Capítulo 11
En la base los jóvenes soldados se preparan para recibir las actividades que eran para la infantería 1-A al principio, sin embargo no había nada que impidiera el intercambio. Por lo que Joaquín los reunió en el salón de clases para informarles que a partir de ahora deberán separarse y entrenar bajo la tutela de un instructor designado.
Por supuesto la reacción de todos es bastante desconcertante, algunos es mantienen tranquilos, mientras que otros están bastantes confundidos al respecto.
—¿Separarnos? ¿Por qué?
—Son cursos de seis meses, los entrenan en diferentes actividades de acuerdo a sus poderes. Realizarán esta prueba para determinar cuál instructor es el más adecuado —les dice el rubio mientras reparte las hojas a cada uno.
Ángelo mira la prueba y hace una mueca, las preguntas son sencillas y bastante comunes, sin embargo comienza a responderlas rápidamente mientras la lee en voz baja para sí mismo.
1- ¿Qué tipo de poder tienes? Control del metal, limitado.
2- ¿Tienes padres? ¿Ambos viven? ¿Cómo es tu relación con ellos? Si y si. Muy buena supongo.
3- ¿Eres energético? No tanto.
4- ¿Te gusta explorar? Depende del lugar.
5- ¿Alguna vez has lastimado a alguien? Si, en defensa propia y de mis compañeros.
6- ¿Sufriste una herida o lesión importante? Me rompí dos veces el brazo derecho.
7- ¿Tienes algún poder secundario? Atraigo objetos de metal con mi cuerpo.
8- ¿Ese poder secundario es peligroso? Si, para mí. No lo uso mucho.
9- ¿Crees en Dios? ¿Por qué? Si creo en el Barba por todo lo que mi mamá dice de él y de los santos.
10- ¿Te gustan los animales? En general si, pero odio las serpientes.
11- ¿Por qué te uniste al ejército? Porque quiero ser bueno en algo, quiero encontrar mi profesión.
—Terminé —dice al levantar la mano y le entrega su hoja a Joaquín.
—¿Tan rápido? ¿No quieres pensar un poco más en tus respuestas?
—Eh, no. Así está bien —contesta subiendo y bajando los hombros—. No sé que más poner.
Al terminar con el cuestionario Ángelo sale al campo de entrenamiento en espera de los demás, desde su lugar ve a Catalina salir unos minutos después y camina hacia su dirección. Su mente le recuerda el beso, al igual que vuelve a sentir esa agradable caricia en los labios. Ella, en silencio, se siente sobre el césped con las piernas cruzadas y suelta aire.
¿Qué le digo? Este silencio es un poco incómodo, piensa él mientras se distrae arrancando unos hierbajos que están frente a él.
—¿De verdad besé bien? —comienza a girar su vista hacia el morocho, su voz suave y en un tono bajo.
—Si, si —asiente rápidamente.
—Fue mi primer beso... ¿y el tuyo?
—Bueno, no —confiesa, notando que la pequeña sonrisa de Lina desaparece—. En realidad fue Orquídea. A los 13 años estaba esperando el micro y una chica se me acercó, habló un poco conmigo, luego me dijo que le gustaba y me besó. Después salió corriendo, creí que era por la vergüenza pero se robó mi celular y la poca plata que tenía en los bolsillos —él termina su relato, esperando que Lina no se sienta mal, sin embargo la ve conteniendo la risa.
—Te robaron tu primer beso también —comenta entre risas, haciendo que él frunza el ceño.
—Hey, no te burles —se queja, aunque consigue que ella continúe riendo con más fuerza. Catalina no puede controlarse, en ese momento él la calla al sostenerla del rostro y besarla. Nuevamente siente esa sensación que causa un cosquilleo en todo su cuerpo. Sus manos acarician las mejillas, sintiendo la piel más cálida en esa zona.
Al separarse nota que se encuentra flotando en gravedad cero, por eso se sentía en las nubes. La pelirroja sonríe al sostenerlo de las manos para que no se aleje.
—Lo siento —murmura al darle una tímida sonrisa—. ¿Qué estás haciendo acá?
—Sabe a menta —comenta él al devolver el gesto—. Estoy pensando, ¿con quién instructor nos tocará? —se pregunta. En realidad no ha dejado de pensar de la reacción de su papá en la entrevista. Todo estaba bien, pero tuvo que cagarla. Ante la mirada de la pelirroja saca su celular para enviarle un mensaje pidiéndole disculpas, llamarlo hubiera sido mejor pero no quiere interrumpir si está haciendo algo importante.
—No lo sé. Rey dijo que eso depende de nuestras respuestas y-
Catalina se interrumpe a sí misma al oír el tono de llamada del morocho, se parece al sonido de un teléfono antiguo y muy ruidoso.
—Es mi viejo ―susurra sorprendido. Entonces se disculpa con ella para atender de llamada. Del otro lado escucha a Diego.
—No te preocupes, esperaba algo así de tu parte. Defendiste a tu amigo.
—¿Lo esperabas? Pero metí la pata.
—Los medios son así, se guían más por noticias falsas y rumores. No estoy molesto, ¿si? —le dice el mayor, tranquilizando un poco a Ángelo.
—Bueno... Papá, le ganamos a la infantería 1-A por primera vez —comenta con una sonrisa mientras mira a Lina.
—¡Felicidades! No los lastimaron mucho, ¿o si?
—No, todos están bien. Los llevamos a la enfermería por si acaso.
—Voy a llamar a tu madre, esto hay que festejarlo.
—Bien, era sólo eso.
—Hablamos después entonces —él se despide y corta, haciendo que Ángelo suelte aire. Siente que se quitó un gran peso de encima.
—No está enojado, menos mal —susurra para luego darse cuenta que está de cabeza. Él suelta una risa nerviosa al notar que ella continúa sosteniendo su mano—. Pensé que estaba mal decir la verdad sobre Kevin.
—Él no es una mascota, estuvo bien a mi parecer -opina Lina al devolverle su peso. Ángelo cae sobre el césped—. ¿Qué vamos a hacer? Nos van a separar —murmura cuando abraza sus piernas.
—Seis meses —dice, cambiando su ánimo al igual que ella—. No estés a otros pibes, aléjate de Francisco.
—¿Yo? Nadie me asegura que no te veas con minas. Además no me gustan rubios —habla en su defensa—. Somos novios, ¿verdad? Sino no puedes reclamarme nada.
—Si, por eso —asiente, en realidad no sabía cómo decírselo—. Ninguno saldrá con alguien más a partir de ahora, ¿está bien, Lina?
—Si, está bien.
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