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I

Julio, 04, 2020

No sé en qué momento fue que tomé la decisión de regalarme unas vacaciones. La idea solo pasó por mi cabeza cuando me quedé con la mente vacía mirando una página en blanco y automáticamente compré el boleto como si fuera el último.

Cuando comencé mi carrera como escritora, nunca lo sentí como algo sencillo. Siempre tuve que esforzarme más que otros, pero era mi pasión y estaba dispuesta. Después de muchos tropiezos, mi vida experimenta oportunidades importantes; todo gracias a mi última saga: Mafias, que se convirtió en un éxito en taquilla con una película en el cine y la segunda en proceso.

En realidad, estoy muy satisfecha con mis logros, porque estoy alcanzando y cumpliendo mis metas como siempre soñé. Pero en verdad, ya no soportaba más el estrés del trabajo. Me sentía retroceder a los tiempos en los que no podía darle un final a mis libros, y sin mucho debate interno, simplemente me monté en un avión con destino a Australia.

Sí, me voy de vacaciones a Australia.

No es un destino elegido al azar. Cuando sentí que necesitaba nuevos aires para pensar, llamé a mi mejor amiga, Mariam, que vive en Melbourne, y ella, muy contenta, dijo que me recibiría. Hace mucho que no la veo, como un año o así, pero sigue siendo mi mejor amiga desde que nos conocimos con 10 años.

Mi manager casi sufrió un infarto cuando le dije que estaba en el aeropuerto y que me tomaría al menos dos meses libres para buscar inspiración y reencontrarme. Después de muchos regaños, al fin se calmó y dijo que se encargaría de todo lo que había dejado pendiente.

Mis padres, quienes siempre han estado ahí, apoyándome, estuvieron de acuerdo conmigo en que necesitaba salir de la rutina y la presión, que un cambio me vendría muy bien.

Después de más de 25 horas de vuelo, el avión aterrizó sin problemas en territorio australiano. Cerré el libro que estaba leyendo sin apuros y me estiré en mi asiento, sintiendo todos mis huesos entumecidos. Inevitablemente, una sonrisa se extendió por mi cara y, muy dispuesta, tomé mi equipaje y bajé del avión.

Mi mejor amiga ya me esperaba con globos y un gran cartel que decía: "Bienvenida a Australia" con brillantina. Reí cuando la vi y corrí hasta ella, dándole un fuerte abrazo que fue correspondido con la misma intensidad.

-¡¡¡Ahhhh!!! -desahogó toda su emoción- ¡¡Llegaste!! ¡¡Bienvenida!!.

-Gracias, Mariam. Yo también te extrañé. Pero agradecería que no soltaras todo tu entusiasmo en mi oído.

-Tan aguafiestas como siempre. Pero te perdono porque la verdad ya te extrañaba muchísimo; las videollamadas no son suficientes. -Vuelve a abrazarme.

-Es verdad. -Correspondo con todas las ganas que ya tenía de verla, de ponernos al día, de que me sacara de quicio.

-Pero nada de melancolía -Me suelta y recoge mi maleta-. Ya tendremos tiempo de ponernos cursis mientras nos engordamos con helado. Estás aquí para tener los mejores dos meses de tu vida. Así que vamos, Melbourne está esperando ser devorada por ti.

Yo río por sus cosas y recojo los globos y el cartel que me soltó, siguiéndola.

Mariam es una mujer hermosa de 25 años. Siempre ha llevado el cabello largo y castaño, sin muchos cambios porque según ella el 99% de su autoestima depende de él; dramático, lo sé. Tiene unos grandes ojos color avellana. Su cuerpo está bien proporcionado, incluso un poco más de lo justo. Y su personalidad, a pesar de haber nacido en Inglaterra donde todos somos relajados y calmados, rompe el estereotipo siendo muy explosiva y extrovertida. Si me preguntaran, diría que Mariam Loughty es encantadoramente exagerada. No sé cómo alguien tan diferente a mí es mi mejor amiga.

El viaje en taxi fue divertido. Desde que llegué había sentido los cambios en el ambiente, siendo más cálido aquí en Australia. Pero Mariam no dejó que me centrara mucho en esos detalles, hablando como un papagayo y creyéndose guía turística. Me pasé un buen rato dándole razones válidas de por qué no podíamos irnos directamente a recorrer la ciudad; pero no cedió hasta que le expliqué que estaba realmente cansada. A pesar de que acababa de bajarme del avión y ya me tenía muy cargada, extrañaba tenerla cerca y escucharla hablar durante horas.

Al llegar a su espacioso departamento de estilo contemporáneo, con pisos claros, ventanas grandes y una decoración refinada que gritaba Mariam, fui directamente al baño para tomar una ducha que ya necesitaba. La oí decir que me ayudaría a desempacar mi maleta y cuando salí, todo estaba en su sitio; incluso mis libros los había puesto en un pequeño escritorio en la habitación.

-Muchas gracias por recibirme. -dije y le di un abrazo, el décimo en todo el día. La escuché soltar una risita y nos separamos.

-Estoy contenta de que hayas venido. Ya verás lo bien que la pasamos y lo mucho que te divertirás. Podemos ir hasta Sídney si quieres.

-Sí, aún no sé cómo decidiste mudarte hasta acá y dejarlo todo allá -Ella se encogió de hombros y eso solo significaba una cosa: no quería hablar del tema-. Pero bueno, tenemos dos meses para decidir.

-¿Deberíamos hacer una lista? -Bromeó.

-¿Cómo están tus tíos? -pregunté recordando su mención de Sídney.

-Están bien. Mi tía sigue dando clases en la Universidad de Sídney y mi tío inició un nuevo proyecto hace poco. Llevo unos meses sin verlos, pero nos hablamos por teléfono de vez en cuando.

-¿Qué tal vas tú?

-Yo sigo trabajando como traductora. Decidí aprender chino hace poco, pero es algo difícil, así que me estoy tomando mi tiempo.

-Vaya, ese sería el sexto.

-En realidad, el séptimo, si contamos mi lengua materna. Pero bueno, no alarguemos más la conversación. Descansa bien, que mañana es un gran día.

-Está bien. Tú tampoco te acuestes muy tarde.

-Tú eres la que se va a dormir muy temprano, apenas son las 6:00 pm.

Yo río y ella se pone de pie para salir de la habitación.

-Si te da hambre, queda cena en el refrigerador.

-Ok. -Y con eso último, cierra detrás de ella.

Yo me tiré en la cama y entré en una especie de trance, pensando y a la vez no, hasta quedarme dormida.

Eran las 8:00 am cuando volví a abrir mis ojos, no por voluntad, sino por un estruendo proveniente de fuera de la habitación. No tan renovada como hubiese querido debido a la diferencia de horario, me levanté y salí para ver el desastre que había hecho mi mejor amiga en la cocina.

-¿Cómo has logrado sobrevivir todos estos años? -Bromeé cuando la vi en cuclillas en el suelo recogiendo todo el trigo y las bandejas que tiró.

-Oh, buenos días, Isa. Te levantaste temprano. -Se sacudió las manos y, olvidando el desastre, fue a atender los huevos en el fogón.

-Sí, bueno, no es como si me hubieses dado opción.

-Tenía pensado dejarte dormir hasta la tarde y luego ir de compras para perdernos en algunos clubs en los que, sé, no pondrías un pie en tu vida. -Yo me senté en el mesón de la cocina, escuchándola mientras ella se movía para hacer el desayuno.

-Traje ropa, ¿sabes?

-Amiga, lo sé, y déjame decirte que no cumples con el código de vestimenta que yo misma establecí -Sin parar de hablar, puso en frente de mí una bandeja con huevos, salchichas, tostadas, ensalada y batido de trigo, ¡mi favorito!-. O sea, ¿jeans y camisas? Tienes que estar de broma. Hasta tu ropa interior da pena. Sé más consciente del mujeron que eres y del atractivo sexual que tienes.

Me detuve de comer y le di una mirada de "Ajá, ¿y qué más?", absteniéndome de rebatir cada palabra que salía de su boca.

-Recuérdame el último país al que fuiste.

-Polonia no tiene nada que ver en esto.

-Oh. Por. Dios.

-Oye, estás aquí para ampliar tus horizontes, y déjame decirte que en mis planes está ser yo la que te muestre el mundo que te falta por descubrir. -Mentiría si dijera que su sonrisa no me dio mala espina, pero era mi mejor amiga, ¿qué era lo peor que podía pasar?

Y solo unas horas después...

¡Por la madre de Cristo! ¡¿Dónde rayos estoy metida?!

En la mañana, luego del desayuno y el baño reparador con burbujas, Mariam nos llevó al spa. Masajes, mascarillas, tratamientos, peluquería y manicura; todo lo necesario para dejarnos con piel de bebé. Luego del religioso té de la tarde, nos fuimos directamente de compras.

Vestidos de todos los modelos fueron puestos y quitados una y otra vez de nuestros menudos cuerpos, bueno, mi menudo cuerpo y su ostentoso cuerpo. Zapatos, carteras y hasta ropa interior fueron minuciosamente seleccionados por Mariam, que no me escuchó por mucho que le dijera que no me gustaba la ropa interior de encaje.

Cuando regresamos a su departamento, nos bañamos juntas en la bañera. Le hablé un poco de mi vida en Inglaterra y de mis padres, también del trabajo y las dificultades. Reímos de algunas cosas y nos lamentamos por otras. Al final de cuentas, nuestras vidas no habían sido lo que se dice "fáciles".

Todo iba tan bien que ni de broma me hubiese imaginado que Mariam Loughty me traería a un ¡¡club de striptease!!

-¿Me puedes explicar dónde rayos me has metido? -Le pregunto reteniendo el reproche en mi tono y quitando mi vista de los alrededores, donde mujeres semidesnudas entregaban bebidas y otras, con tacones, tangas y tapones llamativos en los senos, daban bailes en el tubo a los hombres en las mesas.

-Toma -Ignorando completamente mi pregunta, me pasa un Martini en lo que le da un trago al suyo. Cuando ve que sigo esperando, voltea los ojos y comienza a hablar-. He leído tus libros.

-Lo sé, y eso no tiene nada que ver con esto.

-En especial me gustó "Las espinas de la rosa". Fue un romance vainilla bastante lindo -Yo levanto mi ceja en interrogante por su mención y por el hecho de que volvió a ignorarme-. Y luego de leer ese libro, me di cuenta de lo que necesitaban todos los demás.

-¿Y qué es? Si puedo saber. -Ella da otro trago a su bebida y sonríe con sus labios de color carmín, cortesía del nuevo labial.

-Sexo -La miré sorprendida por sus conclusiones totalmente fuera de lugar y planteándome la posibilidad de haber escuchado mal por el alto volumen de la música-. Deja de mirarme como si te estuviera estrangulando y acéptalo. -Se queja.

-Mis libros no son creados con ese objetivo -Expliqué lo evidente-. Y la verdad no me veo escribiendo escenas de ese tipo.

-Claro que no, cosas de vírgenes. -Golpeo su hombro y la regaño en susurros.

-¿Tenías que decirlo en público? -Vuelve a revirar los ojos, como si tratara con una niña pequeña cuando soy yo la que tendría que llamar a la paciencia.

-Isa, es hora de que te retes, de que salgas de lo que conoces, de que enfrentes a otro público. No me malinterpretes, tus libros son fantásticos, pero creo que puedes experimentar con otras temáticas. O sea, muy bien lo de tíos con poderes o armas, pero agrega otro tipo de emociones a la trama. -La observo mientras pienso y suelto un suspiro cuando algo dentro de mí me dice que tiene un poco de razón.

-Vale, pero ¿tiene que ser escritura erótica? -Ella ríe y se termina de un sorbo su Martini.

-Sí, porque es un tema que definitivamente representa un reto para ti.

-Oye, tuve un novio, ¿sabes?

-Sí, con el que nunca pasaste de los besos.

-¿Qué sabes, si nunca te lo conté? -Ella guarda silencio y me mira atenta.

-¿Lo hicieron? -Me sentí avergonzada por la pregunta tan directa, pero aún así negué.

-No.

-Tal como lo suponía -Recoge su segundo Martini recién servido y toma mi mano-. Tú no te preocupes. Confía en tu mejor amiga, ella te llevará a obtener tu próximo éxito de taquilla con una novela erótica. -Río por lo desequilibrada que puede llegar a ser y ella me arrastra hasta la pista de baile.

No sé si fue por las luces de colores y los reflectores, o por la música, o tal vez porque cambiamos de vodka a whisky y de whisky a tequila; pero bailamos, cantamos y gritamos como posesas hasta sentirnos desfallecer. El sudor nos corría desde las sienes y el glamour con el que entramos se retiró rápidamente. El DJ no nos daba tregua para descansar, solo nos quedaba beber para hidratarnos; tonto, lo sé.

Muchas mujeres y hombres subieron al escenario a dar sus shows candentes, y nunca antes había visto a tantas personas desnudas en una misma noche. Pero la mejor parte era que incluso les ofrecía dinero. También, algunas chicas que llevaban bebidas se detuvieron a bailar con nosotras. En ese punto, ya no me sorprendía mucho ver a dos chicos besándose.

Cuando finalmente salimos del club, nuestros cabellos estaban revueltos, solo quedaba el maquillaje de nuestros ojos y nos habíamos quitado nuestros tacones por culpa de las agujetas. Y bueno, los vestidos cortos y con escote no fueron una mala idea después de todo, porque el calor era intenso.

Cuando subimos al taxi hicimos silencio por unos minutos, analizando nuestro comportamiento, y luego estallamos en carcajadas; el alcohol ya había suplantado a la sangre a esa hora de la madrugada.

A la mañana siguiente, la resaca no me dejaba recordar porqué Mariam y yo dormíamos solo en tanga y en la misma cama.

♡📖♡📖♡📖♡

✨️Preguntas por las que Eu siente curiosidad:

1-¿Qué impresión les dejó Isabella?

2-¿Alguien más quiere viajar a Australia?

3-¿Desde dónde me leen?

🔺️Deja un triángulo invertido si te gustó el capítulo🔻

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