#Punto muerto
[Hoseok]
Habíamos vuelto al principio. HyungWon volvía a ignorarme olímpicamente. No entendía qué era lo que había hecho mal, quizás debí haber cerrado la boca y dejar que Yuta lo lastimara. En el fondo me alegraba que el amor de Wonnie no fuera correspondido y aunque Yuta me caía bien, no era para Wonnie. En esos días en que habíamos llegado a conocernos más, conocí una faceta de HyungWon que jamás había visto. Siempre había sido distante conmigo en comparación del resto de los chicos, supongo que estaba acostumbrado a tener a su hermano para él y de repente llego yo y Jae lo relegó al segundo lugar. Nunca me había tratado mal, pero tampoco podíamos llamarnos amigos. Me hubiera encantado que me tratara como trataba al resto, con abrazos y sonrisas, pero parecía que cuando yo llegaba su alegría se apagaba. No seguí intentándolo hasta aquel fin de semana en el que Jae se fue. Y confieso que fue una noche genial, al menos lo fue para mí. Había descubierto a un HyungWon sensible y observador. Se había abierto a mí... y ahora el cronómetro había vuelto a cero. Y eso me molestaba. Mucho. Quería tener su atención, yo no quería que pensara que lo que había escuchado fuera algo incómodo entre nosotros. Necesitaba que él supiera que podía confiar en mí, que yo quería verlo bien y que si le había dicho todas esas cosas era porque sabía que sus sentimientos iban a terminar estrellándose contra un paredón.
Una tarde lo vi entrar en su taller y lo seguí aprovechando que Jae había ido a buscar unas cosas a la casa de Chang. Abrí la puerta despacio, estaba sentado, con la espalda derecha, mezclando colores en su paleta. Me aclaré la garganta. Cuando se giró hizo un gesto que intentó ser una sonrisa. Pero fue una terrible.
—Hola... —lo saludé cerrando la puerta tras de mí.
—Hola... —dijo y volvió su atención al lienzo que tenía enfrente.
—¿Podemos hablar?
Me miró, levantando las cejas. —¿Sobre...?
—Estás ignorándome de nuevo... —quise sonar ofendido, pero el tono de mi voz me traicionó y salió algo parecido a una súplica lamentable.
—¿Ignorándote? —sus dedos dibujaban surcos en la tela—. No digas tonterías, Hoseok.
—Vamos, pensé que habíamos logrado conectar la otra vez.
Lo oí suspirar y quise sacudirlo por los hombros para que viera que me estaba hiriendo con su actitud.
—Estuve algo ocupado, no es contigo.
—¿No? Si es por lo que te dije...
Sus hombros se tensaron, podía verlo incluso a través de la pesada tela de su camisa roja.
—Olvida todo eso, ¿si? No tiene sentido que sigas removiendo el avispero, Hoseok. —Se giró en su silla ya con sus hombros relajados—. Todo lo que dijiste, lo entiendo y tienes razón. Sólo necesito algo de tiempo, sabes. Pasará...
Asentí no muy seguro de que estuviera diciéndome la verdad.
—Sabes que yo quiero verte bien —y era verdad. Sus ojos se clavaron en los míos, diablos, era por momentos tan desconcertante estar hablándole a la copia exacta de la persona que amas... pero no es él.
—Lo sé —dijo finalmente y se inclinó para agarrar un pincel que empapó de pintura negra— y te lo agradezco.
No dijo más nada, ni siquiera se volteó a mirarme. Dejé el taller en un estado peor del que había entrado.
Tienes que aprender a meterte donde no te llaman, Hoseok.
[HyungWon]
Podía escucharlos desde la cocina. Sus risas sofocadas, los chasquidos de sus besos, los ruidos que hacían cuando chocaban contra los muebles, incluso los ruidos de esa maldita cama. Mi estómago estaba hecho un enjambre de mariposas enfadadas. Quería gritar, quería romper cosas, quedarme sordo de una vez por todas. Cualquier cosa antes de escuchar el nombre de mi hermano en su boca. Fui a mi habitación, arranqué un abrigo ligero de mi placard y salí de la casa. Los ojos me ardían y la garganta me quemaba por el llanto que estaba forzándome a tragar. No pude. Todo salió afuera apenas crucé el umbral de mi casa. Caminé y caminé hasta que llegué a la casa de Min.
Su madre me abrió la puerta y habrá visto mi cara de tragedia porque sin decir palabra me abrazó y me acarició el pelo. La dejé hacer, a veces un abrazo puede hacer milagros. Solo que esa vez no funcionó, yo seguía sintiéndome para la mierda.
—Te juro que no entiendo a Hoseok. ¡Sabe lo que sientes por él y aún así sigue gritando como gata en celo en tu casa! —Min estaba colorado, siempre se ponía así cuando estaba enojado y no podía gritar todo lo que deseaba.
—¿Acaso te escuchas? —lo senté en la cama de un tirón.
—Es un idiota.
—No hables así de él. —Lo reté— No se lo merece, Min.
—Te está lastimando, eso ya pasa a ser un problema mío también.
Solté una risita. —Hey, cálmate y sé coherente. Min, Hoseok tiene una relación formal con mi hermano, ¿quieres que le prohiba tener sexo con su novio?
Min frunció el ceño. —No es justo que seas tan bueno con todos, sé un poco egoísta y piensa en ti una vez. Tu hermano lo engaña. Deberías... no sé, ¡quítaselo!
Me reí de sus palabras y eso me valió un golpe en el estómago. —Ouch, deja de pegarme, idiota. Escucha, punto número uno, Hoseok no sabe que Jae lo engaña.
—Porque los músculos le anularon el sentido común, cualquiera se daría cuenta de que Jae no puede tener la bragueta cerrada.
—Basta, no puedo seguir hablando contigo si sigues diciendo cosas sin sentido.
Rodó los ojos y se echó hacia atrás en su cama.
—Bien, continúa señor "soy demasiado bueno para arrancarle los boxers a mi cuñado"
Esta vez el que dio el golpe fui yo. En su cabeza.
—¿Acaso estoy diciendo una mentira? —preguntó mientras se frotaba la cabeza con fuerza.
—Las cosas no funcionan así, Min. No es un dorama dónde puedo ir y decirle a Hoseok que mi hermano lo engaña y que yo lo amo y mágicamente se va a bajar los pantalones y dejar que yo lo empale.
—Eso fue raro —dijo mi amigo— y extrañamente excitante...
—En serio, estás mal de la cabeza. En fin, ¿cómo va tu plan de conquista con Honey? Ya casi están de aniversario.
Mi amigo me miró sin saber de qué hablaba.
—¿Hace cuántos años que están jugando al tira y afloje?
Resopló y me dio la espalda. —Eres cruel conmigo, ojalá que Hoseok se empale a tu hermano en tu cama... mal amigo.
Se me revolvieron las tripas de sólo imaginarme esa secuencia.
—Ya cómele la boca de una vez, todos saben que le gustas a Honey, solo que le gusta hacerse rogar.
—No sé, ¿y si me rechaza?
—Para ser un fanfarrón de primera que se la pasa dando sermones sobre como todos deben vivir su vida amorosa, eres bastante flojito. Hazme caso, Honey necesita un empujoncito, sabes que es un bobo romántico a pesar de que parece de los Yakuza.
—Dios santo —Min se abanicó con la mano— deja de darme tela para mis fantasías triple x... ¿te imaginas todo ese cuerpazo tatuado?
—No, gracias. Prefiero no entrar a ese terreno... Asqueroso.
—Si, claro, seguro que tú no te tocaste imaginando a tu cuñado cubierto de helado y pasándole la lengua por todos lados.
Me removí en mi lugar y abracé a un almohadón. —Yo no... yo no pienso esas cosas.
—Si, seguro. Bien, hagamos de cuenta que te creo y que no te acogotas la gallina pensando en ese trasero sublime —abrí la boca para protestar, pero Min tenía razón. Mi cabeza había fantaseado tanto que ya tenía para sacar diez películas que serían dignas de cualquier canal porno premium. No estaba orgulloso de eso. Pero tampoco iba a fingir que su trasero no me removía todo por dentro. —¿Cómo piensas seguir actuando de ahora en más?
Me encogí de hombros. Podría insonorizar mi habitación... y mi taller... o mi cabeza.
—No lo sé, quizás sea hora de ir buscando mi propio lugar... lejos de todo. Lejos de mi hermano y de Hoseok.
Ese pensamiento me dolió, pero por otro lado, no había mucho más por hacer. Quizás estaba siendo algo dramático pero tampoco podía seguir viviendo bajo el mismo techo que mi hermano y que el amor de mi vida.
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