13. Un mal dia y...¿Derek?
/KEITHAN LOWER/
No daba crédito a lo que sus ojos veían. Era hasta gracioso. ¿Ailani? ¿Ailani Kein, celosa?
Para él no había pasado desapercibida la ácida mirada que le había enviado.
No pude evitar sonreír.
Aria lo miró preocupada. Pero al percatarse de que esta situación le parecía más graciosa que otra cosa, se sintió disgustada.
-¡Eres un maldito, Keithan Lower!- Ella se levantó. –¿Cómo te atreves? ¡Tu silencio le dio a entender a esa muchacha que nosotros dos... argh!- Terminó gruñendo.
Su sonrisa se amplió más.
Después de toda esa angustiosa semana de convivencia con Ailani, en la que la veía totalmente indiferente a sus encantos, a pesar que el cuerpo de aquella mujer se le había quedado grabado en la mente, ella seguía indiferente con él, a pesar de haber sido tan íntimos.
Era increíble cómo en las situaciones más alocadas uno terminaba ganando.
Nada le había importado a ella. No había mascullado palabra sobre sus llegadas tarde, ni el brillo labial que una mujer le había dejado en la camisa... No había dicho ni a sobre todo eso.
¿Y ahora esto?
Por supuesto que si veía la situación desde el punto de vista en el que ella seguramente lo estaba viendo... tenía razón de sentirse furiosa. Él estaría histérico.
Pero eso no le quitaba el lado gracioso a la situación.
¿Acaso no se notaba el parecido que tienen con su prima?
Se escuchó un portazo. Se le borró por completo la socarrona sonrisa. ¿Qué diablos...?
Sin importarle estar todavía húmedo, salió corriendo en dirección de la sala. El televisor estaba encendido. Pero de Ailani no había ni rastro.
Caminó hacia el balcón. No le tomó demasiado tiempo hasta que la divisó tomando un taxi.
-Diablos...—
La mujer de verdad creía que había traído a otra para...
-Diablos...-
Hasta aquí había llegado el plan de "conquistar a Ailani".
/AILANI KEIN/
El taxi que había tomado la dejó exactamente en el lugar de la cita. Sabía que llegaba con cinco minutos de atraso, pero eso fácilmente podía adjudicárselo al tráfico.
Todo el mundo parecía estar en su contra desde que había dejado el departamento. Aún después de ver la pequeña escenita que Keithan y esa mujer estaban armando, cuándo había pasado por una cafetería para tomarse el café más fuerte que me pudieran servir, tuvo que hacer una cola kilométrica. La única persona que estaba atendiendo el local era una mujer en sus mediados veinte, con una panza de embarazada que limitaba a la mitad la rapidez y eficiencia de sus acciones.
Justo cuándo ya faltaban dos personas para que fuera atendida, la mujer palideció y se agarró el redondo vientre. Un agudo grito salió de su garganta, acompañado de sudor que recorría ahora toda su frente.
-¡Voy a tener mi bebé!- Gritó ella. La súper poblada cafetería había estallado en gritos histéricos de '¡Ayúdenla!' y varias personas saltaron el mostrador para darle una mano a la mujer.
Ahí iba el café.
Una ambulancia no tardó en llegar, después de que alguien llamara a Emergencias, y en ese momento se despidió oficialmente del café que tanto anhelaba.
Perdiendo casi media hora ahí, decidió que no podía desperdiciar más tiempo, salió corriendo por la vereda. Algunos indiscretos la miraron, pero evitó prestarles atención.
Y ahí había caído en desgracia. Literalmente.
El tacón del zapato yacía atascado en una rendija del pavimento, dejándola atascada.
Sólo después de luchar unos minutos con el tacón, intentando sacar el pie, se rindió. ¡Demonios!
En medio de los curiosos, que no hacían nada para ayudarla, sino más bien criticarla, se tuvo que extraer el zapato, sólo para agacharse a desencajar el tacón. Y fue ahí cuando el cierre de la falda gris había cedido, provocando que la mencionada prenda rodara hasta dejar expuesto su trasero —el que nunca había visto la luz del sol— a las miradas de los fisgones que la rodeaban.
-¡Ah!- Gritó mientras intentaba con todas las fuerzas volver a subirse la falda, a su vez cerrando la traicionera cremallera.
Toda la sangre del cuerpo se le había concentrado en la cara, y el furioso sonrojo de vergüenza que mostró cuando escuchó a la gente reírse —algunos incluso a carcajadas— sólo se intensificó después de los recientes hechos.
Sí, definitivamente era preferible el excusarse simplemente tras el tráfico.
Sabiendo lo mentirosos que podían llegar a ser los abogados, —también lo perspicaces que eran —, decidió que aunque le contara aquella espantosa sucesión de hechos desafortunados —los cuales eran todos ciertos— nunca se tragarían el cuento.
...
Miró el reloj. Ya tenía cinco minutos de atraso,
un punto menos a su favor o eso pensó hasta que sus ojos se encontraron con su rostro.
Hasta tuvo la decencia de fingir estar sorprendido
—¿Ailani, Ailani Kein?- Sus negras cejas se levantaron en un gesto de desconcierto.
Se había quedado sin palabras. Abriendo los ojos desorbitadamente, recordó el nombre de su viejo compañero de instituto Derek, Derek Woodler.
Los años le habían sentado perfectamente al hombre frente a ella y sin una pizca de inseguridad que había tenido, cuándo ambos cursában la secundaria. Del oscuro y tímido chico no quedaba más que el recuerdo, además de los hermosísimos ojos verdes, que parecían congelarla con la mirada.
No lo hubiera reconocido de no ser por ellos.
-¿Derek?- Pero debía ser una extraña coincidencia. Derek no podía estar en esta oficina, mucho menos ser... el abogado con el que tenía la entrevista.
Él volvió a sonreírle y sintió algo ligeramente cálido en mi interior. ¡Qué transformación, estaba convertido en todo un cisne!
-El mismo que viste y calza, Ailani- Una profunda alegría la invadió. Si miraba hacia el pasado, la Ailani del pasado le hubiera metido un golpe en la cabeza. Y pensar que había salido corriendo, como una verdadera plaga, de este hermoso ejemplar.
Eh... Tampoco piensen mal de ella. Después de todo, sólo tenía ojos para Rhyhian... ¡qué ciega había estado!
-No me digas que tú eres el jefe del bufete de abogados...- Murmuró, todavía sin salir del todo del shock.
A él parecían no agotárseles las sonrisas. Ella seguía siendo la misma de siempre.
-¿Te parecería muy increíble si te dijera que sí?-
¿Tan concentrada había estado que no se había percatado de que había entrado a la oficina de Derek?
Trató de relajarse en cuanto tomó asiento en frente del escritorio del hombre.
Hasta le causó gracia. –He estado tan ocupada que...- Su cuerpo se estremeció al recordar todo lo sucedido en la mañana. –Es mejor hablar de temas más agradables.-
Derek asintió. –Aunque supongo que eso tampoco incluye el pasado, ¿no?-
Se sentía terriblemente culpable. Oh, por Dios. Derek nunca le daría una oportunidad de trabajo, no después de todas las veces que lo rechazó.
-Escucha, sé que me porté como una imbécil contigo, y no tengo cara para pedirte perdón ahora, pero de verdad necesito este puesto-
Derek rió despreocupado. –¿Te he traído malos recuerdos a la mente, Ailani?-
Se sonrojó. –No-o. Es decir n-no.- Tartamudeó como pudo, sin evitar recordar el último episodio con el hombre que tenía en frente y del que ahora, paradójicamente necesitaba.
Flash Back
Lucybell no hacía mucho que se había ido a las prácticas de canto, dejándola sola en la biblioteca para que diera los toques finales al proyecto de fin de curso.
La biblioteca escolar no era de su agrado. Siempre había sido oscura y... llena de libros.
Pero lo que menos le gustaba de ella, era una cierta personita que siempre, siempre, estaba ahí. Ya fuera leyendo o sólo pasando el rato, su ñoño compañero de clases— el que nunca le despegaba la vista de encima— Derek Woodley se ganaba el premio al mayor ratón de biblioteca que existiera en la historia.
Por eso, cuándo Lucybell la había dejado sola con el sujeto que se escondía tras un grueso libro de Química, el pánico la invadió.
Pero más pánico tuvo cuándo él había comenzado a acercarse.
De repente, el terminar el proyecto de fin de curso le importó un bledo... ¡Maldito fuera ese profesor por enviar el proyecto!
-Hola, Kein- Pegó un respingó del asiento. 'Por favor, por favor. Que no se me declare otra vez'.
-Hola Woodley- Lo vio fruncir el ceño.
-Ya te he dicho que me llames solo Derek- Lo sentía peligrosamente cerca...
-E-está b-bien. D-Derek-
-No importa. Bueno, en realidad me dirijo a ti porque...- 'Oh, no. Ahí vamos otra vez' Pensó con amargura.
-...porque quiero despedirme.-
No pude evitar soltar un suspiro de alivio. –Ya sé que es el fin del curso, Woodley. Nos volveremos a ver después de las vacaciones- "Por desgracia" completo mentalmente la frase.
Él mostró una pequeña sonrisa melancólica, y de repente notó que el muchacho se encontraba triste.
-No. Eso no va a pasar.-
A pesar de la tristeza que él reflejaba, no pudo evitar sentirse como si ubiera ganado la lotería.
-¿Q-qué?- Creí que lo que él había dicho se iba a desvanecer.
-Sí. Mi familia se muda a París. Esto es un hasta luego, Ailani- Y de repente, lo más increíble pasó.
Derek tuvo la audacia de besarla en la mejilla. Dejándola sonrojada.
Y sin más, había tomado su grueso libro, y se había ido.
Fin del Flash Back
Recordó torturada, cuánto había deseado que aquel niño desapareciera de su vida...
-Yo... nunca me diste la oportunidad de despedirme- Fue todo lo que atinó a decirle.
Derek se rió de nuevo. Una risa muy masculina... incluso algo tentadora...
-No quería que me mandaras zumbando otra vez- Él se encogió de hombros. –Por alguna extraña razón sabía que nos volveríamos a ver-
Suspiró . –De verdad lo siento. Sé que mi disculpa suena falsa, ahora que estoy desamparada a tu merced, pero es la verdad- Siempre se había sentido culpable.
Él negó. –Nunca te guardé rencor, Ailani. Después de todo, tu rechazo me convirtió en el hombre que soy ahora- Y más misteriosamente, casi con galantería, tomó su mano.
«"Y esta vez no tienes oportunidad para escapar de mí, querida. Serás mía" »Pensó Derek en su interior.
Hechizada por sus palabras, se olvidó de todo lo demás, dejándose llevar por una ilusión, que pronto sería estrellada por el verdadero hombre al que le pertenecería por completo, que aunque la había destrozado en la mañana, seguía en sus pensamientos.
-Espero que así sea, Derek. De verdad lo espero-
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