21. Naiara Copper
/AILANI KEIN/
Hábilmente, Ailani repasó la lista de clientes que Derek le había dejado a su cargo. Frunció su ceño. ¿De verdad creía que podría con veinticinco casos al mismo tiempo? ¡Ella era humana, por Dios!
Cuándo se disponía a levantar el teléfono, para dejarle bien en claro algunas cosas a su jefe, el mencionado aparato comenzó a sonar.
Con impaciencia, habló. –Kein-
La voz de su secretaria fue lo siguiente que escuchó. –Señorita, la cita de las ocho ha llegado. ¿Lo hago pasar?-
El tono áspero con el que Ginger se había referido, le recordó precisamente a quién se refería y por qué había sido tan evasiva sobre ello.
-Dime "perfecto" si se ha comportado mal contigo hoy también- Murmuró la rubia, seria.
-"Perfecto"- Y con eso la secretaria finalizó la comunicación.
Con sus sentidos en alerta, pero mostrándose visiblemente cordial, Ailani recibió a Jeremy. Un Jeremy, que al parecer sólo se reservaba su glacial sonrisa exclusivamente para ella.
-Buenos días- Se escuchó a sí misma mascullar, fingiendo inconsciencia sobre los malos modales de éste ante Ginger.
-Buenos días, Ailani- Vestido formal, como siempre lo había visto, Jeremy mostró una pequeña sonrisa.
Sin siquiera molestarse en preguntar cómo le estaban yendo las cosas, Ailani fue directo al grano.
-Hoy anunciaré la demanda a tu ex asociada, para ver si desea negociar o llegar a algún acuerdo antes de llevarlo todo a la corte.- Puntualizó ella, cuando estuvo completamente segura de la atención del hombre, prosiguió.
–Quiero detalles Jeremy. Todo lo que me puedas decir sobre Naiara Copper y su empresa.-
Jeremy asintió, tan reservado como siempre. –Naiara Copper es una mujer con poco cerebro, pero el suficiente como para realizar actos bajos. Por lo general, se apoya en múltiples hombres que caen en su red de mentiras y engaños, para que le proporcionen las cosas que necesita a cambio de unos cuantos favores-
Ailani levantó una ceja. –¿Una oportunista, dices?-
Jeremy pronunció su disgusto, pero igual asintió. –Sí-
La abogada no se sintió satisfecha. –¿Por qué te asociaste con ella, sabiendo que era alguien tan baja?-
Jeremy frunció su ceño. –En ese tiempo no lo sabía-
Ailani rodó sus ojos. –No me digas. Tú eras uno de esos hombres, ¿cierto? Disculpa Jeremy, pero si lo único que quieres es desquitarte, por favor avísame ahora. Si todo este asunto se trata simplemente de una venganza, debes decírmelo-
Jeremy se cruzó de brazos. –Esto va más allá de una venganza, Ailani. Y no, nunca fue en realidad mi amante o algo por el estilo. Éramos simplemente socios. Ni siquiera amigos llegamos a ser, con eso te digo todo-
Ailani se apoyó en su asiento.
–¿Más allá de una venganza? ¿Qué diablos quieres decir con eso?-
Él respondió después de unos segundos. –Es sencillo. Quiero venganza porque esa ridícula pudo verme la cara de tonto. Pero también quiero mi parte del pastel, ¿comprendes, Ailani?-
Sin hacerle saber que la parte del pastel que pedía, era ridículo, Ailani se tragó sus comentarios; los mismos que seguramente harían que perdiera a Jeremy Glenn como cliente.
Por eso, contestó con rapidez inusitada. –Claro, claro. Una buena parte, ¿no?-
Jeremy asintió. –El resto ya lo sabes todo-
-Sí, por supuesto- Ella suspiró.
–Mira, Jeremy. Seré honesta contigo. Una vez ya te había dicho que era probable que no consiguiéramos demasiado, pero el dinero de los materiales que invertiste te debe ser reembolsado.- Se aclaró la garganta. –Bueno, estuve revisando los documentos y... honestamente, no creo que hayan las suficientes pruebas que respalden tu testimonio-
Jeremy frunció el entrecejo. –¿Me estás llamando mentiroso?-
Ailani entrecerró la mirada. –No, nunca he dicho eso. Yo te creo, ¿no? De lo contrario no hubiera aceptado tu caso. Simplemente estoy avisándote que existe una probabilidad de que perdamos el caso por falta de pruebas. Eso es todo-
Jeremy pareció analizar la situación, pero a Ailani no le convenía que él se echará para atrás.
-Aunque, pensándolo mejor, si dices que la mujer no tiene demasiado ingenio, es probable que no presente las suficientes pruebas.-
Jeremy negó. –No, no creo que ella tampoco tenga pruebas. Es decir, se habrá deshecho de todas ¿no?- Se rió sin humor. -Después de todo, cada una de esas malditas pruebas solamente muestran lo que es obvio. Yo también soy dueño de la empresa-
Ailani se apresuró a darle la razón. No era un buen indicio perder el primer cliente. No cuándo se pertenecía a un bufete. Si ella hubiera tenido una oficina independiente, no se habría molestado en perder su tiempo, pero las cosas definitivamente cambiaban cuándo tenía a alguien que la supervisaba.
