22. Maldito seas Keithan Lower
/KEITHAN LOWER/
Sin encontrar nada bueno en la televisión, Keithan se declaró oficialmente aburrido. Ailani hace horas que había salido a trabajar, dejándolo solo con sus doloridos miembros.
La cabeza le palpitaba y honestamente, ya comenzaba a asustarse.
Incluso alcanzaba a oír timbrazos desagradables.
Ah, no. Eso era su móvil.
Casi con pereza, alcanzó el pequeño artefacto y contestó con voz ronca.
-¿Hola?-
-¡Oh, Keithan! ¡Keithan!-
Alejándose un poco el aparato del oído, gruñó. -¿Naiara?-
-Sí, Keithan soy yo. ¡Tienes que venir, en este momento!-
A Keithan la jaqueca se le intensificó. -¿Por qué? ¿Hay alguna emergencia?-
La respuesta vino demasiado rápido y atolondrada. -¡Una abogada nos está demandando! No, qué vamos a hacer...-
Keithan suspiró ante los berrinches de Naiara. -¿Una abogada, dices?-
-Keithan esa mujer está loca. Dice que me va a quitar las acciones de la empresa y yo...-
Keithan inmediatamente perdió el hilo de la conversación cuándo la irritante voz de su socia, había comenzado a tornarse más chillona de lo usual.
Sin más ganas de escucharla, y sintiendo que los latidos en la cabeza se repetían con mayor frecuencia, la interrumpió con brusquedad.
-No te puede quitar las acciones, Naiara. Lo máximo que podrá hacerte es quitarte algo de dinero. Así que cálmate-
Pero la mujer no tardó en refutar a su comentario. -Esta empresa es todo lo que tengo. ¡Tienes que venir ahora!-
Levantándose, Keithan sintió que sus costillas se quebraron ahí en ese instante.
-No puedo moverme, Naiara. Estoy herido y...- Pero sus palabras palidecieron con el alarido que la mijer lanzó. -¡Por favor, Keith!-
Keithan otra vez se alejó el teléfono del oído, Dios, cualquiera podría quedarse sordo con aquellos gritos.
¡Alguien, por favor, que hiciera callar a la mujer!
Sin más ganas de rechistar, éste cedió. Estaré ahí en veinte minutos-
/AILANI KEIN/
Ailani esperó pacientemente, porque Naiara prácticamente le había suplicado que esperara. Se sentía bien el tener a la mujer a sus pies.
Pero después de esperar media hora, escuchando los quejidos de la mujer que antes se había mostrado como una arpía, se sentía a punto de explotar.
-Señorita Copper, lo lamento mucho pero debo retirarme a almorzar. ¿Le parece bien que regrese en media hora?-
Algún respiro, por más corto que fuera, le serviría de maravilla para olvidarse de la chirriante voz de la mujer.
Naiara aceptó inmediatamente.
-Sí, sí, por supuesto. Lamento mucho haberla hecho esperar-
La rubia asintió, y se marchó, agradeciendo al cielo no tener que compartir más tiempo con aquella irritante mujer.
/KEITHAN LOWER/
Keithan entró en la oficina, treinta minutos más tarde de lo que había dicho.
Pero le sorprendió el hecho de que Naiara no hiciera ninguna protesta, en realidad, era demasiado extraño. Otra cosa que notó, fue que no había ninguna abogada a la vista.
-¿Y bien?- Juraba que si todo esto había sido una treta para encontrarse con ella...
Naiara suspiró. -La abogada salió pidiendo un receso. Supongo que vendrá dentro de poco.-
Al parecer, Naiara se estaba mostrando mucho más calmada de lo que había estado durante su comunicación.
Keithan se sentó, no sin un esfuerzo.
-¿Por qué quiere demandarte?- Preguntó paciente.
-Viene en representación de Jeremy Glenn. Él solía ser socio mío, antes de que tú decidieras decidir comprar acciones de la empresa- Suspiró. -De él era la idea de iniciar una empresa decoradora... y me aportó algunos materiales. En ese tiempo no le tomé tanta importancia... pero él no se ha manifestado sino hasta ahora. Maldito bastardo- Finalizó con un gruñido de rabia.
Keithan levantó una ceja. -¿Y el motivo de mi presencia es...?-
Copper abrió más sus ojos. -Oh, de verdad lo siento, Keithan. Pero deseo que convenzas a la mujer para que no nos lleve a la corte. Estoy segura que perderíamos el caso e incluso una parte de nuestras acciones...-
Keithan suspiró. -Está bien. ¿Cuánto le has ofrecido?-
-Doscientos mil-
Keithan asintió. -No podrá decir que no a trescientos-
A Naiara se le iluminó el rostro, y para pesar de las costillas magulladas de Keithan, se acercó a abrazarlo.
