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27. El paradero de Lucy

/LUCYBELL FULLER/

—Contesta— Dijo mentalmente.

-Por favor—

Lucybell estaba desesperada. ¿Por qué diablos Tyler no contestaba?

Ya había tenido demasiada suerte, con que sus secuestradores no le hubieran registrado los bolsillos de su pantalón. Como nunca, se había guardado el celular en el bolsillo trasero.

Le había costado una infinidad de movimientos acrobáticos el poder sacárselo del bolsillo y colocarlo en la posición justa, para que pudiera presionar el botón de remarcado. Como el último número al que había llamado era a Tyler, sólo había necesitado presionar un botón, que con gran esfuerzo había presionado con el talón derecho.

Ahora mismo estaba agachada con la cabeza pegada al suelo, para poder llamar.

Pero, maldita sea, Tyler no contestaba.

Pasaron unos veinte segundos, timbrando, timbrando hasta que alivio la bañó por completo al oír la varonil voz de su amado.

-¿Hola?—

-¡Tyler!— No pudo contener la súplica en su voz.

/TYLER KEIN/

Tyler buscó en sus contactos el número de su hermana y se debatió unos segundos el hablarle. Le dolía demasiado la pérdida de Ailani, pero creía que le dolería aún más la de Lucybell. Lentamente, la chica se había tomado parte de su corazón, haciéndo que él la apreciara muchísimo.

Estaba decidido a recuperar a Lucy, y si hacía falta sentir el rechazo de Ailani para eso, no le importaba.

-¿Ailani?— Masculló, afectado por toda la horrible situación.

Ya había preguntado a todos, a Rydhian, incluso había llamado a Inglaterra, absolutamente a todos los que pudieran saber de ella. Nadie le daba razón del paradero de Lucybell.

Ahora, la habitación desde que llamaba a su hermana, estaban cundidos de expertos de su padre, identificando las voces, buscando rastro de mentiras, y localizando el paradero de los receptores.

Su padre había ayudado, y eso le confirmaba que no estaba involucrado en la desaparición de Lucybell. Cuatro angustiantes horas habían pasado, y aún así ni rastro de ella.

-¿Tyler?— La voz de su hermana era un bálsamo para sus heridas. Siempre la había adorado, y ahora acudía a ella, como un último y desesperado recurso. –Te noto preocupado, ¿sucede algo?—

Tyler, que no se consideraba un hombre dramático, ni llorón, contuvo las increíbles y súbitas ganas que tenía de llorar y gritar su frustración.

-Lucybell... ha desaparecido—

Escuchó con angustia el chillido de su hermana, -¡No puede ser!—

Tyler suspiró –Sí, lo es. Tememos que la hayan secuestrado. ¿Ella... ella no se ha contactado contigo?_

-No—

Escuchó el sonido de una segunda llamada. Supo inmediatamente que esta conversación con su hermana no podría extenderse más.

-Está bien. Cuándo sepa algo te mantendré informada. Hasta pronto—

-Cuídate, Tyler—

Cortó la comunicación con Ailani, y sin molestarse a ver quién llamaba, contestó.

-¿Hola?—

Lo siguiente que oyó fue algo que le heló la sangre.

-¡Tyler!—

/RYDHIAN WOODS/

Rydhian suspiró en satisfacción. Había conseguido despistar al entrometido de Tyler, y habia negado todo con tal de que no sospecharan de él.

No por nada fingía preocupación por la bella Lucy. ¿Quién decía que tendría que él mismo matarla? Bien uno de los matones que habían contratado con Jeremy —quizás el mismo Jeremy— podría hacerlo. Mientras el resultado fuera el mismo, a él los detalles no le podían importar menos.

Ya había impartido la orden de que la torturen, y seguramente pronto comenzarían a hacerlo.

Bien. Mientras más esa perra sufriera, mejor. Quería verla suplicando por misericordia, pero si salvar su pellejo y no levantar sospechas le costaba aquel placer, bien podía aguantarlo.
Todo iba sobre cuatro ruedas.

/AILANI KEIN/

Ailani suspiró cuando finalizó la conversación con su hermano. Ni siquiera se había percatado que Keithan estaba contemplándola.

¿Cómo podía ser que Lucybell fuera secuestrada? ¿Por qué ella? ¿Qué significaba aquel ataque? ¿Estarían Tyler y su padre también en peligro?

¿Podría estar ella en peligro?

Se sintió profundamente preocupada ante las pésimas noticias. Ellos eran su familia, y aunque no había procedido de la mejor forma con ella, eso no significaba que los había olvidado o que los había dejado de querer.

Keithan aguardó por ella, a que dijera algo. Pero nunca lo hizo, así que decidió atreverse a preguntar.

-¿Quién era?— Por el semblante preocupado de ella, sólo podía ser alguien de su familia.

