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Unholy

Im es demasiado caliente.

Ese fue el primer pensamiento de Tzuyu al ver a la que sería la profesora de Lenguaje Musical.

La universidad no era difícil para Chou, ella se adaptó bien a sus horarios y materias. Había hecho algunas amigas y colegas como Momo o Dahyun, las clases eran bastante movidas aunque dependía del día, a veces se quedaba dormida en su asiento y otras terminaba con dolor en las manos de tanto tomar nota.

Ya en su segundo año, Tzuyu no esperaba que finalmente alguien le llegara a hacer sentir de aquella manera. Deseosa.

Su profesora Im rondaba los 30 y algo, era bastante joven a comparación a otros profesores de las otras materias. Y Tzuyu tenía sus 22 años bien cumplidos, había tomado un descanso de sus estudios antes de finalmente decidirse por la licenciatura en música.

Creyó que al ser una de las primeras clases de Im ella sería tranquila, tímida incluso, pero esa mujer no dejaba de hablar y anotar cosas en la pizarra. A penas llegó el salón entero hizo silencio, ella demostraba gran confianza y podría decirse que incluso llegaba a intimidar.

Bueno, a cualquier otra persona excepto Tzuyu.

Ella se quedó mirando lo bien que le quedaban los lentes a Im, lo bien que esa falda ajustaba sus piernas, lo bien que esa camisa blanca rodeaba sus pechos.

Creyó estar siendo bastante disimulada, de vez en cuando fingió escribir algo o hacía muecas pensativas. Sin embargo, al terminar la clase todos comenzaron a irse, era una de las últimas de la tarde, así que Tzuyu hizo lo mismo. Al intentar cruzar la puerta, la sexy voz de Im sonó a sus espaldas.

— Quieta ahí.— demandó, Tzuyu se congeló en su lugar.— Ven.

Giró para verla, Im estaba organizando algunos papeles metiéndolos en folios y no la miraba.

Joder, pídeme todo lo que quieras si vas a usar esa voz.

— ¿Sucede algo, señorita Im?

— Profesora, pequeña, soy tu profesora.

¡Joder, joder!

— Lo lamento, profesora Im.— hizo una leve reverencia.— ¿Qué necesita?

— ¿Crees que mi clase es aburrida o es una hora libre? — finalmente dejó los papeles y la miró a los ojos, Tzuyu se estremeció ante esa mirada oscura y atenta.

— No, profesora Im, para nada. De hecho, disfruté la clase.

— ¿Ah, sí?

— ¡Por supuesto!

Pero Im se cruzó de brazos, soltó un suspiro y dijo: — No me gustan las mentiras, pequeña, sólo dí que no te interesa esta materia.

Pequeña, pequeña. Soy todo lo que me pida.

— ¡Me gusta el lenguaje musical! Simplemente este no es mi día, profesora Im, le prometo que a la siguiente clase prestaré más atención.

Im la miró un momento más, antes de tomar su bolso y colgarlo en su hombro.

— ¿Apellido? — preguntó ella.

— Chou.

— Chou.— repitió, su lengua salió un momento al pasarla por sus rojos labios. Tzuyu no luchó contra las ganas de ver eso.— No me gustarían problemas contigo, prefiero tener buena relación con mis alumnos así que, por favor, no mientas a la próxima. Y quiero que prestes atención, esta clase es importante como cualquier otra.

Tzuyu sólo asintió un momento antes de ver a la mujer dejar el salón.

...

— Necesito una noche con esa mujer.

Su mejor amiga dejó de teclear en su laptop al oír eso, miró a Tzuyu y rodó los ojos.

— Lo que necesitas es dejar de ser tan hormonal.

— ¡Pero Sana! — se quejó en un gemido. — No entiendes. Ella es todo lo que me gusta; intimidante, caliente y demandante. De verdad que no podré dormir bien si no la tengo por lo menos una vez.

Sana se cruzó de brazos, lista para regañar a su amiga. Sin embargo, ella suspiró y se encogió de hombros.

— Sigue siendo tu profesora, Tzuyu, si alguien se entera de eso podrían acabar mal.

— Eso lo hace más divertido.— alzó las cejas repetidas veces. Sana rió.

— Mierda ve, mierda quiere. — murmuró divertida.— Bien, Tzuyu, seduce a la profesora de una vez.

— Oh, por supuesto que lo haré.

...

Era la tercera semana de clases con Im, por supuesto que Tzuyu no se había rendido.

Ya se podía notar cierta tensión entre ella y la profesora. A veces respondía las preguntas mirándola fijamente, otras era atrapada mirando sus piernas o escote y poco le interesaba si era muy obvia. Ella de verdad necesitaba a esa mujer debajo de ella lo más pronto posible.

— Pequeña Chou.— llamó al final de la clase.

