#Confusión
[Hoseok]
Todo era tan confuso. Wonnie sonreía mientras me paseaba por su pequeño taller, explicándome sus pinturas, cómo iba a ser la exposición, pero mi cabeza estaba a miles de kilómetros del lugar. Era raro. Cuando hacía ciertas expresiones o movimientos, era tan parecido a Jae que por momentos mi mente se confundía y quería correr a abrazarlo, aspirar su perfume, besar su cuello. Pero no era Jae. Era su hermano. La mejor versión de los dos. Yo hubiera sido feliz con él y me dolía no poder corresponderle de la manera que él quería. Pero yo necesitaba sacar a Jae de mi sistema. Empezar a caer en mi realidad sin él. No sabía estar solo y no quería lanzarme a los brazos de otro. Mucho menos si esa persona era Wonnie. Él no se merecía a alguien como yo. No mientras siguiera pensando en su hermano. Confusión. Esa era la palabra para describir el estado en el que estaba. No quería seguir haciéndome la pregunta de '¿qué hubiera pasado si...'? Porque las cosas se habían dado de una manera y ya no había forma de volver atrás. ¿Qué si hubiera cambiado algo de todo lo que pasó? No lo sé. No lo creo. Yo estaba genuinamente enamorado de Jae. Y los cuatro años que estuve a su lado, yo fui feliz. No sé si las cosas hubieran cambiado algo de haber sabido lo que Wonnie sentía por mí, pero estoy seguro de que le habría ahorrado momentos innecesarios.
—¿Te sientes bien? —levanté la mirada para encontrarme con sus ojos grandes que me miraban preocupado.
No lo sé... ¿Qué es lo que está mal conmigo?
—Si, disculpa. Me distraje un momento. ¿Qué me decías?
—Nada. Sólo preguntaba si te gustan.
Asentí. —Por supuesto que me gustan, eres un artista increíble, Wonnie. Igual no necesitas que yo te lo diga, ya tienes que saberlo.
Rió brevemente y se sentó en el pequeño sofá que tenía en un rincón haciéndome señas para que lo imitara.
—Me gusta tu 'lugar' —dije. Y era cierto. El taller era el único lugar de todos dónde podía verlo tal cual era. En su hábitat natural.
—Está bien, si mudara la cama no saldría de aquí.
—Puedo entender eso. ¿Duermes aquí a veces?
—Sólo cuando pinto hasta tarde —se encogió de hombros— simplemente me quedo dormido.
Eso era algo de lo que Jae se reía a veces. Entraba furtivamente al taller que antes tenía en su casa y me llamaba para que viera a Wonnie dormido con la cara manchada de pintura y con los pinceles aún en la mano.
Sonreí ante el recuerdo.
—¿De qué te acordaste? —estaba sonriendo. Se llevó la mano al cuello, friccionando un punto en la nuca. Wonnie siempre andaba con dolor de cuello por la postura de pintar largas horas en la misma posición.
—De cuando te quedabas dormido con la cara en las pinturas —dije riendo.
Se empezó a reír y se tapó la cara con las manos. Era un gesto adorable que Jae no hacía. ¡Basta de pensar en él!
Pero el tener a su copia exacta frente de mí no estaba ayudando precisamente a mi precario equilibrio emocional.
—No me digas que el idiota de mi hermano me sacó fotos.
—Bueno... No pienso defenderlo más, menos en esto —reí y asentí—. Si. Tiene varias fotos. Lo siento.
Estuvimos riendo un buen rato, hablando sobre todo y nada a la vez. Como debería haber sido desde un principio. Estaba cómodo en su compañía. Wonnie era una persona muy tranquila y eso era contagioso. Cuando miré el reloj vi que habíamos estado hablando por algunas horas.
—Se está haciendo tarde —anuncié. Wonnie torció el gesto y finalmente se levantó.
—Hoseok, gracias por esto. Por tomar la iniciativa de venir a hablar conmigo. No estoy muy seguro de haberlo podido hacer yo. —Su boca de labios prominentes se frunció. Tenía los labios tan gruesos que ese gesto era curiosamente desconcertante. Porque uno podía malinterpretarlo fácilmente y caer fácilmente en sus encantos.
Me aclaré la garganta. —No quiero perder tu amistad, Wonnie.
—Lo sé, intentaré poner todo de mi parte para que todo vuelva a ser como antes.
—No, tampoco quiero eso. Antes te hice mucho daño.
—Basta de mortificarte. Tú no lo sabías. No podías saberlo. Pero quizás es hora de dejar todo eso atrás y empezar de cero. ¿No? En serio quiero ser tu amigo.
¿Acaso no era lo que había estado queriendo escuchar? ¿Pero por qué sentía una pequeña molestia en el fondo de mi estómago?
—Me parece bien. Yo también quiero lo mismo. ¿Lo quieres?
Lo seguí fuera del taller y agarré mi abrigo.
Wonnie no había borrado su sonrisa. Mi corazón se agitó un poco.
—¿Puedo volver a visitarte alguna vez?
—Claro. ¿Por qué no podrías? Los chicos pasan por acá de vez en cuando. Siéntete libre de venir cuando quieras.
—Bien, es hora de irme entonces... ¿Puedo darte un abrazo?
Un momento de duda. Finalmente asintió y se acercó a mí, estirando los largos brazos que se cerraron en mi cuello.
Cerré los ojos y aspiré contra su camisa gigante. Wonnie olía a café y pintura. Sentí sus manos dándome palmaditas tiernas en los hombros y tuve ganas de llorar. Estaba hecho un idiota sin remedio.
—Gracias —dije contra su cuello.
—Gracias a ti. —Sentí sus dedos cerrarse brevemente y suspirar.
Todo pasó en cámara lenta. Nos apartamos apenas unos centímetros y levanté la mirada buscando la suya. Sus ojos eran amables y su sonrisa no había desaparecido. Estaba feliz. Podía sentir eso. Estaba feliz conmigo.
Fue más un impulso que otra cosa. Simplemente lo hice. Levanté la cabeza apenas y le di un beso. Un beso que me tomó por sorpresa más a mí que a él. ¿Desde cuándo era tan irracional? Pero sus ojos, sus pequeñas caricias reconfortándome, su olor... Me hacía sentir a salvo. Cómo si nunca se hubiera ido. Regalándome un momento donde todo fue como cuando no me dolía el corazón y era feliz. Y sentí que él era la persona que siempre debió haber estado a mi lado. Tarde me llegó la revelación de que la persona que buscaba había estado siempre dando vueltas a mi alrededor mientras yo estaba ciego por su hermano. Sus manos aflojaron el agarre y cayeron a su costado. Su cara reflejaba miles de emociones a la vez y eso me asustó. Había arruinado todo. Di algunos pasos hacia atrás, queriendo alejarme cuando quería hacer todo lo contrario. Lo vi llevarse la mano a sus labios.
—Wonnie, yo...
Negó con la cabeza e intentó sonreír.
—Estás confundido. Puedo entenderlo, Hoseok.
—Soy un idiota. Cada vez la cago más, ¿no es así?
Su mirada había caído al piso y no parecía querer moverse de allí.
—No... No te preocupes. A veces la cabeza nos juega malas pasadas. Y soy igual a él. Puedo entender la confusión. Ya me habías confundido algunas veces antes...
—Pero yo quería hacerlo.
Levantó la cabeza y me miró. Asentí en silencio. No iba a lograr nada escapando de nuevo.
—Yo quería besarte, Wonnie...
¡Sufran, bitches!
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