Ailani se sobresaltó al oír su voz, pero cuándo la sorpresa inicial pasó, supo ser capaz de responderle, aunque algo asustada todavía –Mi hermano-

Keithan no dijo nada, por lo que ella supuso que esperaba que fabricara más aquella respuesta.

-Mi amiga Lucybell está desaparecida—

Keithan levantó una ceja
–¿Desaparecida?—

Ella asintió. Su preocupación estaba pintada por todo el rostro, eso era evidente. Ailani bien podía fingir que estaba enojada o furiosa con su familia, pero en el fondo seguía preocupándose por ellos. Si bien Lucybell tenia la culpa de que todo el problema en la vida de la joven se hubiera desencadenado, también hubo una época en la que era su amiga y compartían secretos.

-¿Alguna pista todavía?—

Ailani frunció el ceño pensativa
—No. En realidad, Tyler cortó la conversación con bastante rapidez— Suspiró –Me dijo que me mantendría informada—

Keithan le acarició el hombro, en señal de apoyo. ¿Qué más podía hacer sino eso?

Ambos se dispusieron a esperar alguna noticia.

/TYLER KEIN/

-¡Lucybell, escucha!— Gritó el mayor de los hijos de Lucius, esperando que la joven se calmara un poco. Ni bien lo había escuchado, y había estallado en un llanto histérico.

Cuándo a los dos segundos parecía que había tomado un momento para respirar, él le dio instrucciones.

-Lucy, escúchame bien. Describe el lugar en donde estás con lujo de detalles— Ordenó en una tajante exhortación que obligó a la joven a describir dónde se encontraba.

—E-estoy en-n un cuarto-u oscuro. S-sólo hay u-una puerta y-y— La voz en sollozos se le cortó.

Tyler esperó a que ella continuara –Y apesta m-mucho—

Tyler dirigió a los técnicos un rápido vistazo, preguntándoles si ya la tenían ubicada. Cuándo ellos asintieron, él se tranquilizó más.

-Bien, Lucy. Ahora dime, ¿estás atada, te duele algo?—

-Me-e duele-e t-todo— Hablar era un esfuerzo increíble, seguramente le habían fracturado algún hueso de la quijada.

-Está bien, Lucy, no te preocupes...Pronto te voy a rescatar, cariño, ¿sí? Estate tranquila, tranquila—

A partir de ese punto, no sabía si de verdad lo que quería era tranquilizarla a ella, o tranquilizarse a sí mismo.

Lucybell tragó con fuerza, su garganta ahora estaba reseca –N-no tardes—

Su voz estaba inyectada de angustia y aquello contagió a
Tyler. Asegurándose que los técnicos habían rastreado la llamada, se despidió de la muchacha.

-Lucy, escucha, ahora tengo que irme. Te prometo que no va a pasar mucho hasta que nos veamos, ¿sí?— Como si hablara con un niño, le dedicó aquellas frases con una voz suave y relajante, aún cuándo tenía sus propios nervios destrozados.

No pasó mucho hasta que la comunicación se dio fin.

—Tranquila, Lucy. Te juro que voy a matar a los tipos que te hicieron esto—

/GEREMY GLEEN/

Al recibir el visto bueno por parte de Rydhian, Jeremy afiló con más prisa su navaja favorita. Sí, tenía pensado torturarla. Cortar cada parte de aquel hermoso cutis, hasta dejarlo reducido a trozos de carne. Sería un lindo toque enviarle los restos a la pequeña Ailani, claro está, detrás del conocimiento de Rydhian. Obviamente, nunca permitiría que la linda Ailani fuera manchada por un toque de maldad, no al menos si la quería como plato de segunda mesa, una coartada para su familia.

A decir verdad, no sabía si todo este alocado plan para atrapar a la hija de Kein, funcionaría. Pero, ¿quién era él para no disfrutar del posible fracaso? Lucybell Fuller siempre había sido una entrometida, ¿qué mejor que matarla, hacerla sufrir por meter su nariz en los asuntos de los demás?

Cuándo estuvo satisfecho con el filo del arma, se colocó la máscara de seguridad, para evitar que la joven le reconociera. Con eso, se encaminó a la habitación en la que había abandonado a la joven. Con algo de suerte, incluso ya podría haber muerto.

Caminó por el corto pasillo de la aislada habitación, mientras buscaba la llave de la cerradura en uno de sus bolsillos. Tan pronto la encontró, la introdujo en el cerrojo y la giró, para encontrar a su víctima exactamente como la había dejado.

/AILANI KEIN/

Ailani se mordió la uña, mientras caminaba en círculos por la sala del departamento. Si no fuera porque la situación era complicada, a Keithan le hubiera parecido gracioso el gesto preocupado de la joven.

