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Capítulo 2.

Hi~ Pude tener este capítulo antes de lo esperado, se viene un fin de semana dónde igual habrán actualizaciones así que aprovechen antes de que vuelva a caer en hiatus como suele pasarme, mil gracias por el apoyo que recibió esta trama, le sigo nerviosa, aun así, el capítulo de hoy es super relax.

—Apresúrate, Ei-chan. —El aludido se tropieza con una de las escaladas de madera mientras Skipper tira de la manga de su kimono hacia la residencia real, todavía no acostumbra lo energético que este niño resultó ser, pero lo enternece—. ¡Vamos tarde!

—¿Tarde?

—¡Sí! Así que corre.

—¡No tan rápido! Recién salgo de la enfermería.

—¡Vamos!

Skipper vuelve a tirarlo de la manga del kimono, pese de las vendas alrededor de su vientre la prenda se siente como si flotara por encima de su silueta, es un diseño simple en tonos claros con flores por estampado, es cómoda de sobremanera (e incluso en la faja) Eiji cree que será sencillo luchar vestido con semejantes ropas imperiales, sin duda es lujosa y esta clase de lujos que Ibe ni siquiera se atrevió a soñar por lo poco realistas que se concebían y si bien, al inicio se cuestionó por qué Aslan no le dio una ropa menos valiosa, luego especuló que la culpa del malentendido lo hizo darle esta ofrenda de paz aun sino tiene palabra contra omega o alfa. De hecho, Eiji debería haber sido castigado por tocar la espada del lince y además tener la osadía de ensartar a uno de sus guardias, sin embargo, defendió su vida, ni siquiera tuvo la oportunidad de procesar lo acaecido, fue su instinto, simplemente fue en su cabeza la voz de Ibe repitiendo una y otra vez lo mismo.

«Sobrevive y encuéntrala».

Con la casa en llamas.

Con Akira llorando.

Con el miedo calándole hasta los huesos.

Sobrevive. Sobrevive. Sobrevive. Sobrevive. Sobrevive. Sobrevive. Sobrevive. Sobrevive. Sobrevive Eiji.

—¡Más rápido Ei-chan!, ¡eres lento! —Skip es impaciente y se lo demuestra, sus sandalias de madera le hacen difícil el correr, ha pasado un tiempo desde que usó zapatos y menos tan refinados.

—¿A dónde quieres ir de todas maneras? —Su voz escapa entrecortada y lastimera, el niño lo agotó.

—¡A la práctica de Ash!

—¿Podemos estar ahí? —Skip lloriquea, tirando y tirando de esa manga con impaciencia, le recuerda a Akira de cierta manera, se pregunta si todos los niños serán de esa forma y el pensamiento congela su alma como si de una esquirla de hielo se tratara—. No anhelo meterme en problemas con el amo.

—El papá de Ash no merece que lo llamen amo. —Escupe con frustración sin dejarlo de tironear por un laberinto de pasillos—. Lord Griffin es quién realmente merece gobernar.

—¿Griffin? —El nombre le es vagamente familiar, Ibe le contó la historia de la familia Callenreese al llegar a América pero nunca le prestó la atención debida, lo lamenta—. ¿Quién...?

—Es el hermano mayor de Ash.

—Oh.

—Lo sé.

—¿Ash tiene un hermano mayor?

—Un omega defectuoso de hermano mayor. —El sarcasmo escurre en su voz y eso lo hace carcajear, puede jurar que a pesar de su tamaño y su corta edad Skip es peligroso cuando se enfada—. El padre que lamentablemente tiene se encarga de recordárselo constantemente cuando Lord Griff es genial.

—¿Por qué se dice que es un omega defectuoso? Todavía no estoy familiarizado con las costumbres.

—Shh. —Skip finalmente lo tira hacia un cuarto, suenan ecos metálicos y adustos—. Ya estamos acá.

—Pero...

—Shh, ahí está Ash.

Ash Lynx.

Lo reconoce al instante en medio del campo de práctica, está puliendo sus habilidades con la espada.

—Vamos a sentarnos. —Skipper lo termina arrastrando hacia una de las gradas enfrente de la arena de entrenamiento para que puedan espiar—. Es bueno ¿cierto? —¿Bueno? Bueno no le hace justicia.

—Sí.

Eiji se muerde el labio sin poder quitarle la mirada de encima, es salvaje, grácil y etéreo de naturaleza con su cabello dorado sacudiéndose ferozmente por encima de las cortinas de nieve que disfruta en vez de pestañas, su melena parece hecha de hilos de oro trenzados bajo la gloria del dios Hephaestus y bendecido por la belleza de Afrodita, pensamiento que se vuelve mil veces más delirioso con el sol que se cuela por los ventanales de colores y lo ilumina con tanta gracilidad que forja un halo besando su cabeza, sus músculos se tensan en cada movimiento igual que una estatua cincelada, nunca había visto a alguien tan trabajado pese a su contextura relativamente delgada, pero lo que lo atrapa entre hechizos son esos ojos verdes. Realmente verdes. Jades. Aunque nunca ha visto joyas sabe que nada se puede asemejar a la belleza de esos ojos brillantes. Es inhumano.

—¿Eh? —Entonces esos ojos verdes y de un verde sumamente sublime se despegan de su oponente para apuntar hacia su dirección y Eiji siente un cosquilleo embriagador el instante en que sus pupilas chocan—. Parece que tenemos invitados.

—Diablos. —Qué Skip maldiga y se tense no es una buena señal.

—Dijiste que podíamos estar acá. —Eiji grita histérico en un susurro, no le gusta tener la mirada del alfa clavada con tanta persistencia encima suyo, le genera sensaciones... incómodas en el estómago.

—Sí, bueno. —Skip se encoge de hombros, está visiblemente tenso y ansioso—. Tal vez mentí.

—¿Qué?

—¿Le molestan, jefe? —Es el contrincante de combate quién pregunta, acá comprende que además de compañero de práctica debe ser un guardia personal del alfa—. ¿Quiere que los castigue?

—No, Alex. —Ash le sonríe y se siente borracho en esa sonrisa, es majestuosa—. Es grato tener algo de público para motivarme.

—Te vas a meter en problemas con el emperador. —El beta se frota el entrecejo sin bajar su espada.

—No es emperador todavía. —Sonríe—. Y Yut-Lung tampoco está por acá ¿verdad?

—Ash.

—Déjame divertirme un poco. —El tal Alex suspira, resignado.

—No digas que no te lo advertí, tu esposo tiene un carácter de temer.

—Pero no tanto como el mío.

—Wow, parece que Ash quiere darnos un espectáculo. —Skip susurra, la emoción es palpable en su voz, Eiji se tensa en la banca de listón y clava sus sandalias de madera en el suelo, baja el mentón ya que no tiene derecho a mirar al alfa como si fueran remotamente iguales—. Sabía que estaría alegre, le gusta tener público en sus prácticas.

—No parecías muy seguro hace dos segundos.

—Era una actuación para ponerte nervioso.

—Ajá. —No le cree nada.

—Mira bien, Eiji. —Pero apenas le da una orden—. Quiero que veas a quién le vas a enseñar katana.

No puede quitarle los ojos de encima, la gracia con la que Ash balancea la espada apenas acariciando el mango con incrustaciones lo remonta a las coreografías ilustres que la alcurnia ofrece durante sus bailes, ataca a Alex sin esfuerzo alguno, deslizándose como si flotara por el aire, moviendo la cuchilla como si fuera la extensión de su cuerpo o peor, la dama de su baile, Ash sabe en qué lugares acariciar para hacerla sumisa, su cabello gotea con gracilidad hacia sus ojos verdes en un relámpago de pura electricidad y aunque se haya completamente inmerso en la pelea, Eiji jura que por un instante Aslan despega su atención de su baile afilado para mirarlo y hacerlo su compañero. Es hermoso de manera indomable. Es un monstruo al que ni dioses ni hombres se podrían resistir. Una tentación. El alfa del futuro emperador.

—Me rindo.

Una espada retumba contra el piso, Ash ha acorralado a su compañero contra la arena, le ha quitado su espada con un solo tirón, su cabello destella en un halo ahora plateado, Eiji apenas puede escapar del trance.

—¿Qué te pareció?

Lo son, tanto los Callenreese como los Lee, son un matrimonio de monstruos.

Mantén una relación profesional con Aslan

—¿Onii-chan? —El aludido tensa el entrecejo por el apodo tan despectivo, si bien, acostumbra a ser blanco de burlas dado su género secundario algo en Aslan lo hace ser insolente.

—¿De dónde salió ese apodo? Es racista, ni siquiera me has preguntado de dónde soy.

—Tengo el cerebro suficiente para asumirlo. —Le sonríe con tanta presunción que lo engrifa entero.

—¿Eso qué quiere decir? —Skip le toca el hombro para que detengan tan absurda pelea sin embargo ninguno impresiona querer dar marcha atrás, esto es personal, una batalla por su honor.

—Qué tus ojos grandes y rasgados no pasan desapercibidos ni tampoco tus ropas.

—¿Quién me obligó a vestir estas ropas?

—Pues pareces bastante cómodo en ellas, onii-chan.

—Basta.

—¿Quién diría que tu cara de bebé sería engañosa? Perteneces al consejo de ancianos con el vejete de Max. —El nombre le es familiar, es el contacto de Ibe, lo asegura y a diferencia de Ibe, Max resulta ser un anciano real.

—¿Acaso Max no tiene más de treinta años?

—Los mismos que tú, no hace la diferencia.

—Basta. —Le advierte—. Además, soy solo dos años mayor que tú, no veinte.

—Dos años es una eternidad para los habitantes de esta nación ¿sabes? En dos años podría arrojarte a una fosa de retiro. —¿Quién se cree este mocoso? Eiji tensa sus palmas encima de su kimono, está irritado y sabe que no viene nada bueno de la irritación, no obstante...—. Debería preparar la tumba.

—Al menos ser un "anciano" me dio experiencia con la katana a diferencia de ti, alteza.

—¿Eso qué significa?

—Tus movimientos fueron flojos y pobres. —Es un volcán entrando en actividad que ha despertado por esa chispa jade—. Hasta los novatos lo harían mejor que tú. —Skipper y Alex entran en un estado de pánico, lo tienen escrito en sus rostros y aún así, su terquedad no da tregua—. Además, ¿qué son todos esos movimientos floridos?, ¿estabas peleando o cortejando a Alex?

—¿Cortejando? —El alfa se pone rojo hasta las orejas y tumba su mandíbula, como si efectivamente no creyera su insolencia—. ¿Hablas en serio?

—Prácticamente estabas bailando con tu enemigo, quizás deberías invitarlo a salir si tanto lo deseas.

—Supongo que tú debes ser realmente bueno para decir eso. —Ash le gruñe, su mano se encuentra tensa alrededor del mango de la espada y su orgullo está herido.

—Si me trajeron para enseñarte katana supongo que sí. —Mentira, está lesionado, ¿por qué provoca al alfa más importante de la nación? No tiene sentido—. Se podría decir que soy el mejor. —Cállate, por el amor de los dioses de Izumo, cállate de una vez, te trajeron como favor, no porque seas bueno.

—Entonces tal vez deberías enseñarme, onii-chan.

—Como desee, mi lord.

Van al jardín para pelear.

Skipper suspira.

Toda la corte de caballeros del lince se ha reunido para observar semejante insolencia.

Eiji maldice, ¿por qué hizo esto? Ciertamente es diestro en el arte de la katana y lo nulo que recuerda de su padre antes de que muriera por cansancio fueron sus lecciones de espada, deseó que estuviera preparado para convertirse en el patriarca de la casa, fue una manera para sobrevivir, nunca asesinó a nadie con alguna katana pero sí lo ayudó en tiempos de hambre, especialmente cuando aún estaba con su hermana. Sí, sabe que juega con fuego y que le debe su alma a la benevolencia del Callenreese más joven, pero está...hastiado de ser menospreciado una y otra vez, sino lo saca explotará.

«Sobrevive y encuéntrala».

No le teme a nada, así que se planta enfrente de Ash con una espada provisional y no respira a causa de la serenidad en el rostro de su oponente, alza su katana incrustada con una sonrisa altiva, Eiji casi siente los latidos de su corazón al borde de sus costillas. Debe sobrevivir y encontrarla, Akira es todo lo que le queda. Debe sobrevivir por ella. Debe salvarla.

—¿Estás listo? —La corte de caballeros permanece en silencio, han forjado un círculo alrededor, Eiji supone que es un sacrilegio bastante grande atreverse a desafiar a una autoridad con tal insolencia.

—Listo, su alteza.

—Ash. —Dice—. Solo dime Ash.

Sus ojos se encuentran con los de Eiji antes de arremeter con la espada, sus movimientos son feroces y precisos igual que un rayo, Eiji apenas tiene fuerza suficiente en sus brazos para frenar la navaja a punto de arremeter contra su cara e incluso alcanza a cortarle un mechón. El lince no le da descanso. Ataca en los puntos exactos y lo hace retroceder en el jardín, golpea una y otra y otra vez, demoníaco es la primera palabra que piensa mientras siente a sus músculos desgarrarse, piensa que morirá acá, que tentó a los dioses con su insolencia, siente a la fractura expandirse desde su hombro a sus yemas como si se tratara de fuego golpeando metal hasta deformarlo.

Es un beta, un simple beta, ¿en qué estaba pensando?

Está lesionado.

Que no se enteren.

—¡Vamos Ei-chan! —Skip es el único que lo apoya mientras el resto de la corte se burla, lo miran tal como lo harían con una escoria que se las arregló para colarse al palacio y está por obtener la lección de su vida, Arthur está entre sus filas, el beta levanta su mano herida con una mueca ilegible, aunque no sabe si lo trata de animar o de desanimar el mensaje es simple:

«No me humilles en vano, humíllalo a él también».

—¿Eso es todo? —Ash sonríe con altanería, sus ojos lo cortan y la espada se bambolea con gracilidad entre sus dedos como si fuera el tallo de una flor—. El talento de mi maestro es cuestionable en ese caso, estoy decepcionado.

—Recién estoy calentando. —Musita, abriéndose del cuello el kimono y aflojándose la faja.

—Pensé que me estabas dando todo lo que tenías.

—¿Qué tendría de divertido en una pelea si empiezo con el plato fuerte?

—¿Eh? —Ash clava su espada al piso para de igual manera aflojarse la camisa—. No quería ser duro contigo considerando que son tus primeros días, pero no me dejas más opción.

—Nunca te pedí que fueras blando. —Eiji clava sus sandalias contra la tierra, está húmeda, Ash viste zapatos mucho más firmes en comparación, comprende el porqué del escenario de la batalla—. Sino te sirvo como maestro lo mejor será que me mates. —Ibe odiaría escucharlo decir esto, lo lastimaría.

—Pareces determinado a vencerme. —Pero Ibe está muerto y Eiji debe sobrevivir—. ¿Cómo un lindo conejito podría vencer a un lince?

—¿Vas a bailar conmigo o vas a darme un combate digno de tu posición? —Eiji sostiene con firmeza la katana, sus dedos cosquillean alrededor del mango, regulariza su respiración y se planta tal como cuando debía robar para su familia.

—¿Sabes con quién estás hablando?

—Con un presumido que no puede sostener bien una espada.

—¡Retráctate!

Ash se le vuelve a arrojar, esta vez Eiji lo frena y contraataca, dejan de bailar con las katanas e inician una danza mortífera entre ellos, cada vez que Aslan arremete lo bloquea con una elegancia impropia de un beta, la muñeca le pesa, no se frena, no se volverá a frenar jamás, quedan atrapados y el bucle de ataques y defensas resulta a lo menos seductor, es magnético y no pelean a distancia, sus cuerpos se atraen como dos extremos opuestos del mismo imán, Ash deja de contenerse, se relame excitado durante la pelea como si antes hubiera estado siendo "amigable" y ahora mostrara su potencial real, Eiji tampoco cede, tiene una voluntad inquebrantable y es apasionado.

Las espadas chocan, el sudor los empapa, hace calor, están cansados, sus cuerpos se tironean en un cortejo violento, sus jadeos se pierden bajo el eco del metal.

Sus espadas se golpean y se golpean y se golpean una vez más.

Ash se aprecia encantado.

Eiji se siente libre.

Quieren más, sus respiraciones se funden y ralentizan, luchan pegados, Ash lo sostiene por la cintura y Eiji a veces lo coge de la espalda, las katanas cortan en tanta celeridad que es imposible observarlas solo con la vista, es un cortejo mortal, una danza de dominio y poder dónde Ash golpea para quedar arriba de Eiji y Eiji arremete desde abajo. La corte queda petrificada, Arthur lanza una media sonrisa, vio con sus ojos cómo aquel beta simplón se convertía en fuego cuando sostenía una katana, ya hizo su apuesta. La tensión es explosiva. Ardiente. Demandante. Obscena. Pelean, se emborrachan sobre el otro y quedan drenados. Eiji no ha terminado.

—¿Eso es todo lo que tiene mi lord? —Se burla, Ash jadea, saboreando el regusto de Eiji, están cerca y tan cerca que puede sentir su aliento quemarle los labios, es electrizante.

—Eiji. —Advierte.

—Porque pensé que le estaba enseñando al mejor, vaya decepción.

—Esto terminará mal. —Escucha a alguien de la corte—. No quería limpiar tripas esta noche.

—No has visto todavía lo que puede hacer ese samurai boy. —Arthur le da una mirada cómplice que supone que es por orgullo o quizás se ganó su respeto en la batalla o tal vez, es cuestión entre betas.

—¡No te distraigas!

La adrenalina los empapa para que se fundan en semejante lucha, Eiji se hace cenizas entre el candor de la batalla, no se pueden separar, se sienten como dos animales salvajes rodando encima del otro sin darse tregua, los dos han perdido fuerza y su muñeca duele un infierno, pero su cuerpo reacciona sensible, tiritando ansioso al dolor que le genera la katana de Ash, lo emociona, se sumerge en aquel cortejo de fatalidad y es delicioso, joder, es tan placentero que desea que no se acabe ¿y desde hace cuándo que no se contenía? Esto es delicioso y embriagador. Blande y blande con precisión y le hace pelea a Ash. Ash gruñe. Eiji ríe. Se desean.

Cuando las hojas de metal chocan por última vez su muñeca termina cediendo y Eiji cayendo encima del piso, Ash clava su espada justo al lado de su oído, no lo suficientemente cerca para cortarlo pero sí lo suficiente para que sienta la respiración helada del metal. El alfa queda encima, sosteniendo su peso únicamente por el mango de la katana.

—Diste una buena batalla. —Le frustra haber perdido, es todo, falló.

—Puede sacarme de la residencia si cree que no soy digno.

—No. —Los labios sonrosados de Ash se curvan en una sonrisa que se lleva la última pizca de oxígeno de sus pulmones—. Estás herido, no debí empujarte tanto.

