Capítulo 8.
Hola mis bonitos lectores~ Okey, fue un fin de semana caotico y de cero productividad en relación a escribir algo, mi trabajo ha estado muy dificil y desagradable así que el cansancio ya se siente fisicamente y mis estudios están peor, estoy cansada de este sufrimiento llamado estres, peroooo acá seguimos resistiendo con todo. Debo dejarles una pequeña advertencia que no fue tan planificada en el fic y por eso no la puse antes, pero hoy tenemos un poquito de YutEiji, entonces si el contenido no es de su agrado, abstenganse de leer o de quemar a esta pobre mujer.
Los quiero caleta.
Respira. Respira. Respira.
Tienes que respirar.
—Este mundo no es amable con los betas, Ei-chan. Los omegas son quiénes lideran y me han contado de que Yut-Lung es el omega más poderoso de todos, es el sucesor del emperador.
Tiene que mantenerse firme, tiene que sobrevivir.
Necesita seguir respirando a través del humo de las memorias.
—Tampoco te metas con su alfa, mantén una relación profesional con Aslan.
Pero Ibe está muerto. La casa que le dio refugio es cenizas. Yut-Lung necesita un primogénito con el objetivo de que ambos asciendan al trono. Eiji aprendió a pertenecerle a alguien más mientras Aslan estaba en batalla. Akira. Debe encontrar a Akira. Ash pronto regresará.
Y no es que Ash sea una salvación, Eiji jamás se atrevería a tener la osadía para pensar de esa manera tan narcisista y al mismo tiempo, cree que Aslan lo salvó infinitas veces durante ese tiempo prestado que pudieron compartir, nunca lo reprochó por ser un beta ni lo culpó por no poder engendrar a un futuro heredero, al contrario, lo hizo sentir querido, como si ciertamente acunara cada trozo de Eiji, por Afrodita, Eiji se enamoró de dicha bondad, no pudo evitarlo y saber que Aslan volverá y lo hallará con la mordida de Yut-Lung no es la peor parte, no, lo peor es que al regresar deberá tomar a una omega que dé a luz un hijo y no advierte ser lo suficientemente fuerte para quedarse a su lado y ver cómo lo sostienen los brazos de alguien más, es egoísta y lo comprende y sin embargo, amarlo duele.
Duele demasiado.
Ash.
Eiji suspira, se da vueltas en la cama, está en la habitación real, Yut-Lung se ha encaprichado con Eiji y no tiene corazón para apartarlo así que se ha quedado a su lado.
Respira. Respira. Respira.
Tienes que respirar.
La luz se cuela a través de las cortinas de seda, los pajarillos canturrean incluso si es de noche, dentro del cuarto está repleto de flores y joyas ostentosas que han sido enviadas antes de la coronación en lo que deben ser ofrendas, el beta abre la boca para tomar aire pero la atmósfera está cargada sobre perfumes costosos y licores extravagantes que hacen difícil respirar, además, el aroma que Yut-Lung desprende por sí mismo tampoco ayuda, no son feromonas, es como si hubiera restregado su cuerpo con diferentes esencias florales con la esperanza de limpiarse.
Eiji mira su propio cuerpo. Sucio. Maltrecho. Maltratado. Torturado. Está demasiado roto para ir por Aslan de todas formas, lo único que falta es que lo abusen sexualmente y juzgando por las amenazas de Hua-Lung no cree que falte mucho para que ocurra. Pero está bien. Es un beta y es lo que le tocó.
—Shorter... —Pero Yue susurra ese nombre con tanta pero tanta angustia que debe levantarse entre las sábanas para consolarlo, a veces las noches en el palacio son así—. Lo siento.
—¿Yue?
—Lo siento tanto.
—Oye. —Eiji se inclina hasta el festón para sacudirlo, las sábanas de seda se escurren como agua de manantial contra su cuerpo mancillado, hay varias manchas y quemaduras en la espalda del omega porque sus hermanos son estratégicos y saben dónde dejarlas y dónde no—. Yue.
—No me dejes solo. —Está llorando entre sueños e impresionan ser tan vívidos que incluso un llanto ha abandonado el mundo de Morfeo para manifestarse en la complicidad de la noche—. ¡No toquen a mamá! ¡Shorter! ¡Ayuda!
—¡Yue!
Cuando el aludido despierta le da una bofetada para apartarlo, su mirada se encuentra ida casi como si todavía siguiera en el mundo de los sueños, hay una capa lechosa recubriendo sus pupilas de color lunar que hacen que Eiji se encoja en el extremo de la cama y se conciba como un perpetrador, logra preguntarse si esto seguirá pasando si Yut-Lung se convierte en emperador pero conoce la respuesta de antemano. No. Esto no seguirá pasando si Eiji es capaz de abandonar su egoísmo, por eso, precisa renunciar a Aslan, aunque ¿renunciar? Nunca se pertenecieron para empezar.
—Eiji. —Su nombre se divide, se duplica y vibra a través de cada vena del nombrado para serpentear por el cuarto y doblarse a sí mismo en todas partes.
—Estabas teniendo una pesadilla.
—Oh.
—Llamaste a Shorter. —Una sonrisa irónica es esbozada, sus largos cabellos lacios se hallan pegados alrededor de sus mejillas dándole un aspecto tosco y endurecido, como si en lugar de un adolescente fuera un adulto conocedor de la crueldad a quién tuviera enfrente.
—Shorter. —Ríe—. Claro que lo llamé, suele ser mi primer instinto.
—¿Por qué...? —Debe pensar sus palabras con cuidado, todavía le arden los latigazos que Hua-Lung le proporcionó en la mañana por derramar el té, no ansía tener más heridas que cargar o pronto Eiji será más heridas que persona—. ¿Por qué no lo tomas como tu amante?
—¿Qué?
—Shorter es un alfa y tú eres un omega, además, de verdad parece agradarte.
—¿Sabes qué es lo único peor que el infierno que estoy viviendo en estos momentos? —La mata de pelo negruzca brinca junto a la negación—. Tener que ser el amante de alguien, nadie que ame a otro le ofrecería esa posición.
—¿Por qué?
—Por todo, desde los tratos a las ceremonias obligatorias, incluso Aslan y yo que "tenemos el control acá" no podríamos ceder en las tradiciones y el grado de degradación sería...abominable. —Eiji traga duro haciéndose aún más pequeño en las sábanas de seda—. Ven acá. —No es una petición, esta es la orden del futuro emperador.
—¿Qué pasará si Griffin regresa y los desafía por el trono?
—Eso metería en demasiados problemas a Ash. —Yut-Lung lo coge igual que un niño se aferra a un juguete roto—. Haces demasiadas preguntas.
—Lo siento.
—No te tienes que disculpar. —Esos largos dedos se enrollan alrededor de su nuca, paseándose una y otra vez por encima de la marca, dándole el recordatorio silencioso de que le pertenece aun contra su voluntad—. Solo trata de ser menos curioso, especialmente antes de la coronación, Ash regresará hoy y no podemos arruinar una posición tan frágil.
—¿Por qué se tardó tanto? —¿Por qué se tardó tanto en venir por mí?
—Habían muchos rebeldes que matar, supongo.
Cierto.
Dentro de todo, Ash es un asesino.
Sin embargo, Eiji no es quién para juzgar considerando las cosas que ha hecho para mantenerse vivo por lo que en vez de atormentarse prefiere acurrucarse sin intercambiar otra palabra, hunde su cara en el sudoroso y menudo pecho del omega, busca deleitarse por su calidez para ser envuelto por un frío glacial, Yut-Lung le corresponde, cuela la mano por debajo de la bata roja que esconde su cuerpo mancillado para trazar constelaciones en dónde están los latigazos de la espalda, quema, cada toque impresiona tirar la carne todavía tierna y lastimada que cuelga en su columna. No lo aparta. Ninguno de los dos lo hacen. Son cómplices en ese dolor, compañeros que se han usado para la supervivencia.
—Si te pidiera que esta noche me dejaras tomarte... —Entonces los dedos del omega descienden un poco más de lo debido—. ¿Aceptarías mi oferta? —Desabrocha la bata y sienten piel desnuda contra piel desnuda.
—Tú no me quieres a mí.
—Tal vez. —Pronto, Yut-Lung está encima y Eiji cae indefenso contra las sábanas—. Tal vez no quiero que seas específicamente tú, pero me conformo con cualquiera.
—Yue.
—No tienes que amarme, puedes fingir que soy Ash si eso es lo que quieres, solo tienes que... quiero que seas amable, tócame como si me amaras, me gustaría saber qué se siente eso.
A mí también me gustaría saber cómo se siente ser amado.
—Ay, Yue. —Eiji no puede hacer más que sostenerlo con fuerza entre sus brazos, empatiza con aquel dolor acumulado y no puede evitarlo, es verdad que su relación con ese hombre ha sido cruel porque Yut-Lung es cruel con todo lo que lo rodea, no obstante, no todo ha sido malo a su lado—. Lo siento.
—Ir con Ash solo te traerá dolor. —El omega lo sostiene con posesión y rabia—. Me perteneces, Eiji.
—Lo sé.
—Entonces. —La voz se hace pequeña igual que la silueta en sus brazos—. No regreses a su lado, no te planeo entregar.
—Ni me pretendo ir. —Será demasiado doloroso verlo con alguien más.
—¿Lo amas?
—No. —Miente—. No lo amo. —¿A quién le miente?
Entonces Yut-Lung dibuja una sonrisa recelosa repleta de secretos para desenredar el abrazo que lo mantenía pegado a su cuerpo de piel y huesos, lo ve con una mirada cargada con veneno crepuscular antes de presionar su boca lentamente con un pulgar, inclinarse y presionarle un apenas perceptible beso sobre los labios, el momento es oscuro, tiene aroma a noches solitarias, sabe a luna sin estrellas y se siente con una aspereza fúnebre hacia la comisura de la boca, cuando Yut-Lung finalmente logra apartarse hay lágrimas cayendo al rostro de Eiji casi como si supiera lo que pasará con el regreso del alfa.
Entonces Eiji lo toma de las mejillas para corresponder el segundo beso, no es amor ni mucho menos deseo eso que los une, es algo más intenso, brota de un profundo entendimiento al sufrimiento que conlleva existir en un mundo corrupto. Así que lo besa con complicidad fosca, transmite una palabra.
«Perdón».
Se besan esa noche y ambos fingen que son las personas que aman.
Al despertar Yut-Lung deja a Eiji dormitando, repasa el rostro angelical antes de soltarlo, sus cabellos crespos y negros como el hollín que caen con gracilidad encima de sus pestañas, sus mejillas rellenas que le dan un aspecto inocentón e infantil, su cuerpo desnudo debajo de un kimono de seda carmesí con bordados de camelias.
Adorable. Puro. Limpio.
Suspira.
Mientras se arregla para recibir a las tropas piensa en el contraste que hace con el beta, Eiji sin duda vendría a ser el sol mientras que el propio omega representa a la luna por su oscuridad intrínseca la que es disímil a la de Aslan, existe una enorme diferencia entre ambos ya que a pesar de todo el alfa siempre ha tenido rastros de luz a los cuales aferrarse, son tenues y fugaces rayos dorados que caen a través de las rendijas de su prisión pero es más de lo que Yut-Lung alguna vez podrá desear y siente que es injusto, así que ¿por qué tendría que ceder a Eiji? Ya cedió a Shorter e incluso a Sing, y diablos, sabe que es caprichoso e incluso berrinchudo, no obstante, sino fuera por su sed de venganza habría colgado el cuello en un árbol hace décadas. Eiji apacigua la sensación. Eiji es algo suyo. Nunca antes...
Nunca antes se ha permitido tener a alguien a su lado.
A quién sea.
S-Short...
No. Él no cuenta.
Y ni siquiera hace falta que Eiji lo ame o lo quiera, le basta con que no sea cruel, a estas alturas siente que se conformará con lo que sea aún si son migajas.
—Tu esposo ha vuelto.
—Ya veo. —Hua-Lung es quién le informa, su mirada se pasea despectivamente desde la cama sobre la que descansa un Eiji durmiente hacia el tocador.
—No sé qué pretendes con ese beta, pero detente.
—No pretendo nada.
—Ni siquiera te gustan los betas. —Los pasos de su hermano hacen un ruido sordo contra la elegante alfombra de la habitación, ni siquiera debe darse vueltas del tocador, las feromonas son lo suficiente para informarle de dicha intromisión—. Y de repente, estás encaprichado con uno que no tiene nada de especial, tenemos prostitutos más bonitos, ya los conoces.
—Sí. —Yut-Lung repasa la marca de Ash en su propia nuca—. Los conozco.
—Pero este te gustó lo suficiente para morderlo y traer conflictos con el propio Jim Callenreese, eso me parece un poco sospechoso, hermanito.
—Se me pasará en algunos días, simplemente quería quitarle un juguete nuevo a Aslan antes de que pudiera hacer algo.
—¿Eh? —El aliento de su hermano golpea su oreja en oleadas de feromonas—. Típico de ti, eres tan celoso cuando se trata de tu marido, eres patético.
—Y ahora debo recibirlo, si me disculpas.
—Todavía no eres emperador. —Entonces el alfa le recuerda acariciándolo de sus hombros, colando las manos por debajo de la gruesa capa que complementa el atuendo tradicional, deslizando el dedo pulgar hacia las campanillas en sus muñecas, extendiendo el agarre hacia la corona inerte al extremo del tocador—. Y mientras no tengas descendencia, nunca lo serás.
—Conozco las reglas. —Yut-Lung se aparta abruptamente hacia el espejo—. No necesito que me las repitas, tendrán un bebé como desean.
—¿Cómo? —Las manos de Hua-Lung se deslizan hacia su vientre—. ¿Acaso no aprendiste nada dado el último y único bebé que tuviste?
Los ojos le arden, el corazón se le cae al estómago, sus dedos se crispan con fuerza sobre los pliegues del vestido chino mientras se siente tan disociado que casi puede sentir el movimiento de su hijo ya muerto en sus entrañas. Ni siquiera lo dejaron enterrarlo. Solo lo tiraron. No. No pensará en eso. Ya que debe fingir que no le importa. No lo verán derramar una maldita lágrima.
Cálmate.
—Solo era un bebé de prueba. —Se levanta del tocador con una mirada tan helada que hace que su hermano retroceda como si lo hubieran mordido las palabras—. Puedo tener otro. —Mentira.
—¿Recuerdas cómo lloraste esa noche?
—No me toques. —Amenaza.
—Nunca te había visto tan vulnerable y hermoso como en ese entonces.
—Su majestad. —Sing está parado con dureza en la puerta, su mano se encuentra palpando su funda de espada como una advertencia silenciosa—. Su marido ya ha llegado.
—Si me disculpas, tengo que retirarme. —El mayor lo aprieta de la muñeca antes de que pueda huir.
—Disfruta esta tregua antes de que me coronen a mí o a Wang-Lung emperador. —Amenaza—. Nos vamos a asegurar que tu esposo y tú reciban ese trato que merecen luego de eso, ¿quién sabe? Dino me ofreció una buena cantidad de dinero por tu putita, tal vez se lo venda.
—Eiji tiene mi marca y por ende, está protegido.
—Tu marca no significa nada sino gobiernas. —Le recuerda con una sonrisa torcida, así será siempre a menos que les ponga un alto. Lo matará.
—Su majestad. —Sing lo tironea a su lado—. Tenemos que irnos.
—Sí. —Matará a todo el puto clan apenas tenga el poder.
Imbéciles.
Pero ahora necesita concentrarse en la llegada de Ash y en el posible atentado de su hermano contra el clan al asesinar al emperador, Yut-Lung no es un sentimentalón ni mucho menos rencoroso (o eso hace creer) su padre iba a morir asesinado por la oposición o por la mano de Wang-Lung no obstante si efectivamente pasó lo que cree que ha pasado, Aslan estará en problema, no por nada desterraron a Griffin hace tantos años, es culpable a su manera, todos lo son, da igual, debe enfocarse en la pelea que se desatará apenas Lynx se entere de que ha robado a su beta, no solo eso, sino que además ha tenido la osadía de marcarlo y hacerlo su propiedad.
—No estés nervioso, Ash es comprensivo. —Las palabras de Sing están destinadas a dar confort, aun así no logran más que apuñalarle un poco más el corazón.
—Me tratará de quitar a Eiji.
—¿Por qué? No es nada suyo.
—En teoría eso es verdad. —Sing frunce el ceño mientras da saltos para alcanzarlo en su corrida por los ostentosos pasillos del palacio.
—¿En teoría? Ah, te refieres a que es su maestro de katana.
—No solo eso. —Los puños de Yut-Lung se tensan debajo de la capa, las campanillas retumban sobre sus muñecas para anunciar su llegada, su maquillaje se derrite en su cara junto a la maraña que yace en una trenza, pero al menos de esta manera no se aprecian las marcas en su cuerpo—. Si fuera solo eso podría seguir solo con Blanca, todos saben que es el mejor instructor que existe, por eso siempre me resultó sospechoso que llegara alguien más a enseñarle y más tratándose de un beta.
—Yue.
—Eiji llegó por el favor de alguien. —Tiene la sospecha que tiene que ver con los nombres que tiende a susurrar entre sueños. Ibe-san. Aki-chan—. Y Ash también lo sabía.
—¿Eso qué significa?
Que lo ama.
Lo ama como nunca me podrá amar a mí.
—No sé. —Prefiere mentir—. Supongo que lo vamos a averiguar ahora.
—¿Quieres que entre contigo?
—No. —Las manos de Yut-Lung se congelan en la gigantesca puerta que da a la sala de reuniones al medio del palacio—. Quédate con Shorter. —El nombre es una estaca en su corazón que se clava en un golpe sordo apenas brota de sus labios—. Probablemente estará ahí.
—Yue.
—Estaré bien. —Lo consuela—. Te lo prometo.
Pero Yut-Lung miente y Sing se traga esa mentira.
No debería sorprenderle que Aslan haya venido corriendo a recuperar a Eiji, no obstante, existe algo malditamente intimidante en verlo dando vueltas igual que un depredador enjaulado, con el cabello sucio a causa del hollín, las ropas repletas de sangre seca, la espada goteando del llanto de los caídos y sus ojos, sus ojos verdes antinaturales, rebosantes de un odio visceral que generan que cualquiera se estremezca indefenso en su lugar, por supuesto no permitirá que mire a través de su fachada por lo que se planta firme y le hace frente.
—Conocí a tu maestro de katana. —Es lo único que logra decir mientras se cruza los brazos en contra del pecho y procura no bajar el mentón en un acto de altanería.
—Eiji. —Gruñe entre dientes—. Se llama Eiji.
—Eiji Okumura.
Ciertamente no le gusta el tono que utiliza.
Como si estuviera escupiendo el nombre.
—¿Verdad?
—Es él. —Ash oscurece la mirada igual que un depredador sediento por sangre, alza su camisa hacia los codos aunque la matanza haya endurecido la tela—. Lo mordiste durante mi ausencia.
—Iban a matarlo durante tu ausencia, no lo cuidaste bien.
—Yut-Lung. —Ash lo amenaza, tantea la funda de su espada y no es necesario que utilice las palabras para insinuar que es capaz de matarlo—. Devuélvemelo.
—Eiji me pertenece ahora.
—Devuélvemelo.
—Él es mío. —Se impone—. No me lo puedes quitar.
—No es tuyo. —Amenaza avanzando a zancadas en el cuarto, quedando cara a cara frente al omega venenoso—. Él es mi amigo.
—¿Amigo? —El omega no consigue disimular una carcajada sañosa, le preocupan muchas cosas bajo esta silenciosa confrontación.
—Eiji es mi amigo. —Pero definitivamente lo más preocupante del tema es el efecto que Eiji resulta tener sobre su alfa, no le sirve de nada si pierde el intelecto superior que lo hizo escogerlo—. Existe un consenso en nuestro matrimonio que implica no meternos en las amistades del otro.
—Es verdad.
—Así como yo no me involucro en tu amistad con Shorter.
—Shorter es una simple herramienta. —Resopla, es mentira—. Lo comprendo, ya no volveré a tocar el tema, lo comprendo.
—Eso está mejor.
Ambos se apartan.
—Dino Golzine. —Yut-Lung pronuncia aquel nombre—. ¿Te ha vuelto a molestar? —Ash se engrifa, si bien, su marido nunca ha tenido la confianza suficiente para contarle lo que pasa, Yue es perspicaz, tiene la capacidad de leer entre líneas—. Estaba molestando a Eiji cuando te fuiste.
—No. —Ash es cortante—. No me ha molestado, no pasa nada entre nosotros dos.
—Cómo digas. —El omega no se hará de rogar.
—Y aunque pasara...
No te diría.
No confío en ti, víbora venenosa.
Probablemente esa sea la decisión adecuada de todas maneras, todavía recuerda cuándo conoció a Jim Callenreese y su presentación tan pulcra, andaba tomado del brazo de la omega actual (Jennifer) y prácticamente estaba vendiendo a su hijo menor a los lobos, recuerda vagamente la charla que su hermano tuvo con el patriarca alfa, Jim lo llamó «belleza deslumbrante», él pensó que eran patrañas aunque las acostumbraba, no dudó en presentarle a su hijo y mientras Yue fingía cortesía y enaltecía su nula belleza y lo llamaba "caballero" en vez de "cerdo" no consiguió arrebatar la mirada del rubio, lucía tan quebrado como el mismo omega, creyó que eran dos lados de la misma moneda, y que por ende, podrían salir de ese infierno explotándose mutuamente.
Lo eligió como su alfa.
Le dio poder.
Lealtad.
Lo puso a salvo.
¿Y así le paga? Ja.
Que al menos le permita tener a Eiji a su lado entonces.
—Puedes retirarte de mis aposentos. —No quiere verle más la cara, sus ojos intensos todavía están mirándolo a través de la sangre seca y le tornan difícil el respirar—. Ve a descansar, has servido bien con la batalla.
—Me iré a descansar cuando me lleve a Eiji conmigo. —Pero el tema sigue.
—Tiene mi marca, es de mi propiedad. —Y ahora queda más que claro que ninguno cederá.
—Es mi amigo.
—Puede ser tu amigo mientras permanece a mi lado.
—No. —Yut-Lung sonríe con tristeza, sabiendo de antemano a dónde se dirige esto—. Eso jamás va a funcionar.
—¿Entonces qué harás? —El omega tensa su agarre alrededor de sus brazos—. Mi padre murió.
—Conseguiré una omega para darte un hijo, cumpliré con mi parte.
—Bien. —Y justo cuándo el omega creía salir victorioso de la pelea.
—Y Eiji.
—¿Qué?
—Haré de Eiji mi amante.
—No. —Pero sus ojos verdes se clavan con recelo en sus pupilas brunas, así sabe que su esposo está hablando en serio—. Harás que lo maten, si te importa no lo sometas a esa tortura.
—Ya está hecho. —Ash suspira contrariado—. Si me disculpas, debo llevármelo.
Y aunque Ash saca a Eiji del palacio de los Lee, siente que lo lleva a una muerte segura.
Y cerramos el arco de los Lee con este capítulo para volver con Ash al 100%, ya se imaginarán la clase de cosas que tendremos que ver, pero problema para nuestras versiones de marzo, porque efectivamente me tendrán escribiendo una dinamica en febrero y eso significa hiatus para los demás fics. Volveremos, obviamente, pero no me dará para escribir tanto. Así que muchas gracias por el cariño hasta ahora.
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