Tzuyu no dejó de adorar que la llamase así, y se sentía diferente el hecho de que no escuchó que le dijera de tal forma a otro alumno. — ¿Qué sucede, profesora Im? — se quedó parada frente a ella.

— ¿Qué sucede? — preguntó mirándola.

— Sencillo, pequeña, pedí el trabajo de la semana pasada y no recibí el suyo. — Oh, cierto. Tzuyu había estado bastante ocupada y de verdad olvidó por completo ese trabajo. — Tengo mi oficina aquí, la veo allí en una hora.

— ¿Dónde queda?

— Pregunta a la asistente del director o algo, no soy un guía turístico, pequeña.

¡JODER!

— Está bien, nos vemos entonces, profesora Im.

...

La oficina de Im resultó bastante acorde a ella. Ordenada y limpia. Tzuyu no recordaba haber estado en una oficina de algún profesor antes, esta era la primera vez que era citada.

Al entrar, se sentó en la silla frente al escritorio, Im se quedó parada apoyada contra dicho mueble y con los brazos cruzados.

Un silencio se instaló entre las dos, quienes se miraban a los ojos.

Tzuyu habló:

— De verdad olvidé ese trabajo…

— Sabes muy bien que no estás aquí por ese trabajo.

Directa. Demonios, Tzuyu ya podía sentirse un poco dura.

— ¿Soy más interesante que la materia, pequeña? Porque haces eso cada clase, sólo estás ahí fingiendo escuchar y me miras como un maldito lobo hambriento.

Tzuyu tragó saliva.

— No veo que eso sea un problema para usted. — sonrió levemente. — Está igual conmigo, ¿de verdad cree que no noto que me mira de la misma forma?

Im se inclinó a ella, su escote por la camisa notándose más. Tzuyu luchó por verle la cara.

— Pequeña… si alguien aquí quiere comerse a alguien, esa eres tú. — se humedeció los labios. — Yo no como, a mí me comen.

¡Oh, rayos!

— ¿Qué estamos esperando entonces? — se atrevió a decir, también se inclinó quedando ambas a una distancia casi nula. — Está aquí deseando que suceda algo, y por supuesto que podría comerla mejor que cualquiera.

— ¿Tanto ego tienes, pequeña?

— Después de esto, créame que no pensará en mí como “pequeña”.

De pronto el espacio ya no existía, ambas se dejaron llevar en un beso caliente y húmedo. Tzuyu se levantó y la empujó más contra el escritorio, usando sus manos para recorrer la cintura de la mayor, mientras que la profesora acariciaba su cuello y comenzaba a usar su lengua también.

Tzuyu se sentía mejor que nunca, finalmente estaba obteniendo algo de ella y decidió que no se quedaría con sólo eso.

Una de sus manos bajó hasta tocar el trasero de Im sobre su falda, apretando y escuchando ese pequeño pero significativo gemido que la volvió loca.

— Espera, espera. — murmuró Im sobre sus labios y separándose. — No podemos…

— Déjese llevar, Im.— dejó un pequeño beso más.

— Aquí no podemos. — aclaró sonriente. — Tengo una habitación de hotel aquí cerca… ten.— de su escritorio detrás de ella sacó una pequeña tarjeta.— Te veo allí. — la besó por última vez y empujó su pecho levemente.

...

Los besos no tardaron en volver, mucho menos los toques para nada inocentes y los ruidos obscenos.

La habitación de Im Nayeon estaba ordenada, pero Tzuyu no le prestó ninguna atención.

En cambio, se dejó besar otra vez. La profesora era demandante y ruda, le gustaba besar con la lengua y llenarse de baba entre sí. Mientras más húmedo, mucho mejor.

En un pequeño descuido, Tzuyu terminó bajo Nayeon en la cama. La había empujado con fuerza, rebotando en el colchón, pero no le importó. Estaba siendo ruda, le encantaba.

Poco a poco la ropa se iba apartando, quedando ambas desnudas entre las sábanas blancas.

— Quiero comerte bien.— dijo Tzuyu, quitando a Nayeon de encima y dando la vuelta. Ahora con ella abajo, comenzó a dejar besos por sus clavículas, dejando marcas que poco importaban.

La piel de Im era suave y blanca, casi de porcelana delicada. Así que cualquier mordida quedaba grabada en rojo, lo que encendía a Tzuyu.

Jugó con los pezones de su amante, escuchando como jadeaba y apretaba su cabello más a sí. Los pechos perfectos de Nayeon se amoldaban a sus manos con gracia, tan lindos y apetitosos.

Pronto comenzó a bajar más, dejando besos y lamidas en su abdomen. Hasta que llegó al lugar que tanto quería.

— Jodida mierda… estás tan mojada para mí.

Su lengua encontró el camino, tocando su clítoris lentamente y siendo una tortura esa velocidad para Nayeon.

— Rápido…— pidió la mayor en un jadeo.

— Tenemos tiempo, señorita Im.

— P-profesora… Soy t-tu profesora…

Pero Tzuyu sólo rió y siguió su trabajo. El salado sabor de su amante la volvió loca por completo, su cabello siendo maltratado y sus manos jugando en la entrada de Nayeon fueron suficientes para comenzar a sentir que le dolía cierta parte de su cuerpo que necesitaba atención.

Pero lo primero era Nayeon, ella estaba disfrutando demasiado el ser tocada de esa forma.

Con un dedo empezó a entrar con lentitud, escuchando las quejas de la mayor por más. Pero Tzuyu no tenía apuro alguno, así que se tomó su tiempo de explorar con tranquilidad toda la vagina mojada de Nayeon.

— ¡Mmh! — se quejó Nayeon cuando sumó un dígito. — ¡A-ahí! ¡Ahí, pequeña!

— No sabes lo mucho que me encanta que me digas así.

Tzuyu había ganado la lotería. Tenía a esa mujer desnuda bajo ella, con los labios abiertos y húmedos, el cabello hecho un desastre y su espalda arqueada.

Un jodido cielo.

El ritmo iba aumentando cada vez más, cada vez más fuerte y duro. Nayeon estaba cerca, estaba tan cerca que sólo se oían gritos de su parte.

Tzuyu no paró hasta que los fluidos de Nayeon le empaparon la cara y las manos. Ambas se quedaron quietas un momento, respirando pesadamente.

— Me comes tan bien, pequeña. — habló Im. — Dios mío… ¿qué tan seguido tienes sexo?

— Cada vez que tengo ganas. — se burló subiendo hasta quedar a su altura. — ¿Te has probado? Ven.

Sí, Nayeon se sintió a sí misma en el beso.

Beso que volvía a su gran intensidad, volviendo a sentirse con ganas de más.

Tzuyu tomó las caderas de Nayeon y se posicionó en el centro de sus piernas.

— No soy ninguna pequeña, Im. — rió al ver como los ojos ajenos se agrandaban.

— Lo quiero todo…

— Lo que diga, profesora.

Entró en ella de a poco, parando para que se acostumbrara al tamaño. No tardó mucho en comenzar el vaivén con sus caderas, jodiendo el coño de Nayeon tan dulce.

Los gemidos de ambas se hacían más fuertes, más ruidosos. Sólo se oían a sí mismas y el sonido de sus pieles chocar.

— ¡Ahí, ahí! — gimió Nayeon cuando encontró el lugar indicado. — ¡Mmmh, duro!

Tzuyu no dejó de hacerle caso, entrando y saliendo de ella con dureza y velocidad. Mientras más la jodía, podía ver como los ojos de Nayeon comenzaban a lagrimear.

No le daba descanso alguno, maltrataba su vagina de forma tan placentera que necesitaba más y más. Así que tomó las piernas de Nayeon y las levantó a sus hombros, teniendo más espacio y mejor ángulo para llegar más profundo.

La polla grande y gorda estaba siendo demasiado para soportar. Pero Nayeon no sentía dolor, sólo puro placer que la obligaba a rogar por más y más. Las fuertes embestidas la hacían delirar, llevando sus ojos al cielo.

— Ah, ah, ¡m-me voy a-a voy a…!

— No, todavía no.— retó bajando sus piernas bruscamente. — Aguanta, Im.

Tzuyu no dejó de embestir, pero se tomó su tiempo para volver a besar la piel de Nayeon. Dejó marcas en su cuello y clavículas, le encantaba como quedaba claro que ella la había tenido.

Por su parte, Nayeon no dejaba de gemir, tan fuerte que sus cuerdas vocales dolían. Mas no le interesaba, incluso si en la clase de mañana estaría afónica por tanto maltrato. Ella sólo quería llegar al cielo.

Tzuyu agarró una de las almohadas de la cama y la colocó debajo de Nayeon, sabía que no aguantaría más tiempo. Ambas estaban exhaustas y cerca del tan ansiado orgasmo.

— ¡Por… ah, ah, por favor…!

— ¿Qué quieres, Im? ¡Pídelo!

— Estoy tan… mhg… tan cerca…

— Vamos, bebé, vamos. Juntas.

Las embestidas se hicieron más rápidas aún, más duras por estar cerca. Ambas abrieron los ojos y se miraron mientras gemian, haciendo que las dos se vinieran en ese instante.

Nayeon apoyó su cabeza contra el hombro de Tzuyu, totalmente exhausta por el reciente orgasmo. Mientras recuperaban el aire sólo se escuchaban sus respiraciones.

— Joder…— murmuró Nayeon, Tzuyu salió de ella.

— Ya sabe… ese trabajo lo entregaré mañana.

— Si vas a follarme así por cada trabajo olvidado entonces no vuelvas a hacerlos, pequeña.

Tzuyu rió y acarició el rostro de Nayeon, el cual estaba completamente sonrojado por el calor.

— No los haré de nuevo entonces.

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