20. Solo atracción o tal vez... ¿Amor?
/AILANI KEIN/
Bostezando, Ailani se dirigió a la oficina de su jefe. La secretaria de Derek no se encontraba en su sitio, pero eso no impidió que ella se dispusiera a entrar en la oficina. No hace mucho, su jefe la había llamado para que asistiera a su oficina. Tocando la puerta un par de veces, recibió la sobria respuesta por parte de él.
-Adelante-
No fue sorpresa para ella, el encontrárlo trabajando, pese que a penas eran las siete de la mañana. Parecía que trabajar ocupaba gran parte de su tiempo y no por nada tenía su propio bufete, aunque contaba con casi la misma edad de ella.
Derek seguramente reunía las cualidades que ella no. Por ejemplo, el levantarse temprano nunca había formado parte en la lista de sus actividades favoritas, pero ahora se le estaba complicando un poco la tarea. Keithan no ayudaba demasiado, y aunque ayer habían holgazaneado todo el día, Ailani sentía que no quería separarse de su lado, especialmente no después de todas las heridas que había padecido éste.
Con gran, gran esfuerzo, se había obligado a dejarlo durmiendo; sin advertirle para nada que tenía que trabajar hoy.
-Buenos días, Derek. ¿Qué hay de nuevo?- Siendo esquiva, pero no demasiado, Ailani se forzó a mantener distancias con él. Ya que Keithan había manifestado su aversión a la cercana relación laboral que tenía con él, y cuándo las cosas se habían estabilizado un poco más con su esposo, sencillamente no quería arriesgarse a perder el poco progreso que habían hecho.
Derek, que hasta el momento había continuado enfrascado en la lectura de algún documento en su computadora, renunció a su labor en el instante de que escuchó la voz de Ailani.
Con ojos perspicaces, no pasó inadvertido para él, las leves ojeras que hacían acto de presencia en la cara de la joven. Levantando una ceja, respondió al saludo, invitándola a tomar asiento con un gesto de su mano.
-Buenos días, Ailani. ¿Lista para conocer el horario de actividades de la semana?-
Ailani retuvo las ganas de rodar los ojos. ¡Qué excusa tan pobre para una reunión! ¿No podía ser más creativo? Aunque se contuvo de decirle sus pensamientos, resolvió asentir mientras tomaba asiento en una de las sillas dispuestas en frente del escritorio de Derek.
-Bien- Woodley se dirigió otra vez a la computadora, rápidamente consultando el archivo que contenía el calendario. -Tenemos una semana algo ajetreada. Por ejemplo, hoy estás hasta el tope. Cosas sencillas, nada complicado todavía. La única prioridad que tienes es atender a ese cliente tuyo... me parece que su nombre es... ¿Jeremy Glenn?-
Ailani suspiró. -Casi lo olvido. Hoy tengo cita con él, ¿no? Se supone que debo ir a pegarle una pequeña visita a su ex asociada.-
Derek la miró otra vez. -Te sugiero que reúnas el testimonio de tu cliente sobre los hechos y luego, con ese dato vayas a ver a su ex. Nunca es bueno un enfrentamiento entre ellos. Sólo notifícale que tu cliente está tomando acciones contra ella en una demanda.- Con gesto más relajado, expresó. -Intimídala, pero no demasiado. Asústala pero no la espantes. Hazla creer que tu demanda es ridícula, y si puedes, engáñala aparentando que eres estúpida.-
Ailani sonrió malévola. -¿Y eso me asegurará la victoria?-
El de ojos azules asintió. -Está comprobado. No tratará de conseguir un buen abogado, no al menos un experto en la materia. Todo eso, influye aunque no lo creas.-
La rubia se levantó. -Bueno, Derek. ¿Algo más que quieras discutir sobre mis casos?-
Derek negó. -No, sólo quería darte algunos tips. Aunque claro, tú no los necesitas.-
Ella se encogió de hombros.
-Gracias por los consejos, de todos modos.-
Cuándo ella llegó a la puerta le dijo con descaro. -Cualquiera diría que eres mi secretario, Derek-
Él se rió. -¿Lo dices por el horario?-
Ella asintió. -La próxima vez que quieras verme, simplemente dilo y déjame a mí la libertad para decidirlo- Poniéndose seria, para que no malinterpretara sus palabras, le dijo. -Otra sugerencia. No es bueno quitarle el trabajo a gente inocente, Derek. ¿Qué haré ahora con mi secretaria?-
Derek volvió a reírse. -Ya vete antes de que empieces a refutarme más cosas-
❁
Sintiéndose más relajada, y comprobando que ese pequeño encuentro con su jefe sólo le había quitado diez minutos de su tiempo. Era cierto que se había olvidado de la cita de hoy tanto con Jeremy como con Naiara Copper.
Se dirigió hacia su propia oficina, percatándose que Ginger, su secretaria, acababa de llegar.
-Buenos días, señora Lower- Al recibir el saludo de Ginger, algo dentro de ella se agitó. Nunca antes se había sentido consciente de ello, no al menos totalmente.
La señorita Kein ya no existía. Ahora, en vez de ella, había una señora Lower. Sonaba extraño incluso para sus propios oídos, así que decidió que lo mejor era no comentar nada al respecto, mucho menos corregir el error de la joven.
-Buenos días, Ginger- Contestó, tratando de no mostrar en el exterior la batalla que se estaba debatiendo ahora mismo. Intentando olvidarse de aquel fugaz pero incómodo pensamiento, preguntó a la secretaria. -Ginger, ¿el señor Glenn ha confirmado su cita?-
Inmediatamente la joven se dirigió a la agenda, para buscar el día y el apellido Glenn.
Ailani la vio asentir. -Sí, señorita. Va a venir temprano. Pidió la cita de las ocho- La vio decir con disgusto.
Ailani frunció el ceño al ver que la tan amable Ginger, alguien en quien se podía confiar con demasiada rapidez y que era de agrado de todo el mundo, se sintiera inquieta con respecto a algún cliente.
-¿Sucede algo con el señor, Ginger?-
La muchacha se mordió el labio casi imperceptiblemente, pero no para el ojo experto de Ailani. -Es que...- Debatiéndose entre contarle o no, Ginger pasó varios segundos.
-¡Vamos Gin! No voy a morderte- Insistió la rubia.
Ginger suspiró. -Al momento en que llamé al señor Glenn fue algo... descortés. Eso es todo-
Ailani acentuó más su frustración -¿Quieres decir que te insultó?-
La joven abrió los ojos desmesuradamente. -¡Oh, no! No, señorita. Simplemente se portó un poco cortante. Yo creo que lo atrapé en un mal momento, por supuesto-
Sintiéndose relativamente más aliviada, Ailani asintió. -Por favor, Ginger. Si sucede algo con el señor Glenn, no dudes en discutirlo conmigo-
Recibiendo un asentimiento por parte de la joven, Ailani entró en su oficina.
La semilla de la desconfianza ya había sido sembrada en ella. A decir verdad, no se podía decir que conociera demasiado bien a Jeremy, cuando en realidad con quien mejor éste se había llevado era con Rydhian, si es que en verdad los había visto juntos.
Sin querer retornar sus cavilaciones al punto muerto que era Rydhian, se dedicó a preparar el material que llevaría a más tarde a la empresa de Naiara Copper.
/KEITHAN LOWER/
Cuándo la luz del sol se proyectó sobre la ventana abierta de su habitación, pegándole directamente en la cara; Keithan decidió que por el bien de su vista, era mejor levantarse.
Rápidamente, recordó lo sucedido ayer y sonrió débilmente. Ailani poco a poco aceptaba con mayor facilidad sus caricias. Se podía decir que estaban haciendo un buen avance y aquello lo satisfacía más de lo que podía admitir.
Se podía decir que había actuado como un completo maniático ante las provocaciones de aquel sujeto que todavía ni conocía. Ah, pero de aquel maldito sabría más que su nombre y no descansaría hasta vengarse. Porque si no hubiera pedido perdón a Ailani, seguramente se hubiera abierto una herida, que no se sentía tan seguro de poder cicatrizar.
Dirigiéndose al baño, ya completamente seguro que se hallaba solo en el departamento, continuó pensando. Pero sus pensamientos se desviaron inmediatamente a lo dolorido de su cuerpo y a los otros no tan agradables sucesos que también habían ocurrido.
El mirase en el espejo comprobó que se veía tan mal como se sentía. Era increíble creer cuán fácil había caído en la trampa, que estaba seguro que esos tipos habían tejido.
Nunca se levantaba tan temprano. Pero aquellos hombres ya habían estado esperándole ahí, listos para atacarlo. Eso significaba que lo vigilaban y muy de cerca. Hasta el momento, no había tenido mayor oportunidad de estudiar aquella amenaza que le habían pronunciado. Ahora, no le quedaba ninguna duda de que Lucius Kein había sido el autor intelectual del asalto.
¿Alejarse de Ailani? Ja, eso no podría hacerlo aún así quisiera. Obviamente, al papito de la niña no le había caído para nada bien; especialmente no después de partirle la cara al hermano.
Pero, ¿en realidad le había quedado otra opción? Aquel hombre había atacado por igual, no era ninguna víctima. No es como si él le hubiera tendido una trampa; tal como a él se lo había hecho, había sido un encontrón casual en el que ambos habían participado activamente y de eso, hasta Ailani había sido testigo.
Eran cobardes. Unos malditos cobardes. Ahora entendía a la perfección a Ailani. Tanto su padre como su hermano seguramente se creían dueños hasta del aire que respiraban y que estaba a su alrededor. No por nada no habían tomado en cuenta los sentimientos de ambos jóvenes.
Pero la pérdida de ellos, definitivamente era su ganancia. Ailani había caído en sus manos debido a toda ésa serie de circunstancias y podía conceder que se sentía bastante bien a su lado, mucho más de lo que se había sentido con alguna mujer.
Si había algo que aún podía ruborizar a Keithan, era definitivamente acordarse de las 'dulces' palabras que le había dirigido a ella, en el calor de la pasión. "Amor" y "perdóname" nunca antes habían sido pronunciadas por él, no al menos juntas y formando una misma oración.
¿Estaría sintiendo algo más por la pequeña de los Kein? No, eso sería imposible.
Keithan Lower no conocía el significado del amor... O eso quería creer...
Está bien, está bien. Definitivamente sentía algo más por aquella rubia que simple atracción y 'por sentirse bien'. Había algo en ella, que lo obligaba a esperar más, a desear más, a poseer más. Entrando a la ducha, decidió averiguar qué tenía Ailani Kein que había roto su fachada de mujeriego empedernido, y que le dejaba desnuda el alma, lista para cualquier roce que ella estuviera dispuesta a darle.
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