Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

46. Complicaciones

/AILANI KEIN/

Estaba agotada y al principio rehusó abrir los ojos, incluso cuando el ruido más bien parecía incrementar cada vez más. Con lentitud, al abrir los párpados la luz de la mañana la recibió, pero eso fue lo único que pudo distinguir en medio de su letargo.

—Agggghhh, locaaa- Chilló algo, pero el sonido no le resultó familiar.

—¿Keithan?- Gimió cansada, preguntándose si su esposo había sido el causante de aquel grito.

Ligeramente, tanteó con torpeza el lado de la cama que le correspondía a su esposo, pero no se topó con el cuerpo al que estaba acostumbrada a sentir. Sus sentidos inmediatamente alertas le avisaron que estaba sucediendo algo que no era normal.

Abrió los ojos completamente, y esta vez pudo observar con espanto lo que en realidad sucedía.

Lo primero que notó fue que la jaula de los loros estaba abierta. Lo segundo, fue que Keithan estaba en la ventana. Y lo tercero era que sus loros no estaban en ningún lugar disponible para la vista.

Se levantó, teniendo una breve idea de lo que estaba sucediendo.

Caminó con lentitud, para no dejar que el de cabellos oscuros se percatara de su presencia, mientras él expulsaba a sus loros por la ventana de la habitación, y les cerraba la ventana en la cara.

Ailani gruñó con furia cuando su marido corrió las cortinas, para sólo voltearse tan inocentemente como un niño que ha terminado de hacer alguna travesura.

—¡Dime que no lo hiciste!- Vociferó sarcásticamente, puesto que lo había encontrado con las manos no en la masa sino en los loros.

Keithan estrechó la mirada y pareció considerar sus posibilidades. Decir la verdad o mentir y negar padre y madre.

Con la cara que seguramente tenía en este momento, eligió lo segundo.

—Ailani, mi amor, ¿cómo has amanecido?- Preguntó con voz ronca, seductora.
—¿Lista para otra ronda?-

Quizás si no estuviera tan enojada, habría caído en la tentación pero no lo iba a dejar pasar así de fácil. ¡Santo Cielo! Los picos de los pájaros aún tocaban el vidrio de la ventana.

—No me vengas con 'mi amor'. ¡Abre la ventana!-

Keithan entrecerró su mirada, mientras maldecía por lo bajo.

—Pero, Ailani, hace demasiado frío, ¿quieres que muramos congelados? Abrir la ventana es una locura-

Ailani se burló —Oh, ahora hace frío, ¿no? ¡Creo que la temperatura no había bajado tanto en el momento de botar a mis aves por la ventana!- Avanzando decidida hacia el ventanal, pretendió abrirla, pero fue detenida por Keithan.

—¿Cómo sabías que detesto a los loros?- Ailani no se dejó distraer por la pregunta. Sabía lo que estaba haciendo su marido. Estaba intentando ganar tiempo, los loros más temprano que tarde escaparían. Era extraordinario que no lo hubieran hecho.

—Lo supuse- Expulsó con rabia, mientras dejaba entrar al par de loros cuya lealtad había sido probada. —Supuse que cualquiera que tuviera una lengua más larga que la tuya te haría enojar y rabiar de celos-

Keithan se dejó caer sobre el sofá de la habitación mientras expulsaba una exhalación cansada.

—¿Podrías por favor considerar por mi cordura, el vender esos pajarracos?-

La rubia se permitió una leve sonrisa, mientras abría la puerta de la jaula, y dejaba entrar a sus mascotas.

—Nop.- Dios sabía que Keithan la había vuelto lo suficientemente loca como para tener aquella pequeña venganza.

—Maldita sea- Suspiró Keithan, quedándose abatido.

Ailani se encogió de hombros mientras acariciaba la cabeza de Molly. Una satisfacción profunda se pintó en sus labios al saber que el plan había resultado como ella había deseado.

/LUCIUS KEIN/

-¿Señor?- Lucius suspiró en el teléfono.
—¿Sí?-

La voz del otro lado de la comunicación habló con rapidez —Hemos identificado al objetivo, Señor.-

—Bien.- Se detuvo un momento, como si quisiera arrepentirse. No. Todo debía seguir su cauce. —Ya saben qué hacer-

—Sí, señor-

/JEREMY GLEEN/

Jeremy observó la mansión Lower, desde la comodidad de su coche de alquiler. La seguridad del lugar era evidente, no cabía ninguna duda, por eso, parecía que las cosas se complicarían un poco.

En todo lo que iba de mañana, nadie había salido de ella, y aunque lo había esperado con paciencia, comenzaba a cansarse. Necesitaba estar seguro del número de personal que trabajaba en aquella casa, especialmente los guardias que podrían vigilarla.

Con impaciencia, marcó el número de Rydhian. Él no tardó en contestar.

—¿Lo hiciste?- La voz ansiosa del rubio se hizo oír, y Jeremy sólo tuvo que contener un bufido de irritación.

