intimidad.

Retiró el dildo en mi trasero de un tirón, dejando una sensación de vacío dentro. Hizo el juguete a un lado y tomó otro. El nuevo vibrador simulaba un pene. Era de un largo y grosor promedio y tenía una ligera inclinación.

Tomó una vez más el lubricante con olor dulce y mojó el vibrador desde la punta hasta la base. El exceso del líquido frío cayó en mi abdomen caliente.

—Muy bien, ahora juguemos con algo más grande. —Murmuró para si mismo y separó más mis piernas, ejerciendo preción en mi entrada.

Inconscientemente, tiré de las esposas que me ataban a la cabecera de la cama y mordí mi labio inferior, sosteniendo las palabras que querían salir.

—Shh, shh, shh, no te tenses. —Su mano desocupada esparció las gotas de lubricante en mi abdomen y luego descendió despacio hasta mi vagina, pero su otra mano siguió empujando el vibrador.

Gemí por los movimientos suave y mis ojos no se apartaron de sus manos. Retiró el vibrador de clítoris y sus dedos rosaron el nudo entre los labios. Sus caricias me embelesaron y de un solo movimiento llenó mi trasero con el juguete.

Mi voz saltó en gemidos y mi espalda se arqueó sobre la cama. Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas y mis rodillas se unieron. La penetración fue tan inesperada que mi cuerpo reaccionó sin control.

Sin dejar que me acostumbrara, tomó el control de velocidades y las vibraciones constantes se sentían maravillosas. Tomó mi tobillo derecho y lo puso en su hombro izquierdo y luego tomó el izquierdo y lo puso en su hombro derecho, de forma en que mis piernas quedaron cruzadas. Las vibraciones subieron en dos niveles otra vez, lo que no me dejó pensar qué iba a hacer.

Su mano movió el vibrador en mi trasero hacia afuera, despacio, y luego lo empujó con destreza hasta la base. Su otra mano daba caricias en su pene y su boca suspiraba de placer. Lentamente, metió su pene entre mis muslos apretados y la humedad hizo un sonido vergonzoso. Sus labios también expresaron su extasis dejando escapar un gemido y su cintura comenzó con un vaivén lento.

Su pene rozaba mi clítoris sencible y mis labios inchados con mucha precisión, y a medida que la emoción y el calor se intensificaban, sus embestidas ganaron rapidez y fuerza. Las vibraciones en mi trasero llegaron al nivel máximo y lo vi lanzar el control a un lado de mi cabeza.

Sus enormes manos aguantaban mis muslos con fuerza y sabía que eso me dejaría marcas pero nunca salté en protesta. Solo me entregué, solo gemí y disfruté. Las pinzas en mis pezones saltaban con ritmo y las cuerdas en mi torso, por alguna razón, las sentí más ajustadas. Toda mi piel cosquilleaba y se ponía de varios tonos de rosa. Él sudaba sobre mí, moviéndose como un animal en celo y sabía que si lo tuviese dentro se sentiría increíble.

Con su ritmo regular y constante, me corrí sin vergüenza y en breve, también lo vi correrce sobre mi abdomen. Su disparo llegó a mi barbilla. Respirábamos como toros. Mis piernas temblaban y los espasmos de mi cuerpo no cesaban.

Después de un momento, sacó el vibrador de mi cuerpo, se retiró de entre mis muslos, subió su calzón y, sin cerrar su cremallera, me ayudó a soltar mis manos y las pinzas en mis pezones. Yo aún estaba un poco fuera de mi cuando lo escuché hacerme una pregunta.

—¿Estás satisfecha? —Sus ojos me hechizaron y no supe cómo hablar por un momento.

—Si, Dom. —Mi voz gastada y cansada salió como la de un extraño pero no le presté atención porque sus labios me dieron una hermosa sonrisa.

Después de una ducha reparadora, estaba totalmente vestida de nuevo, peinada y muy ordenada. Si no fuera por el dolor en todo el cuerpo y porque mis piernas hacían un gran esfuerzo por mantenerme erguida, pensaría que no había pasado nada.

Cuando salí, él aún esperaba en el sillón, tomando whisky sin su camisa puesta, y los recuerdos de todo lo que pasó hace un momento me avergonzaron tanto que no podía mirarlo. La cama todavía era un desastre y el olor a almizcle no se había esfumado. Tratando de comportarme como una adulta de 25 años, me acerqué a él con naturalidad.

—Muchas gracias por todo. —Dije con sinceridad y vi en sus ojos algo de diversión.

—De nada. —Su voz ocultaba sonrisas.

—Entonces me voy primero. —Volví a hablar cuando él no dijo nada más.

—Cuando llegues a casa toma analgésicos y aplica pomada. —Su cuidado me dejó sorprendida y no supe qué decir por un momento.

—Lo haré. —Él asintió y volvió a tomar de su vaso.

Al encontrarme una vez más en el pasillo, lo sentí surreal. ¡Eso fue casi sexo con alguien que no conozco! Si no fuese por Mariam, ni en mis sueños más salvajes hubiese llegado a tanto.

Cierto, Mariam.

Saque mi celular del bolsillo y llamé a su número para averiguar dónde se encontraba, pero no obtuve respuesta. Intenté llamar de nuevo, pero el resultado fue el mismo, lo que me hizo suponer que aún estaba ocupada. Me encontraba en un dilema, quería regresar a casa y tomar analgésicos, ya que mi cuerpo se sentía exhausto, pero al mismo tiempo no quería dejar a Mariam sola.

Después de tomar una decisión, le envié un mensaje de texto diciéndole que tomaría el auto y me iría a casa primero, ya que me sentía exhausta. Entonces subí al ascensor y me marché de esa forma.

Una vez en casa, solo tomé unas pastillas y me metí en la cama. No tenía energías ni siquiera para aplicarme pomada en las heridas, y me quedé dormida en cuestión de segundos.

A la mañana siguiente, los golpes en la puerta me despertaron y no respondí hasta escucharlos por tercera vez.

—Voy. —Sin energía giré sobre la cama y el rose en ciertas partes me hizo sisear. Abrí los ojos y me vi desnuda, a exepción de mi tanga. Todos los moretones me sorprendieron mucho porque fueron un gran contraste contra mi piel pálida y las sábanas blancas. El golpe en la puerta no me dejó analizarme con más detalles y rápido me puse un pillama largo y abrí.

—Hansel, hola. Buenos días. —Saludé cuando abrí la puerta.

—¿Buenos días? Querrás decir buenas tardes. —Me corrigió.

—¿Tardes? —Me sorprendí.

—Si. Lauren me dijo que si no bajaban a la una las despertara para comer.

—Muchas gracias por preocuparte —Le sonreí—. Dame unos minutos y bajo a comer.

—Recuerda despertar a Mariam. —Me pide antes de girarse.

—Espera, ¿Mariam no ha vuelto? —Pregunté confundida.

—¿Volver de dónde? —Se giró y me enfrentó.

—Anoche salimos, pero nos separamos. La llamé cuando quise volver a casa, pero no contestó. Pensé que volvería más tarde así que le dejé un mensaje y vine primero. ¿Aún no llega?

—No, no está en casa. —Respondió casi perdido en sus pensamientos y con el ceño junto.

—No te preocupes, ahora la llamo y le pregunto. —Intenté calmarlo por si estaba preocupado pero él solo asintió y se fue a la planta baja.

Al regresar a la habitación, alcancé mi teléfono y noté que Mariam aún no había respondido mi mensaje de anoche, así que decidí llamarla directamente. Después de una larga espera, contestó con voz ronca y adormilada, preguntando quién era.

—Soy alguien que te hará puré. ¿No has visto la hora? —Reproché— No volviste a casa.

—¿Ya es esa hora? —Sentí su voz lejos y luego cerca de nuevo— Perdón, no puse alarma y mi reloj biológico se vio afectado por la intensa noche de sexo de ayer. —Se burló al final.

—No me cuentes tus cosas. Espero que vuelvas antes de que Lauren y el tío lleguen. —Advertí.

—Sí, sí, lo que sea. Deja de controlarme, ya pasé la pubertad. —Suspiró con resignación.

—¿En serio? Porque no lo parece.

—Lo que digas. Mis bebés se están despertando así que regresaré luego del sexo mañanero.

—¡Es mediodía! —Grité y no supe si escuchó porque cuando me di cuanta había colgado.

Después de lavarme, aplicarme pomada y tomar analgésicos, me cambié a un conjunto que cubriese las marcas del día anterior antes de salir a comer. Al bajar, no vi a Hansel en ninguna parte, así que supuse que estaría en su habitación o que había salido. Después de disfrutar de una comida sencilla y darme cuenta de que aún era temprano, me dirigí a pie hacia la biblioteca de la ciudad.

Tomé un taxi y me entretuve observando las calles desde la ventana. Los niños jugando en el parque, los padres de picnic, el grupo de ciclistas. Así pasó el tiempo hasta que llegamos a mi destino.

Al entrar en la biblioteca, el embriagador aroma a libros y limpieza me hechizó por completo. Las instalaciones eran modernas, con paredes de cristal que proporcionaban luz natural y vistas increíbles en ciertos puntos. Mientras me desplazaba por las diferentes secciones, el suave murmullo del silencio me abrazaba, brindándome una sensación de paz inigualable.

Me adentré entre las interminables hileras de libros, deteniéndome ocasionalmente para leer los títulos en los lomos y revivir mentalmente los fascinantes mundos a los que fui transportada al sumergirme en sus páginas. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar vívidamente algunas escenas de aquellas historias.

Al alzar la vista, me encontré con un hombre alto, rubio, vestido de forma casual en un traje, con los puños de su camisa blanca remangados hasta los codos y sin corbata, con dos botones desabrochados. Estaba absorto en la lectura de un libro que sostenía en sus manos, y al acercarme me di cuenta de que era mi propio libro, 'Mafias'.

