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05

Misuk

"No es pecar, es disfrutar"

Definitivamente algo estaba pasando. Algo entre el señor Jeon y yo no era normal, yo tampoco entendía porque seguía respondiendo a sus impulsos, ni porque obedecía sin ningún reparo a todo lo que él decía.

Me sentía como un robot, pero su voz era como si estuviera grabada en mi sistema y calificada como la que tenía que obedecer todo el tiempo. Me sentía rara, pero aún así... Me gustaba.

No era normal, pero tampoco le veía lo malo, muy en el fondo no se sentía malo.

Me había extrangulado la mano literalmente y yo no había hecho nada. Absolutamente nada.

Y ahora lo estaba acompañando a sabrá Dios donde. Estaba un poco nerviosa, no tenía idea a donde me podría llevar y eso me inquietaba, con un hombre como él nunca se sabía y había que estar a la defensiva por si acaso, pero para que mentirme a mi misma, no podía estar a la defensiva con él porque no era algo que me nacía, ya había demostrado que iba a cumplir al dedillo todo aquello que él dijera y yo me iba a dejar llevar.

Cuando estuvimos en su auto, él lado de piloto y yo de copiloto, sentí que el espacio era demasiado reducido para los dos, cuando el señor Jeon estaba demasiado cerca mi corazón comenzaba a sufrir, martilleaba en mi pecho con demasiada velocidad, las manos me sudaban y mis mejillas parecían querer explotar sin motivo alguno, me sentía intimidada, pequeña, desprotegida estando en su mismo ambiente, respirando el mismo aire que él.

—¿H-ha dónde iremos? —pregunté tratando de minimizar el incómodo ambiente que había entre los dos.

El señor Jeon sin mirarme sonrió y arrancó su auto. ¿Porqué era así conmigo? Es como si quisiera añadirle suspenso a todo y eso me inquietaba demasiado.

—Ya lo sabrás, solo espera un poco —contestó y yo no dije nada más.

Entre nosotros habían pocas palabras pero tampoco es como si me gustara entablar una conversación con él, cuando sabía que si comenzaba a hablar cualquier cosa con él terminaría soltando algún tema no apto para mí, al menos terminaría diciendo algo que a mí no me gustaría saber y tampoco del cual podría argumentar.

Nos quedamos en silencio durante todo el trayecto. Miré todo el rato por la ventanilla intentando concentrarme en otra cosa que no fuera el señor que tenía al lado.

Viendo las personas caminando por las aceras, o sentadas en los parques me hacía recordar mi familia, hacía rato que no hablaba con mamá, tampoco sabía cómo estar Minyoon, mi hermano menor, y de solo pensar en ellos se le comprimía el pecho y se me instalaban unas enormes ganas de llorar.

Necesitaba este trabajo, necesitaba sacar adelante a ambos, mamá me necesitaba, Minyoon me necesitaba aún más, no sabía cuánto podría resistir si yo no pagaba sus medicinas y el hospital.

Sin darme cuenta me encontraba llorando, a pesar de que Seúl era hermoso, a mi mente solo se me venían imágenes de mi mamá y mi hermano.

El señor Jeon se detuvo en un semáforo y me encogí más contra la ventanilla, no quería que me viera llorando.

—¿Pasa algo? —preguntó, a pesar de que parecía interesado en mi estado de ánimo, lo dijo demasiado seco, por lo que me obtuve a responderle y negué con la cabeza —¿Entonces porqué lloras? —siguió indagando —No me gustan las personas que lloran —añadió, yo me encogí de hombros porque no me importaba que no le gustaran, yo seguiría llorando porque era lo que sentía, y lo oí gruñir —Vale, podemos hablar, Misuk —su tono de voz cambió por completo.

—Yo no quiero hablar —me sequé las lágrimas y pegué más mi rostro a la ventanilla, estaba intentando no mirarlo, si no lo miraba a los ojos, no pasaría nada.

—Mírame —exigió y una se sus manos tocó mi rodilla.

Yo me exalté con su toque y lo miré quitando de paso su mano con una manotazo. Mala idea, mirarlo a los ojos era una muy mala idea, si me miraba así, era capaz de decirle incluso mi miedo incontrolable por las arañas.

—Así me gusta más —sonrió, pero no con aprecio, este hombre en sus ojos no sentía cariño ni compasión por nadie, todo lo hallaba como una diversión —Mira lo roja que tienes esa carita —me dejé manosear la cara cuando sus manos limpiaron por mi las lágrimas, me quedé quieta y lo miré.

Justo ahora, parecía una buena persona, una a la cual si podría cogerle afecto. Sus manos fueron suaves al limpiarme el rostro, su rostro incluso se relajó cuando lo dejé acercarse más, nuestros ojos se encontraron por segundos y me sonrió, me sonrió con...cariño.

—Puedes decirme lo que te pasa, Misuk, no te voy a tragar, no al menos de una manera fea —no entendí lo último pero tampoco le di mucha importancia, este señor Jeon si me agradaba.

Peinó mi cabello con sus dedos, acariciándome la coronilla, y con una de sus manos, colocó un mechón de mi cabello detrás de mí oreja, me sentí bien, demasiado bien justo en este momento, tal ves luego del cambio del semáforo volvería a hacer el mismo hombre raro, pero justo en este instante, me... Gustaba como era.

Acarició mi coronilla y me sentí flotar.

—Cuéntame, a ver.

—E-es que... E-extrano a m-mi familia, s-señor Jeon —dije, hipando aún por el llanto reciente.

—Entiendo, estoy seguro que sabrás de ellos pronto —me dijo, yo me mordí el labio y pude darme cuenta como el señor Jeon observó con intensidad ese gesto.

—En el c-convento había un t-teléfono en la oficina del p-padre Choi, si usted me prestara el suyo yo...

—Podrás llamarlos las veces que quieras dentro de un rato, solo espera a llegar a donde te llevaré —encerró mi rostro entre sus manos, se acercó demasiado a mi, su aliento a menta, casi recién de lavada su boca me hizo contener el aire.

Suspiró, cerró ojos como si se estuviera resistiendo a algo y se alejó de mi dejándome perpleja.

¿Qué acababa de pasar?

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¿El señor Jeon se estaba conteniendo de besarme? ¿Eso era lo que planeaba hacer cuando estábamos en el auto? ¿Y porqué yo me había quedado como tonta esperándolo? Me había dejado endulzar por sus caricias en el pelo, y su consolación ante mi llanto. Comenzaba a sentirme bien estando cerca de él, ni siquiera me había alterado, solo había sentido mi pulso dispararse y mis manos sudar.

Y con todo el rollo de cosas que había pasado, no había interpretado bien las palabras del señor Jeon antes. Había detenido el auto en una empresa de telefonía y me había arrastrado literalmente adentro, aunque no es como si yo pusiera mucha resistencia cuando me ordenaba algo.

—Buenos días, señor Jeon, un gusto verlo por aquí —una señorita demasiado pulcramente arreglada, falda de tubo y camisa elegante, además de que su cabello estaba perfectamente peinado en una coleta, nos recibió -o más bien recibió al señor Jeon- con una sonrisa enorme en su rostro.

El señor Jeon ni siquiera le hizo una seña de buena educación. Sin embargo, a mi la chica ni me miraba.

—Vengo en busca de un nuevo móvil —señaló él.

—Oh, ¿Se le averió el suyo? El plazo para cambiarlo aún está disponible para usted, aunque lleva poco tiempo con el último que compró aquí —añadió ella, se veía lo encantada que estaba de ver a mi jefe. No había que ser muy inteligente como para darse cuenta.

—No es para mí, es para ella —la mirada de la chica cambió de inmediato de él, hacía mi, y me sentí demasiado incómoda con su mirada seria de momento, no le caía bien, eso seguro —Quiero uno igual que el mío, pero de otro color —señaló.

—Enseguida —todo su encanto se vino abajo de momento.

Vaya, no había tenido ese poder de no agradarle a alguien nunca, siempre le agradaba a todo el mundo, pero estando con el señor Jeon al lado, creo que a la población femenina yo no le iba a caer muy bien.

—No tiene que comprarme nada, si fue por lo que le dije en el auto, no es problema, puede cobrarme el tiempo que me tarde hablando con el suyo, o descontarlo de lo que me pague, señor Jeon, no puedo aceptar un teléfono —reconocí aprovechando que estábamos solos.

—No te pedí autorización, Misuk, lo voy a comprar, y te lo voy a regalar, no he sido bueno contigo en estos días, y me acabas de decir que necesitas saber de tu familia, con un teléfono sabrás de ellos todos los días si quieres —dijo, inquebrantable.

—Pero es que no lo puedo aceptar, seguro vale muchísimo y me sentiría muy mal si dejara que usted gastase un dineral en algo para mí —intenté hacerle entender.

No estaba en mi aceptar, podía ver los precios de los teléfonos que habían en las estanterías de cristal, y valían lo que yo no tendría para pagar en meses de trabajo.

—Tómalo como regalo, Misuk, lo voy a comprar digas lo que digas, y lo cogerás si o sí, no hay devolución —concretó y yo suspiré rendida.

Vale, el padre Choi dice que había que ser agradecida con lo que brindaba la vida, tal ves esto no contaba como algo para la vida, pero iba a pensar que era para una buena causa, se lo devolvería como fuera, no sabía cómo, pero le devolvería el dinero de alguna manera, y en algún momento.

—Tenemos de estos colores del mismo modelo que el suyo —colocó varios teléfonos encima de la mesa de cristal la señorita.

—Escoge el que más te guste —me indicó a mi, yo me sonrojé ante la mirada de los dos encima de mi.

Miré los teléfonos y decidí irme por el blanco. El blanco representaba paz, tranquilidad, libertad.

—Listo, disfrute de su compra —pude ver lo forzada que le salió la sonrisa a la señorita —Y tenga buen día, señor Jeon —intenté mirar hacia otro lado, eso se sentía incómodo.

—Vamos —no le respondió a la chica y tomó el dorso de mi mano.

Me hizo agarrar la caja del teléfono con rapidez y salimos de allí enseguida.

Nunca había tenido un teléfono, en el convento no me lo podía permitir, el único que tenía era el padre Choi y porqué si lo necesitaba, sin embargo, yo nunca sentí la necesidad de tener uno. Pero teniéndolo ahora, imaginé las veces que podría llamar a mamá, o incluso poder hablar con Minyoon.

—Muchas gracias, señor Jeon, algún día le pagaré —dije una ves estuvimos dentro del auto una vez más. El soltó una risilla.

No contestó, y tampoco necesité respuesta de su parte. Le iba a agradecer este gesto toda la vida.

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—¿Qué hacemos aquí? —pregunté mirando la cantidad de ropa en los maniquíes.

—Voy a comprarte ropa, no me gusta la que usas, Misuk —me miró diciendo.

—¿Qué? —me exalté al instante —Yo no necesito ropa, uso esta ropa porque es la adecuada, no puedo usar ninguna de estas ropas que está aquí, además de que no podría aceptar más nada de usted —dije mientras lo seguía, este hombre no me escuchaba para nada.

—Eres mi empleada y quiero verte usando ropa que yo elija, así que te pondrás todo lo que compre —señaló demandante —¿Quedó claro? —me encaró.

A pesar de que no me había gritado, ni me había tratado mal, solo me estaba exigiendo, si vos, su rostro, tenía autoridad, y me hice pequeña, cerré mi boca y terminé asintiendo.

Dios, perdoname por usar este tipo de ropa, no soy yo, es quien la compra, me respetí en mi cabeza.

El señor Jeon exigió que me probaran vestidos de seda, con menos tela que que las que usaba de ropa interior, habían vestidos que a pesar de que eran elegantes no se usaban con sostén y de solo pensarlo me exaltaba. Jungkook pidió verme con una rojo, de tela brillante, sin sostén, daba por encima de mis rodillas y tenía un corte en el muslo derecho.

Me sentí muy avergonzada de llevar esto, no era correcto, tampoco adecuando. Este tipo de ropa no era para mi, sentía que andaba desnuda al caminar, incluso mis pezones se marcaban en la tela. Me dio mucha vergüenza salir y mostrarme de ese modo ante el señor Jeon.

En cuanto salí, sus ojos se centraron solo en mi, me sentí cohibida ante su mirada penetrante, me miró con intensidad, de arriba a bajo, mis mejillas parecían querer explotar. ¿Qué pasaba por la cabeza del señor Jeon al verme así? ¿Un trozo de carne? Por unos instantes, no me sentí nada bien, me temblaba todo y solo quería salir de allí.

—Y-Yo... No puedo usar esto —salí corriendo hacia el vestidor encerrándome allí.

Traté de controlar mi agitada respiración. No podía mirarme al espejo, esta ropa no era para personas como yo, Dios no me había enseñado a usar ropa para mostrar mi cuerpo. No era correcto.

Sentí la puerta ceder y me agité más al ver al señor Jeon entrar y cerrar la puerta detrás de mí, lo miré por el espejo y el igual me observó.

—¿Qué hace aquí? ¿No ve que es un vestidor de mujeres? —señalé, un poco cabreada de momento.

—El vestido se te ve estupendo —me dijo, dando unos pasos hacia mi. Yo estaba de espaldas a él.

—No quiero este tipo de ropa, no me la pondré, escucheme por una vez al menos, no me importa como se me vea, no me la pondré nunca, no es apropiada para mí —concreté con seguridad.

Lo sentí llegar hasta mi, mi espalda tocó su pecho y aún así, yo no hice nada. Ni cuando sus manos se colocaron en mis hombros.

—Mírate, Misuk, esa de ahí, también es Misuk, y se ve hermosa —cambié de mirarlo a él en el espejo para mirarme a mi misma.

Esa era...yo.

Ni siquiera me reconocía.

—Por usar un vestido bonito, no vas a dejar de ser tú, ni vas a dejar de creer en Dios, Misuk, eso se sigue llevando aquí, ¿No es así? —señaló mi corazón y yo me quedé muda —No es pecado si lo deseas, no es incorrecto si tú decides que es correcto para ti —su voz sonó de fondo.

Pude ver mis piernas descubiertas, mis hombros, mi cintura, me pude ver a mi, a una Misuk más... Hermosa, como decía el señor Jeon.

—Pero...

—Dios no te va a castigar por querer verte hermosa —sus manos descendieron por mis hombros, acariciando mis brazos en el proceso.

Sentí mis piernas fallar y mi pulso soltarse, el corazón parecía querer abandonar mi cuerpo y que le acariciara, mientras lo miraba en el espejo, se sintió demasiado bien. Una sonrisa apareció en su rostro, una que le cautivó, que me hizo cerrar los ojos cuando apartó mi cabello hacía un lado solo para susurrarme en el oído.

—No se llama pecar, se llama disfrutar —los vellos de mi cuerpo se erizaron al oírlo, su aliento me acarició la oreja y luego el cuello.

Cuando pensé que comenzaba a tocar algo más allá, cuando sus labios tocaron mínimamente mi piel, todo se desvaneció en cuestiones de segundos al separarse de mí por completo.

Sentí frío, y tuve que abrir los ojos, lo vi alejado, cerca de la puerta, y mis mejillas estaban al reventar. Su sonrisa triunfadora era digna de ver.

—Te espero afuera —añadió antes de salir.

No era pecar, era disfrutar.

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Holaaa! El capítulo llega con atraso pero aquí está.

Olvídense de los horarios, se supone que los hago para organizar más mi vida pero al final termino haciendo cualquier cosa. La cuestión es que he estado enferma, una de las razones por las que no actualizaba, pero hoy aproveché el turbo que le dio la canción que nos regaló los Bitis, por que la verdad es que Take Two es puro arte (reproducirla muchas veces o me enojo 😑), y pues hice un mega capítulo.

Bueno, este capítulo está lleno de cosas. Bastante cargadito de información, acercamientos y demás.

Solo pedirles que le dejen dicho en los comentarios que les pareció el capítulo, alguna teoría que tengan con respecto a lo que puede venir más adelante. Cualquier cosa.

Nos vemos pronto.

Lxs sarangheo❤️

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