Capítulo 1
Los días pasan bastante lentos para Ángelo, apenas ha transcurrido una semana desde la gran pelea de su vida, hasta ahora, y ya se muere del aburrimiento. Sus compañeros y su padre continúan recuperándose. Sin embargo, para quedarse en el hospital, les dijo a las enfermeras que será el familiar a cargo de su papá, por lo que puede estar en la habitación y deambular por el hospital a sus anchas.
En los días que pasaron ha hablado mucho con padre, le explicó como doña Lucero lo ayudó a mejorar su poder, aunque también reconoció que estuvo muy mal de su parte. Él le felicitó por haberse dado cuenta de lo que estaba haciendo y le dijo que estuvo muy bien al disculparse con sus compañeros. Sin embargo ahora no pueden hablar ya que el mayor duerme, acaban de darle sus medicamentos y los calmantes lo ayudan a descansar.
—¿Mmm? —Un mensaje llega y al desbloquear su celular ve que se trata de Catalina, un simple meme que hace reír al morocho.
—Me dice "hola" —murmura para sí mismo y responde con un hola también más un jajaja—. ¿Y ahora?
Lina
¿Te gusta el chocolate?
Yo
Si, por?
Lina
Por nada, voy a ir de visita
Yo
Te espero
—Hola —Darío saluda con energía mientras abre la puerta, entonces se calla a sí mismo al ver a Diego profundamente dormido—. Upss... Ángel, ¿qué haces?
—Nada, el wifi es lento —responde al intentar ocultar la conversación antes de que él la vea.
—¿Quién es Lina?
Ángelo suelta aire para luego explicarle que es una chica de su infantería y ahí es cuando el mayor comienza con el interrogatorio.
—¿Ella te gusta?
—Eh...
—¿Cómo es físicamente?
—No sé, el uniforme no deja ver mucho —comenta luego de haber pensado un poco en su respuesta—. Me gusta su cabello, es pelirroja.
—Algo es algo, ¿y? ¿Por qué tan nervioso? —Darío le sonríe, ya que debido a su habilidad, puede sentir las palpitaciones de las persona que están a su alrededor y con los años aprendió a interpretar los estados de ánimo.
—¿Nervioso por qué? —responde el morocho mientras frunce el ceño.
—¿De qué hablan? A ver. —Él intenta tomar el celular, pero Ángelo lo aparta de un rápido movimiento—. Boludo, te quiero ayudar —le dice y paraliza su brazo sano, luego lo mueve en contra de su voluntad y le hace entregar el aparato sin más. Darío observa la conversación y hace una mueca, pues no hay nada interesante de qué burlarse.
—Me dolió —gruñe el menor luego de recuperar el control de su brazo.
—Por resistirte, además, ¿qué es esta cosa? No hablan de nada interesante, no hablan —comenta mientras hace una mueca. Ángelo responde que es porque no sabe de qué hablar exactamente con ella.
—Hablar todo el tiempo de juegos se hace aburrido, ¿no?
—No, hay miles de los que pueden hablar, también son compañeros de infantería, tienes de donde sacar conversación. —Darío se sienta a su lado y le devuelve el celular—. Haceme caso, tengo mucha experiencia en ese terreno.
—¿Qué experiencia? Si no tienes novia —murmura el morocho sonriendo burlón.
—De lo que no se debe hacer —contesta el mayor apretando la mandíbula—. Si no tienes cuidado con las chicas lo más leve que puede pasarte es una denuncia y una orden de alejamiento.
—¿Y lo más grave?
—Bueno, la chica en cuestión podría atacarte con sus poderes en defensa propia. Tu papi sabe de eso, casi fue tragado por arenas movedizas unas cinco veces. Pero Milagros también exageró. En tu caso lo llevas bastante bien, no metas la pata.
—¿Y si ya lo hice? —cuestiona al recordar las veces que la besó en el cuello, además piensa volver a hacerlo porque realmente se sintió muy bien—. Ya usó sus poderes contra mí y no te lastima.
—Que pelotudo, eso no importa, todavía puede meterte una denuncia. Siempre, siempre, siempre, siempre tienes que ser respetuoso, ¿entendiste? —Darío se cruza de brazos, tomando una postura un poco más seria—. No pienses con la cabeza de abajo porque olvidas que tienes la de arriba.
Ángelo iba a burlarse nuevamente, aunque cambia de tema al notar a su tío bastante serio. Entonces le pregunta sobre lo que piensa de los últimos mensajes de Catalina.
