Capítulo 17
Martes por la mañana Ángelo baja del micro que los llevó hacia Corrientes, recorrieron kilómetros y kilómetros de campo libre, vio muchos animales pastoreando, nada nuevo teniendo en cuenta que la casa de sus abuelos es prácticamente una reserva natural.
Al bajar su vista se enfoca en las grandes rejas y los altos muros a los lados de esta, es una imponente entrada, a lo lejos pudo notar una casa bastante grande. Sin decir nada sigue a Obregón y ambos atraviesan las puertas mientras éste le explica lo que deberá hacer en ese lugar.
—Estamos en Septimus, es una casa hogar para los séptimos hijos que yo fundé hace siete años.
—Dijo "siete" como tres veces —murmura el morocho—. ¿Por qué hiciste una casa hogar? —cuestiona y lo imagina como una mamá gallina cuidando de sus polluelos.
—Es obvio, las personas no saben tratar con nosotros y prefieren deshacerse del problema. Aquí hay tres chicos de tu edad, dos niños y dos adultos, habían más pero esos son los afortunados que volvieron con sus familias. La idea es que con el tiempo controlen sus instintos, los adultos ya casi lo consiguen.
—Entiendo —asiente Ángelo, haciéndole recordar mucho a Torres. Sus ánimos mejoran considerablemente pues cree que el entrenamiento será parecido al que tenía pero sin sus compañeros o Lina—. Todavía puedo mandarle mensajes —piensa para luego detenerse ya que Matías abre la puerta.
—¡Ya llegué pendejos! ¡¿Rompieron algo mientras no estaba?! —exclama con fuerza e inmediatamente los habitantes de la casa corren para darle la bienvenida, o eso es lo que parecía.
—¡Ese pelotudo rompió el sillón! —un rubio señala a uno de los más pequeños
—¡Él mordió mis juguetes! —se defiende usando una voz chillona.
—No dejaron de pelear ni un día —le dice uno de los adultos mientras se recuesta por la pared más cercana, él tiene más o menos la edad de Obregón mientras el otro hombre parece tener unos 25 años.
Los gritos y quejas se detienen cuando todos notan la presencia del morocho, siendo ahora el centro de atención. Él levanta su mano y hace un ademán de saludar, pero los pequeños lo derriban, sería tierno de no ser porque lo pisan, muerden su ropa y estiran su cabello.
—Es Ángelo Vega, va a vivir con nosotros desde ahora —lo presenta el jefe de la casa—. Esos son Luca y Valentín —indica a los niños que lo están torturando, sin embargo el morocho sonríe mientras los aparta de forma cuidadosa.
—Hol- ¡Ah! —suelta al recibir una patada en su pierna.
—¡Hey! ¿Qué les dije de patear? —Matías produce un sonido similar a un gruñido, el cual tranquiliza a los niños. Pero, aunque estos ya lo dejaron en paz, los demás ríen.
—Jaja, ¿esa patada te dolió?
—Uno nuevo, que lindo está.
—¿No podés dejar de ser puto por cinco segundos? —reprocha un moreno.
—Te enoja que no te pele —responde al darle un fuerte empujón.
En eso Obregón guía al morocho hacia su habitación porque los otros comienzan a discutir entre sí ya que necesita un lugar más tranquilo.
—Héctor y Guido, puede que te acose como al resto —murmura al detenerse frente a una puerta a su derecha.
—¿Acosar? ¿Cuál de los dos?
—Guido, cierra la puerta con llave a la noche —le aconseja al entregarle dicha llave—. Vas a dormir aquí, es tu cuarto.
—Gracias —responde al entrar, el lugar luce sucio y polvoriento. Pero él no pierde tiempo y comienza a limpiar con una escoba vieja que también estaba allí.
—¿Te ayudo? —escucha la voz del rubio detrás, entonces voltea con una mirada indiferente—. Pero vas a tener que dejar que te dé la bienvenida a mi manera.
—No gracias, ya terminé —responde el morocho para luego pasar a acomodar la cama.
—Hey, angelito —insiste, haciéndolo bufar pero al girar siente algo puntiagudo contra su mejilla.
—Que-
Guido sonríe mientras sostiene el filo de un cuchillo y corta su piel para luego tomar su mentón con fuerza. La sonrisa se hace más grande cuando siente la sangre manchar su mano, entonces lo suelta y gira hacia la puerta.
—Te faltó esta parte —comenta para luego pasar su mano por la pared, haciendo que el rojo contraste con el tono gris de esta—. La próxima que me digas no, seguiré cortando —agrega para luego marcharse.
—Loco de mierda, me cago en todo —dice luego de cerrar la puerta con fuerza.
El corte le arde, entonces no pierde tiempo y busca a Matías, rápidamente lo encuentra en la cocina limpiando los platos sucios.
—Guido me cortó y me amenazó.
—¿Qué raro? Pensé que Héctor iba a ser el primero en molestar o Benjamín —murmura de forma casual—. Son sus hormonas, tiene 15 después de todo.
—Pero-
—Es fácil, somos una manada y los más fuertes mandan. Si yo los pongo en su lugar, al darles la espalda se van a desquitar contigo, debes definir tu posición o sino vas a sufrir bastante. Que no te de miedo de lastimarlos cuando te defiendas —le explica, pues no puede hacer más, lo demás depende el muchacho.
Ángelo asiente, no muy convencido y regresa a su nueva habitación a pensar.
—La puta madre, ¿y ahora? —dice en voz baja y entonces choca contra alguien por no ver su camino—. Ah, perdón-
—¡¿Qué te pasa?! ¡¿Eh?! —exclama para luego empujarlo con su brazo y golpear la espalda del morocho contra la pared del pasillo.
—¡Ah! —se queja, pero la mirada de advertencia del otro hace que baje la vista rápidamente. Deja pasar a Héctor y luego camina rápidamente hacia su cuarto, encontrando al tercer chico allí—. ¿Eh?
—Hola, me llamo Benjamín —se presenta el castaño de cabello largo. Ángelo no pasa por alto su mochila revuelta y la ropa desparramada sobre la cama y el suelo.
—Esas son mis cosas —señala los pantalones que el otro está usando.
—No, es nuestro —corrige el otro mientras da unos pasos hacia él—. Debemos compartir, ¿verdad?
Ángelo asiente rápidamente, ya que el tono que Benjamín usó fue agresivo y además ya lo golpearon suficiente ese día.
—Gracias, que generoso. Ya me hacía falta un celular nuevo —dice al tomar el móvil del morocho para guardarlo en su bolsillo. Sin embargo al salir, Ángelo aprovecha que está distraído y recupera su celular con ayuda de sus poderes.
Mira el mismo y luego el desastre que Benjamín dejó, suspira cansado para luego arrojarse sobre la cama.
Un mes después después...
Yo
Chicos
Tengo un problema
Simón
Primero se dice "hola"
Julián
Hey, qué pasa?
Yo
Hola
Son los chicos que viven conmigo
No dejan de molestarme y se burlan de cómo hablo
Julián
Por qué?
Yo
Me dicen chico posho
Además cuando llegué uno trató de robarme, otro está loco y el tercero busca pelea cada cinco minutos
Simón
Jajaja, que apodo de mierda
Julián
Hablaste con tu instructor?
Yo
Si
Pero dijo que no puede ayudarme
Depende de mí hacerme respetar
Simón
¿Y entonces?
Si soy vos ya le rompía la cara a los todos
Julián
Bueno, no sé. Todos ellos son así?
Yo
No, los más grandes son tranquilos, como mi instructor
Ya estoy harto, además piensan que soy como ellos
Simón
Uy, ya se enojó
Julián
Y si realmente eres un lobizón? Tu verdadera familia pudo haberte dejado por miedo y los Vega te tomaron como su hijo porque no podían tener descendencia. La maldición ha estado dormida pero ahora, al estar con los tuyos, despertarás como un séptimo hijo
Estarás confundido y buscarás a tus verdaderos padres para saber quién eres en realidad.
Yo
O ellos son unos pelotudos que sólo te quieren joder
Simón
Jajaja
Yo
Simón, puedes ayudarme?
Qué tengo que hacer?
Simón
Primero que nada descubre sus debilidades y luego ataca
Unos insultos o golpes, algo que intimide
Julián
Clases de defensa personal con el Simón
"No le garantizamos que aprenda a defenderse"
Simón
Jajajajaja
Yo
Bueno, qué más?
Simón
Es todo
Usa tus poderes, dijiste que piensan que eres un lobizón también
Yo
Gracias
Pero si no funciona, regreso y te hago mierda
Simón
Te espero, cuando quieras
Ángelo roda los ojos y sonríe, pues hablar con ellos fue un pequeño descanso de todo el estrés que estaba sintiendo los últimos días.
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