Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28. Viejos sentimientos

/LUCYBELL FULLER/

Aún cuando había cortado la comunicación con Tyler, y él le había asegurado que muy pronto la rescataría; seguramente más por instinto que otra cosa, Lucybell no se sentía para nada a salvo. Sí, una pizca más aliviada al saber que la estaban buscando, pero para nada a salvo.

Si bien aún no había recibido la visita de su secuestrador, sabía que no faltaba mucho para hacerlo. Y en absoluto le convenía que la agarrara arrodillada, con el celular tan cercano. Si quería que Tyler la encontrará, debía otorgarle al delincuente la suficiente seguridad como para que no se movilizaran hacia otro lado, que incluso podría ser aún más remoto del que se encontraba ahora.

Reuniendo cada célula de su cuerpo que tuviera fuerzas aún, sin la ayuda de sus manos —por más que lo había intentado, había sido inútil el esfuerzo por romper los amarres alrededor de sus muñecas— consiguió levantarse, y con debilitadas piernas logró mantenerse de pie. Sin siquiera pensárselo por un instante, le dio pequeñas pataditas al celular, hasta conseguir llevarlo a la esquina más oscura de toda la estancia.

Definitivamente, hubiera preferido volver a guardárselo al bolsillo, simplemente por tenerlo a la mano, pero aquel deseo era imposible. Aún con las manos libres, hubiera decidido lo mismo, puesto que si su raptor había sido lo suficientemente descuidado en no registrarla desde un principio —probablemente sería porque la consideraba poco menos que una amenaza y mucho más que algo indefenso—, no creía que correría con la misma suerte, especialmente después de que hubiera pasado algún tiempo ya encerrada.

Dejando el apartato asegurado, con paso lento y pesado volvió al mismo punto en donde se había despertado. La cuerda que alguna vez le había sostenido las piernas yacía en el piso. Una patada rabiosa fue todo lo que necesitó para enviarla contra una pared. Nadie debía sospechar que se había despertado, puesto que aquello le restaría ventaja sobre los maleantes, y por su seguridad, eso era la última cosa que debía hacer. Rogó que la ausencia de la cuerda alrededor de sus piernas no fuera percibida en caso de recibir visitas indeseadas.

Sintiendo que su cerebro comenzaba a traicionarla, y empezaba a quitarle fuerzas, se arrodilló primero, para luego, muy lentamente, dejarse caer sobre el frío suelo, no sin dolor.

Sintió ganas de gritar, con todo lo que su garganta le permitiera. Gritar al mundo lo horrible de su tragedia. Pero, ¿para qué compadecerse de sí misma?

Por un momento, deseó morir. Al siguiente segundo, el cansancio la venció y el sueño que comenzó a dejarla inconsciente, fue una renovada manera de hacerla olvidar de todo el dolor y el sufrimiento por el que estaba atravesando.

En serio, deseó morir.

Una vez inconsciente, Lucybell no adivinó cuán cerca estaba aquel deseo de hacerse realidad, y es que, a veces, cuándo uno desea algo con demasiada intensidad, tal vez se hace realidad.

Tal vez.

/KEITHAN LOWER/

A Keithan no le hizo ninguna gracia el no saber a quién se refería, especialmente cuándo había tanto dolor en la mirada azulada de ella. Sintiéndose como un bombero, que se encontraba a punto de entrar a una casa rodeada por las llamas, tanteó el piso, para saber si iba por el camino correcto.

-¿Y... él es...?— La pregunta había sido formulada con inseguridad, y una vez pronunciada, a Keithan en realidad no le importó si le decía una respuesta audible o no.

Porque mejor respuesta no había que la mirada de ella.

Sí, él se podía mostrar como una bestia insaciable, buscando su cuerpo por alguna razón que aún no llegaba a entender del todo; pero nunca podría mostrarse insensible ante aquel sentimiento que ella parecía enterrar en lo más profundo de su ser.

El nombre de por sí, no tenía ningún significado para él, ni tampoco le provocaba algún recuerdo. Pero la expresión de amargura de ella, le había revelado mucho más de lo que una pobres palabras podrían haberlo hecho.

Ailani comenzaba a mostrarse como un libro abierto. Quizás sería un momento de debilidad, pero aquello en realidad no tenía relevancia.

Su expresión le decía la importancia de aquel hombre, y la melancolía y rechazo en sus ojos sólo expresaban lo que ella rehusaba decir con los labios.

Aquel hombre con el que ella había hablado, era sencillamente el primer hombre en su corazón, el hombre que la había exiliado de su país y el mismo que la había arrastrado a sus propios brazos.

Ella, a regañadientes le había explicado su situación. Le había dicho que no entendía a aquel hombre, pero por supuesto, siempre se había enfocado más en describir sus problemas con su familia. Siempre se había mostrado esquiva al momento de referirse a aquel compromiso y por el dolor que le había provocado el volver a hablar con él, Keithan inmediatamente supo que aquella breve información que le había contado sobre él y la familia, habían sido verdad. Pero a medias. De hecho, casi podía asegurar que estas verdades —las cuáles tampoco eran muchas— eran mucho más mentiras que otra cosa.

Mejor amigo.

Mejor amigo, ¿eh? Al diablo con eso. Ailani había amado —aunque le costaba reconocerlo, incluso podría amarlo ahora— a aquel hombre.

Todo la había delatado.