-Bueno, creo que hemos concluido, Jeremy. Esta tarde notificaré de tu acción en contra a la señorita Copper. Si tenemos suerte, ofrecerá una buena suma por evitarse la molestia de entrar en la corte-
Jeremy pareció sentirse más calmado en cuanto esas frases dejaron los labios de Ailani.
-Gusto en verte, Ailani-
Sintiendo que la tensión en sus hombros disminuía a cada paso que daba Jeremy, para alejarse, la rubia se permitió relajarse un poco.
Jeremy actuaba con hostilidad, eso, hasta un invidente podría verlo. Lo que en realidad Ailani se preguntaba, era hasta cuándo podría hacer la vista gorda sobre la lista de libertades por parte del pelirrojo.
Si la situación continuaba igual, o peor, su paciencia sería probada hasta concluir que ya no lo soportaba más.
Algo más aliviada, sabiendo que no tendría que encontrarse precisamente con él siquiera hasta dentro de un par de semanas, se dedicó a repasar el discurso y las mentiritas que tendría que pronunciarle ahora a Naiara Copper.
Lucybell ingresó al despacho de Lucius Kein. Él, como siempre, se encontraba detrás de su escritorio, pero estaba comunicándose con alguien por teléfono. Sin ser vista, se deslizó en la oficina; esperando a que Lucius sintiera su presencia.
Pero él estaba demasiado sumido en su conversación.
Lucybell simplemente observó la espalda del hombre mayor tensarse. Hasta ahora no lo había escuchado decir nada, y por eso el grito que salió de su boca la tomó por sorpresa.
-¡No!- Lo escuchó decir. –¡No lo quiero inmediatamente muerto! Tiene que ser lento, muy lento...-
Lucybell se cubrió los labios para no gemir en horror. ¿Qué? ¿De qué estaba hablando Lucius?
-Sí. Así es, ahora estás entendiendo mi punto. Lo quiero muerto para fin de mes, sin excusas-
Se sintió escandalizada. Faltaban tres semanas para que acabara el mes.
Pero aquello fue lo menos importante. ¿De quién se estaba refiriendo? ¿A quién el señor Kein quería muerto?
Con cautela, decidió salir tan sigilosa como había entrado.
El sonido de un portazo avivó sus sentidos. Los pasos furiosos, y las palabrotas pronunciadas, le quitó la duda, definitivamente era Jeremy.
/RYDHIAN WOODS/
Rydhian se volteó, con una sonrisa de diversión en sus labios. Sin esperar a que fuera Jeremy el que iniciara la conversación, e intentando contener la risa, habló.
-¿Qué tal te fue?- Como si la pregunta fuera casual, el rubio la dirigió, bien sabiendo las quejas que venían gratis con la respuesta.
-Maldita sea, Ailani empieza a hacer preguntas, Rydhian. No sé hasta cuándo podré contestarlas todas sin tener que evadirlas-
Rydhian se dedicó a escuchar con atención.
Si era verdad lo que Jeremy estaba diciéndole, Ailani no tardaría en sospechar algo.
Cruzándose de brazos, se limitó a observar el show, preparándose para su gran entrada.
-No importa, Jeremy. Hemos conseguido lo que queríamos, ¿no? ¿Dejaste el sobre?-
Jeremy, aún molesto sólo gruñó la respuesta.
-Sí, sí.-
Perfecto. Fase 1 del plan A ya había sido ejecutado.
/AILANI KEIN/
Ailani entró a la pequeña oficina, y su mirada rápidamente recayó sobre la pequeña mujer detrás del escritorio. El cabello oscuro a ella le había sentado mal, pero a esta mujer le quedaba a la perfección, afinando sus rasgos. Talvez eso sería el factor decisivo para que Naiara Copper le cayera instantáneamente mal.
O quizás sería la mueca de desprecio que le había dirigido a penas había entrado en el cuchitril que decía ser oficina.
Alguna de las dos cosas debía ser.
-Buenos días- Saludó Ailani con voz imparcial.
Naiara se levantó de su silla, y estiró con movimientos rígidos una mano.
-Buenas tardes- Su voz era grave y en ella había un tinte de reprensión.
Ailani nunca antes había sentido la necesidad, porque era una necesidad, de arrancarle los lindos cabellos oscuros a aquella arpía, mucho menos cuándo apenas era el primer encuentro con esta mujer.
Tratando de sepultar su furia, Ailani se corrigió con rapidez. –Sí, tiene razón. Ya ha pasado el mediodía, ¿no?-
Al ver que la mujer ignoraba por completo su comentario, Ailani se presentó.
-Señorita Copper, soy Ailani Kein, abogada de Jeremy Glenn-
Naiara dibujó una 'o' con su boca, dejando ver su sorpresa. Después de una risa inesperada surgió de ella.