—Mi señor.

—Ash. —Corrige—. Gané por ahora y quiero que ese sea mi premio, trátame con menos formalidad, lo tienes permitido.

—Pero...

—Tampoco me gustaría que te contengas, es difícil encontrar personas que me hagan frente, menos con tanto coraje o estupidez como tú lo hiciste. —El comentario lo hace ruborizarse, Ash le extiende una mano para ayudarlo a levantarse—. Ansío saber a qué puedes llegar cuando estés bien. —Acoge el agarre sabiendo que su muñeca nunca se sentirá bien otra vez.

—Gracias, Ash.

—Ashu. —Se burla en voz alta—. Dices Ashu, no Ash.

—¡Yo no...! —El más joven lo levanta de un tirón hacia su pecho, Eiji jadea cuando lo siente encima, es distinto al calor del combate, esto se siente más íntimo.

—Me gusta. —Musita, acomodándole un mechón negro detrás de la oreja, sus dedos queman igual que un sol en plena explosión—. Eres interesante, Eiji.

Ei-ji.

La manera en que dice su nombre como si fueran dos sílabas separadas es linda.

Ash es lindo.

¿Qué?

—¿Quién sabe? Si sigues trabajando así de duro y sacas más sorpresas podría hacerte caballero ante mi corte.

—No está hablando en serio, ¿cierto, majestad? —Un hombre que probablemente mida dos metros, con una silueta maciza y un aura intimidante procede a objetar—. Su esposo no estará feliz con esto.

—¿Qué me importa lo que mi esposo desee, Kong?

—Debería porque ha vuelto a la residencia.

Ugh. —Ash suspira y el aliento sobre sus labios lo trae de regreso hacia la tierra—. Lo comprendo, tendré que dejarte para ir a recibir al futuro emperador. —Los dedos del lince se deslizan por encima del kimono apretando levemente su cintura y enrollándose hacia su cadera, quema, Ash hace fuego.

—Lo entiendo.

—Hasta luego, sweetie. —Le da una palmada entretenido antes de guiñar un ojo e irse.

—¡Ah! —Skipper corre hacia su lado para abrazarlo—. ¡Parece que realmente le gustas a Ash!

—Pero perdí.

Sí, pero la única persona que ha podido hacerle frente tanto tiempo es Blanca. —Se queda mudo.

¿Entonces por qué Eiji pudo enfrentarlo?

No es más que un beta sin clase.

Independiente de la respuesta Eiji se ve arrastrado junto al resto de la servidumbre para ponerse en filas en la entrada de la residencia y recibir al futuro emperador, incluso Skipper se profesa sometido a tan arcaicos rituales. Las puertas se abren. El hombre que entra es un demonio, las campanillas en sus muñecas se lo han advertido, las campanas saben de esas cosas solía decirle Ibe, es un eco tosco, rasposo y metálico, es peligroso, los cimbalillos retiemblan una y otra vez, una capa larga y roja, roja sangre, se arrastra detrás de sus gráciles movimientos, una trenza repleta de orquídeas ondea sobre su hombro, tiene cabello oscuro como una noche sin estrella, piel de muñeca, una mirada realmente severa y afilada acompañada de unos ojos pétreos e inexpresivos.

Es un omega sin collar.

Un omega con una marca.

La marca de Ash.

—Yut-Lung. —Aslan hace una reverencia ante su presencia, el omega pasea sus dedos alrededor de su cuello con satisfacción antes de enrollarlo con posesión—. Bienvenido.

—Mi esposo, ha pasado un largo tiempo.

Para bajarles las expectivas a quienes puedan tenerla y ahorrarme de una comentarios muy fuertes, no esperen que el matrimonio entre Ash y Yue sea dulce porque es insano, lo digo desde ya, esto en ningún momento se romantiza, pero solo les quería advertir porque ya mañana los veremos mejor.

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