Capítulo 1.
Hi~ No esperaba tan buena aceptación en esta trama, pucha que somos masoquistas por estos lares, bueno, iré subiendo y tanteando capítulos para ver si esta cosa se va entendiendo o si ya definitivamente me complique la existencia y es ilegible. Gracias por tanto.
—Le he traído al joven heredero, mi señor. —Blanca ejecuta una reverencia enfrente del Callenreese mayor, ninguno de sus perfectos cabellos siquiera cae con ese movimiento, aunque Ash comprendía que su padre lo llamaría tarde o temprano no está preparado para confrontarlo. Corre, corre, ¡corre!
—Puedes dejarnos a solas, gracias.
—Con permiso. —Blanca sale de la oficina.
Quedan a solas.
Jim suspira.
—Aslan. —El nombrado yace enfrente del escritorio de su padre, posee las manos escondidas detrás de la espalda y el pecho inflado, aunque suele ser experto en el arte de disimular su emoción genuina aprecia a sus palmas humedecerse y a su respiración ralentizarse—. Aslan ¿qué voy a hacer contigo?
Nada.
No quiero que hagas absolutamente nada, déjame en paz.
—¿No me contestarás? —Su padre juguetea con un puro en sus dedos, está irritado de sobremanera y lo lee por cómo mordisquea una y otra vez su labio inferior—. Siempre has sido bastante insolente.
—Por eso me casaste a la fuerza, ¿no? Para poder controlarme.
—Eres igual de irrespetuoso que tu madre, además de su cara grácil heredaste las peores cualidades.
—Y por eso me odias, ¿no es así?
—Yo no la odiaba, la amaba.
—Pero me odias a mí.
Se quedan en silencio lo que impresiona una eternidad, su padre no admite ni desmiente su aserción (Ash tampoco necesita que lo haga para saber la verdad) y en su lugar, pasea una mirada melancólica hacia el retrato en óleo que pende al medio de la oficina, sus pupilas se aguan como si hubiera algún tipo de significado y Aslan desea carcajear, la imagen es de cuándo su mamá todavía vivía, Aslan aún era un recién nacido y Griffin era un crío que todavía no se manifestaba, el marco es de vidrio macizo e iridiscente, hay joyas incrustadas para representar a cada integrante de la familia Callenreese, esos eran ¿cómo dice su padre? Ah, sí:
«Momentos felices».
Irónico considerando que su madre se suicidó la semana siguiente.
Vaya momentos felices, padre.
Pero Griff recuerda bien esa tarde y se la ha contado, dice que era invierno y que los jardines estaban cubiertos por un embozo más níveo y sedoso que cualquier colcha de pluma, Ash trataba de atrapar los copos de nieve con su lengua y su madre reía, su mamá adoraba las flores y adoraba pasar tiempo en el invernadero dónde las paredes eran de un cristal tan fino que se confundían con el cielo, Griffin la estaba ayudando a plantar prímulas y rosas, eran felices y estaban felices hasta que llegó su padre, su padre y su malhumor, su padre que la marcó a la fuerza usando su género secundario cuál excusa, su padre que hizo que su mamá muriera. Ash odia el invernadero desde que su mamá se suicidó ahí.
Ash odia a su padre que es "todo un alfa".
También odia a su esposo.
Y a su vida en general.
—Aslan. —Repite su nombre con ese tono azulado que solo Jim sabe pronunciar y de hecho, llegó a tal punto el desagrado que prefiere que le digan Ash antes que Aslan.
—Jim.
—Escuché que has rechazado a todos los amantes que te han mandado. —La voz de su padre escapa con un silencio implícito que clava sus zapatos a la alfombra con el logo real y arroja raíces a su alma.
—Pensé que solo Yut-Lung estaba mandando amantes pero a juzgar por lo que refieres puedo inferir que tú también has enviado algunos, ¿cierto? —Jim suspira, cansado y drenado de tener semejantes escorias de hijos, sin duda son un castigo divino.
—Tienes que darle descendencia.
—No quiero darle descendencia.
—¿Qué te preocupa? ¿Lo qué puedan decir de tu esposo? Nadie sabe que es infértil y ambos criarán a ese hijo como el heredero legítimo, solo necesitas embarazar a una omega, es un vientre prestado.
—No quiero el hijo de una desconocida. —Gruñe a la defensiva, los árboles golpean la ventana dada una fuerte brisa primaveral que remueve algunos pétalos hasta el alféizar con cerámica—. Y conozco a mi pareja lo suficientemente bien para saber que tratará de exterminar a cualquiera que me ponga un ojo encima, es bastante posesivo.
—Es tu derecho de alfa tener a todos los amantes que gustes además de tu esposo.
—¡Pero...!
—Y es su deber como omega darte a un heredero a pesar de todo.
A pesar de todo.
Ash suspira, no vale la pena pelear.
Este mundo se encuentra dividido en tres castas: omegas, alfas y betas. Si bien los primeros se hallan en la cima de la cadena alimenticia dadas sus habilidades para procrear vida, existen estándares que debe cumplir todo omega (incluyendo a los estériles como Yut-Lung) la sociedad es omega-centrista, los venera y hace de sus palabras leyes ante los demás pero es imprescindible que den cierta imagen. Los alfas por el otro lado tienen fuerza y estatus superior y tienen la posibilidad de ser elegidos como pareja destinada del omega y morderlo estrictamente bajo consentimiento, el permiso extramarital sobre tener amantes es más que nada para no agotar a los omegas con sus deseos carnales o cuando entren en rut. La gran mayoría de los betas son esclavos, no tienen habilidades especiales y son gran parte de la población además, por ende, están al fondo de la cadena alimenticia. Es un mundo simple de estatus que ya se encuentra predeterminado antes del nacimiento, su madre fue una omega muy "afortunada" al ser elegida una esposa para Jim, la sacó de la decadencia y la colocó en cuna de oro.
Yut-Lung es un omega que eligió a Ash como su alfa y por ende, debería sentirse afortunado.
Pero no lo está.
—Nuestra buena posición se debe gracias al matrimonio que tenemos con el clan Lee, algún día será tu marido quién tome el trono y te hará emperador, sino quieres valorar semejante privilegio tendré que casar a tu hermano con alguno de los alfas del clan. —¿G-Griffin? ¿Con un Lee?
—¡No te atrevas! —Ash no se ha dado cuenta de cuándo se movió tan rápido y sin embargo, ya tiene sus manos clavadas en la superficie del escritorio, sus dedos se crispan, cada fibra de su cuerpo tirita, Griffin es su única familia viva y no permitirá que lo torture—. No te atrevas a tocarlo. —Su estómago duele ante el mero pensamiento, su mente se empieza a nublar. Griffin. Griffin. Griffin. No, por favor.
—Entonces cumple con tu deber.
—No es mi maldita responsabilidad. —Grita—. Yo jamás quise gobernar, no me interesa la grandeza ni el poder, no quiero nada de eso.
—Pero yo sí. —Jim se reclina en el respaldo de su silla, sus manos se acomodan contra su camisa de seda, la capa roja cae hasta el piso aunque la use por puro ostento—. Cómo eres mi heredero debes pagarme por el preciado regalo que te di con la vida. —Una vida que le quitaste a mamá porque ella no soportaba un segundo más en ese infierno que llamas matrimonio. Ja. Ja. Ja—. Mírame, me duele la pérdida de mis dos amadas esposas pero aun así conseguí una nueva amante.
—Jennifer podría ser tu hija, es joven.
—Jennifer podría darme otro heredero, es joven.
—Eres... —Ash se muerde la boca antes de soltar un insulto—. Lo pensaré. —Es todo lo que dice, no quiere discutir más con su padre, no ganará nada—. Debo conversarlo bien con mi marido primero.
—Por supuesto. —Jim le sonríe satisfecho—. Por cierto, tu consejero me ha dicho que no ha logrado contactarte todavía. —Se paraliza apenas escucha esa palabra, consejero = Dino Golzine.
—He tenido una agenda muy apretada con tantas celebraciones.
—Ya veo. —Jim no le cree—. Contáctalo pronto.
Pero deja que se vaya.
—Diablos. —Suelta una vez afuera de la oficina.
—¿Pasó algo, majestad? —Pero como los dioses deben odiarlo, claro que Golzine está esperándolo.
—Dino.
La sonrisa astuta de Dino le hiela la sangre, el gesto es lo suficientemente cínico para enrollarse bajo sus tripas y obligarlo a apretarse sutilmente el vientre, palpa su cinturón y no trae su espada consigo, debió olvidarla en el entrenamiento fallido con Blanca antes de que le presentaran un nuevo amante en potencia, odia lo degradante que es reducirse a esto, a ser el donador de esperma para engendrar al descendiente del emperador, conoce los planes foscos de Yut-Lung sobre asesinar a cada pariente con tal de llegar al trono pero aun así, es degradante.
Por Griffin.
Lo está haciendo por Griffin.
—Majestad. —Repite Dino—. ¿Podría tener un instante a solas con usted? —Ash se congela cuando siente una palma sobre su cintura, el toque es indebido y a lo menos asqueroso, sin embargo ya está acostumbrado porque ¡por favor!
¿Qué le dijo su padre cuando le pidió ayuda después de abofetearlo?
«Si intenta hacer lo mismo, cállate y déjalo. Pero no deshonres más a la familia, mantente callado».
En otras palabras, déjalo hacer lo que quiera pero que no se enteren de que degradó a un alfa.
Ja.
—¡Ash! —El nombrado agradece que el pequeño Skipper entre saltando al cuarto, no comprende la relación que lleva con Dino ni el verdadero poder que Dino presuntamente tiene sobre Jim (al menos eso espera que sea en vez de un terrible progenitor y ya), pero tampoco ansía quedarse a averiguarlo en estos momentos—. ¡Te he estado buscando por todas partes!
—Skip.
¿Qué quieres, mocoso? ¿Qué no ves que estábamos en medio de algo?
—¿Debería estar tocando a su majestad con tanta familiaridad? —Skip pregunta con falsa inocencia.
—Beta de mierda. —Dino lo suelta de mala gana—. Tienes suerte de que no te hayan vendido como un esclavo. —El muchacho aprieta los ojos con fuerza y le saca la lengua apenas lo ve salir del pasillo.
—Gracias por salvarme. —Le susurra.
—No fue nada. —Skip acomoda ambas manos detrás de su espalda mientras se balancea en la punta de sus pies—. Aunque hay algo de lo que me gustaría hablar contigo, jefe.
—Claro.
Van cerca de los jardines para hablar, a Ash le trae recuerdos agridulces este prado repleto de flores, son coloridas y pequeñas y la mayoría están muertas, su matrimonio con Yut-Lung está varado desde que surgió el tema de conseguirle una amante ya que bueno, odia tener que satisfacer su rol de alfa y no se imagina teniendo que satisfacerlo con dos omegas, eso llevó a que ambos tuvieran una pelea y aunque tienden a hospedarse en la residencia Callenreese, Yut-Lung no dudó en huir al palacio del norte tomando a su mejor hombre para que lo cuide. Shorter. Su mejor amigo. Su mano derecha en la corte. Extraña a Shorter por lo mismo y está hastiado, no anhela recibir más pretendientes omegas ni presuntos candidatos a consortes reales.
Ugh.
—El clima está agradable. —Al menos el pequeño Skip luce contento con todo esto, meciendo para un lado y para el otro sus pies, aferrándose a los bordes que dan hacia el jardín—. Amo que haya sol y más luego de una tormenta. —Ash crispa una ceja cariñoso, se afloja la camisa y agradece no tener que vestir esas pomposas prendas reales al menos para practicar con Blanca—. ¿No lo crees?
—Sí. —Sus dedos se deslizan suavemente por los cabellos crespos de Skipper, Dino lo compró como esclavo al tener debilidad por los jovencitos y por la orden de Aslan quedó bajo su cuidado, Skip juró lealtad desde ese entonces—. Pero no creo que me hayas traído solo para eso.
—Tienes razón. —El niño curva una sonrisa brillante e intensifica aún más el movimiento de los pies contra la superficie de madera, trama algo, lo sabe—. ¿Qué te pareció Ei-chan?
—¿Ei-chan? —Repite confundido—. ¿Qué diablos es un Ei-chan?
—No, no, no qué. —Lo corrige levemente amurrado—. Quién. —Un chico con un nombre peculiar.
—Bueno. —Ash responde con la voz más monótona posible, no acostumbra a mostrar su sentir ante nadie, ni siquiera su hermano mayor—. ¿Quién es Ei-chan?
—El instructor de katana. —Responde con simpleza—. Ese beta que te presentaron antes de ir a los aposentos de tu padre.
Alto. Alto. Alto.
¿Un beta?
—¿Te mandó un beta de amante? Yut-Lung es hilarante, este es otro nivel de humillación.
¿Su instructor de katana?
El pánico brota de las venas de Ash como un géiser ante la mera posibilidad de haber dejado a quién será su instructor a solas con Arthur, se para cegado por el horror, da un paso inconsciente y violento hacia los cuartos interiores y es entonces cuando Skip lo jala de la camiseta, ese tren de habla resulta tan veloz que no puede registrarlo, pero hay miedo en los ojos del niño y se hace mucho más visible cada segundo que pasa.
—Creo que lo confundí con uno de mis amantes. —Entonces dice y se traga el pánico—. Si es quién creo que es lo dejé a solas con Arthur y eso es un problema.
—¡No! —Skip se cubre la boca con ambas manos—. ¡Debemos irlo a ayudar!
—Muy tarde, probablemente Arthur... —Lo debe haber matado, que sea un beta cambia la situación porque Arthur tiene prohibido tocar a un omega, ¿pero al género inferior? ¿un beta? Es otra historia.
—Ash. —Pero no tiene corazón para decirle eso—. Ei-chan dijo que jugaría conmigo.
—Vamos.
Así que corren por los extensos pasillos de la residencia y abren la puerta de golpe, lo que ven apenas ingresan...
—¿Qué?
Lo deja sin aliento.
Hay sangre en el cuarto.
Sangre de Arthur.
Ash retrocede, la mirada tímida y cohibida que el beta extranjero alguna vez esbozó ha sido relegada por una chispa fiera, hay electricidad en sus pupilas negras que encienden la sangre del alfa, sus ojos relumbran con concentración y arden mientras sostiene la espada de Lynx contra el cuello de Arthur sin una pizca de vacilación, es deslumbrante, de repente, ese chico que conoció se esfuma para darle paso a un Fénix renacido que lucha por su libertad. Ojos negros, los más negros que ha visto e incluso más negros que las minas de obsidianas de las que son dueño los Lee. Cabello indomable, esponjado, parece tinta fresca de la más fina derramada con gotas de rocío como brillo de espada recién forjada, manos apretando con determinación el mango de su florete, pose cincelada, boca tensa, arde y arde más que cuando Ícaro voló demasiado cerca del sol.
El contacto visual acaba en un instante y aún así, para Aslan dura para siempre, el beta se lo reclama:
«Haz de mí lo que quieras, pero nunca podrás dominarme. Nunca ya que mi mente y mi espíritu son solo míos»
Es hermoso.
Salvaje.
Libre.
—Ah. —Ash se aprecia demasiado aturdido, se da cuenta muy tarde que el vientre del beta también se encuentra repleto de sangre y que está goteando chorros hacia el piso.
—¡Ei-chan está herido!
—Necesitas atención médica. —Le advierte con las manos alzadas, el beta lo amenaza con la espada, da pasos torpes, probablemente busque la salida—. Oye. —Pero su cuerpo no resiste más y se acaba desmoronando, la cuchilla cruje contra el piso una y otra vez en un eco sordo.
—¡Ei-chan! —Aslan lo alcanza a tomar entre sus brazos antes de que caiga.
—Aki-chan. —Es el nombre que susurra antes de desvanecerse y aunque yace inconsciente y repleto de su propia sangre...
Puede jurar que llora.
Ash se queda a su lado mientras el curandero real lo atiende, desea retirarse, sabe que tiene todavía que solucionar el conflicto con Arthur puesto que disfruta de una posición importante sobre la corte, sabe que será un problema que el beta lo haya atacado aun si fue en defensa propia, pero...ese terco se niega a dejarlo ir, ha apretado con fuerza su mano y no deja de sollozar entre pesadillas el nombre de una chica una y otra vez acompañado de otro. Ibe-san. Japonés es su apuesta.
Aslan recurre a su isla de paciencia mental mientras Skip fomenta el pavor, ciertamente no se esperó que ese beta tímido que arrojaron a sus fauces bajo la etiqueta de pretendiente fuera fiero, no desea pensar en eso, incluso si serán colegas Ash odia involucrarse más de lo necesario y sin embargo hubo algo en su mirada, una chispa ardiendo en sus ojos de cervato que quemaron, destrozaron e hicieron cenizas el alma de Ash, fue intenso e inolvidable. Pero de nuevo, no tiene cabeza para lidiar con esto ni con ningún otro nuevo problema. Suficiente con los berrinches del futuro emperador.
—¿Aki-chan? —El beta gimotea, está sudando montones y sostiene su mano con una intensidad tan grande que Aslan realmente teme que no se puedan soltar más.
—¿Aki-chan es el nombre de tu esposa? —Muy lentamente esos ojos cafés recuperan lucidez, tienen una chispa completamente distinta a cuando sostuvo la espada, no sabe si es mejor o peor pero hay un rayo cándido en sus pupilas, es amable, estos deben ser los ojos más amables del mundo entonces piensa, tiene un rostro infantil y ¿adorable? Es un tanto agraciado de una forma opuesta a su esposo.
—¡Ei-chan! —Por supuesto que Skipper se le abalanza encima—. ¿En qué pensabas al enfrentarlo?
—No pensaba. —El beta se reclina en la cama—. Solo me defendí.
—Te defendiste de uno de los hombres más respetados y peligrosos de acá. —Su jade se encuentra con el cobrizo otra vez y se derrite, de repente, hace calor y su lengua está seca.
—Lo siento. —El beta baja la cabeza—. Es que no me dejaron explicarme, vine a enseñar katana, no a ser el pretendiente del joven Callenreese. —Cuanta formalidad.
—¿Eh? No sabía que estábamos contratando niños. —Eso lo hace enfadar, lo nota por la manera en que frunce su entrecejo y menea frenéticamente su nariz de botón, lindo, es su primer pensamiento.
—Soy mayor que tú. —Suelta con una mirada que pretende ser fría y no obstante, resulta adorable, sus hombros se han puesto tensos debajo de la bata y hay un tímido sonrojo espolvoreando incluso sus orejas. Apenas se conocen y ya sabe que debe ser el peor actor del mundo.
—¿Eh? Vaya, discúlpame. —Bufa—. Pensaba que eras un niño. —Y más con esos pucheros que hace.
—Tú eres un niño.
—¿Realmente quieres faltarle el respeto a tu señor?
—¿Estás bien? —Skip los interrumpe con genuina preocupación—. No has dejado de gritar nombres entre pesadillas.
—¿Nombres?
—Aki-chan e Ibe-san. —Su mirada se ve recubierta por una capa blanquecina casi como si la mención lo hubiera transportado a un lugar lejano y distante que solo el beta puede ver.
—Ya veo. —Sonríe y es pétreo, una emoción sin nombre pero intensa brota en el corazón de Aslan, se dice a sí mismo que se siente responsable del incidente, que es eso nada más.
—Incluso le has estado apretando la mano a Ash.
—¿Eh? —El beta recién cae en la cuenta de que efectivamente su mano está tomando la de Aslan—. ¡Lo siento mucho! —Gimotea antes de soltarlo de golpe—. No quería tocarlo sin su permiso.
—No hay problema.
—Perdón. —Le repite con los párpados tensos—. Mis más sinceras disculpas.
—Ya te dije que no fue un gran problema. —Bufa—. ¿Acaso todos los japoneses se disculpan tanto?
—No estoy seguro. —Musita con un puchero inconsciente y otra vez, una emoción silenciosa brota.
—Entonces... —Como teme que estalle en cualquier segundo prefiere tomar las riendas—. ¿Eres mi instructor de katana?
—¡Ah! Sí. —Dice energéticamente, como sino hubiera sido recién apuñalado en el vientre y el doctor hubiera envuelto precariamente sus heridas con vendajes desechables—. Lamento mi insolencia.
—Qué dejes las disculpas. —Le advierte.
—Perdón. —Ash crispa una ceja y el extranjero se cubre la boca con ambas manos, es otra señal de disculpas nada más y eso le roba una sonrisa. Eh, Ash Lynx sonriendo con un desconocido ¿quién lo diría?—. Fue la última vez que me disculpo, lo prometo.
—Cómo digas. —El lince le extiende una mano con formalidad—. Soy Ash Lynx, el alfa que necesitas entrenar con la katana.
—Ash Lynx. —Ash-u, dice, no Ash.
Le gusta mucho más.
—¿Tu nombre?
—Eiji. —Le extiende una mano—. Eiji Okumura, mi señor.
Y por alguna razón más que una presentación... esto se siente como un cortejo.
Yo cacho que hasta el capítulo 5 está decente y ya necesito editar ahí para que tenga un vuelco más picante e interesante esta cosa, sé que pecaré con uno que otro cliche pero me gustan los cliches, perdón. Ojala les haya gustado, eso chiquillos.
Se les quiere y si todo va bien el fin de semana nos vemos acá.
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