Inconscientemente, me detuve a tan solo tres pasos de él y lo vi concentrado en la sinopsis. Para disimular, tomé un libro de la estantería y me quedé de pie a su lado, queriendo preguntarle su opinión sobre mi libro, pero sin saber por dónde empezar la conversación. Para mi sorpresa, antes de que pudiera formular una sola palabra en mi mente, él se acercó a mí y tomó la iniciativa de hablar.

—Hola, ¿has leído este libro? —Su voz baja y grave con un acento fuerte que no reconocí me petrificó por un momento.

—¿Qué? —Pregunté embobada al ver sus ojos azules.

—Quería saber si me recomendabas este libro. —A pesar de su intento por hacer que mirara el libro que sostenía en la mano, mi atención estaba totalmente centrada en él. Sentí que todas las alarmas en mi interior se activaron de inmediato.

—Si, es un buen libro —Contesté bajando un poco la cabeza para que no viera mi vergüenza—. Aunque es una trilogía.

—Que bien, no sabía. —Su tono no era muy emocionado, pero se le escuchaba un tinte imperceptible de sarcasmo.

—Yo ya leí la trilogía —Continué con la charla—. Y a pesar de mi buena opinión sobre toda la historia, mi mejor amiga dice que le falta contenido.—Me reí al recordar los argumentos de Mariam.

—¿Qué tipo de contenido? —preguntó.

—Contenido para adultos —Me burlé por lo bajo. Él alzó una de sus cejas como si me estuviese interrogando y ese gesto lo hizo ver más atractivo—. Ella dice que la historia hubiese sido mucho mejor si fuese más explícita en ese sentido.

—Bueno, todos los libros tienen su objetivo, y el de este no es ese. —Dijo simplemente, devolviendo su mirada al libro.

—Fue lo que le dije, pero ella se empeña en que sería mejor si se archiva en la categoría de erótica.

—Bueno, todos tenemos nuestras preferencias.

—Cierto —Sonreí—. Por cierto, mi nombre es... Mariam, puedes llamarme Mariam. —Estuve a un paso de decirle cuando recordé que mi nombre es el que está escrito en el libro que tiene en la mano.

—Un gusto, pero hoy no te diré mi nombre. —Lo miré extraño al escucharlo, pero él me sonreía de forma muy amable.

—¿Eso qué significa? —Curioseé.

—Significa que quiero que nos volvamos a ver —Dijo directamente y me sorprendí mucho por su forma tan directa de ser—. Solo si no es un problema para ti. No tienes porqué aceptar si no quieres.

Volví a estudiar su expresión y la parte razonable en mí me decía que me negara, que definitivamente no era una buena idea quedar con un completo desconocido del cual no sabía nada, y que podía ser perfectamente un secuestrador. Sin embargo, mi lado irracional insistía en que aceptara; argumentaba que si no quedábamos, nunca pasaría a ser un conocido, que valía la pena correr el riesgo. Finalmente, cedí a esa voz irracional y acepté.

—Está bien. —Le sonreí.

—¿En serio? —Me devolvió la sonrisa.

—Si. Mientras sea de día y en un lugar transitado, no tengo problemas.

—¿Crees que tengo malas intenciones? —Con su pregunta, sus ojos se estrecharon mientras me miraban con cautela. Una sombra peligrosa rondaba su iris, pero su sonrisa logró distraerme por completo.

—¿Las tienes? —Le devolví la pregunta, jugando a su juego de miradas.

—Si querer tu número son malas intenciones, pues sí, las tengo. —Se burló.

—Tú no me dices tu nombre y yo no te digo mi número, estamos a mano. —Me crucé de brazos.

—¿Y cómo nos comunicamos?

—Mañana tenía pensado ir al Museo de Australia. Solo me quedan unos días en Sydney así que quería hacer turismo —Propuse—. Si te interesa, podemos encontrarnos en el Museo a las 10 de la mañana y, como me vas a dar tu número, te llamaré cuando llegue. —Dije con mucha naturalidad y un toque de picardía que ni yo misma me conocía. Mariam se sentiría orgullosa de ver los frutos del buen trabajo que estaba haciendo conmigo.

Me miró fijamente durante unos minutos sin decir nada. Su expresión se volvió un poco severa por un segundo, pero inmediatamente después volvió a sonreírme.

—Está bien, hagamos eso.

Entonces, luego de obtener su número y confirmar la cita, nos despedimos y regresé a casa.

En ese momento no sabía que me arrepentiría con todos mis huesos por haber aceptado esa cita.

♡📖♡📖♡📖♡

✨️Preguntas por las que Eu siente curiosidad:

1-Respuesta para la pregunta: "¿Estás satisfechx?"😏

2-Cita en el próximo capítulo, ¿emocionadxs?

3-¿Tienen algún libro que les gustaría recomendarme?

🔺️Recuerda dejar un triángulo invertido si te gustó el capítulo🔻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro