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Capítulo 9.

Hi~ Despúes de un hiatus de una semana porque no aguanto sin hacer spam más que eso, volvimos justo para retomar uno de los arcos que nos quedo en unholy, chiquillos, recuerden todas las advertencias del au, esta cosa es oscura y violenta, ahorrense malos ratos sino toleran o prefieren cierto contenido, ojito. Pero, se vienen cosillas en este perfil.

Espero que les guste.

Eiji se encoge al costado del rosal, su mirada pende desde las arboledas cuyas hojas son un bastidor de esmeraldas entretejidas a topacios cobrizos hacia los nidos alineados con tanto garbo que incluso llegan a parecer parte de un esbozo más que la naturaleza, está atrapado en un cuadro de óleo, aun si nunca se consideró digno o remotamente atractivo para ser partícipe del arte...la mirada caramelo navega hacia los pliegues de su kimono, es una tela dorada y tan refinada que luce como una cascada de oro líquido con cada movimiento que da en su jardín, es una extensión de su cuerpo hecha a base de seda, diamantes y cristales tan refinados que no consigue pronunciar, hay un broche con la forma de una orquídea acomodándole un mechón atrás de la oreja, es blanca porque simboliza "inocencia" y eso es un chiste, pero se ve digno del linaje del emperador.

Digno de un amante.

El amante de Ash.

A pesar de todo...

¿Entiendes por qué nunca podría tomarte a ti?

A pesar de todo.

Porque eres libre y no puedo arrebatarte esa libertad.

Eiji suspira e intenta contener las lágrimas acumulándose en sus ojos, sabe que debería sentirse muy afortunado, salió intacto del palacio de los Lee y pudo retornar a los brazos de Aslan pese a la casta turbadora que lo caracteriza, pero ser usado de esta manera y entender lo que implica ser su amante es cruel, es tan cruel que provoca que su corazón se nuble de dolor. Se limpia el llanto contenido en las mangas del kimono, sonríe reparando en lo mucho que extraña a Yut-Lung y a Sing, sonríe mucho más al comprender lo traumatizado que debe estar para que sus vínculos broten en el maltrato pero no es como si conociera más de todas maneras.

Está solo.

Está solo y se siente usado, pero así es su realidad ¿cierto? Nació beta y por eso no puede pedir más.

Eiji mira a un pajarillo posarse en su sandalia de madera, lo ve extender sus alas igual que un capullo en plena primavera, lo mira restregarse el pico con la cumbre de sus pétalos fuliginosos, lo vislumbra extender como si fuera una fuerza sobrenatural sus costados, prepararse para el vuelo, bambolearse como si se estuviera dando impulso para alzar un horrible grito de dolor y caer de bruces a la granita.

—Estás herido.

Tiene un ala quebrada.

—Skip amaría cuidarte. —Entonces le musita al pajarillo, teme que al acercarse le infunda terror por su corazoncito aterrorizado y por eso, permanece quieto—. Te pondría un nombre.

El pajarito mueve sus alas, casi como si le entendiera.

—Probablemente hasta te construiría un nido, te caería bien. —Vaga ahogándose dentro de sus ojos con un iris tan fosco que es imposible de distinguir del resto de la pupila—. Y ahora también tenemos un perrito pero no tiene nombre, Skip dijo que esperaría a mi regreso para ponérselo.

El pajarito trina.

—¿Qué pasa? —Eiji sonríe y duele sonreír tan herido—. ¿También quieres que te ponga un nombre?

Trina. Trina. Trina.

Agita sus alitas.

—Lo tomaré como un sí.

Entonces Eiji se inclina para tocarlo con la misma gracilidad que usa para manejar la katana, el pájaro al inicio impresiona desconfiar e incluso extiende sus alas para volar, sin embargo tiene un ala medio arrancada, por ende, cae de bruces contra el pasto, sabe que se está proyectando en dicha fragilidad y aun así, no puede evitar arrodillarse con la respiración errática para acunarlo y construirle un hogar entre sus dos palmas, el ave tiene las plumas tan oscuras como tinta fresca y a la vez son esponjadas.

—No sabía que las aves podían ser esponjosas. —Ríe y jura que está haciendo un berrinche al picarle los dedos—. Eres orgulloso, si fueras dorado te llamaría Ash sin duda alguna.

Al parecer la idea no le gusta puesto que lo muerde.

—¡Oye!

Lo ha amurrado.

—¡Ashie sería un grandioso nombre para ti!

El ave se queda amurrada entre sus palmas, moviendo su alita como si pudiera regenerarse de forma espontánea.