Cuándo la verdad le golpeó, Keithan rió, incluso algo histérico y profundamente amargado.

A ella le extrañó la risa, y pronto frunció su ceño. Bien, al menos eso era preferible a verla triste.

En ese momento, se lamentó el que la reconciliación le hubiera durado tan poco, porque estaba decidido a hacerle la vida imposible, todo con tal de que ella no se acordara de cosas seguramente desagradables.

Keithan estaba decidido. Aquel
Rydhian era su pasado. Él era su presente y también planeaba ser su futuro.

/JEREMY GLEEN/

Jeremy observó a la pequeña Lucybell y una risa de placer surgió de su garganta. Aquello fue más que suficiente para que ella lentamente recobrara la conciencia.

En seguida, la fría mirada de ella recayó sobre su cuerpo, y se sintió impulsado a recordarse que la máscara que cubría su cara evitaba que la joven le pudiera identificar.

Había esperado que ya estuviera muerta, pero en su fuero interno había deseado todo lo contrario. Quería torturarla. Y ahora tenía la oportunidad perfecta.

Ella frunció el ceño, y le volvió a clavar su mirada. No le podía identificar. Eso era seguro.

Como su plan era matarla, tampoco se podría decir que aquello tendría mucha importancia. ¿Con quién podría discutirlo, una vez muerta? ¿Con las flores de su tumba, quizás?

Procurando ralentizar todos sus movimientos, para que ella disfrutara también del espectáculo y le siguiera con la mirada, le enseñó la hoja de su cuchilla. Estaba nítida, e incluso por un momento, se pudo reflejar el rostro aterrado de la joven. Pronto, estaría manchada con su sangre.

Y no había algo que le provocará más placer.

/LUCYBELL FULLER/

Lucybell estaba más horrorizada de lo que jamás había estado en toda su vida. Sentía una profunda opresión en el pecho, que le negaba cualquier acceso al pensamiento, o una posible forma de escape.

Este hombre, tenía la intención de matarla. Así de sencillo. No habría ninguna petición de rescate, no habría una nota o una llamada amenazante para su familia ni para los Kein, y sobre todo, no habría más tiempo.

No habría tiempo para que Tyler la encontrara. No al menos con vida.

/AILANI KEIN/

Ailani miró el nuevo ataque de rabia de Keithan, olvidándose momentáneamente del problema del secuestro, de Tyler y su llamada pendiente, de Rydhian y de aquella perturbadora llamada.

Sin duda, Keithan era la única persona que conseguía hacerla olvidarse de todo, aún incluso si le provocaba una úlcera por todas las fuertes emociones que le hacía sentir. Hace dos segundos, cuando estaba hablando con Rydhian, viejos sentimientos se agruparon a la preocupación que sentía por Lucybell.

Sus pensamientos fueron absorbidos por el gruñido que Keithan acababa de lanzar, y por su proximidad.

-¡Me mentiste! ¿No? ¡Tan sólo eres una mentirosa barata! ¿Creíste que no me daría cuenta, no?—

Ailani había perdido el hilo de la pelea, sencillamente porque no le apetecía volver a pelear con él, especialmente ahora que se había percatado que Rydhian no había sido sólo su mejor amigo.

Con cansancio, murmuró lo que iba a contarle, incluso antes de aquel estallido de coraje.

-Escucha, Keithan... sí, te mentí.— Aceptó, mordiéndose los labios con indecisión. Al ver que se había parado en seco, prosiguió
–¡Pero todo tiene su por qué!—

Keithan cerró el entrecejo, pero se limitó a escucharla –Yo... me sentía herida. Rydhian... él sólo intentaba usarme. Él... está enamorado de Lucybell. Al parecer, tenía demasiado miedo a sus padres, supongo que lo desheredaran, si se sabía que él estaba enamorado de ella y si se rehusaba a un matrimonio conmigo. Yo...— rió en ironía –...no estaba dispuesta a estar involucrada en un matrimonio infeliz—

Aquellas palabras, surtieron el efecto de relajarlo casi por completo. Una extraña indecisión se había tomado sus bellas facciones.

Sus ojos, ahora ya no expresaban furia. Ahora, se tornaban a un mágico negro brillante, uno que la dejó cautivada. Nunca antes le había visto aquel maravilloso color, quizás sería porque en medio de discusiones lo último que quería era quedar paralizada por aquella profundidad.

Aún así, lo escuchó preguntar
–¿Lo amabas?—

Esquivando su mirada, un nudo en la garganta se le formó con súbita rapidez. Aguardó, quizás él desistiera, quizás...

No pasó mucho cuando lo escuchó reírse, en una risa amarga, una a la que tuvo miedo. También una que la forzó a contestar, esta vez enfrentándole con la mirada.

-Sí— Sus ojos negros revelaban que ya conocía la respuesta. Ningún signo de sorpresa se había mostrado en su rostro.

Lo único que había mostrado era aquella fiera expresión, mientras su mandíbula se apretaba, en un esfuerzo por formular la pregunta que más le inquietaba.

-¿Aún lo amas?—

Ailani permaneció quieta, sin mover un solo músculo. Su cerebro trabajaba a mil por hora, buscando una respuesta apropiada. ¿Debería mentirle? Ja, aunque hubiera querido, seguramente no habría podido.

Resignándose, dijo la verdad. Una verdad que a ella misma le había tomado tiempo descifrar.

━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro