Lo primero que pudo escuchar fueron algunas voces no muy claras provenientes de no muy lejos.

La primer cosa que él pudo divisar delante suyo fue una figura femenina junto a su sobrina, Mirabel, estando a punto de caer por las escaleras de la casa. Afortunadamente, él lograba sostenerla a tiempo y evitar la tragedia.

La escena siguiente fue con la misma chica sentada delante suyo, y junto a varios miembros de la familia. Ella le sonreía calidamente antes de centrar su atención en otra persona; Mirabel.

Lo que prosiguió fueron breves intercambios de palabras inaudibles, risas y algo de contacto físico poco intencional. Como el roce de sus hombros o el de sus manos.

La que pareció ser la última escena de su visión, fue a la misma jovencita y a el teniendo lo que parecía ser una discusión, que al poco tiempo fue silenciada por la muchacha que se le abalanzó por un beso. Marcando el inicio de lo profano.

La loza verde brillante se agrietó por la fuerza ejercida en la misma, luego su cuerpo se apoyó sobre esta, como si el evitara que alguien quisiera mirarla aunque estuviera solo en la habitación. Su corazón latía desbocado y un nada sutil rubor cubría su rostro, Bruno se tocó el pecho con fuerza, temiendo que su corazón escapara de su pecho debido a los fuertes latidos. Se sentía emocionado y extremadamente nervioso, pero también asustado.

Esto no le podía estar pasando.

Finalmente Bruno se había enamorado, lo cual podía ser visto como algo positivo, Alma siempre le dijo que el amor era algo bello y que, cuando lo encontrara, sería el hombre más felíz en el mundo.

Bruno le creyó luego de aceptar lo que sentía, pero el problema era la persona de la cual se había enamorado.

Desde la reconstrucción de Casita las cosas habían cambiado bastante en el Pueblo, la presión en la familia Madrigal había disminuido, Mirabel había dejado de ser menospreciada por su falta de don y había hecho nuevas amistades. Pero quien resaltaba era ella. La muchacha de su reciente visión.

La había conocido de lejos pero su nombre no se grabó en su cabeza, era una muchacha tímida, pero con un gran corazón y un comportamiento intachable. No había día que no se le viera rondando por la capilla del pueblo, rezando y ayudando a quien lo necesitara siempre que podía. Siempre siendo vista como una muchacha más que, a sus diesciséis años de edad era siempre el ejemplo para aquellos padres que buscaban controlar a sus rebeldes hijas. Ni qué decir de la familia Madrigal, ellos siempre la recibían gustosamente en casa cada que visitaba a Mirabel. Estaban contentos de que ella fuese amiga de una muchacha tan buena.

Ella trataba a todos de manera especial en Casita, incluyendolo a el, y fue eso mismo lo que causó esa repentina atracción hacia la joven. Ella era bondadosa, amable, y bonita.

Y ahora Bruno estaba allí, en su recamara, pensando en algo que le ayudara a eliminar sus sentimientos.

No podía decirle nada a nadie. Seguramente todos en la familia lo tacharían de depravado, el pueblo podría rechazarlo de nuevo, y esa muchacha sería mirada con malos ojos si los sentimientos del vidente salieran a la luz.

Bruno se relajó luego de un rato y, tomando una breve respiración, se dispuso a intentar descansar un rato. Debía pensar en como manejar la situación que se aproximaba.

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