#Soltar
–Hola... —Jae se hizo a un lado para dejar que Hoseok entrara a la casa.
–Hola —dijo pero evitando mirarlo— vengo a buscar el resto de mis cosas.
Jae asintió y cerró la puerta. —¿Quieres tomar algo?
–No, estoy bien, gracias.
Hoseok se encaminó hacia la habitación y se dispuso a guardar las cosas que no había podido sacar cuando pelearon.
–¿Sigues enojado conmigo? —Jae estaba apoyado en el marco de la puerta, mirándolo con una expresión triste en su hermosa cara–. Lo siento, bebé...
Hoseok cerró los puños y lo miró. –Te pedí que no me llamaras así, Jae.
–Está bien, pero ¿podemos hablar?
Hoseok suspiró. Sabía que iba a tener que solucionar las cosas tarde o temprano. No quería tener que esconderse o alejarse de sus amigos por algo que escapaba a su control.
–Bien —dijo asintiendo con la cabeza baja— haz café.
Jae sonrió y se perdió por el pasillo. Terminó de juntar las cosas y caminó hacia la cocina.
–¿Cómo has estado estos días? —preguntó sirviendo café en dos tazas.
Hoseok se encogió de hombros. –Estuve bien, supongo. ¿Tú?
Jae tomó asiento frente a él. –Te extraño.
—Jae, por favor. No vine a esto...
–Bien, bien... ¿Dónde estuviste quedándote?
–En mi casa.
Jae negó con la cabeza. –No, Hoseok. Escucha, no tienes que volver a ese lugar. Yo tengo una habitación libre.
Hoseok soltó una risita. –¿Estás proponiéndome que viva aquí contigo? Jae, no soy masoquista.
–Mira, sé que me porté mal. Créeme que me siento fatal. No estoy intentando justificarme pero... —suspiró y se acodó en la mesa, barriendo su cabello con sus largos dedos.
–Me engañaste. –Hoseok intentaba mantenerse entero pero le estaba costando demasiado.
–¿Nunca me perdonarás? —la mirada que le dio su ahora ex novio era devastadora. Jae sabía como hacerlo sentir vulnerable.
–¿Por qué lo hiciste, Jae? —preguntó—. Fueron cuatro años, creo que merecía un poco de consideración de tu parte.
Jae asintió. –Tienes razón. Yo... Todo se me salió de control.
–Lo único que pedía de tu parte era sinceridad, y te cagaste en eso. ¿Estás con ella?
Jae no respondió y eso sólo terminó de confirmarle a Hoseok sus sospechas.
–Está bien. No tienes que responderme nada. Solo pórtate bien con ella. No la engañes.
Su ex novio le sonrió apenas, mientras se limpiaba una lágrima de su mejilla. Nunca se acostumbraría a ver llorar a Jae. Se levantó y le acarició los hombros.
–Ya, no llores. Estaremos bien.
Jae se levantó y lo abrazó. –Lo siento, bebé. Perdóname...
Hoseok cerró los ojos y aspiró el perfume que antes solía hacerlo perder la cabeza y la compostura. Le pasó la mano por el cabello.
–Shhh, ya está...
No escucharon la puerta, sólo se escuchó la puerta del taller cerrarse con fuerza.
Dentro de todos los escenarios posibles, HyungWon el que menos se imaginó y esperaba era el de ver a Hoseok y al idiota de su hermano fundidos en un abrazo. Aunque si lo pensaba con frialdad, tampoco lo sorprendió tanto. Habían estado juntos por cuatro años y por supuesto que no iban a olvidarse el uno del otro así como así. Pero él estaba tan enojado con su hermano por haber lastimado a Hoseok que no podía menos que maldecir su suerte. No había vuelto a saber de Hoseok desde la noche en que estúpidamente se le declaró, excepto por las cosas que le contaba Wheein. No quería cruzárselo. Se sentía avergonzado por sus sentimientos. No quería ni imaginar cuando tuvieran que verse cara a cara.
Agarró unas cosas que había dejado en el taller y se apresuró a salir. Jae y Hoseok estaban en la sala. Ambos se levantaron cuando lo vieron salir.
–¡Wonnie! —su hermano se apresuró a acercarse e intentar abrazarlo. Pero él lo rechazó.
–Hola —dijo secamente—. Hola, Hoseok.
Hoseok le sonrió y luego bajó la mirada.
–¿Qué haces aquí? No me avisaste que vendrías, podría haber pedido pizza.
–No, no es necesario. Vine a buscar algunas cosas que necesitaba.
–Ah, Hoseok. Creo que deberías agradecerle a Wonnie, casi me mata cuando discutimos la otra noche —Hoseok levantó la cabeza y lo miró.
–¿Cómo?
–No sabes cómo estaba cuando nos peleamos. Él me hizo dar cuenta de muchas cosas. Y tú que pensabas que le caías mal. —Jae se echó a reír haciendo que los otros dos se sintieran más incómodos que antes.
–Bien, me alegro que hayan podido resolver las cosas entre ustedes —HyungWon hizo un intento de sonrisa y afirmó los caballetes que había ido a buscar bajo su brazo–. Ahora debo irme. Nos vemos por ahí.
Hoseok dio dos pasos en su dirección y se detuvo. Quería hablar con él, pero no sabía por dónde empezar y cuando se decidió por no dilatar más la charla que se debían, Wonnie ya se había ido.
–Está loco —murmuró Jae.
Toda la semana se la había pasado evitando a su hermano y a Hoseok. Por suerte en la universidad estaban matándolo a trabajos así que tuvo que enfocarse a la fuerza en los trabajos que debía entregar. Lo agradecía, lo obligaba a no pensar en él. Encerrado en el taller de arte podía olvidarse al menos un poco de su novela personal. Jae y Hoseok parecían llevarse bien nuevamente y en parte eso lo aliviaba. No soportaba ver a Hoseok como alma en pena por el campus. Todo había retomado su curso y eso le quitaba un poco el peso que había estado sintiendo. La noticia de que Jae había engañado a Hoseok con una de las porristas se había regado por el campus como pólvora y por supuesto, ahora era la estrella indiscutida del lugar. Era increíble cómo se daban las cosas. HyungWon estaba francamente desconcertado por cómo había resultado todo para su hermano. Los únicos que aún estaban reticentes a hablarle a Jae eran Min y Wheein que se habían tomado el engaño y la ruptura como algo personal.
–Te juro que quiero golpear a tu hermano —soltó Wheein tomando asiento en el césped a su lado.
–Ponte en la fila —acotó Min jugueteando con un diente de león—. Resulta que ahora es el rey de la universidad. Es increíble que todos esos idiotas que lo adulan hayan llegado a graduarse.
HyungWon no contestó.
–Salgamos el otro viernes —dijo para sorpresa de sus amigos que lo miraron como si hubiera dicho que se había hecho budista.
–Espera, ¿quién eres y qué hiciste con nuestro amigo? —Wheein tocó su frente y rió.
–¿Ustedes no dicen todo el tiempo que debo divertirme y salir del taller? Bueno, por algo se empieza, ¿no?
Min sopló el diente de león y aplaudió.
—¡Por fin! ¿En serio quieres hacerlo?
–Todo este tiempo pensé mucho —dijo a sus amigos— y ya me cansé de que todos me tengan lástima. Es hora de pasar página.
–No das lástima —Wheein lo abrazó y lo besó en las mejillas—, pero si apoyo lo de pasar página. ¿Qué tienes en mente?
–No lo sé, quiero embriagarme y olvidarme de todo lo que pasó estas últimas semanas.
–¿Hablas de que por fin quieres conocer a alguien? —Min se inclinó hacia él y casi pegó la cara a la suya.
HyungWon asintió. —Creo que podría hacer algo así...
Creo... Era hora de seguir adelante.
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