15. Celos y más
/AILANI KEIN/
Había comenzado un nuevo día en la ciudad de París y el sol golpeaba directamente contra su cara, levantándola quince minutos antes de lo que había planeado despertarse. Sintiendo fatiga por el intenso y horrible día que había vivido ayer, bostezó.
El sofá en el que dormía era incómodo, y le provocaba dolor de espalda. No tenía ninguna clase de privacidad, y se sentía una perfecta extraña en el departamento de Keithan.
No faltaba mucho para que se cansara de estar con él. A penas recibiera la comisión de algún caso, planeaba largarse por la misma puerta que había entrado. Lamentablemente, hasta entonces, estaba atrapada, sin fondos, con Keithan.
En esos pocos minutos que tenía para pensar, decidió que no sería bueno continuar endeudándose con las tarjetas de crédito. Tampoco era bueno dejar sin ninguna clase de fondos a su cuenta bancaria. Necesitaba un departamento y más urgentemente un vehículo.
Sin dedicar un segundo más al pensamiento, que tan sólo la llevaba al recuerdo de cuán feliz era anteriormente.
Casi con furia, comenzó a vestirse.
Dolía admitir que Rydhian todavía ocupaba parte de sus pensamientos.
Después de algún rato, Keithan también salió completamente vestido y listo para trabajar, sorprendiéndose de verla también lista.
-Buenos días- Dijo él, en un tono que no le satisfacía para nada.
Entrecerró la mirada, desconfiada. -¿Qué tienen de buenos?-
Él rió. -Nada, nada en particular- Y entró en la cocina, a prepararse un café.
Algo se traía entre manos aquel hombre, y aunque la hacía anhelar en expectativa, sentía que no era nada bueno.
...Para ella.
❁
En medio del desayuno improvisado que Keithan había preparado, sonó el timbre y él se levantó de la mesa de comedor, para atender.
No muy después regresó, con la misma mujer de ayer. Tenía una sonrisa satisfecha en sus labios, y sintió deseos de borrársela a punta de golpes. ¡Qué confiado!
-Ailani, te quiero presentar a Aria Lower, mi prima- Lo miró sorprendida.
¿De verdad había sido su prima? ¿No le había mentido sólo para poder besarla?
-Aria, ella es Ailani Kein. Mi esposa- Si, la había sorprendido, la cara de Aria no podía reflejar más sorpresa si le hubieran dicho que se había sacado la lotería.
La barbilla de la mujer casi golpeaba el piso.
-Tu, ¿qué?- Preguntó después de varios segundos en los que no había cesado de mirarla con escrutinio.
Un leve sonrojo tiñó sus mejillas. Keithan rió y volvió a sentarse en la mesa, para dar un último sorbo a su café.
-¡Vaya, Ari! Te aconsejo que cierres la boca, de lo contrario las moscas comenzarán a ...- Pero Aria lo interrumpió. -¡Cierra tú la boca! Oh, por Dios. No puede ser...- Miró incrédula a la rubia y se acercó lentamente, como si cuándo se acercara, ella se desvanecería.
-Ella... es tu esposa-
Volvió a sonrojarse. El título no...
El timbre volvió a sonar.
Capaz de hacer cualquier cosa para librarse de la mirada de la prima de Keithan, se disculpó con rapidez, y salió para abrir la puerta.
Se encontró con un muchacho, probablemente de dieciséis, cargando con un grande y pesado arreglo floral. Rosas. Enormes, bellas y seductoras rosas de todos los colores.
-¿Ailani Kein?- Preguntó el chico.
Asintió, hipnotizada por las flores. -Soy yo-
Casi lanzándole el pesado ramo, el muchacho se deshizo de la carga y se fue.
Totalmente intrigada dejó el ramo sobre la mesita de la sala.
Después de buscar unos segundos por la tarjeta, finalmente la encontró.
Deleitada, leyó lo que ésta contenía.
Lentamente su cuerpo comenzó a arder. Derek era el único responsable de todo esto. Sonrió con calidez. ¿De verdad estaba empecinado en conquistarla?
Sintiéndose malvada, agarró el ramo y lo llevó hasta el comedor, en donde Aria y Keithan hablaban, hasta que él se detuvo en seco. Obviamente había visto el ramo, y no le gustaba lo que estaba mirando.
Aria se sorprendió y rió. -Vaya, primo. Se nota que quieres a Ailani, ¿no?- Más como confidencia hacía Ailani, dijo.
-La única vez que creo que le ha dado flores a alguien, fue a su madre y eso que estaba en el jardín-
Casi instantáneamente, Aria tomó la tarjeta y leyó en voz alta.
«Debes estar cansada hoy después de todo lo que hicimos en mi sueño anoche. D.W»
Cuando terminó la frase, Aria se rió. -Ya es hora de irnos, casanova. Se nos hace tarde y hoy cerramos oficialmente el comité-
Keithan, que hasta ahora había enmudecido, sólo asintió, para después mascullar. -Anda bajando tú. Enseguida te alcanzo-
Aria se encogió de hombros, y se despidió.
-Nos vemos, primita. Gusto en conocerte, algún día de estos convenceré a este cabeza hueca para que te presente a la familia como debe ser-
Por primera vez desde que había conocido a la parlanchina prima de él, tuvo ganas de pedirle que no los dejara solos. Pero sus acciones tenían consecuencias.
Y pronto las pagaría.
Keithan se levantó. Con furia casi irracional, tiró de ella, bruscamente y la estrechó contra la pared, convirtiendo en una prisión sus brazos y su cuerpo, evidenciando su coraje.
Hablándole al oído, siendo lo suficiente claro le preguntó.
-¿Quién diablos era ése, Ailani?-
A pesar de estar atrapada, no la intimidó. -Mi jefe. Pregunta de nuevo en unos días, y quizás te conteste "mi amante"-
Keithan la agarró de los cabellos, creando la suficiente presión, para que lo mirara directamente a los ojos.
-No mientas. Eres virgen-
Sonrió sarcásticamente. -¿Ah sí? ¿Tan seguro estás de eso?-
Él entrecerró su mirada. -¿Has estado con ese sujeto, Ailani?- Bajo la mirada, dando el efecto de culpabilidad en sus ojos. Todo lo que Keithan necesitaba para volverse completamente loco.
-¡Contéstame!-
Cuando iba a soltar una mentira, para acrecentar su furia, se detuvo. No podía.
-No-
Keithan la estrechó más contra su cuerpo duro como el acero.
-¿Sigues siendo virgen?-
No supo si echarse a reír o a llorar. -Eso no es tu asunto-
Fuego se encendió en sus ojos.
-¿Ah, no?- Deslizó una de sus fuertes manos sobre uno de los muslos de la rubia, que quedaban expuestos por la falda que llevaba.
No pasó mucho tiempo hasta que él penetrara su mano hasta la parte interior del mismo, hasta llegar a su femineidad para encontrarse con la ropa interior. Nada de eso evitó que pasara dos dedos, provocando un incendio por cada lugar que tocaba.
La ira que llegó a sentir, se había evaporado por arte de magia, y lo único que pudo hacer ante la invasión, fue aferrarse a los fuertes hombros de él, puesto que sentía que las piernas le fallarían en cualquier segundo.
-Ah...- Un pequeño gemido se me escapó, cuándo él profundizó su exploración, evadiendo la prenda íntima, para llegar al fin a tocar el punto de su cuerpo que más atención requería.
/KEITHAN LOWER/
Por su parte, se había olvidado incluso el por qué estaban discutiendo esta vez. Cuando sintió la suavidad de Ailani, quedó satisfecho. Lo hizo mucho más, cuándo la humedad arrasó con sus dedos, advirtiéndole que la mujer que tenía en brazos estaba más que lista para él.
Acercando su cara a la de la mujer, en un gesto casi predador, recorrió con la lengua el labio inferior de Ailani, para luego tirar de el con los dientes, sin dejar de mover la mano sobre la húmeda intimidad de la mujer.
Estaba tan cálida... pero no ahora. Ahora no era tiempo, no al menos sobre la pared de la cocina.
Muy pronto ella llegaría al clímax, especialmente si tocaba el punto más primitivo en ella. Pero ésa sería toda la diversión que tendrían por el momento, al menos, hasta que llegara la noche.
Justo como lo había pronosticado, la sensual liberación de Ailani llegó, cuándo un dedo tocó sin pena su sensibilidad, librando con ella una tormenta de pasión, y pensamientos incoherentes.
Tuvo la sensación de llegar al cielo, y descender con suavidad, para volver a encontrarse entre los masculinos brazos de su marido. No había podido callar un grito de placer, cuándo él le dio lo que ella anhelaba.
Ahora, agotada por la fuerza de un orgasmo, se recostó sobre la pared mirando con deseo a su ahora esposo.
Él sonrió. Ah, conocía demasiado bien esa sonrisa.
-¿Te gustó?- Solo asintió m. No podía mentir, no cuando la respuesta era más que obvia.
Keithan, lentamente aflojó su agarre, pero no la dejó ir del todo.
Mirándola con una promesa en sus ojos, le dijo. -Eso no es nada, cariño. Sabrás lo que es bueno cuando te posea por completo-
Su cuerpo se estremeció, sin ser capaz de pensar en un comentario sagaz, sin ser capaz de mascullar nada.
Él rió guturalmente. -Eres mía, Ailani. No lo olvides. Me perteneces, lo quieras aceptar o no- Dándole un último beso, hasta que el aire fuera escaso para ambos, Keithan se marchó.
Dejándola excitada.
Dejándola con ganas de más.
Pero más que nada, dejándola convencida de una cosa...
Quizás Rhydian había intentado doblegarla a un matrimonio sin corresponderle. Quizás Derek intentara convencerla de tener algo con él.
Pero su convicción estaba en que de verdad sentía que pertenecía a Keithan.
Y ésta noche sólo sucedería lo inevitable.
Él la poseería de todas las formas posibles.
Y ella no se sentía en capacidad de negarle nada.
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