Rydhian cada vez con seguía irritarlo más y más. El viaje hacia Miami había sido un absoluto infierno a su lado. Maldición. Rydhian sólo podía gemir y llorar sobre su pérdida, y no había movido un solo maldito dedo para localizar a la idiota de Ailani. Él había tenido que mover sus contactos para llegar hasta ella.

—No. Nadie ha entrado a la maldita casa- Farfulló, mientras observaba con más cautela —Esperaré aquí un par de horas. Alguien tiene que...—

Un frío metal colisionó en el vidrio de su ventana delantera. Con alerta, Jeremy observó estupefacto cómo tres hombres rodeaban el vehículo, apuntándolo directamente a la cabeza.

Tragando en seco, escuchó el llamado de Rydhian —¿Estás ahí?-

Apretando los labios se forzó a contestar sin hacer ningún movimiento brusco —Sí. Escucha. Parece que alguien está saliendo. Tengo que irme- Y con eso, cerró el teléfono, y colocó sus manos detrás de la cabeza.

Mierda, no los había visto venir.

/TYLER KEIN/

Tyler sostuvo con cuidado la mano de la joven, que aún se encontraba inconsciente. Estudió con cautela cada una de sus facciones, repasando los labios ahora algo descoloridos y las enormes ojeras, con algo cercano a la agonía.

¿Cuándo volvería en sí?

Dios, debía agradecer que estaba viva.

Con amargura, se había recriminado una y otra vez y se había echado la culpa sobre los hombros.

Pero cuando los doctores habían decidido que Lucybell estaba fuera de peligro aunque aún inconsciente, todo el dolor y la culpa se habían transformado en rabia ciega. Sí, furia, porque después de darle tantas vueltas, él no había sido el bastardo que le había hecho todas aquellas cortadas. Él no había sido el mismo desgraciado que la había secuestrado y que seguramente la dejaría traumatizada de por vida.

Rogó a los mismísimos cielos que antes lo habían escuchado, para que intercedieran por ella. Para que convirtieran aquel pulso y respiración tan frágiles en unas llenas de calidez y fortaleza. Rogaba para que aquella piel tan pálida se tornara en una con el brillo y rubor que la caracterizaba. Rogaba para que aquellos ojos cerrados pudieran abrirse y se mostraran tan hermosos como su memoria le decía.

¿Podía alguien enamorarse de un inconsciente? Mentalmente, se burló de aquella descabellada idea. No, no debía confundir sentimientos. No era lo más recomendable, porque cuando la culpa se aliviara —creía firmemente que algún día lo haría— podría haberse engañado con falsos sentimientos.

Sostuvo la mano, y no pudo evitar susurrar el nombre de la joven.

—Lucybell...-

Suspirando, decidió que lo mejor sería dejarla recuperarse sola. Después de todo, ¿qué bien le había hecho su presencia aquí?

Cuando depositó un breve beso sobre la fría mano, pensó que su imaginación comenzaba a jugar con él.

Había jurado haber sentido el leve movimiento de sus dedos.

Con esperanza, miró la mano, para saber si en realidad había sucedido tal cosa.

Después de esperar pacientemente un minuto completo, fue imposible aceptar aquella posibilidad. Lucybell seguía tan inmóvil como siempre. Seguramente al inclinarse había provocado el movimiento de los dedos. Sí, eso debía ser.

Suspirando, se separó con cierta renuencia. Tenía cosas que hacer. Empezando por encontrar al desgraciado responsable de todo esto.

Volteándose, comenzó a alejarse con paso acelerado. Necesitaba irse.

—T-Tyler...- El gemido había salido débil, mucho más débil de lo que cualquiera hubiera podido escuchar, pero Tyler estaba seguro.

Con exultante esperanza, buscó el origen de aquel milagro.

Sintió que el corazón le dio un vuelco.

Porque ahí estaba Lucy, sí, en la misma cama donde segundos atrás la había dejado, pero había una gran diferencia.

Sus ojos.

Estaban abiertos.

/KEITHAN LOWER/

Keithan no se había levantado del mejor humor posible, puesto que encontraba bastante irritante la presencia de dos pares de ojos que observaban cada uno de sus pasos, mientras él se vestía.

—¡Locaaaaa!- Parecía ser lo único que el pajarraco sabía decir, y honestamente, el que no hubiera podido deshacerse del par de insectos le había fastidiado más allá de lo razonable.

Lo había intentado todo. ¡Cielos! ¡Les había abierto la jaula, por todos los Santos! ¿Cómo es que los pájaros esos no se habían largado?

Todavía quedaba una opción. Asesinato. Pero aquella opción no era demasiado atractiva, puesto que los bichos parecían más humanos que incluso su tía. También había otro motivo: Ailani se sentiría furiosa. Quizás algo horrorizada, y eso, mis amigos, no le convenía para nada.

