Doce
Las cosas en el infierno estaban bastante tensas desde que uno de los esclavos directos de Asmodeus difundió una breve –pero contundente– noticia.
El hijo menor de Asmodeus ha desaparecido y Su Majestad arde en furia por ello.
Hacía unas semanas que el gran demonio había notado que dos de sus hijos habían desaparecido de su radar, Seokjin y Taehyung no estaban situados dónde se suponía que estarían.
Incluso tras haber mandado a buscar por el mundo terrestre a sus hijos, estos parecían estar en el cielo puesto que no había rastro alguno de ellos.
En un inicio había decidido confiar en Seokjin, su hijo le había prometido llevar de paseo a Taehyung siempre y cuando volvieran cada dos semanas a cumplir con sus deberes.
—Lo haremos, padre. —Le había dicho con una enorme sonrisa que ocultaba diversión y burla—. Prometo traer a Tae en dos semanas, solo iremos de paseo.
—Bien, si es así tienes mi permiso. —Y así estrecharon sus manos para cerrar el "trato".
Un gruñido bajo se le escapó al gran señor al tener el breve recuerdo, después de todo no podía culpar a su otro hijo.
"Nunca confíes en otro demonio" Era una frase constante durante el crecimiento de sus hijos y aún así el mismo olvidó la importancia de la misma.
Nunca pensó que uno de sus tantos hijos lo traicionara de forma tan simple.
—Soltanof.. —habló al aire, justo al instante un demonio menor apareció frente a él.
—¿Si, mi señor? —respondió en medio de la reverencia.
—Busca a los sabuesos y lleva contigo a Lendyed y a Ruit. —Un suspiro seco se fue de sus labios—. Busquen en toda Corea de ser necesario, hoy mismo quiero a Taehyung aquí abajo.
—Si, mi señor. —Teniendo en cuanto la orden desapareció en el aire, dejando así al gran Asmodeus solo en su enorme despacho.
—Hoy mismo te quiero aquí, Taehyung. —Susurró cerrando sus ojos—. Te hice a mi imagen y semejanza, no puedo perder así a mi sucesor.
[...]
—Ah, Hyung, siento que mis orejas arden. —El pelirrojo se quejó mientras rascaba la piel de sus orejas enrojecidas.
—Te arderán más si sigues rascandolas, tonto. —Seokjin rodó los ojos sin tomarle verdadera importancia al asunto—. ¿Ya preparaste tus cosas para el viaje que haremos?
—Si, Hyung, tengo todo. —Resopló con frustración—. Te pones muy pesado cuando no te dan tu dosis de sexo por la mañana.
Y con ese comentario decidió correr tan rápido como sus piernas le permitieron, eso ya que la mueca de pocos amigos en el rostro de su hermano logró sacarle escalofríos.
Estuvieron un buen rato dando vueltas en el jardín, el mayor totalmente enojado y el menor tratando de huir de una segura reprimenda física.
Por su parte los alfas restantes de la casa miraban todo a través de la ventana del segundo piso, uno con ojos de diversión y el otro con un tema picandole en la punta de la lengua.
Después de un rato suspiró, cruzó sus brazos y solo con eso Hoseok volteó a verlo.
—Namu, ¿Qué pasa? —Con algo de preocupación volteó a verlo, posó su mano en su hombro y masajeó con delicadeza.
Con el suave tacto el menor de ambos se relajó visiblemente, con ello tuvo más tranquilidad de hablar. —Ya deberíamos haber vuelto.
Esta vez fue el mayor quién sintió su cuerpo afirmarse, un escalofrío lo recorrió entero y su sonrisa decayó.
—Carajo... Había olvidado eso por completo. -—El toque que tenía en Namjoon desapareció para posarse en su boca—. Su Majestad debe estar buscándolos como locos.
Ambos alfas dejaron liberar feromonas con toques ácidos y picantes, la preocupación siendo palpable y su corazón latiendo más rápido que lo acostumbrado.
Sabían de primera mano que sería un enorme problema ser encontrados por Asmodeus, era mil veces mejor aparecer por cuenta propia a pesar de que ya habían vencido el tiempo límite de su estadía en la tierra.
Namjoon frunció los labios y Hoseok apretó la mandíbula, rojo y amarillo brillando en sus iris mientras posaban sus atención en su omega, Seokjin reía luego de haber atacado a su hermano con cosquillas infinitas.
Voltearon a verse entre sí y asintieron silenciosamente antes de volver a la normalidad.
Si tenían que morir protegiendo a su omega, lo harían. No dejarían que un solo cabello del Kim mayor fuera tratado de manera vil.
Porque sabían lo que había hecho y tenían claro que un demonio al ser traicionado creaba un rencor inmenso.
—Hyung, gracias por traerme hasta aquí. —Susurró Taehyung abrazando con fuerza la cintura de su hermana, el mayor se tensó levemente—. Eres el mejor, de verdad.
Seokjin tragó en seco y sonrió correspondiendo el abrazo ajeno. —Haría lo que fuera por hacerte feliz, Tae, no lo dudes.
La respuesta también fue un suave murmullo, elevó su mirar y encontró a sus alfas tras la ventana. Sabía que estaba en problemas, sabía que no podrían escapar toda la vida, aunque no imaginaba que la tormenta que se avecinaba sería en realidad un tornado.
[...]
Por la tarde Jungkook, Jimin y Yoongi iban rumbo a la cabaña que alquilarían durante la semana.
En la camioneta que iba tras ellos estaban los demás, se habían encontrado anteriormente para viajar en caravana hasta su destino.
Estaban a pocos metros de llegar, tenían ya dos horas de ruta recorrida y ahora la naturaleza y la pureza de la montaña envolvían la visión de todos y cada uno de ellos.
El Omega menor en el auto compartido por tres se mantenía aburrido y pensativo, deseaba haberse subido al otro auto pero no habían asientos libres, de igual forma Jimin le recomendó quedarse con ellos, después de todo compartirían habitación lo que restaba de semana.
—Jungkookie, ¿Por qué esa cara larga? —El Omega mayor quiso animar, por ello señaló adelante—. Mira, ya llegamos.
—¿Llegamos? —preguntó lo antes dicho, al asegurarse de que era cierto sonrió en grande.
—No tengo la necesidad de voltear a verte. —Esta vez Yoongi habló—. Desde aquí puedo olfatear esa sonrisa de conejo tuya.
Un suave golpe por parte del pelirubio fue lo que obtuvo.
—Igualmente no puedes voltear, estás manejando. —Con un puchero enojado reprendió—. Anda, concéntrate en terminar de llegar.
—Si, señor. —Con voz militar respondió.
El corto trayecto que terminaron de recorrer fueron risas divertidas, luego ambos autos estacionaron en simultáneo fuera del complejo de alquiler y poco a poco fueron saliendo.
El proceso de instalación fue breve dado que ya tenían todo al día, por ello fue que cuando los invitados se dirigieron a la cabaña entendieron por qué los habían tomado en cuenta.
—¡Es enorme! —dijeron al unisono Jungkook y Taehyung, ambos sonrojándose en el acto y siendo molestados por sus mayores.
—Entremos, debemos organizar todo antes de que oscuresca. —El alfa pálido propuso a lo que el resto del colectivo se sumó.
Por su parte dejaron a los omegas charlar un rato en la sala de estar que allí había.
La conversa fue fluida, aunque Jungkook no participaba activamente en ella, preferiría escuchar atentamente a sus mayores y así dar pequeñas opiniones y comentarios de vez en cuando.
Realmente era bastante reservado.
—Yoongi y yo hemos preparado una fogata con malvaviscos y chocolate para la noche. —El pelirubio dijo entre la conversa—. Pensamos que sería una buena actividad para iniciar la semana.
—Oh, una fogata... —Seokjin asintió lentamente, miró a Jimin con súplica—. De hecho, nunca he participado en una.
Jimin era el único que sabía de la condición de los nuevos amigos en su círculo, eso solo porque también conocía la naturaleza de su alfa.
—Tranquilo, Hyung. —El pelinegro lo calmó—. Verás que es muy divertido.
Seokjin sonrió con dulzura y no se contuvo de acariciar su mejilla. —Estoy seguro de que lo será gracias a tu espíritu alegre.
Ante el comentario Jungkook se sonrojó y tan solo soltó una risita nerviosa, seguido de ello los cuatro alfas del grupo bajaron.
—Bueno, es hora de la fogata. —Aunque Taehyung no sabía que era lo que harían, fue el quien habló—. ¿Nos vamos?
—Si, si. —Jimin afirmó y fue hasta Yoongi para tomar su mano.
El omega mayor de todos repitió la acción, fue hasta sus alfas y besó la mejilla de ambos con cariño.
Contrario a ello, el alfa pelirrojo fue hasta su Omega, le tendió su mano y con un suave beso en el dorso lo invitó a levantarse.
Los siete salieron dela cabaña y se subieron la noche fresca de la naturaleza, sin embargo fueron rodeados luego de unos cuantos pasos.
Tres hombres imponentes estaban frente a ellos, un par de sabuesos por cada uno sumaban seis y sumando a ello los gruñidos amenazantes de estos mismos se transformaron rápidamente en una difícil situación.
Los demonios presentes se tensaron visiblemente, por su parte Jimin y Jungkook se miraron entre sí sin entender.
El hombre del centro en grave voz habló: —Seokjin, Taehyung... Por fin los encontramos y veo que a Yoongi también.
La cacería acababa de empezar.
-Moon.
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