—¿Por qué me preguntó si me gusta el chocolate?
—Es obvio, seguro te va a dar algo de comida, dulce además, e hizo esa pregunta para que el regalo sea perfecto —responde mientras niega suavemente con la cabeza—. Esta es tu primera novia, ¿cierto?
—No, Orquídea fue la-
—Esa no cuenta, coqueteó contigo para robarte —lo interrumpe, siendo su turno para burlarse de su sobrino—. Bueno, como ya sabemos que te va a dar un regalo, tienes que darle uno a ella. Tu virginidad no.
—¿Un regalo? Pero yo no le pedí nada. —Él roda los ojos porque no tiene ni idea de qué cosas le gustan a Catalina.
—Boludo, imaginá cuando la chica vea que también tienes algo para ella, aunque sea algo simple. ¡Ya sé! —Darío de pone de pie en busca de birome y papel, encuentra dichas cosas dentro de su bolsa y regresa con Ángelo—. Antes que nada debes dejar en claro qué quieres. Escribe una carta diciéndole qué sientes.
Ángelo le devuelve una mirada llena de confusión y sobre todo burla, luego estalla en una risa ruidosa mientras le dice que deje de mirar telenovelas. Por supuesto que el mayor aprieta los puños con fuerza, un segundo después también suelta una risa, es desganada.
—Si, yo pensaba lo mismo a tu edad y me burlaba de Diego por ser tan sensible con las chicas, fue peor cuando conoció a tu mamá. Mientras tanto yo iba detrás de ellas para pasar el rato, ser de la infantería 1-A ayudaba mucho pero cuando ya se hartaban, me dejaban. Así pasó con todas mis compañeras y algunas chicas de otras infanterías. Entonces me di cuenta que estaba más solo que un perro y todo por mi culpa. ¿Quieres que te pase lo mismo? —Al terminar mira a Ángelo y toma la hoja para guardarla, aunque lo detiene al colocar su mano sobre ella.
—¿Qué puedo escribir? Ni yo sé qué siento.
—Primero piensa en lo que sientes cuando estás con ella, yo te ayudo a escribir —le aconseja al mismo tiempo que le entrega la birome.
—Bueno... Cuando la conocí, lo primero que vi fue sus ojos. Son azules y después su cabello —le explica mientras hace memoria—. Nos llevamos bien, su risa es contagiosa y una vez casi me muero porque me abrazó y sus-su pecho... estábamos muy cerca.
—Regla número 40, no te alteres. Cuando estás nervioso el corazón bombea mucha más sangre y ya sabés a dónde va. Después te tachan de degenerado por eso —comenta el mayor para luego pedirle que continúe.
—Me acerqué a ella después de saber que yo le gustaba, no quería rechazarla de la nada. Los chicos pensaron que Lina se me acercó por interés, la "fama" de nuestra familia. Pero no creo que sea verdad. Además ella vio que no somos platudos cuando la llevé a mi casa —comenta para luego volver a preguntarse qué es lo que tiene para gustarle a ella.
—¿Fama? Ojalá —dice Darío mientras sonríe—. ¿Sabes si ya tuvo novio antes?
—Creo que no —niega rápidamente, basándose en lo nerviosa que estaba cuando la llevó a su casa, incluso pensando en la reacción que tuvo cuando la besó. Entonces, luego de meditar un momento Darío le pide que escriba lo que le dictará. Ángelo asiente y se prepara.
"He decidido mirar los ojitos azules que presumes todo el tiempo. Porque quien me iba a decir que serías la sangre de mi corazón.
Empiezo a pensar que el amor verdadero es solo el primero y los demás son para olvidar. Por eso contarnos siempre la verdad, ningún secreto que ocultar.
¿Por qué decir que no?
Ahora cuando yo te veo, no sé lo que siento y cuando te tengo me quemo por dentro.
No hay nada que cambiar.
Nada que fingir.
Me enamoré de ti."
—¿Me enamoré? Es muy rápido para-
—¿Qué dijimos de ser directos desde el principio? —lo interrumpe Darío.
—Bueno, bueno. ¿Está mal que la espere en la entrada? —pregunta mientras dobla la carta para guardarla en su bolsillo.
—No, hazlo y después me cuentas cómo te fue —responde y se despide con una sonrisa, una vez solo con su hermano suelta una risa y se dirige a él—. No creo que se dé cuenta, además no tengo inspiración hoy.
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