-Sabes, ¿podrías caminar así en la calle? Ahí no corres el peligro de agujerear el piso—

Enviándole una mirada de pocos amigos a su marido, Ailani se sentó a su lado, sin soltar su móvil en ningún momento.

Keithan la miró, estudiándola por completo. Sin duda, era hermosa. ¿De qué otro modo habrían conseguido algo que ninguna de sus otras mujeres había conseguido? Apartando el asunto del millón, Ailani le había llevado al altar, con muy poco esfuerzo, para su pesar.

A partir del momento en el que se conocieron, lentamente, ella había ido revelándole facetas nuevas sobre sí misma, dejándolo cada vez más vulnerable a sus encantos. ¿Quién podría creer que el cazador había sido cazado?

Apartando la mirada con brusquedad, rehusó continuar con su escrutinio. No podía pasársela siempre observándola, ni notando cuán vulnerable se veía preocupada, ni lo encantadora que lucía cada vez que le reñía por una tontería...

¡Argh! Comenzaba a pensar como un estudiante de instituto, enamoradizo y absurdamente romántico. Debía convencerse que  Ailani algún día se iría, talvez no ahora — ¿no hace poco había armado sus maletas?— pero en su fuero interno sabía que ella era pasajera. Entonces, si estaba tan obsesionado con su cuerpo y con su fiera personalidad, ¿cómo podría arrancársela de la piel? Aquella tarea se le haría imposible, mucho más porque en realidad no quería apartarse de ella.

Sería cuestión de días hasta que uno de sus argumentos o discusiones colmara el vaso y entonces...

Encogiéndose, no quiso pensar en eso.

Pasaron unos cuántos minutos, hasta que el teléfono de ella comenzó a sonar.

Ella, rápidamente contestó.

–¿Tyler?— Preguntó, sin tomarse la molestia de verificar el identificador de llamadas.

La mirada de Keithan recayó sobre el pronunciado ceño de Ailani, que no tardó un par de segundos en formarse.

-¿Cómo obtuviste este número?—

Ailani se había levantado, exaltada. Keithan la miró con curiosidad. ¿Qué le estába pasando? Más que nada, ¿quién era capaz de importunarla tan sólo con su voz?

-Repito. ¿Cómo obtuviste este número?— La escuchó suspirar
—Está bien. No importa eso ahora, tienes razón. ¿Has sabido algo de ella?— Extrañamente, lució más relajada.

Era una lástima que no supiera cuáles eran las respuestas de su interlocutor.

-¿No la encuentran aún?—

-No. Eso es imposible, primero muerto mi padre me recibiría—

Keithan sintió tensarse. ¿Había mencionado al padre de Ailani? No, eso no estaba nada bien. ¿Recibirla? ¡Ja! Eso estaría por verse, Ailani no se separaría de su lado...

Keithan se detuvo. Ella era libre para hacer lo que mejor le pareciera. Y aquel hecho le dolió más de lo que quería aceptar, incluso ante sí mismo.

La observó mirarse el reloj de la muñeca y luego fruncir el ceño.
–A esa hora no estaría bien. Supongo que sería mejor si esperara aquí—

A Keithan las dudas y las interrogantes lo atacaron, mucho más rápido de lo que la furia era capaz. Tenía tantas preguntas sobre aquella perturbadora conversación que incluso no se percató el final de la misma.

Sólo cuándo Ailani se dejó caer sobre el sofá, fue consciente de ello.

Sin perder un instante, la bombardeó con preguntas
–¿Quién era?—

Ailani parecía sumida en un letargo, pero reaccionó ante la dureza de su tono. No hubiera preferido que aquella frase saliera de sus labios sonando tan irritada, pero lo hecho, hecho estaba. La escuchó suspirar, e incluso vio en sus ojos que no quería contestarle, pero no iba a aceptar un 'no' por respuesta.

Con un gruñido bajo, volvió a repetir la pregunta. Ailani no tenía escapatoria. Esta vez, en vez de sonar más como un rugido, su voz se había escuchado clara y muy precisa.

Ella bajó la mirada instintivamente, en el mismo instante en el que él la analizaba tanto a ella, como a su resistencia por revelarle a su breve interlocutor.

Se hizo un silencio, que él decidió no romper nuevamente. Ailani se levantó, y con pasos ligeros alcanzó el alféizar de una de las amplias ventanas del departamento. Sólo cuándo se sintió lo suficientemente distanciada y segura, —dándole la espalda—, contestó.

Soltando otro suspiro, y con una mirada indescifrable perdida hacia el panorama de la ciudad, lentamente masculló un nombre que en tiempos anteriores le provocaba una sensación placentera y maravillosa.

-Era...— Los segundos parecían horas, al menos para Keithan.

Dándole más dramatismo, lentamente se volvió, permitiéndole percibir a Keithan, cuánto en verdad sufría por simplemente susurrar aquel nombre.

—Rydhian—

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