El olor femenino rápidamente le llegó, uno muy diferente al que estaba acostumbrado durante toda la semana. Sin querer ser rudo, la alejó discretamente.
Pero lo que no esperaba era lo que siguió a continuación.
Naiara, inesperadamente chocó sus labios contra los suyos, en un intento de beso.
Keithan inmediatamente sintió una súbita aversión, muy extraña en él; especialmente cuando la razón de su compra de acciones a esta empresa había sido meterse en las bragas de la mujer.
El Keithan Lower de hace un par de meses, nunca, nunca hubiera querido separarse de una oportunidad de oro, como ésta.
Luego, todo ocurrió demasiado rápido. Escuchó levemente la puerta de la oficina abrirse y un pequeño grito de sorpresa; que obligó a Naiara a separarse, acción que él no había conseguido hasta el momento.
Volteándose, se encontró con la última persona que deseaba ver en ese momento y en esas circunstancias.
❁
-Gracias- Se escuchó a sí misma, Ailani decirle a la secretaria de Naiara, cuando le indicó que el socio de está ya se encontraba con ella, y que la estaban esperando.
Ailani definitivamente había esperado encontrarse con un cuadro hostil. Definitivamente no lo que había hallado.
Naiara estaba besando al hombre, que aún no podía... Esperen un momento, ese pelo negro...
¡Oh, por Dios!
-¡Ah!- Gritó, casi gimiendo dolorida, el golpe del hallazgo se ubicó en la boca de su estómago, impidiéndole hablar y decir todo lo que en realidad quería.
Observó cómo ambos inmediatamente se separaron y los ojos negros de él inmediatamente le confirmaron lo que no se atrevía a aceptar.
-Ailani-
Instantáneamente una furia ciega le nubló el cerebro, incapaz de razonar del todo claro.
Se aclaró la garganta. -Disculpen la interrupción- Logró decir, sin caer en la tentación de gruñir de rabia.
Naiara no pareció notar nada y fue un alivio. -Señorita Kein, le presento a mi socio, el señor Keithan Lower-
La rubia le dirigió una mirada intensa, cargada de coraje y aunque le costaba aceptarlo, de dolor.
Keithan se pasó una mano por el cabello, como si quisiese arrancar los cabellos por la frustración.
Ailani estiró una mano mecánicamente. Keithan la saludó de la misma manera. Y así permanecieron un par de segundos, en un duelo de miradas, retándose el uno al otro; hasta que la voz de Ailani decidió hacer acto de presencia.
-Señorita Copper. Trescientos mil estarán bien-
Naiara la miró sorprendida, pero rápidamente se dirigió hacia su chequera, y lo firmó.
Cuando Ailani recibió el cheque, se despidió escuetamente y con eso, se marchó tan rápido como había entrado.
Keithan maldijo por lo bajo. Maldita sea.
❁
Maldito seas Keithan Lower. ¡Él se quejaba de Derek! ¡Ja! Era un maldito cerdo. Nunca debió haber confiado en él, ¿no?. Después de todo, ¿qué clase de hombre se vendía a sí mismo por un millón de dólares?.
Ailani bullía en furia cuando llegó nuevamente al bufete. Sin detenerse en ningún lugar, avanzó con rapidez inusitada hacia la oficina de su jefe.
Entró sin anunciarse, tomándolo por completo de sorpresa.
Él le dirigió una mirada desnuda, y fue lo único que bastó para determinar que algo había salido mal con el encuentro que había planeado. La rubia estaba furiosa. Sus mejillas ardían en un rubor, y sus labios estaban apretados contra sí. Pero el rasgo que más denotaba su furia, eran los brillantes ojos de color celeste, que ardían con fuego propio.
-¿Qué pasó?-
Ailani quiso reír ante la respuesta a esa pregunta. «Nada, sólo encontré a mi esposo besándose con una ramera»
Rápidamente sacó el cheque, y se lo extendió a Derek. Él leyó incrédulo la cantidad.
-¿Cómo lo lograste?-
Ailani se encogió de hombros. «Maldito Keithan.»
Acercándose a Derek, se propuso a conseguir por lo que en realidad había venido. No estaba ahí precisamente para presumir, estaba ahí para obtener dulce, dulce venganza.
Pasó sus brazos por el cuello del hombre, y disfrutó de la cercanía de ambos.
Derek Wodley no podía estar menos que sorprendido, pero en realidad no iba a cuestionar los motivos de ella.
Sus labios se juntaron con rapidez y casi con desesperación. Él la rodeó por la cintura, mientras que ella se aferraba con más firmeza al abrazo.
Keithan la hacía sentirse inferior. Nunca lo alcanzaría, ¿verdad? Ella nunca sería lo suficientemente buena para él. Pues bien, al diablo con él.
Maldito seas Keithan Lower.
Y maldito fuera el amor que por él sentía.
━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro