01
Desde que era muy pequeño Sunghoon asistía a la iglesia junto a su madre, quien amaba todo lo que tenía que ver con Dios, los Santos y todo lo relacionado hacía la religión. A él jamás le gustó, pero por darle gusto a su progenitora no protestaba ante la idea de ella de ser un sacerdote sin siquiera imaginarse que su hijo era un ser "despreciable" ante Dios, según ella.
Pero Sunghoon siempre se preguntaba ¿Dios verdaderamente existe, o sólo era una estúpida idea humana? No lo sabía realmente, y suponía que jamás lo descubriría. A lo largo de los años Sunghoon se había dado cuenta que le atraían bastante los chicos, y eso era un gran pecado según la iglesia. Pero para él eran tonterías. Si se supone que Dios existía, amaría a todo ser humano sin importar sus errores y sus gustos. Nadie tenía el derecho de decidir sobre alguien más.
Pero así era la iglesia, un lugar lleno de hipócritas cristianos y Sunghoon lo había aprendido desde que comenzó a ser un sacerdote. Las mentes de la mayoría de todos que se confesaban ante él estaban tan podridas y llenas de ideas que para él eran bastante estúpidas y antiguas.
──Estuviste demasiado bien hijo, la ceremonia estuvo hermosa. Me siento muy orgullosa y afortunada que hayas elegido el camino de Dios...── Su madre lo saca de sus pensamientos y se dirige hacía ella con una pequeña sonrisa, bastante hipócrita a decir verdad.
──Me alegra tu felicidad madre, sabes que amo hacer esto──. Mentiras y más mentiras salían de su boca, más tarde se reiría de ellas en soledad.
── Lo sé, hijo, tú naciste para ésto, para nada más.
──Claro, madre, gracias a ti mi camino fue hacía el lugar correcto y jamás me arrepentiría de eso.
La charla se interrumpe gracias a que la puerta se abre, y por ella entra el Padre Hwan, un veterano que impartía misas antes que él. Pero por su vejez decidió ya no dar más.
──Buenas tardes hijos míos── Sunghoon y su madre hacen una reverencia ante el anciano──. Quiero felicitarte, hijo, la misa fue maravillosa, me siento muy satisfecho al saber que alguien cómo tú quedo a cargo de mi Iglesia.── los ojos del hombre destellan con felicidad, pero su corazón le decía que aquel chico no era feliz en ese lugar.
──Gracias, padre Hwan, me da gusto que se sienta satisfecho.
──Me gustaría hablar contigo, hijo ¿Se puede?
── Claro, padre...
La madre de Sunghoon se despide con una reverencia y sale del lugar cerrando la puerta tras ella.
── Quiero que seas honesto conmigo, hijo... ¿Eres feliz haciendo ésto?── la pregunta tomó por sorpresa al menor, quien con un poco de duda asintió con la cabeza.
── Claro que si padre, no comprendo la razón de su pregunta.
── Tus ojos no brillan al estar frente a Dios ni ante los cristianos. Notó que tu mirada es fría, pero tu sonrisa es cálida. Verdaderamente no puedo descifrar que es lo que sientes.── toma un largo suspiro y se sienta en uno de los bancos que están en la pequeña sala.── Dime la verdad, hijo, ¿Haces esto por alguien más, por tu madre acaso? Y no te preocupes por lo que digas, todo quedara bajo secreto de confesión.
Sunghoon lo piensa un instante y finalmente contesta── Si padre... Hago esto por mi madre, desdé que yo era muy pequeño su sueño siempre había sido que yo fuera un gran sacerdote. Lamento decirlo pero no soy feliz portando una sotana, mi felicidad es nula estando aquí. Todo es una mentira creada para que mi madre no me odie.
── Tú madre no es capaz de odiarte, hijo, ella es la persona que más te ama en este mundo.
── Usted no lo entiende, padre, ella es una persona controladora, idolatra de Dios y los Santos. Una fiel creyente de la Iglesia. Claro que odiaría que su único hijo, a quien enseño desdé pequeño a amar, respetar la Iglesia y sus creencias fuera una persona llena de pecados y acciones profanas. Y además de todo, que gusta de los hombres.
Un silencio inunda el lugar, el padre Hwan no sabía que decir, las palabras del menor eran fuertes para él ya que conocía a la Señora Park desdé pequeño, jamás pensó que fuera de esa manera con su hijo, y mucho menos que el menor gustaba de los hombres. Eso era un pecado ante la Iglesia, y más si venía de un sacerdote. Pero él era un persona comprensiva y respetaba los pensamientos de los demás, Dios no lo hizo para juzgar, y sin duda no juzgaría al menor.
No sabiendo que puso su felicidad a lo último solo por complacer a su madre.
── Lo siento si lo decepcioné, padre... Pero así me siento y me sentía demasiado asficciado conteniendo esta verdad en mi pecho. Y créame que una parte de mi se sintió liberada.
── No, hijo, créeme que no estoy decepcionado de ti, al contrario, me siento demasiado triste al saber por que tomaste el camino de sacerdote, si me hubieras dicho antes yo pude haber intervenido en esa decisión.
──No se preocupe, padre, ya estoy aquí, y mi destino es resignarme.
── Espero que tomes las decisiones correctas hijo mío, Que Dios guíe tu camino.
──Claro padre, que así sea...
Las luces del lugar alumbraban el centro de la pista dónde se encontraba un lindo chico bailando al son de la música. Sunghoon sin duda alguna lo haría suyo esa noche, a su mente le encantaba la idea de profanar con él, y claro: con su cuerpo...
El Padre Hwan le dijo que siguiera el camino que Dios le diera, y ese camino fue elegido. Ríe con burla y toma un shot de tequila y procede a acercarse un poco más a la pista de baile dónde se encontraba aquel lindo y sexy ser.
¿Qué pensaría su religiosa madre al verlo ahí? Seguro se infartaría solo de pensarlo. Era un lugar dónde inundaba el pecado, dónde todos aquellos que pisarán el lugar automáticamente caían en tentaciones.
Dulces tentaciones andantes como el cuerpo de la persona frente a él.
Lo único que agradecía Sunghoon de la Iglesia era que dejaba bastante dinero y podía darse el lujo de pagar por aquel chico.
Camina hacia dónde le indicaron estaban el camerino del bailarín estrella, al estar frente a la puerta alguien lo detiene.
── Para entrar ahí tienes que pagar una cuota bastante alta.── Dice el robusto hombre frente a él, Sunghoon lo observa con cinismo.
── No te preocupes por eso, daría lo que sea por estar con ese chico...── Sunghoon le entrega una razonable cantidad de dinero al tipo y esté sonríe.
── Solo debes de saber algo──. El hombre lo abraza por los hombros y procede a decir.── Tú no lo eliges, el que elige es él, y si él decide pasar de ti, ni por toda la cantidad de dinero que des podrás tenerlo...
── No te preocupes por eso... Yo soy bastante persuasivo, y él será mío...
El hombre ríe y finalmente de va. Sunghoon entra al camerino de "Shim Jaeyun" sabía que ese era su nombre ya que la puerta tenía una placa color dorada con su nombre. Al entrar observa lo bonito que es el lugar, las tonalidades rojas resaltando junto al color negro y dorado. A su costado se encontraban bastantes vestuarios colgados, sin duda le encantaría verle puestos todos. Toma asiento en un sillón rojo que está frente a la puerta a espera del hermoso chico.
Jaeyun termina de bailar y rápidamente sale de la pista, estaba demasiado cansado y ya quería ir a casa a descansar, había tenido un día algo ajetreado. Pero sus inmensas ganas de follar también estaban presentes y ninguno de los hombres que se encontraban ahí llamaban su atención, la mayoría sobrepasaba los 40 y a decir verdad no le gustaban los veteranos.
── Oye Shim, tienes una visita en tu camerino.──Jaeyun frunce el seño en señal de molestia.
── De seguro es un viejo, ya te he dicho que me preguntes antes de meter a alguien a mi camerino, Choi, sabes que odio que lo hagas sin mi consentimiento.
Choi ríe y niega con la cabeza.
──Te sorprenderías si lo vieras, Shim, sé que te gustará.
Sin más que decir se va y Jaeyun toma camino hacia su camerino, odiaba que Choi hiciera eso, siempre estafaba a los señores, ya qué les cobraba bastante dinero y Jaeyun terminaba por echarlos. Al abrir la puerta ya estaba listo para echar a la persona que estuviese ahí pero se queda mudo ante el bello chico que estaba sentado en su sillón.
Era jodidamente sexy, todo un Dios...
Su cabello era negro, la vestimenta que adornaba su cuerpo lo hacía lucir demasiado irresistible, la camisa negra que portaba esta un poco abierta dando vista hacia su trabajado pecho y las mangas remangadas a sus codos. Y junto a todo eso una sonrisa demasiado sensual para él.
¿Acaso era un regalo de Choi?
── Hola, lindo... Estuve esperándote un buen rato.── Jaeyun juraba que se podía correr con tan solo escuchar la caliente voz de aquel desconocido.
Joder, era demasiado hermoso para ser real.
──Hola... ¿A que se debe tu visita?.── pregunta con falso desinterés.
Sunghoon se levanta de su lugar y camina hacia a él a pasos lentos, Jaeyun retrocede hasta chocar con la puerta. La cuál termina de cerrarse.
── Estoy aquí porque te deseo... Deseo profanar con tu cuerpo, bonito, ¿Podría? ─. El más bajo pasa saliva y juraba que jamás se había puesto nervioso por ningún hombre, siempre era todo lo contrario, él ponía nervioso a los demás. Pero el cuerpo de ese desconocido imponía tanta presencia que su cuerpo se sentía demasiado sumiso por él.
── Mmg, supongo que sabes que yo soy el que elige, no tú... Me gusta que preguntes, educado ante todo.──sus alientos chocaban y sus narices casi juntas hacía que el momento fuera un poco tenso, la tensión sexual podía percibirse. Sus miradas estaban fijas una con la otra, y Jaeyun podía notar completo deseo en esa mirada.
── Créeme que lo sé, pero como le dije a tu amigo o lo que sea que sea tuyo, soy demasiado persistente, y no me iré de aquí hasta hacerte mío...
Un escalofrío recorre el cuerpo de Jaeyun y un vacío inexplicable interfiere en él cuando el pelinegro se aleja de él.
──No me meto con cualquiera...
──Yo no soy cualquiera, créeme, te sorprenderías al saber quien soy, y que mi presencia pone a cualquiera de rodillas, y tú no lo estarás precisamente para darme un padre nuestro.
Jaeyun no lograba decifrar las palabras del otro, era un poco extraño. ¿Un padre nuestro? ¿Que demonios trataba de decirle?
──No logro comprenderte...
──No necesitas comprenderlo, solo quiero tu aprobación para tocarte, hacerte mío y hundirnos en el maravilloso pecado de ser profanos.── En verdad que Jaeyun estaba demasiado confundido, pero cualquier pregunta que su cerebro estuviese procesando se fue al instante en qué los labios ajenos chocaron con los suyos en un beso fugaz. Une beso que sabía demasiado bien a decir verdad.
Se deja llevar por él y sus labios los cuales le pedían a gritos recorrer su cuerpo, tomarlo cómo suyo.
Jaeyun mando a la mierda cualquier pensamiento de decencia, lo quería, quería que él lo tomara y lo follara hasta el cansancio.
──Por cierto, mi nombre es Sunghoon, un placer.── y después de decir aquello, una vez más sus labios se juntaron en un beso apasionado. Las manos de Sunghoon se paseaban por su cuerpo, posando por último en sus nalgas, las cuales aprieta con fuerza haciendo que un gemido saliera de su boca.
Sunghoon retrocede hasta chocar con el sillón y finalmente sentarse, Jaeyun no lo piensa más y finalmente se arrodilla ante él, con movimientos sumamente lentos tortura el pelinegro, haciéndolo soltar un sonido de desesperación por su tacto. Jaeyun sonríe y desabotona el pantalón de Sunghoon, después procede a bajar los bóxers color blanco y la erección del pelinegro sale a la luz. Jaeyun relame sus labios y mete el gran pedazo de carne a su boca, chupando lo más que puede, con su lengua recorre toda la extensión hasta llegar a la punta, donde succiona un poco haciendo que Sunghoon suelte un gemido ronco.
──Te ves tan hermoso chupándome la pija...── Jaeyun sonríe y sigue con su tarea de darle placer a Sunghoon, metiendolo hasta que chocará con su garganta. Los chasquidos que hacía su boca eran demasiado excitantes y calientes para Sunghoon, la boca de Jaeyun era demasiado buena y sabía lo que hacía.
La mano derecha de Sunghoon se posiciona en los cabellos de Jaeyun y lo empuja más hacia él mientras alza un poco sus caderas con cada movimiento, sintiéndose desesperado por el tacto. Jaeyun no se quejaba, al contrario, disfrutaba ver los gestos de Sunghoon, su pene ya estaba demasiado duro y llegaba a dolerle con tan solo ver los gestos del pelinegro. Anhelaba ser penetrado por el contrario.
Espasmos recorrían el cuerpo de Sunghoon al sentir que se correría, el placer estaba en todo su cuerpo, el éxtasis recorría sus venas, se sentía demasiado bien. Unas cuántas embestidas más a la boca de Jaeyun fueron suficientes para que el semen saliera de su pene, siendo tragado por Jaeyun, quien lo tomo todo con su boca, pero un poco de líquido comenzó a escaparse chorriandose por su barbilla hasta llegar a su cuello. Fascinante.
── Eres espectacular, pero ahora es tu turno de disfrutar y mi turno de disfrutarte.── Sunghoon se levanta y toma las manos de Jaeyun para que se levantará, se adueña de sus labios los cuales saben a él, pero no le importaba en lo más mínimo.
Comienza por sacar la ropa de su chico hasta dejarlo totalmente desnudo, relame sus labios ante la vista y Jaeyun se siente dichoso de ser visto como lo miraba Sunghoon, se sentía bastante deseado y le encantaba. El más alto procede a quitar su ropa ante la atenta mirada de Jaeyun, quien lo miraba de pies a cabeza.
Jaeyun soltaba gemidos fuertes, la lengua de Sunghoon era jodidamente buena, estaba tibia y lo penetraba con gusto. Se sentía perdido, ese chico lo dejaría totalmente enloquecido.
No lo sabía, pero rogaba por que se quedara por siempre y lo hiciera perderse en el deseo por el resto de su maldita vida.
La lengua de Sunghoon seguía en su interior haciendo un maravilloso trabajo, pero sin duda alguna su cuerpo se retorció al sentir un primer dedo entrar, abriéndose espacio en él, llegando a un punto que lo hacía perder la cabeza.
──A-ah... Sunghoon...── los suspiros salían de su boca, tanto que no podía formular palabras. ¿Acaso Sunghoon tenía un pacto con el diablo para follar malditamente bien?
──Date la vuelta.── Habla con voz autoritaria y Jaeyun hace caso de inmediato. Toma el condón que había dejado sobre la mesa y lo abre para ponérselo ante la mirada de Jaeyun. Después de eso Sunghoon toma su muslo derecho y procede a levantar su pierna. Gracias a que Jaeyun era un poco más bajo, le resultaba más fácil penetrarlo de esa manera. Alínea su pene a la entrada de Jaeyun y finalmente lo penetra. Ambos sueltan un sonido de satisfacción.
Las manos de Jaeyun aprietan con fuerza los hombros de Sunghoon y esté comienza a penetrarlo con rudeza haciendo que sus pieles crearan un sonido sordo en la habitación. Sunghoon lo embestía, con coraje sacando todos sus problemas. Y por otra parte Jaeyun desquitaba su estrés y se perdía en el cuerpo de aquel desconocido llamado Sunghoon.
La puerta sonaba al ritmo de las embestidas que el pelinegro le daba, y estaba seguro que Choi lo estaba escuchando, pero le valía una mierda. Estaba disfrutando de un buen polvo como nunca antes lo había hecho.
Jaeyun une sus labios a los contrarios, y es recibido con gusto, ambos comienzan a devorarse la boca mientras Sunghoon no dejaba de embestirlo. Los gemidos de ambos eran callados por sus bocas, la otra mano de Sunghoon se dirigió al otro muslo de Jaeyun y finalmente lo carga por completo. El mas bajo recarga su cabeza en la puerta y siente como su entrada se contrae y Sunghoon lo siente aún más estrecho. Jaeyun siente el cosquilleo en su estómago que le advierte que ya estaba a punto de venirse, y así fue, se corre en su abdomen y siente cómo su cuerpo se desploma. Por su parte Sunghoon gime y lo embiste con más fuerza hasta finalmente correrse dentro del condón.
Sus respiraciones eran agitadas, mientras Sunghoon recargaba su cabeza en el pecho del más bajo. Cuando sus respiraciones se regulan un poco Sunghoon saca su miembro de la entrada de Jaeyun y este gime por la incomodidad.
── Sinceramente no sé, que decir, sólo que fue estupendo, valió totalmente la pena esperarte.── habla primero el pelinegro.
── Créeme, fuiste el mejor polvo de mi vida.── Ambos ríen y comienzan a vestirse en silencio.── ¿Te volveré a ver?
Sunghoon lo observa y una sonrisa burlona aparece en sus labios.
── Claro, cariño, cuándo gustes puedes ir a visitarme.── Le guiña un ojo y saca una pequeña tarjeta en la cuál venía su dirección. Sale de ahí y Jaeyun suspira satisfecho. Leé la tarjeta que le dió Sunghoon y no puede evitar soltar una gran carcajada.
── Jodido padrecito... ── dice aún riendo──. No sabía que los sacerdotes follaban tan bien. Pronto lo visitaré para una larga confesión.
Y así sería, Jaeyun tenía uno que otro pecado que confesar...
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