5:- Denso manto de oscuridad.
Tras haber dado todo de si en el campo de batalla, el duelo a muerte culminó con su rival hecho pedazos, y el mismo José sonriendo, experimentado una satisfacción inigualable.
No era para menos, acababa de tener la mejor pelea de su vida, ni siquiera la ráfaga de proyectiles lo saco de su trance, ni tampoco el sonido de carne siendo triturada por las balas. Solo se quedó ahí, estático, procurando que nada ni nadie tocará a Ga'Bleo.
Merecía descansar en paz.
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El tiempo transcurrió con normalidad, independientemente de la masacre que se dio en el reino, que tan pronto como culminó dejo todo devastado, estructuras, defensas, cada cimiento bien sentado a lo largo de generación cedió ante los deseos avaros de otros gobernantes.
Tan pronto cómo el conflicto se extendió a otros reinos dejó atrás sus consecuencias. Y aquellos animales que sobrevivieron al ataque fueron testigos de que no solo los hombres eran ambiciosos.
El verde, la vegetación, las plantas, o como quieras llamarlo se percató de la ausencia de humanos, y sobre todo, de las brujas que hicieron un pactó con el, uno en el que cada cierto tiempo tendrían que entregar a uno de los suyos, con la promesa de que el bosque no tomaría a nadie por la fuerza, ésto fue respetado hasta que las señoras de la magina negra fueron abatidas por las balas de los invasores, y el bosque no recibió su ofrenda.
El reino tuvo la osadía de traicionarlo, y el decidió impartir castigo, solo que ya no habían personas a las que castigar, solo un territorio vacío en el que las raíces tuvieron rienda suelta para crecer, al igual que la hierba. Hasta que la tierra tembló, y la situación se torno cómo algo digno de un cuento, algo que seguramente serviría para relatos si alguien pudiese apreciarlo.
La vegetación creció a un ritmo acelerado, árboles pasaban de medir dos metros a triplicar su tamaño, raíces quebraban el suelo, y el verde finalmente tomaba todo lo que no pudo tomar antes, después de todo, no había nadie que pudiese quemar sus hojas o troncos con fuego infernal.
....
Hace cuatro siglos, en una época en la que el reino solo estaba conformado por estructuras de madera, se realizaron avistamientos de personas que avanzaban sin rumbo aparente, con piel verdosa y ojos perdidos, ésto llegó a oídos de las hechiceras del reino. Y posteriormente fue interpretado como un castigo de dios, pero realmente no era así.
Se trataba del mismo ente al que veneraban, el cual se aburrió de la existencia sumisa de sus adoradoras, y decidió enviarles una prueba, algo grande. Y posteriormente evitar hacer contacto con ellas, dejándolas a su suerte.
Ni rituales, ni sacrificios, o cantos de adoración funcionaban, todo era en vano ante la repentina desaparición de su señor, por lo cuál muchas temieron por un castigo divino, dejando atrás sus prácticas, y buscando ser exoneradas de sus pecados mediante la confesión de sus actos, que solo las llevaba a morir incineradas en un fuego tenue en comparación a las llamas que encontraron en el inframundo.
Fue cuando una de ellas, más sabía y paciente que las demás, decidió entrar en la boca del lobo. Ella entró en los rincones más oscuros del bosque, con total fe en que su señor la salvaría, y tan pronto entró las pocas personas y brujas ocultas que quedaban escucharon gritos ahogados de sufrimiento puro.
Quizás era locura, desesperación, o verdadera fe en que sus prácticas la mantendrían a salvo, pero al fin y al cabo sus creencias no tuvieron valor alguno. Y con su muerte solo restaban cinco brujas, que en su mayoría se mostraban temerosas, a excepción de dos, que más que estar asustadas entraron en un estadon de locura. Y al ver a su compañera sacrificarse se arrancaron toda la piel que pudieron, jalando sus párpados a lados opuestos antes de desaparecer en un humo negro que las consumio.
Una de ellas repitió la acción de su compañera, y corrió hasta perderse en la sombra de los árboles, encontrando un destino igual o peor que su compañera. Otra se clavo una daga en el corazón, y no salió una sola gota de sangre, solo se desplomó en el suelo, evidentemente muerta, pero también seca, puesto a que había pasado años de su vida usando su propia sangre para diversos rituales, que la volvieron más hermosa, fuerte, pero poco a poco la secaban.
El ente que veneraban observaba la situación, gozando cada grito, sobresaltó, e intento de escapar tanto de sus ex seguidoras cómo de las personas que creían en dios, que al ver los actos de las mujeres en conjunto con la vegetación cada vez más abundante se sentían en el infierno mismo.
Y no porque hubiesen árboles más grandes, sino porque sus raíces atravesaban a las personas cuál papel. Salían de la tierra, y los empalaban para arrastrarlos hasta sus dominios, por lo cuál todos se encontraban alerta, con la incertidumbre de no saber quién sería la próxima víctima de tal catástrofe.
Fue así como la única bruja restante dejó a un lado su expresión de temor, y la reemplazo por una sonrisa maliciosa, a sabiendas de que lo sucedido con sus compañeras le permitiría continuar con sus prácticas, que al final del día eran por fines personales, no para hacer amigas.
Ella tenía sus cabellos, trozos de su piel, su sangre, y con ello fue suficiente para sacrificarlas, sometiéndolas a males que las orillaron a cometer atentados que culminaron en sus decesos.
La misma cosa que observó el deceso de las brujas observo sonriente como una se alzaba sobre una pila de cadáveres empalados por espinas, en búsqueda de los mismos elementos que uso para contactar a su señor en un pasado, nuevamente le ofreció uno de sus mayores anhelos, el alcohol.
Ron tan fuerte como para matar a una persona fue tragado cuál agua una vez el ente se materializo, tomando una forma humanonide para poder estar frente a frente con ella.
Solo le pidió una cosa, y fue poder, el suficiente poder para acabar con todo si alguna vez lo deseará. Y Con todo lo que ello implicaba, el aceptó, con un precio, un costó que ella estuvo dispuesta a aceptar, uno que a duras penas su cuerpo mortal lo soportó.
Tres días de crímenes contra su cuerpo fue lo que aquella joven soportó, consiguiendo sobrevivir para disfrutar de su recompensa, un poder que se manifestaba en llamas tan ardientes como el sol, que a medida que avanzaban dejaban un rastro de cenizas detrás de ella. Y con ellas incineró hasta la última planta que cruzó los límites que separaban al bosque de el pueblo. De aquellas cenizas las pocas personas que quedaron resurgieron, está vez siendo guiadas por la bruja sobreviviente, que tan pronto los reunió los uso como sacrificio, entregando sus almas, y conservando sus cuerpos, obteniendo así un grupo de seres sin vida que la siguieron hasta dejar el pueblo.
Y...
¿Que sucedió después?
La respuesta estaba en una pareja exiliada por las mismas prácticas que acabaron con el pueblo. Y en un terreno sumamente alejado asentaron un refugio, en el que tuvieron hijos, que pasados años también tuvieron hijos entre ellos, "manteniendo puro" el linaje de la familia. Y permitiendo así que un reino surgiera.
......
En el presente, ese mismo bosque se encontraba alegre, satisfecho, y gozoso, expandiéndose cada vez más a ojos de los roedores e insectos, junto a los animales domésticos abandonados a su suerte.
Carretas de madera cedían a la presión de raices para volverse parte del bosque, pozos de agua fueron drenados en su totalidad por estas mismas, e incluso las estructuras de piedra desaparecieron al perder estabilidad con los temblores, no habían pasado tan siquiera dos semanas del suceso y el reino no era ni la sombra de lo que fue.
Pero...
... Aún había algo, algo más que un pequeño ratón, o insectos. En una especie de burbuja de hojas se encontraban dos hombres, uno muerto, y uno vivo.
El hombre muerto estaba, bueno, muerto. Con una expresión de tristeza, y una herida abierta que no había empezado el proceso de descomposición. Mientras que el hombre vivo se veía cansado.
José llevaba días protegiendo el cuerpo de Ga'Bleo, una decisión sin sentido para muchos, pero completamente justificada para el. En un principio solo se quedó observando el cielo, pero luego tuvo que romper raíces, y en un descuido quedó atrapado.
A diferencia de Ga'Bleo, el si necesitaba dormir, comer, y descansar. Y en uno de esos descansos varias raíces rodearon su pierna en búsqueda de romperla, fracasando, pero dando el tiempo suficiente para que muchas otras los cubrieran.
Intento romperlas, forcejear y liberarse, pero no pudo. Y con cada día que pasaba las raíces volvían el espacio más estrecho, hasta el punto en el que José no podía mantenerse de pie.
-Joder, hombre...- Dijo con una sonrisa resignada -Definitivamente valió la pena.- Menciono mientras golpeaba nuevamente las raíces, rompiendo un par, solo para ver otra pared de ellas, aún más gruesas que las anteriores.
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