𝗔𝗱𝘃𝗲𝗿𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮: 𝗲𝘀𝘁𝗮́ 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗻𝗱𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝘁𝗿𝗮𝘁𝗮 𝗱𝗲 𝗮𝗹𝗴𝗼 𝘀𝗲𝗿𝗶𝗼, 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗲𝗹 𝗮𝘂𝘁𝗼𝗲𝘀𝘁𝗶𝗺𝗮 𝘆 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝗽𝗿𝗲𝗰𝗶𝗼, 𝗮𝗱𝗲𝗺𝗮́𝘀 𝗱𝗲 𝗰𝗮𝘀𝗶 𝗮𝗰𝘁𝗼𝘀 𝘆 𝗽𝗲𝗻𝘀𝗮𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝘀𝘂𝗶𝗰𝗶𝗱𝗶𝗼, 𝘀𝗲 𝗹𝗲 𝗿𝗲𝗰𝗼𝗺𝗶𝗲𝗻𝗱𝗮 𝗱𝗶𝘀𝗰𝗿𝗲𝗰𝗶𝗼́𝗻.

Gracias y con eso sigamos.

No había pasado tanto tiempo desde la última vez que llovió, estos últimos días el cielo se sentía como yo, con ganas de soltar gotas que mojan a toda la gente y los obliga a buscar refugio, obligándolos a desaparecer por un tiempo, bueno, eso es lo que yo quiero.

-nos vemos!-

Gritaba para que todos me oigan pero me dieron la espalda sin pensarlo, saque mí paraguas y caminaba por las calles de piltover mojando mis zapatos favoritos y de paso arruinarlos, ¡que bien!, amo mí suerte. Miraba al suelo sin nada que decir cuando de repente me detengo. "-mi cuaderno-" pienso y decido volver a la academia para encontrarlo, la lluvia se hizo más fuerte mientras más me demoraba. Cuando me di cuenta que no podía salir del edificio no está que el granizo parara, me siento en un banco de por ahí, pensando en todo, en como seguiré mí vida sin mí padre y sin ningún amigo o alguien en quien confiar, hoy sin duda no es mí día, es como si la lluvia se lanzará hacia mí para no dejarme respirar, no dejarme vivir.

Agarró mis cosas y subo arriba, al último piso para sentarme en la barandilla mirando el cielo, estaba atardeciendo, mí madre me matara por esto, es mejor no pensar, cierro mis ojos y nublo esos pensamientos, mis rodillas se tocan y tiemblo, quizás por el frío o por mis pensamientos al borde de salir otra vez, me tapo con mis brazos mientras miro la altura del edificio y de nuevo esa voz, esa cosa, ese sentimiento que no debería estar ahí ,regresa después de tanto tiempo ¿"Realmente vale la pena vivir"?.

Miro el borde con más atención mientras dejo mis cosas en el suelo, no tenía a nadie, nadie a quien le interesará mí cuerpo o alma, si desaparezco el mundo aún seguirá girando y mí muerte será temporal en las noticias hasta que todos se olvidan de ti, Pᴏʀ ᴏ̨ᴜᴇ́ ᴇsᴛᴀ́s ᴍᴜᴇʀᴛᴏ.

Siento mí cuerpo una vibra de oscuridad al mirar el suelo, la caída y el dolor, el instinto de sobrevivir grita en mí alma, el viento es fuerte mientras la lluvia cae un poco en mí, camino un paso para hacerlo.

-estoy interrumpiendo?- una voz suave se escucha que la tormenta retrocede de una sacudida, para mí. 

-p-profesor heimerdinger- rápidamente me intento bajar del borde pero el se acerca poniéndose a mí lado, con esa mirada de simpatía y preocupación, una cara inocente con gran saber.

-querida...que intentaste hacer?- 

Puedo sentir su voz romperse, y no lo culpo para nada, bajo la mirada e intento hablar pero las palabras se atoran en mí garganta y mente, quizás por qué empeze a llorar un poco, las lágrimas salían y sin decir nada, lloraba a su lado mientras el me miraba, ¿debe ser normal para el no? Tener tantos años y mirar un montón de gente y alumnos hacer lo mismo, yo no soy la única, no lo soy, solo una egoísta ante sus pequeños y azules ojos una..

El estira la mano y mis ojos ven una pequeña y hermosa flor con detalles morados y amarillos, el me mira con esa sonrisa que tranquiliza

-no llores pequeña -

Lo observo un rato, el asiente y me da la flor, la agarró y la observo, me seco las lágrimas un poco.

-profesor, yo...

-no digas nada querida- nos miramos un rato y el se acerca para tomar la flor, y en un gesto cariño lo pone en mí cabello, su toque suave hace que saque más lágrimas por tal gesto.

-que te parece?, la flor te queda tan hermosa...oh pequeña- su tierna voz chillona suena algo triste por la situación pero su mirada en mí, me penetra, suspiro sonrojadome un poco por esto.

-no entiendo por qué hace esto..profesor yo no soy especial, ni en su materia ni en ninguna, ni siquiera en la sociedad, siempre me ha ayudado...pero simplemente no puedo..

El me observa de arriba a abajo y me seca unas lágrimas.

-hace mucho tiempo...un viejo amigo me contó una historia..de dos pájaros en un alambre, uno de ellos intentaba volar lejos del alambre y otro simplemente se quedó ahí..sabes que paso con aquellos pájaros?- el me pregunta, yo niego con la cabeza, y con su pequeña mano me levanta el mentón hacia arriba del cielo

-uno voló alto, hizo familia y viajo por los cielos como un ángel y el otro...murió en el alambre, sabes lo que te quiero decir mí pequeña mia?

-que...debo mirar siempre arriba?- el se ríe y toca mí cabello con la flor, y me señala unos pájaros volar

-no exactamente pero si, mientras más te esfuerzas cada vez vas más alto en la vida, si te quedas en el alambre, llena de tristeza y soledad, quedarás así hasta tu muerte querida mía...vuela alto y nunca bajes, nunca pequeña.