Ailani frunció su ceño, pero guardó silencio.
Cuando la risa de la mujer había finalizado, masculló. –Ah, creía que era la nueva encargada de la limpieza-
Ailani abrió sus ojos desmesuradamente. ¿Qué? ¡¿Cómo diablos se atrevía?!
-Me parece- Dijo Ailani entre dientes. –Que ha cometido un error. Su secretaria me dijo que ya la había avisado quién soy-
Naiara frunció su ceño. –Lo olvide. Sígame- Sin dar mayores explicaciones, salió de la estrecha oficina, sin siquiera girándose para comprobar si en realidad Ailani la seguía.
Inmediatamente, atravesaron una sala común, en la que estaban repartidos varios cubículos. Después de eso, llegaron a una zona más elegante, en la que la simple alfombra gris, se transformaba en una de detalles exquisitos, y en que las paredes blancas, se transformaban en unas con obras de arte.
Con rapidez, Naiara la guió hasta llegar a una oficina más grande, radicalmente opuesta a la primera.
Ailani examinó velozmente la habitación, mientras Naiara la "invitaba" a sentarse en frente del escritorio, tomando ella misma asiento, detrás del bello escritorio de madera tallada.
Pero Ailani no se dejó impresionar.
-Disculpe, pero esta es mi oficina. En realidad estaba esperando a la dependienta de aseo, cuándo usted se apareció-
La breve y escueta explicación no sirvió de nada para que la rubia calmara sus nervios. Ya odiaba oficialmente a la mujer y nada ni nadie podrían hacerla cambiar de opinión.
Aclarándose la garganta, sin querer oír más tonterías, anunció el motivo de su presencia.
-Mi cliente, Jeremy Glenn, ha decidido levantar un demanda en su contra por estafa y robo de su propiedad- No sabía por qué , oh, sí que lo sabía, pero soltar aquella pequeña bomba, le había provocado un intenso placer retorcido.
Otra vez la boca de la bonita mujer, tenía que reconocerlo, era bonita, y por más que la odiara nada le quitaría sus cualidades, se curvó en 'o'.
Ailani quiso reírse, pero se contuvo.
-Antes de llevar nuestra demanda a la corte, podemos realizar algún tipo de trato justo, si usted lo desea. De lo contrario, pronto recibirá la notificación para asistir a la corte-
Naiara había guardado silencio hasta el momento. –¿Estafa y robo? ¿Cuándo le he robado yo a ese mequetrefe? Diablos, ¿cuándo él ha tenido algo para robarle?-
Ailani frunció su ceño. –¿Los materiales que él puso, le recuerdan a algo? Me parece... que la suma de cien mil dólares también debería sonarle algunas campanitas, ¿no?-
La de cabello oscuro se notó visiblemente asustada. –No hablará en serio, ¿cierto?-
Ailani sonrió satisfecha. –Muy en serio, me temo-
Naiara extrajo algo de un cajón, y pronto se percató que era una chequera.
-Cien mil dólares, ¿es suficiente?- Sí, sería más que suficiente. Pero Ailani, sin tener razones que sustentaran su desprecio, la tentó.
-No, me temo que no será suficiente, señorita Copper. Mi cliente se siente muy afectado, no sabe cuánto. Él alega que esta empresa era su visón, no la de usted. Quiere parte de las acciones.-
Ailani vio el horror en los ojos marrones de Naiara. –P-pero yo no puedo, es decir, no...-
Ailani la interrumpió. –¿No le pertenecen en su totalidad las acciones de la empresa?-
Naiara se apresuró a negar. –Yo soy sólo dueña del veinticinco por ciento de las acciones-
Ailani levantó una ceja. –Creí que usted era la dueña-
-Oh, sí, lo era. Pero un amigo muy cercano decidió que mi negocio era rentable. Yo necesitaba el dinero y él me compró las acciones-
Ailani se encogió de hombros.
–Eso ahora carece de importancia. Mi cliente quiere su parte de las acciones- Aquello no era enteramente cierto, pero tampoco era enteramente falso.
-Oh, ¿no serán doscientos mil suficientes?-
Era una excelente oferta. Naiara definitivamente se negaba a vender sus acciones. Eso le dolía. Ése era un punto débil, era bueno saberlo.
-No, lamentablemente no es así. Mi cliente desea acciones.- Suspiró melodramática. –Bien puede avisarle a su socio que se ha levantado una acción en contra de la...-
Pero Naiara la interrumpió, completamente escandalizada.
–¡No! ¡No! Él se pondría furioso y...- Miró a Ailani suplicante.
–Espere, por favor. ¿Me haría el favor de esperar hasta que él venga? Quisiera que hablara también con él-
A Ailani no le importó, a sí que decidió concederle el deseo.
-Está bien-
Naiara no se durmió en sus laureles, e inmediatamente extrajo de su bolsillo su teléfono celular.
Levantándose, se apartó de ella.
Y comenzó una conversación que ella no alcanzó a escuchar.
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