Resignándose, intentó pensar en otra cosa, pero era inútil. Completamente inútil. Después de todo, el más molesto bicho había incluso inventado una tonada con su palabra predilecta. Sintió el impulso de huir. Quizás salir a trotar al parque no le caería mal.

—¿Keithan?- Escuchó la voz de su esposa, que lo llamaba desde el baño.

Avanzando hasta aquel lugar, reprimió la excitación que le causó el olor del shampoo que Ailani usaba.

—¿Hmm?- Preguntó aunque en realidad no le había importado demasiado lo que ella le dijera.

La cortina de la ducha se abrió, revelando una muy desnuda Ailani, que lo miraba con una sonrisa coqueta.

Keithan suspiró.

Al diablo con salir a trotar.

Y probablemente no hubiera sido la mejor opción, puesto que Keithan se abría llevado una fuerte impresión. Después de todo, no todos los días se llevaban a un hombre en una camioneta negra, en contra de su voluntad, justo en la esquina de su mansión.

/JEREMY GLEEN/

—¿Qué quieren?- Preguntó Jeremy, sintiéndose extremadamente furioso.
—Pueden llevarse el maldito auto si eso es lo que quieren-

Un hombre rió cruelmente, —¿Este pedazo de porquería? No lo creo.-

Abrieron la puerta, y todavía apuntándolo con las armas, lo obligaron a salir del vehículo.

—Entonces ¿qué quieren maldita sea?- Probablemente fue la autoridad en la pregunta lo que lo hizo merecedor de un puñetazo en la boca del estómago.

—Mi jefe tiene asuntos contigo, pedazo de marica- Gruñó sacudiéndolo mientras lo empujaba directamente a la camioneta parqueada en frente del auto rentado.

Forzándose a no hablar, puesto que sería un riego inútil —no había nadie alrededor en la zona— Jeremy fue escoltado por los tres hombres, en dirección desconocida.

/LUCIUS KEIN/

A la hora desde la última llamada, Lucius recibió otra.

—Lo tenemos-

Lucius asintió, complacido —¿Algún testigo?-

—No-

—Bien-

/KEITHAN LOWER/

El repiqueteo de la puerta lo sacó de sus pensamientos, mientras trataba de buscar algo decente qué ponerse.

Ailani ahora estaba nuevamente dormida, y a él no le quedó de otra sino sonreír complacido por haberla dejado agotada. Ella se lo había buscado.

—¡Keithan!- Gritó su tía desde la puerta cerrada, —¡Abre!-

Keithan bufó en disgusto. ¿Ahora qué? Abriendo la puerta, se encontró con la cara furiosa de su tía, que espetaba alguna frase inteligible, mientras trataba de observar el interior de su habitación.

Frunciendo el ceño, la detuvo —Buenos días también para ti, tía. Ahora, ¿en qué te puedo ayudar?-

Tessa detuvo su incesante parloteo para gorgotear con satisfacción —Dominick y yo te queremos fuera de la casa, sobrino-

Keithan abrió los ojos por la sorpresa, pero pronto encontró el argumento adecuado.
Tía. ¿Debo recordarles mi verdadero motivo para esta...- La miró de arriba abajo, recordando cada una de las críticas que su tía le había espetado en toda su vida —...desagradable estancia? Mi tío no me ha propuesto hablar sobre aquello. Así que me parece perfecto que desees aclarar las cosas-

Tessa palideció por un momento, pero se recompuso —Escucha, Keithan. Tú bien sabes que Dominick y yo te amamos pero...- Keithan tuvo que abstenerse a rodar los ojos —pero tu mujer es imposible. No sé cómo pudiste juntarte con alguien de tan baja clase y con tanta desfachatez como ella y...-

Keithan la detuvo, irritado —Gracias por tu opinión. Ahora, ¿podemos pasar a los negocios?-

Tessa asintió.

Keithan cerró la puerta detrás de sí.

/AILANI KEIN/

Ailani siempre había tenido la filosofía que las críticas debían tomarse en serio dependiendo de quien viniesen, y para ella, poco o nada le había importado escuchar aquellas quejas y habladurías por parte de la arpía tía de su esposo.

Sí, otra de las filosofías que tenía era que no era nada bueno escuchar las conversaciones ajenas, siempre podría haber algo que pudiera no gustarte y bien merecido lo tenías por escuchar en primer lugar.

Y aún así, la curiosidad le había ganado y había escuchado con atención cada una de las palabras que habían dicho.

Y más curiosidad había tenido ante el súbito contenido de aquella conversación. ¿De qué diablos estaba hablando Keithan? ¿Qué clase de negocios o asuntos pendientes podría tener con sus tíos?

Mordiéndose el labio inferior, se preguntó por qué Tessa había sonado algo... preocupada.

Con rapidez, se vistió para salir en busca de Keithan y sus tios.

━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━

Chan...chan...chan..
Opiniones?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro