Capítulo 7
Ángelo se pregunta por qué demonios trajeron a Kevin con ellos, él dijo que quería ir a ver la plaza nueva llamada Duki, aunque al llegar comenzó a corretear a las palomas y más de una persona los comenzó a ver raro. Catalina, quien está a su lado, se inclina un poco hacia adelante y sonríe.
—¿Y esa cara?
—No, por nada —contesta, sin embargo ella hace una mueca.
—¿Qué pasa? —insiste y lo empuja suavemente con su hombro.
—¿Por qué vino con nosotros? Pensé que íbamos a... ya sabés, los besos y eso.
—¿Be-Besos?
—Una cita. S-Si quieres, no voy a... ¡Kevin, no! —exclama al verlo convertido y además intenta comerse una de las palomas—. ¡¿La mataste?! ¡Escupí eso! —grita al tomarlo del hocico, el ave ya está deshecha entre los grandes colmillos, pero aún así no puede comérsela. Las personas de alrededor ven el forcejeo y los gritos de pánico no se hacen esperar.
—¡Es un monstruo!
—¡No te acerques pibe! —le dice un hombre, sin embargo se espanta al ver la sangre.
—Siempre es lo mismo —piensa Kevin y Ángelo lo escucha—. Perdón, son mis instintos.
Él continúa forcejeando mientras ahora muerde y estira la manga del morocho, provocando que este se tropiece y sea arrastrado por el parque. Catalina corre detrás de ellos, gritándole que se detenga. Aunque Kevin está tan sumido en el juego, como un cachorro, que no la escucha. Las personas de alrededor corren despavoridas y algunas llaman a la policía.
—Pobre chico —comenta una mujer de la muchedumbre—. ¿Ayudamos?
—No, parece que ya se murió —responde su compañero, pero entonces escuchan las maldiciones de Ángelo a todo pulmón.
—¡Que me sueltes! ¡La puta madre, ahhh!
Kevin se detiene cuando ya está exhausto, entonces las multitud se reúne alrededor para observar. El gran animal suelta a Ángelo, quien se levanta se un parpadeo y le da un empujón. Catalina logra alcanzarlos y mira sorprendida a los demás, la policía ha llegado por lo que se encuentran rodeados.
Ángelo se quita la tierra de su uniforme y hace una mueca al sentir su manga todo babeada y manchada de sangre, en ese momento nota que son el centro de atención. Kevin comienza a gruñir mientras retrocede.
—Aléjense de eso —les ordenan.
—No, es un amigo —responde él mientras golpea otra vez al gran gato para que deje de gruñir—. Bajá un cambio.
El otro simplemente se aleja corriendo, da saltos poderosos para evadir a la multitud y desaparece en una esquina con los policías detrás de él. Catalina toma de la mano a Ángelo y se deciden a perseguirlo.
—¡Salgan del camino! Somos de la infantería 1-C, todo está bajo control —dice la pelirroja al abrirse paso.
—Esperen, ¿están en una misión? —Un micrófono la golpea en la frente y ella maldice.
—Es esa tipa otra vez —murmura entre dientes—. Ahora no podemos hablar —responde para luego continuar, siguiendo las huellas que el pecoso dejó.
—¿Qué está pasando? ¿Ustedes vieron algo? —La mujer pasa a interrogar a las demás personas.
—Si, si. Ese chico estaba peleando con un lobo o algo así, no era un cambiaformas normal —comenta uno de los presentes.
—Y sólo con sus manos, yo lo grabé —dice un chico y enseña su celular.
—¿Puedo ver?
—Por 500 mangos el vídeo es tuyo.
Mientras tanto los jóvenes soldados logran encontrar a Kevin escondido entre unos contenedores de basura, escupiendo un poco de plumas ya en su forma humana, sin embargo se encuentra completamente desnudo, su ropa se desgarró al cambiar. Ángelo suspira mientras se apoya por sus rodillas, la persecución realmente lo agotó. El pecoso no habla y mantiene su cabeza agachada.
—Volvamos a la base —dice ella y comienza a quitarse su pantalón. Ángelo queda paralizado y ni siquiera puede mirar a otro lado, sólo la observa deslizar la prenda lentamente por sus muslos hasta quitárselos—. Te van a quedar cortos pero peor es nada —le dice al entregarle el pantalón, luego voltea para no verlo.
—Pero... e-estás... —dice apenas, todo por ver que sólo la parte superior de su uniforme la cubre al ser lo suficientemente larga.
—Siempre llevo una calza debajo —contesta al levantar el borde de la camiseta para mostrarle la prenda.
—Ah —suelta él para luego mirar a otra parte, entonces—. Alguien se acerca, vamos —les dice al ver a la multitud, pero al querer escapar por otro camino termina chocando contra su propio padre.
—¿Ángel? ¿Por qué no estás en la base? —le pregunta confundido.
—Día libre —responde automáticamente—. Eh, llamamos la atención en la plaza y ahora nos siguen. Piensan que Kevin es un monstruo —le explica de forma apresurada.
—Vayan, yo los distraigo.
—Gracias señor. —Kevin le da una pequeña sonrisa y comienza a correr junto a Catalina.
—¿Qué estás haciendo? —cuestiona el morocho hacia su padre—. Tenías que hacer reposo en casa.
—Tengo cosas que hacer, ¿y el yeso? —indica Diego sorprendido.
—Hablamos después —es lo único que alcanza a decir porque la multitud ya está detrás de ellos y rodea a su padre para llenarlo de preguntas. Ángelo logra alcanzar a Catalina y a Kevin, entonces los tres regresan en bondi a la base, siendo este último el centro de atención debido a las pecas que no sólo están en su rostro, sino que también se esparcen por todo su cuerpo.
—¿Qué pasó allá? —se pregunta la pelirroja en voz alta—. Kevin...
—Me tienes que lavar mi uniforme —dice Ángelo al estar sentado junto a él, frente a ellos Catalina se arrodilla sobre el asiento para mirarlos—. Vas a tener que usar tu instinto de lavandero —ese comentario tonto al menos logra hacer reír a ambos y la atmósfera deja de ser tan pesada.
—Ya sé, es que quería jugar un poco —al fin consiguen que hable con ellos.
—Casi me cago del susto pelotudo. ¿Por qué no me avisaste?
—No ibas a querer jugar —se defiende el más alto.
—¿Y por qué no? Me decís, che boludo me ayudas con esto para cansar a mi lado animal y que no se coma palomas —cuestiona el morocho y hace una mueca al ver la mancha de sangre en su manga maltratada, sabe de sobra que no se quitará fácilmente.
—Chicos, miren —Catalina borra la sonrisa que mantenía al ver su celular, todos están hablando de lo que pasó en la plaza gracias a una noticia exclusiva de una periodista—. "#Impresionante batalla, #Ángelo Vega igual que su padre" —lee en voz alta.
—¿Batalla?
—"El hijo de Diego Vega peleando contra un monstruo con música de Linkin Park" —lee Kevin en la pantalla para luego soltar una fuerte risa.
—Shhhh —lo calla este al ver que más de un pasajero volteó a verlos.
—¡Es el del vídeo! —exclama una chica cuando señala al morocho, entonces deben bajarse rápidamente, al menos ya están a unas pocas cuadras de la base y, una vez dentro, logran recuperar el aire.
—¡Jajaja! —Catalina ríe en ese momento, atrayendo las miradas de los chicos. No lo entienden por un momento, pero su risa logra contagiarlos—. Correr de mis fans, listo —comenta al tachar eso de una lista que tiene en notas de su celular. Luego aclara que realmente no eran fans y que tampoco suyas, aunque eso son detalles.
—Debería hacer lo mismo —murmura Kevin luego de calmar su risa—. Divertirme con amigos, listo.
—Es una buena idea —comenta Ángelo sonriendo hacia ella.
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