Pero no lo hace.

—No te preocupes. —Eiji lo deja en el piso—. Yo también estoy herido y no solo hablo de mi corazón, sino que también tengo una alita quebrada.

Y a pesar de eso, se las arregló para ser maestro de katana o al menos...fingirlo durante varios meses.

Ahora es un amante.

—Hasta que finalmente enloqueciste.

—Arthur.

El beta se le acerca con pasos firmes, sus manos se encuentran dentro de sus bolsillos, no viste aquel uniforme de caballero que el emperador les hace portar, sino que trae un kimono sencillo con suelas de madera, algo de esa imagen lo hace ver más aproximable y menos intimidante. Pero Eiji desconfía de Arthur. Arthur estuvo ahí durante lo ocurrido con Dino. Antes de que Yue lo salvara. Vio la tortura, la humillación y eso le da una sensación de vulnerabilidad que lo hace temblar a su lado y no se trata de que todos en la residencia de los Callenreese lo hayan visto desnudo o lo hayan lastimado cuando tuvieron la chance, así son las cosas en este mundo para los betas, así es su realidad.

Pero le dolió la complicidad no dada, Arthur también es un beta y debería comprender su impotencia sangrante cuando Dino lo tocó, ante la mirada lasciva de Jim o de los otros nobles, pero fue cómplice del maltrato vivenciado, claro, Arthur es inteligente y no habría arriesgado su posición por un animal callejero que tuvo suerte de ser rescatado por la bondad de Ash. Aún así...Ni siquiera es la peor parte de lo que ocurrió. Lo peor fue estar desnudo dado su lugar en la cadena alimenticia y aún así, codiciar que el alfa lo salvara.

Lo abrazara. Lo sostuviera.

Lo amara.

Ja.

Vaya juego retorcido.

—Intenta no matarme con la mirada ¿quieres? —El pajarito se esconde detrás de una planta—. Oye.

—No le agradas. —Eiji entrecierra los ojos en una defensa—. Y no lo culpo, a mí tampoco me agradas porque eres un cínico que trabaja para su conveniencia.

—Vaya forma de iniciar una amistad. —El beta suspira, tirándose el cabello—. Escucha, samurai boy.

—No quiero ser tu amigo y no quiero que me llames así.

—¿Podrías comportarte acorde a tu edad y dejar de hacer un berrinche?

—No.

—¿Qué diablos te vieron Lynx y el emperador?

—Si no te gusto, déjame solo.

—No puedo dejarte solo.

—¿Por qué?

—Porque sé lo que te espera como amante de Ash. —Eiji se calla—. Por eso...no puedo abandonarte.

Silencio.

Eiji no sabe qué responder o cómo procesar esta repentina muestra de empatía porque en esta clase de mundo no existe tiempo para empatizar, así que quedan sumidos en un profundo silencio que se rompe únicamente por la orquesta de la brizna y los quejidos del pájaro, tiene que mantenerse fuera de lo que significa su nuevo rol, si ve lo verdaderamente duro que será se desmoronará y esto podría arrastrarlo incluso a colgarse de un árbol, no desea eso, no puede tolerar el sufrimiento del que será blanco luego de la ceremonia de esta tarde. Así que se disocia y disocia.

Así lo hacen quiénes carecen de recursos para sanar sus vivencias: o se meten en el trauma y al verse escasos de recursos eso los mata o siguen funcionando en su mente de teflón hasta que las dolencias sean tan vastas, extensas e imposibles de ignorar, que se los coman. Para Eiji empatizar con el propio Eiji lo matará, así que no empatiza. Sobrevive. La empatía es un lujo igual que los otros sentimientos.

—Tenía una hermanita. —Pero Arthur no parece tan de acuerdo con esa idea—. Ash gustaba de ella y se le notaba, nunca llegaron a nada, siempre fue consciente de su compromiso con los Lee pero al ser una beta la confundieron con su amante.

—No lo sabía. —De repente, sus muros se craquelan, Eiji no sabe si es porque piensa en Akira o ante el mero cansancio.

—No suelo hablar de ella. —Arthur impresiona diferente, hay dolor escaldando su iris azulado y esto lo lleva a cuestionarse si la razón por la que intentó matarlo durante su primer encuentro será simple desquite o esconderá un trasfondo tan crudo que la única manera de sobrellevarlo es ser una bestia.

—Oh.

—No era la amante de Ash, pero la trataron como tal, todos ellos, cada uno de esos cerdos grotescos incluyendo a Dino y a Jim y ella... —El rubio tensa la mandíbula con tanta fiereza que le rechina como si la hubiera descompuesto, sus nudillos tiritan en sus rodillas en un terremoto—. Al final la mataron.

—Lo siento. —Pero eso no arregla nada ¿verdad?

—La violaron en una fiesta, no era la primera vez pero ella... y las vidas de los betas no valen, así que nadie pagó las consecuencias, desde ese día odio a Ash con toda mi alma.

—No fue su culpa.

—Pero él tampoco hizo nada.

—Arthur.

—Él tampoco hizo más que mirar.

Igual que yo.

De repente, pasa. Cobrizo se entrelaza con azulado y consiguen empatizar ya que a fin de cuentas si pretende defender a Ash apelando a su fragilidad y al papel que satisface a raíz de su apellido precisa ser coherente y aplicar el mismo criterio para Arthur o para sí mismo ¿cuántas veces Eiji vio violencia que quiso detener pero al final no hizo nada?, ¿a cuántos de los suyos ignoró para mantener el hogar que tenían de refugiados?, ¿a cuántos niños les negó comida para alimentar a Akira? Arthur también es un beta y por ende poseen las mismas luchas. No iba a arriesgar su vida por un extraño. Está bien. Al final ser un beta se resta entre elegir ser altruista a costa de la propia integridad o actuar "egoísta" al hacer la vista ciega.

—Seguramente estuviste asustado con lo ocurrido, debió ser duro verme actuar tan imprudente por el maltrato que sufrió Skip y faltarle el respeto a los nobles sin poder hacer nada ¿cierto? Comprendo lo difícil que es ser cómplice a la fuerza.

—Lo siento por no hacer nada. —Entonces es sincero—. ¡Quería hacer algo! Pero te metiste con dos de los alfas más poderosos que existen en el reino, me acobardé, no pude soportar un nuevo castigo.

—Está bien. —Eiji es suave, no puede evitarlo—. Lo entiendo.

—Y ahora eres su amante.

—Sí. —Sonríe con tristeza—. O lo seré a partir de esta noche.

—Eiji Okumura. —Arthur se pone de pie, el ocaso violeta envuelve toda la residencia en salpicaduras vibrantes de granadina que se confunden con nubes de pelusa dando una sensación de obra de arte, de la clase de arte que Ibe amaba y ya no puede ver en vida—. He venido a ti y no porque me gustaría ser tu amigo sino que necesito algo de ti.

—No hay nada que te pueda dar. —No hay nada que tenga.

—Lo tienes.

Arthur se acomoda enfrente, se arrodilla, Eiji pierde su respiración, nunca habría tenido la intrepidez para siquiera imaginar que alguien se postraría enfrente porque toda su maldita vida ha tenido aquel rol de inferior, ese que debe disculparse por su naturaleza y arrodillarse y postrar la frente en el piso y mostrar la espalda desnuda para los azotes y besar la mierda de las castas superiores como si fuera su culpa ser un beta y tuviera que vivir con los ojos enterrados como castigo dada su mera existencia.

Pero acá Arthur no solo lo está reconociendo como un igual pese a su condición de amante sino que al arrodillarse lo reconoce como superior.

—Eiji Okumura. —Repite—. Desde hoy prometo servirte como tu caballero.

Pasa un latido.

Pasan dos.

Tres.

—Pero a cambio, deseo redención por mis pecados anteriores, quiero redención por mi...hermanita.

—No creo poderte otorgar eso. —Eiji se para, sacude su kimono dorado mientras siente a las arrugas deshacerse bajo sus yemas como si estuvieran hechas de brizna—. Pero prometo intentarlo, por eso te ofrezco mi compañía en este viaje.

—Eiji.

—Claro, si eso es suficiente. —El nipón le ofrece una mano.

—Es un trato justo para mí.

Arthur se la da.

Necesitará aliados si pretende vivir como un amante.

—Ahora, vamos. —El beta se para lentamente—. La ceremonia pronto comenzará, Ash debe anhelar tu compañía antes de que eso suceda.

Traga duro.

Van.

Ash lo está esperando en sus aposentos, con una voz áspera de témpano inclemente le ordena a sus guardias que los dejen a solas, no dudan en obedecer, después de todo es el alfa del emperador. Su mirada es pétrea y espesa, Eiji la concibe más endurecida como si cada alma que hubiera tomado al filo de su espada en la guerra creara una gruesa capa de cristal que impidiera ver esos jades genuinos pero es solo su impresión. Y es tonta. E ingenua. E insignificante. Y Aslan luce despampanante dentro de su traje ceremonial, viste cuero y oro y otros metales preciosos que lo hacen ver duro no obstante dicha dureza no tarda en ablandarse y hacerlo pedazos cuando se encuentra con su mirada de gacela en la oscuridad.

—Eiji.

Pronuncia su nombre con tanta devoción.

Una plegaria. Un canto. Un hechizo.

—Eiji, Eiji, Eiji.

—¡Ash!

Finalmente corre hacia sus brazos y lo estrecha entre agonía, no tiene derecho a tocarlo (menos tras lo vivenciado con Yut-Lung) pero hunde su rostro en su fornido pecho, lo sostiene, lo delinea, respira su aroma a sudor, cuero y esa esencia que tanto clamó en las noches bajo las caricias del emperador, bebe de su piel hermosa como el mármol pero calentita, aprieta sus párpados, por un solo momento se permite fantasear con que esta será una ceremonia nupcial en vez de una humillación frente cada noble, no ayuda que las manos del alfa lo sostengan con semejante delicadeza ni le presione su boca encima de sus cabellos entintados o le musite palabras tan gentiles. Que lo llame así. E-Eiji. Y lo mata que lo haga. Porque acá Eiji lo acepta completamente.

Está enamorado de Ash.

Está tonta, desquiciada y perdidamente enamorado de Aslan.

Pero Ash lo hizo su amante y por eso... nunca podría funcionar.

—Estás a salvo.

Los dedos del lince se detienen sobre su nuca, la marca de Yut-Lung está grabada a carne en su piel.

—Él te lastimó.

—Él me salvó. —Lo sostiene—. Sino fuera por Yue yo estaría...

—¿Yue?

—El emperador, lo lamento. —Baja la cabeza, recuerda su lugar, se aparta—. Es cierto, ahora tú eres una persona diferente.

—Soy el mismo de antes.

—Pero tu posición es distinta ante los ojos de los demás. —Los ojos le punzan y los hombros le pesan con tanta fuerza que incluso las paredes se hacen pequeñas tras cada respiración—. Además, incluso si ahora me presentaras como tu amante... de todas formas tendrás que conseguir a una omega que te pueda dar un hijo, tú me lo dijiste antes de partir.

—Lo sé. —Ash lo mira con sus ojos tristes—. Lo siento.

—Yo también lo siento.

Porque estoy enamorado.

Soy indigno de amarte.

¿Pero qué puede hacer con sus sentimientos?

Nada.

Lo que está pasando es mucho más grande que el propio Eiji o el rencor acumulado que hierve como una olla rota a presión, conoció a los otros herederos, fue torturado, violentado y traumatizado bajo la mano del propio Hua-Lung, aun así fue mucho más crudo ver cómo denigraban a Yut-Lung, a aquel omega que fue elegido por su propio padre para gobernar si podía continuar por el linaje, si animales como los Lee, Dino y Jim tienen todo el control de la nación será un infierno peor pero todavía queda esperanza si Ash y Yut-Lung gobiernan. Es una cosa mayor.

Además, Ash es fuerte, noble y luminoso.

Su belleza fiera hace que sea incapaz de contemplarlo sin esa punzada de dolor, por eso no se explica sus razones para elegirlo como su amante si podría tener a cualquiera y Eiji es menos que cualquiera.

—Dijiste que nunca me harías tu amante. —No es reproche lo que sangra en la voz del beta, es ansia para lograr una profunda comprensión—. ¿Qué te hizo cambiar de parecer?

—No podía dejarte en la mansión de los Lee.

—Ash.

—No podía dejarte con mi esposo.

Ash toca su marca una y otra vez.

Perdón.

—Estarás más seguro a mi lado. —Entonces le asegura con una determinación que solo Ash Lynx es capaz de transmitirle—. Te protegeré, aun si te he colocado en una posición ardua y desagradable, me aseguraré de darte la vida más cómoda que pueda a mi lado.

—No quiero una vida cómoda.

«Con solo una vida a tu lado me conformaría», no le dice.

—Nadie que no sea yo te pondrá una mano encima, además llegaste aquí para ser mi instructor, fue por mi descuido que terminaste atrapado en este lío. Y me haré responsable, tienes mi palabra.

—Ash.

—Pero será duro. —Traga—. Puede ser duro para ti.

—¿En qué sentido? —De repente, la temperatura del cuarto ha descendido a miles de grados debajo del punto de congelación y siente que su alma se craquela por el frío—. Me estás asustando. —Y Eiji espera palabras reconfortantes luego de este comentario, que lo calme y serene. No lo hace.

—Tendré que tomarte frente a todos en la ceremonia de ahora. —Eiji abre los ojos de golpe, aunque sabía lo que le esperaba a causa de los rumores no creía que empezaría con semejante despojo pero eso es lo que divierte a los nobles, reafirmar su poder sobre los más desvalidos—. Para que el mundo te reconozca como mi amante debo hacerlo, es una tradición denigrante, yo...

Sus ojos verdes se atiborran de lágrimas.

—Lo siento Eiji. —Lo estrecha contra su pecho una vez más—. Lo siento tanto, perdóname, no quería que pasaras por esto. —Pero me hiciste tu amante de todas maneras sabiendo que pasaría y lo peor es que creo que no me importa, mientras seas tú no me importaría—. Lo siento por meterte en esta guerra que no es tuya, perdóname.

—Está bien. —Eiji le devuelve la caricia—. Está bien, Ash.

Pero no está bien.

Nunca estará bien.

Ash intenta usar palabras de consuelo que lo rompen un poco más, le pide que se concentre solo en él y no en las cientos de personas que habrán alrededor, le promete que no se lo prestará a los otros para que puedan jugar, que lo hará lo más rápido y humano posible, que no lo piense como un toque íntimo y que lo conciba como un mero ritual. Ja. Como si pudiera.

El resto de la interacción se resta a preguntas y mentiras. Preguntas de parte de Aslan y mentiras de parte de Eiji.

—¿Eres virgen? —Porque sería triste tener una primera vez así de denigrante.

—No. —Prefiere decirle para librarlo de la culpa que arde en sus ojos verdes y esto tampoco es culpa de Ash así que no se victimizará ahora.

—¿Fue consensuada tu primera vez?

—Sí.

—¿Fue con alguien que amabas?

—Sí.

—¿Consensuas lo que estará por pasar?

Eiji curva sus labios en una sonrisa triste.

—Sí.

Miente.

—Lo hago.

Miente y miente.

Pero Eiji es un terrible mentiroso y Ash es experto leyendo las mentiras.

El ritual es justo lo que Eiji espera.

Hay un salón atiborrado con las personas más importantes de la nación, prendas pomposas, cócteles extravagantes, perfumes entremezclados a una serie de feromonas y un espectáculo que atenta por la humanidad de quienes se encuentran esclavizados o siendo prostituidos pero ellos nunca lo verán como algo malo porque esa es la clase de mundo en el que viven.

Entonces Ash lo acuesta sobre la mesa y lo toma.

Pero está bien que Ash lo tome.

Está bien que sea frente a todos ellos.

Está bien porque ama a Ash y haría cualquier cosa por él.

Está bien. Está bien. Está bien. Está bien. Está bien. Está bien. Está bien. Está bien. Está bien. Está b...

No lo está.

¿Cómo diablos podría estarlo?

Ni siquiera quiere mirar a Ash mientras arremete en su interior, no puede mirar a nadie debido a las lágrimas que empañan sus ojos y no dejan de correr en un desborde porque puede estar enamorado de Aslan y sabe que es afortunado ya que podría tener el destino de esos betas o de su propia familia o podría estar en un burdel o ser un esclavo o haber sido vendido. Sería peor. Dio su consentimiento. Está teniendo sexo con quién ama. Una y otra vez. Pero duele. Y no soporta más mierda. Es una puta persona y no tiene porqué recibir con una sonrisa toda la porquería que la vida le arroje. ¿Por qué...?

Pero Ash está jadeando arriba suyo, empujando su pene una y otra vez mientras todos miran y nadie hace nada. Nadie hará nada. Lo consintió. Es con quien ama. Su primera vez es con quien ama y esto es extraño en el caso de los betas. Pero se siente como una violación de humanidad.

Así que su cuerpo se apaga, no reacciona, queda tirado encima de la mesa, no mira a Ash, ni a Arthur, ni a nadie. Piensa en el pájaro con el ala rotita. Llora.

—¡Aslan!

Pero la puerta se abre en medio del ritual.

—Vengo a desafiarte por el trono.

—Griffin.

Nos vamos a quedar un ratito en esto último porque saben que amo joder e ir lento y pucha, una cosa es que Eiji quiera normalizar este tipo de cosas porque le tocó no más y así es la vida, y otra muy diferente es efectivamente hacerlo. Así que se nos viene un capítulo para caer y ver dónde pisamos incluyendo a Griff.

Nos vemos el fin de semana~

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