04
Misuk
"¿Porqué?"
Si antes pensaba que el Señor Jeon era raro, ahora lo confirmaba.
¿Como era una correa de perros y no era para perros? No creía ni me imaginaba a una persona con algo así en el cuello, caminando a cuatro patas y comportándose como un animalito. No había manera de que eso fuera para una persona si no era para un perro. Tal vez el señor Jeon si que tuvo perros, a lo mejor se le murió y le tenía tanto cariño que le daba cosa admitirlo. Claro, debía de ser eso.
Lo peor es que aquello me tenía mareada cada vez que lo pensaba, y lo de la curiosidad aún más.
"—La curiosidad mató al gato, y tú tienes que ser una gatita buena y no ser tan curiosa —me quedé de piedra."
Eso había soñado bastante raro, nunca en mi vida me habían dicho cosa igual, de todos modos no había manera de que me lo dijeran, estaba todo el tiempo en el convento y no había compartido con ningún hombre a parte de Hyujin en el convento, y no se comparaba en lo absoluto, además, su mirada me intimidaba demasiado, me había dado cuenta de que no podía sostenerle la mirada por más de veinte segundos, era imposible.
Cuando lo intentaba la oscuridad que poseía en sus ojos parecía que te envolvía, llegaba un punto en el que no veías nada a tu alrededor que no fueran sus ojos, él.
Definitivamente el encierro me estaba afectando, en el convento conversaba con algunas monjas superiores que ya habían obtenido su voto, o con novicias que estaban esperando por obtenerla, además de que me pasaba parte del día ayudando al Padre Choi con sus cosas en la iglesia, también a veces me mandaba al pueblo cercano a buscar fruta y a acompañar a los cocineros a comprar comida. Donde se encontraba la iglesia no había casi ni desarrollo, uno vivía como a cien mil años luz y tampoco nunca necesité vivir en el desarrollo, ni mucho menos tener un móvil como todas las personas en la ciudad.
Quería volver por dos razones: una, era porque extraña mi lugar y a mi gente, dos, porque estar cerca del señor Jeon era demasiado incómodo y cada vez que se le acercaba sentía que algo malo iba a pasar.
¡Por el amor de Dios! Me dejé tocar en la espalda baja por él, ¡No debí de haberlo dejado hacer eso! Pero cuando sus manos me tocaron justo en ese lugar, fue como si me hubiera adormecido, me sentía esclava de sus palabras, algo que simplemente no podía explicar, pero era muy turbio, demasiado turbio siquiera pensarlo.
Se sintió... Agradable, pero luego se sintió raro.
En el resto del día lo evadí, no quise verlo, no podía verlo, me sentía raro si lo veía después de lo que había pasado, sin embargo, no podía evadirlo todo el tiempo, yo era su empleada, me pagaban por esto, y tenía que atenderlo bien.
Él se encontraba en el jardín fumando, porque se veía desde la cocina, que era donde yo estaba debido a las puertas de cristal, intenté no mirarlo mucho, porque cada ves que lo hacía casualmente él se encontraba mirándole, y eso solo hacía que me pusiera roja al punto de explorar y tan nerviosa que todo lo que hacía en la cocina me saliera mal. Era un desastre.
Había segundas intenciones en su mirada, ¡Claro que las había! Era monja, no tonta.
Pero había un simple problema, y era que él no iba a lograr lo que quería, porque claramente el amor al señor lo llevaba en la sangre, y eso no lo iba a dejar de lado así por así y menos por un hombre, aunque ese hombre me intimidara, o fuera la representación física de un Adonis hecho y derecho con su belleza natural, o si cada ves que me miraba mi corazón bombeaba con fuerza y pareciera que se me iba a salir del pecho, claro, estaba todo controlado.
—S-Señor Jeon, la cena ya está lista para usted —dije llamándolo desde adentro, él me miró unos segundos, le dio una última calada a su cigarrillo y lo soltó en el césped verde para aplastarlo con la punta de su zapato, expulsó el humo antes de entrar y el olor a cigarrillo fue una verdadera tortura cuando pasó a mí lado.
Aquello parecía que me iba a cortar la respiración en algún momento, respiré hondo y cerré las puertas de cristal para que el olor no entrara e intoxicara todo el lugar dentro.
El señor Jeon se sentó a la mesa y yo me dispuse a limpiar un poco la cocina.
—¿Tú no vas a comer nada? —me preguntó a mi espalda, yo me giré para verlo.
—Oh, no, yo cenaré más tarde, señor —respondí.
—De eso nada, prepara un lugar aquí en la mesa y cena conmigo —decretó.
—Señor Jeon, yo no...
—No te lo estoy preguntando Misuk, ni te estoy dando a escoger, yo soy el dueño aquí, y si te pido que cenes conmigo, tienes que cenar conmigo —señaló recio, yo me tragué mis palabras y asentí.
Una ves más, sentía que no podía negarle nada.
Me acomodé un lugar lo más lejos posible de él, me sentí incómoda cuando comenzamos a servirnos para cenar, no sabía ni como mirarlo, qué decir o cómo actuar, estaba paralizada. Cenamos en silencio y luego llevé todas las cosas sucias para lavarlas.
—Te ayudo —dijo a mi lado cuando cogí la esponja para limpiar los platos, él se remangó la camisa que traía hasta los codos para no mojarla, y no pude evitar mirar sus brazos tatuados.
Vale, tatuarse no era correcto si eras cristiano. Eso era un pecado, marcar tú piel estaba prohibido.
—No tiene que hacerlo —decreté.
—Pero yo quiero hacerlo —se encogió de hombros.
No sabía si él se sentía igual de incómoda que yo, pero yo definitivamente me sentía asfixiada ante su presencia, la claustrofóbia no resistía si él estaba cerca.
Mientras lavaba los platos y él los secaban, en una de esas, agarró mi mano, sosteniéndola entre una de las suyas, su mano era grande en comparación con la mía, no pude evitar mirarlo al sentir la fuerza con la que la sostenía, como si estuviera haciendo algo malo y él me estuviera reprochando por ello. Sus ojos me miraron fijamente.
Así de tan cerca era mucho más guapo.
No, no, no. ¿Qué estaba pasando? El no podía tener ningún efecto en mi más allá de laboralmente. ¿Pero porqué su mirada me ponía a temblar de manera descontrolada y mi respiración me comenzaba a fallar increíblemente?
Señor, perdóneme.
—¿Q-Qué hace? —pregunté agitada.
—¿Porqué no se niega a nada de lo que digo, Misuk? Se queda callada a pesar de que va contra su ética de monja buena —dijo, yo me quedé callada —Otra persona me contestaría, o se negaría a estar cerca de mí, pero tú, me obedeces demasiado fácil —giré mi rostro demasiado avergonzada.
¿Qué debería de contestarle si tenía toda la razón? Ni siquiera sabía porque lo seguía dejando agarrarme del brazo a pesar de que sabía que me dejaría marca por la fuerza que empleaba.
—Contestame, Misuk, ¿Qué te hace sentir que te hable de sexo duro, o que hayas encontrado una correa para perros sin yo tener perros, que te ordene y no me desobedezcas en lo absoluto, o que te agarre de tu brazo y a pesar de que lo esté estrangulando tú te mantengas a raya? Dime —ambos quedamos de frente al otro y aunque intenté mantenerme firme ante su mirada era imposible, tampoco hice el intento de soltarme de su agarre por más doloso que fuera.
Me pregunté a mi misma todo aquello qué el había dicho, qué me hacía sentir, porque realmente él tenía toda la razón, yo lo obedecía como si él tuviera algún tipo de poder sobre mi cuando no era cierto.
¿Porqué entonces?
—Respóndeme, Misuk —lo miré demasiado intimidada por su tamaño. Me sentía tan pequeña frente a él que no tenía explicación el porqué era de esa manera.
—El señor nos enseñó a hacer agradecidos, y obedecer a un superior —intenté decir la respuesta más lógica, pero en su cara vi que había sido la más estúpida.
Soltó una risa irónica y me soltó. Se estaba burlando de mi.
—Mañana me acompañarás a varios lugares, así que espero que estés despierta a las ocho —se dio la vuelta aún con esa sonrisa burlona, y se fue caminando.
¿Qué acababa de pasar?
Y...
¿Porqué seguía permitiendo este tipo de cosas?
══════◄••❀••►══════
Waaa actualización, porque tocaba.
Jsjsjs.
No tengo mucho que decir, solo que siento que está aburrido esto.
En fin. Déjenme dicho en los comentarios que les parece.
Lxs sarangheo ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro