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#SungJae

[HyungWon]

Veinte años.

Tengo veinte años y nunca he tomado de la mano a alguien. Nunca he tenido una cita. Ni siquiera me han besado. No solía afectarme realmente todo esto. Siempre tuve esta confianza innata de que no sería así para siempre, que mi persona vendría cuando se suponía que debía hacerlo. Pero últimamente, me ha estado pesando. Ya no soy un estudiante de secundaria ni un adolescente. A medida que pasa cada año, parece cada vez más fuera de alcance.

Solía pensar que tu otra mitad llega cuando menos te lo esperas. ¿Pero qué pasa cuándo la persona llega pero sigue de largo? Sí. Soy un romántico empedernido o un idiota irremediable, como dice SungJae, mi otra mitad. Solo que fue una mitad que la vida decidió imponerme.

SungJae... Ah, increíble, sexy, popular, el perfecto chico malo que tiene al mundo y a la galaxia a sus pies. Mi único y fuera de serie hermano gemelo.

Dicen que hay personas que nacen con estrella. Bueno, yo soy claramente un estrellado, ya que todas mis estrellas se las quedó él. Jamás podría competir contra él. ¿Cómo podría? Desde que empezamos a balbucear supe que esta carrera ya tenía un ganador. ¿A quién quiero engañar? SungJae era todo lo que yo nunca podría ser. La parte brillante, la colorida mientras que yo... soy solo su copia desdibujada, una mala copia.

Me había acostumbrado a estar bajo su sombra. A aceptar que todo lo que tenía eran las migajas que SungJae dejaba. La gente me 'aceptaba' porque él era mi hermano. Si alguien se me acercaba era porque veían en mí, al puente que los dejaría en la misma orilla que él. Su popularidad sólo me salpicaba hasta que se daban cuenta de que su brillo no alcanzaba para los dos. ¿Fiestas? Claro. Me invitaban a todas... pero solo porque la gente que no estaba en su misma esfera de popularidad pensaba que yo arrastraría con él a mi perfecto apéndice.

Ya les dije que él se había quedado con todas mis estrellas y nunca me molestó realmente hasta que se quedó con la única estrella que yo quería. Shin Hoseok.

—Honestamente no entiendo cuál es tu problema, Wonnie. Es la fiesta más exclusiva del año y tú no quieres ir... —MinHyuk suspiró y se echó sobre el césped del campus.

—Sabes que solo me invitaron porque piensan que si yo voy, SungJae también irá —me senté a su lado y saqué mi cuaderno de dibujo.

—¿Y? Sigue siendo una invitación. ¡Vamos, porfi! Nunca te molesté con esto pero necesito ir a esa fiesta, JooHeon seguramente estará ahí.

—Si quieres ver a JooHeon, ven a mi casa. Sabes que prácticamente vive ahí.

—Lo sé. Es que me gustaría verlo en una situación más... no sé, informal.

—¿Y desde cuándo mi casa es un lugar formal? Ven esta noche, estarán todos. SungJae terminó de acondicionar la sala de ensayos. Ya no habrá forma de sacarlos de allí.

—Oh, sí. Por supuesto que iré. Pero de todas formas piensa en mí, no seas malo.

—No sé qué más quieres que haga. Deja de usarme para acercarte a él. Sólo estás conmigo porque soy tu boleto seguro de ida a Honeyland.

Min se echó a reír. —Hey, aparte de eso me caes bien— le di con el lápiz en la cabeza.

—¿Chae HyungWon? —una morena de cuerpo impresionante se acercó a nosotros con una sonrisa—. Claro que eres tú, eres igual —dijo—. Me preguntaba si podrías darle algo a tu hermano.

Y ahí íbamos vamos de nuevo. No había nada extraño en la secuencia. Siempre alguien se acercaba a mí para hacerle llegar algo a SungJae.

—Si sabes que él tiene novio, ¿no? —las palabras salieron de la boca de MinHyuk antes de que yo pudiera responder algo. Novio. Esa palabra me daba náuseas.

La chica miró a mi amigo como si fuera excremento de perro pegado en sus zapatos Laboutin. —No estoy hablando contigo —dijo y me estiró un sobre—. ¿Podrías darle esto? Y dile que me llame.

—¿Y quién eres tú?

—Jenny. Dile que podríamos vernos donde nos vimos la otra noche.

—Bien, le diré. —La chica se despidió con un gesto y salió corriendo en otra dirección.

—¿Tu hermano está engañando a Hoseok?

Suspiré y me recosté sobre el césped  Sí. Mi hermano era un imbécil. Lo peor de todo es que yo me sentía culpable por saber todo eso.

—Wonnie... eso es... ¡Genial! Tienes que decírselo a Hoseok.

Lo miré. —¿Empezaste a fumar hierba otra vez?

—Nunca dejé de hacerlo. Y hablo en serio. Estás enamorado de Hoseok y... tu hermano, bueno, lo engaña.

—No es problema mío. Yo no me meto en sus cosas, Min. Hoseok está enamorado de él, yo no puedo hacer nada contra eso.

—Puedes abrirle los ojos, Wonnie. Quizás hasta se de cuenta.

—¿De qué? ¿De que soy el gemelo bueno y mágicamente note que yo soy para él? Las cosas no funcionan así, y aunque me duela, SungJae es mi hermano. No podría meterme en el medio de su relación.

—¡Pero tú lo amas!

—Pero él ama a mi hermano. No a mí. A decir verdad ni siquiera sabe que existo, Min.

Y técnicamente era cierto. Había conocido a Hoseok cuando estábamos en el anteúltimo año del colegio. Y fue, al menos para mí, amor a primera vista. No dejé de pensar en él nunca más desde que puso un pie en el salón. Pero como era de esperarse, mi lindo hermanito lo absorbió a su burbuja y eso fue todo. Pronto se hicieron inseparables y aunque pasaba mucho tiempo en casa, Hoseok no tenía ojos más que para mi gemelo. Él apenas si me saludaba y yo tenía la leve impresión de que me evitaba a toda costa. Trágico. Lo sé. Pero así es la vida. Injusta.

—No digas eso. Por otro lado debe ser raro ver cómo la copia exacta de tu novio anda paseándose delante de sus narices. Aunque si fuera yo, andaría con los dos.

—Eso es porque eres un culo fácil —bromeé—. Ahora vamos a casa, que tengo hambre y se está haciendo tarde.

Cuando estábamos llegando a mi casa ya se escuchaba la música que salía del segundo piso donde mi hermano había hecho la sala de ensayo.

Fuimos a mi habitación y Min se tiró sobre mi cama a leer historietas.

—¿Es cierto que tu hermano está buscando un cantante?

—¿Cómo diablos sabes todo eso?

—Bueno, tengo mis fuentes.

—Deja de stalkear a Honey y dile de una vez lo que sientes

—Lo haré si tú le dices a Hoseok que quieres cabalgar su entrepierna hasta que necesites una prótesis de cadera.

—¡Cállate, alguien te puede oír! Me voy a duchar, si quieres algo de comer ya sabes dónde está la cocina.

Cuando salí del baño, Min ya estaba roncando. Me reí y empecé a revisar mi placard. Estaba algo fresco así que me puse unos pantalones holgados y una camiseta de manga larga.

Bajé a la cocina y abrí la heladera. No sabía qué comer así que tomé todo lo necesario para hacer sándwiches. Estaba agarrando las cosas cuando sentí dos manos que me agarraron por la cintura y me impulsaron hacia atrás haciéndome apoyar en lo que claramente era un bulto. Uno grande.

—Mmm, te cambiaste el perfume —la voz ronca de Hoseok contra mi oído me hizo dar un respingo—. Me gusta más este que el que usas siempre...

—Eh... Hoseok...

Las manos se congelaron y despacio fueron aflojando el agarre en mi cintura.
Me giré y lo vi ponerse todo colorado. Abrió la boca para decir algo pero no salió una palabra de sus labios. Yo no sabía dónde meterme. Era como si mis sueños se hubieran materializado y me despertaran de golpe.

—Lo siento, Wonnie... yo... —se rascó la nuca y miró al piso, nervioso.

—Hey, grandote, al fin llegaste —SungJae entró a la cocina con JooHeon y le dio un chirlo en una nalga a Hoseok. Este se sobresaltó y miró a SungJae confundido.

—Hola...

—¿Así de frío va a ser mi saludo? —mi hermano se acercó y agarrando a Hoseok por la barbilla, le comió la boca. Literalmente. Mi estómago dio un vuelco. Aunque ya, a esa altura, debería haberme acostumbrado a verlos besarse, abrazarse o tocarse... pero no. Todo era tan horrible como la primera vez.

Carraspeé y me aclaré la garganta. Quería que alguien me matara ahí mismo.

—Hola, Wonnie —dijo Honey dándome un pequeño abrazo—. ¿Todo eso vas a comer?

—¿Eh? Ah... Es que está Min.

—Wonnie —mi hermano tomó unas cervezas de la heladera y agarró a Hoseok de la mano para irse—, ahora tienen que venir Chang y Yuta. Si escuchas el timbre, ¿les abres?

—Si... —dije asintiendo—. Ah, luego pasa por mi habitación, necesito darte algo.

Mi hermano me guiñó el ojo y salieron los tres de la cocina. Hoseok se giró antes de irse y me hizo una pequeña inclinación de cabeza. Me apoyé en la mesada y respiré. Esto que me pasaba tenía que terminar.

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