#Hoseok
[Hoseok]
Uno de mis cuentos populares escandinavos favoritos trata sobre una reina que, a través de algún percance de concepción mágica, da a luz a gemelos. El gemelo más joven es hermoso y normal en todos los sentidos, pero el gemelo mayor es una serpiente grande y horrible con brazos. Cuando el más joven quiere casarse, el mayor cree que por derecho, él debería casarse primero. Está acostumbrado a tomar la delantera en todo.
Cuando conocí a los hermanos Chae, inevitablemente esa historia se me vino a la cabeza. Ambos quitaban el aliento. Altos, atractivos, con una elegancia innata para moverse que hacía que todo a su alrededor pareciera pequeño. Pero mientras Jae era la serpiente gigante que devoraba todo a su paso, HyungWon era el príncipe blanco y luminoso. El yin y el yang. Hermosos. Uno en su oscuridad y el otro en su luz.
Solo que yo me dejé arrastrar por el huracán Jae.
Puedo decir con exactitud todas las diferencias y similitudes entre los dos. Físicamente eran dos copias exactas. Metro ochenta y pico. De piernas y brazos largos. Delgados, con ojos grandes y almendrados. Una nariz aristocrática y altiva. Dedos largos de pianistas. Cabello negro y largo... Y esas bocas que eran un sueño. Hasta que Jae decidió tatuarse, ambos eran dos gotas de agua y un ojo poco entrenado bien podría confundirlos. Incluso yo estuve a punto de meter la pata varias veces. Pero una vez que abrían la boca, era imposible no saber quién era quién. Mientras que Jae es una bola de energía que vive en un permanente estado de excitación, Wonnie es callado y era común verlo por la casa con una taza de té en la mano, vestido solo con batas y escondido detrás de libros y lienzos. Jae es atrevido, aventurero, bromista, seductor y encantador. Wonnie es amable, silencioso, taciturno y serio. El día y la noche. Sus risas eran escandalosas, pero mientras Jae las regalaba a todo el mundo, a Wonnie no se le veían muy seguido. Excepto cuando estaba con Min y Wheein... O Yuta. Nunca entendí cómo parecía congeniar tan bien con Nakamoto cuando rivalizaba con Jae en ser el foco de atención. Ambos son sumamente escandalosos y amantes del ruido, pero sin embargo el japonés se las ingeniaba para hacer reír a Wonnie a carcajadas. Y eso es algo que me molestaba profundamente. Porque Wonnie apenas si me dirigía la palabra. Me evadía como si tuviera la peste y cuando estaba en su casa casi no le veía el pelo.
—No le prestes atención —decía Jae cuando le comenté sobre la actitud de su hermano hacia mí—. Wonnie es así.
—Pero soy tu novio, y él es tu gemelo. Me gustaría llevarme bien con él.
—Ve y háblale. No hagas tanto drama.
Pero cada vez que lo veía y quería hablarle me encontraba con un muro de frialdad y desconcierto. Hasta que dejé de intentarlo.
Una tarde estaba esperando a Jae en la sala cuando escuché la risa de Wonnie en su habitación. Me levanté dispuesto a aprovechar la oportunidad de hablarle. Me asomé, estaba de espaldas, con la toalla envuelta en la cintura y el cabello oscuro goteando por su piel dorada. Era increíble lo idéntico que era a Jae. Casi que estuve tentado a abrazarlo por la espalda y tumbarlo en la cama. Hablaba por teléfono.
—Quiero aprender al menos seis idiomas y tocar el piano, hacer esculturas, pintar y escribir, tener un pequeño jardín y una casa acogedora con un rincón de lectura y un dormitorio con una claraboya... —decía mientras soltaba una risita encantadora—. (...) Bueno, con dos idiomas puedo arreglármelas... ¿Otra vez con eso? Basta, Min... No quiero. Sabes que no quiero cruzarme a ya sabes quién... Me está comiendo la cabeza. ¿Qué? No seas tonto, sí que quiero que salgamos, pero podríamos ir a otro lugar, solo los dos... Está bien, pero te advierto que es la última vez que me arrastras a tus locuras. Espera, te pondré en altavoz, tengo que secarme el pelo... —apoyó el celular en el escritorio y tocó el botón. La voz de Min llenó la habitación.
—¿Sabes quién preguntó por ti? —contuve el aliento.
—No me interesa —respondió HyungWon agarrando una bata que se puso antes de dejar caer la toalla.
—¿Acaso vas a mantenerte virgen para 'ya sabes quién'? ¿No crees que es hora de soltar ese tema?
—Lo sé. Soy un imbécil, ¿no? A veces no sé qué estoy esperando... —resopló y se peinó el cabello con los dedos, haciéndose un pequeño rodete en lo alto de la cabeza.
—Mira, Wonnie. Sé que lo amas y todo, pero no es sano para tu cabeza. Tienes que ver a ese tipo todos los días, no entiendo cómo haces.
¿HyungWon estaba enamorado? ¿De quién?
—Yo lo solucionaré... En fin, ¿a qué hora vienes?
—En un par de horas, termino mi turno y voy para tu casa.
—Está bien, te veré en un rato...
Colgó y lo vi recostarse con la mano detrás de la cabeza. Luego llevó una mano hacia su boca y acarició su labio inferior. Era un gesto tan desinteresado y a la vez tan íntimo que me sentí mal por tener pensamientos indebidos con el gemelo de mi novio.
Me alejé en silencio y me senté en la mesa de la cocina. Al rato lo vi salir de su habitación y se quedó de piedra al verme. Le sonreí.
—Hola...
—Hoseok —dijo—, hola... ¿Jae?
—Supongo que ya estará por venir. ¿Tú cómo estás? Ven, siéntate... hablemos. Creo que no hemos tenido una conversación de más de cinco minutos desde que nos conocimos.
—Eh —se rascó la nuca como hacía Jae cuando estaba nervioso.
—Oh, vamos. Somos cuñados, deberíamos poder conversar sin sentirnos incómodos.
Asintió y se ajustó la bata. Algunos mechones negros escapaban de su rodete y caían por su cara. ¿Qué se sentirá ser así de atractivo?
—Si, supongo.
—¿Cómo vas en la uni? Jae me dijo que estás bastante ocupado estos días.
—Tengo algunos proyectos que entregar
—respondió. Fue hasta la máquina de café y sirvió dos tazas—. ¿Crema, leche?
—Crema está bien.
Sonrió. —A mí también me gusta con crema.
—¿Irás a ver a los chicos hoy? —pregunté abordando el tema que había oído hace unos minutos.
—Sí... Min quiere ir... —revolvió su café distraído, mirando un punto en la mesa— ya sabes, Jooheon...
Cierto que a Min le gustaba Honey. —No se rinde, ¿eh? —me reí. MinHyuk era todo menos discreto y JooHeon se hacía el desentendido solo para ver hasta dónde llegaba el rubio.
—Nunca. Le gusta desde que éramos pequeños —tomó un sorbo de café y le quedó un poco de crema en los labios que limpió con la lengua. Diablos, era casi surrealista ver a la copia exacta de la persona que conoces más íntimamente y no poder hacer nada porque... bueno, no es esa persona.
—¿Y a ti? ¿Te gusta alguien?
Lo vi atragantarse con el café y toser. Me apresuré a golpearle la espalda.
—Cielos, Wonnie. ¿Estás bien? ¿Te quemaste?
—No, no... yo creo que debo ir a vestirme, Min llegará en cualquier momento...
En ese momento la puerta se abrió y Jae entró con los demás.
—Hola, mis amores —dijo dándome un beso y un apretón de nalgas. Jae parecía tener una extraña fijación con mi trasero. Vi por el rabillo del ojo como Yuta se acercaba a Wonnie y le decía algo al oído haciéndolo reír. ¿Acaso a Wonnie le gustaba Yuta?
'A veces no sé qué estoy esperando...'
'Tienes que ver a ese tipo todos los días...'
Ahora entendía todo. Wonnie estaba enamorado de Yuta y por eso estaba así. Yuta era heterosexual. Que pasara algo entre ellos era algo imposible. Me sentí mal por Wonnie. Ahora todo cerraba. Por qué mi cuñado era todo sonrisas con Yuta, la charla que había escuchado.
'Sabes que no quiero cruzarme a ya sabes quién... Me está comiendo la cabeza...'
Debía ser difícil estar enamorado de alguien imposible…
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