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Entrando en su despacho con un sonoro portazo, que habría despertado hasta al gigante mas sordo de la región, Snape comenzó a caminar por detrás de su escritorio, miraba alternadamente sus preciados frascos con los mas extraños ingredientes para pociones y una fina pluma sobre un pergamino a medio escribir; mientras pensaba en lo ridículo de la situación.

Él, que solo se había enamorado de la joven lili Evans, se sentía de lo mas humillado por su propia conciencia.

Nunca deberías haberte acercado a ella.

Lo se.

Ella no es Lili.

Lo se.

No seas un idiota ella no la reemplazara.

Pero podría ayudarme.

Ella no esta dispuesta a eso.

Podría enamorarla.

Tu mas que nadie sabes que no tiene ojos para nadie mas que para el mocoso de Malfoy.

Pero, podría intentarlo.

Porque dejaría de pensar en el joven y altanero Draco Malfoy, para quedarse con un viejo amargado como tu.

Nadie podría alguna vez creer lo que el profesor Snape sentía por la joven Bellaqua. Desde el primer día en que la vio en la selección de las casas con el sombrero seleccionador sobre su pequeña y blanquecina cabeza le había fascinado. Al tornarse su neblinoso cabello de color gris en un brillante color dorado en el instante en el que el sombrero la coloco en Gryffindor el sabia que había algo especial en esa chica.

Con el tiempo el profesor descubrió algo muy familiar en la pequeña. Sus gestos, su risa, su perfecta sonrisa, la forma en que sus ojos exploraban en lo mas recóndito de su propia alma, todo lo que hiciera o dijera Jade le recordaba a Lili. Aunque fisicamente no se pareciera ni un poco a ella, sus gestos y movimientos eran idénticos a los de su único amor.

Con el tiempo Snape comenzó a ser el mismo con la preciosa Bellaqua. Las noches en las que ella comenzó a internarse en el bosque, Snape las pasaba desvelado mirando desde el salón de astronomía hacia las inmensidades del bosque. Cuando lograba divisar una pequeña cabellera blanca como la nieve salir del bosque su corazón volvía a latir. Los días transcurrieron y así los años llegaban. Cada día Severus descubría algo en Jade que le hacia recordar a su amada Lili. Noche tras noche la observaba partir y luego esperaba su regreso, ansioso y preocupado.

Una noche Dumbledore lo encontró espiando la entrada al bosque, fue entonces que Snape debió decirle la verdad de sus sentimientos. Al dejar al descubierto la parte mas sensible de su alma, se volvió vulnerable. Solo el lo sabia, nadie mas que Dumbledore, ni siquiera Jade tenia pista alguna de los sentimientos de Severus. Él sabia que no debía involucrarse con una chica como esa, pero le fue imposible no caer ante ella.

Nada le impedía tener una linda amistad con su alumna, en clase la trataba como a los demás de Gryffindor. Pero por las noches o estando a solas la trataba como a su tesoro mas preciado. Solo esperaba poder disimular el deseo que crecía lentamente dentro suyo, para no levantar sospechas de la rubia platinada.

Para el no era nada fácil controlar sus impulsos. Todo lo que ella le incitaba, lo hacía sentirse un imbesil cada vez que se encontraba a el mismo siendo amable o gentil con ella. Durante cierto tiempo había intentado mantenerse alejado de ella. La escena de su frágil tesoro llorando en la torre de astronomía la noche en la que Black había escapado no se le quitaba de la cabeza. No podría olvidarlo.

-¿Porque está aquí?-dijo tan débilmente que apenas pudo oírla.

-¿Que te ocurre ahora?-había intentado sonar lo más frío posible pero por el contrario su voz reflejo toda su preocupación.

-¿Porque se preocupa por mi profesor?- eso le había dolido. Jade siempre le decía Severus en la intimidad. Y escuchar esas palabras salir con tanta frialdad le caló los huesos. Que la palabra "profesor" saliera tan fríamente por la misma boca por la que su nombre salía con calidez y ternura lo atemorizó de una manera casi aterradora.

-No seas tan seria Bellaqua ¿que te sucede? jamás me dices profesor en situaciones como esta- se sentó a su lado. Ella no lo miro. Sus ojos estaban clavados en la inmensidad del oscuro horizonte. Debía recuperarla a toda costa. La extrañaba, la extrañaba tanto que le dolía. Le faltaban sus sonrisas, sus miradas furtivas llenas de calidez y cariño. Había tardado tres años en tener una hermosa cercanía con ella. El corto y extraño tiempo que había pasado con ella lo habían vuelto un hombre más cálido. La niña  de pelo color hielo y alma de dragón le había derretido el corazón al hombre de ojos tan oscuros como la noche y mente tan perturbada como la de un preso. Porque eso era. Era un preso de su pasado. Un preso de su verdad.

-Lo se-dijo la peli blanca volviendo con la vista a sus rodillas. Verla ahí sentada con las piernas abrazadas al cuerpo lo llenaba de amargura-se que trabajas para el- dijo con la voz quebrada y unas lágrimas en sus ojos. -se que estas del lado del señor oscuro- Snape se congeló- se que trabajas para Voldemort- los ojos del profesor estaban llenos de sorpresa y miedo- ¿Porque Severus?- lo había llamado por su nombre. Pero oírlo de esa manera... oírlo lleno de dolor y desprecio de la boca de la muchacha, le resultaba incluso más doloroso que antes- ¿me quería para dañar a Harry?- Snape estaba tan impresionado y aterrado que no sabía si preguntarle cómo lo descubrió o si abalanzarse hacia ella y reconfortarla en su pecho como a una niña pequeña

-¿Quien más lo sabe?- estaba asustado. Si alguien más lo sabía todo se iría a la mierda.

Nadie. quería darte una oportunidad. Quería creer que no era cierto. Pero ya veo que no me equivoco. Tendré que decirlo- lo ultimo lo espanto. No por el hecho de que revelara la verdad. Sino por que lo dijo con demasiado dolor en su voz. Como si estuviera a punto de mandar a Draco a la horca.

Entonces sin pensarlo avanzó a su encuentro. Tenerla entre sus brazos lo lleno de dicha. La quería. No, la amaba. Quería tenerla solo para el. Jade lloraba en su pecho. Se veía tan frágil como una rosa en el más árido de los desiertos. Se veía como un fino cristal en el camino de un poderoso dragón. Estaba al borde del abismo y a punto de caer. Ambos lo estaban. El caería por ella y ella caería por el dolor de su traición.

Antes déjame explicarte. Y si mis razones no son suficientes entonces yo me entregaré-Snape acariciaba su cabello ahora oscuro. Le dolía creer que el había causado ese inmenso dolor. Un dolor tan grande que la obligó a cambiar su perfecto cabello color niebla a un negro tan intenso como la noche. Ella asintió pero no le permitió separarse. Se aferraba a Severus como si la vida se le fuera en ello. Entonces él comenzó le relató el porque de su situación. Se descubrió. Jade había dejado de llorar. Pero no lo había liberado. Se mantuvieron en pie por un largo rato. El la mecía en sus brazos, y mientras acariciaba su cabello que poco a poco volvió a ese color blanco que el tanto amaba, le relato toda la verdad. La situación era perfecta. Era pasada la media noche. Estaban en el balcón de la torre de astronomía. Jade lo abrasaba por el abdomen. Su cabeza reposaba en el pecho de Severus y este le acariciaba la cabeza como a una niña pequeña y frágil mientras la sostenía con un solo brazo por su cintura para evitar su escape. Al termina un silencio se apoderó de ambos y en eso Jade se separó unos centímetros del pecho de Snape.

Te creo Severus- el corazón del hombre se ensanchó de felicidad- pero prométeme algo-

Lo que sea- dijo el

Prométeme que no morirás. Prométeme que no lo harás antes que yo. Júrame que no perderé al único ser que me comprende. Júrame que no te perderé Severus- eso lo lleno de gozo y alegría. La pego más a el y susurro en su oído un muy delicado "lo juro"

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