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Capítulo 7. Aclarando sentimientos

Ya era miércoles por la mañana, Connor iba en auto de camino a la guardería como de costumbre. Esta vez su papá no pudo acompañarlo de nuevo, pero no estaba triste por eso, él sabía que su padre tenía que trabajar para mantener la compañía de su familia -además de que algún día él la heredaría-, además, esta vez tenía una compañía especial.

– C-Connor, ¿tú crees que le caiga bien a los otros niños?– su mejor amigo iba sentado a su lado mientras jugaba con sus manos nervioso.

Nath iba con él esta vez, pues sus padres fueron a ver la guardería el día anterior, le dieron el visto bueno y no dudaron en inscribirlo para que empezara las clases de inmediato. Connor no podía estar más feliz, ahora pasarían más tiempo juntos y Nath podría hacer más amigos.

– Claro que sí, todos son muy amables, les caerás muy bien– le aseguró el peliturquesa muy entusiasmado con una gran sonrisa, algo que contagió al castaño y le hizo sentir más seguro.

Llegaron a la guardería, Fede los ayudo a bajar sus mochilas y los acompaño a la entrada. Nath tomó la mano de Connor durante todo el camino y cuando entraron al salón Bonnie estaba esperándolos.

– ¡Profe Bonnie!– Connor no pudo evitar correr hacia su querido maestro llevando a casi a rastras a Nath, llegando justo para abrazarlo como todas las mañanas.

– Hola, cariño– saludó su profesor que se agachó para corresponderle al pequeño y acariciar sus cabellos, dándose cuenta del pequeño castaño que estaba junto a su alumno favorito–. Oh, tú debes de ser Nath, me avisaron que vendrías hoy, mi nombre es Bonnie y seré tu profesor.

Bonnie le dio una cálida y dulce sonrisa al cachorro de ojos plata mientras le tendía la mano. Lentamente Nath salió de detrás de Connor y tomó la mano del profesor con algunos nervios.

– M-Mucho gusto, profesor...

Bonnie sonrió complacido.

– Vengan, niños, los llevaré con los demás para que jueguen todos juntos. Connor, ¿por qué no le muestras a nuestro nuevo amiguito dónde puede sentarse para que conozca a los demás?

– Sí, profe Bonnie.

Bonnie se levantó y ambos cachorros lo siguieron sin chistar, el aroma del profesor era muy reconfortante para ambos, pero en especial para Connor y lo hacía pensar que cuánto se tardaría su padre en invitarlo a salir, pues añoraba mucho que el profesor fuera su madre de verdad.

(...)

Mientras, en una lujosa oficina en lo alto de un edificio construido en el centro de la ciudad, estaba Bon intentando concentrarse en su trabajo, pero le era difícil gracias a los acontecimientos de la otra noche.

Él ya estaba acostumbrado a las súplicas de su madre para que se volviera a casar con una omega -en este caso, UN omega-, así que podía con ello, pero que su cachorro fuera el que le pidiera una madre y que esa madre sea Bonnie, eso... eso en realidad caló muy dentro de él.

– Disculpe, señor– una voz femenina interrumpió sus pensamientos y lo hizo levantar la mirada, viendo que quien había entrado era una mujer peliblanca con un mechón rosa que resaltaba en su cabellera–. Espero no estar interrumpiendo...

–Oh, pasa Meg, no te preocupes, no interrumpes– la mujer entró lentamente a la oficina con la mirada agachada.

– S-Solo qu-quería entregarle estos documentos– Bon estaba extrañado, Meg era una mujer muy seria y a veces testaruda, así tartamudear no era propio de ella, aunque ahora que lo notaba últimamente estaba actuando muy raro.

– Meg, ¿sucede algo?– preguntó el alfa quitándose las gafas rectangulares que solía usar cuando hacía su papeleo habitual, realmente no las necesitaba, pero notaba su mirada más cansada si no las usaba de vez en cuando–. Has estado actuando raro estos días– su asistente parecía asustada por su comentario, así que ella se acercó al escritorio y le dijo:

– Lo siento mucho, señor Smith– murmuró con tono apenado y arrepentido, Bon solo parpadeó.

– ¿Lo sientes por?– volvió a preguntar, ahora desconcertado, no entendía a lo que su asistente se refería.

– Por el incidente que tuvo con mi hermano la otra noche, de verdad lo siento mucho, por favor, no me despida– decía la chica genuinamente arrepentida, casi amenazando con llorar, necesitaba este trabajo y por culpa del idiota de su hermano estaba a punto de perderlo.

– ¿Tu hermano?– repitió tratando de hacer memoria para ver si había tenido una conversación así antes, hasta que el recuerdo de aquel bar en el que estaba Bonnie la última vez lo azotó de golpe–. Espera, ¿te refieres a un hombre pelirrojo, muy alto y con un diente de oro?– la chica solo asintió con la cabeza, ahora todo tenía sentido–. Bueno, Meg, no debes preocuparte por eso, las acciones de tu hermano no tienen que ver contigo, así que no te voy a despedir ni mucho menos.

– ¿De verdad?– preguntó aliviada y suspiró, quitándose un gran peso de encima–. Muchas gracias, señor Smith, no sabe cuánto se lo agradezco–.

– ¿Ves? Te dije que él no te despediría– una voz suave dijo y a la oficina entró otra joven mujer, rubia y de ojos azules y, debido a su prominente vientre, se daba entender que estaba embarazada.

– Hola, Joy– saludó el jefe a su mejor amiga/segunda asistente/prima de Golden y, por lo visto, también soplona.

– Sí, lamento mucho haberla molestado con mis inseguridades, señorita Joy– dijo Meg.

– Por favor, solo llámame Joy– la peliblanca asintió y salió de la oficina de su jefe para volver con su trabajo.

– Fue una buena idea contratarla para cubrirte mientras estás con tu permiso de maternidad– mencionó el Alfa volviendo su vista a sus papeles, pero aún sin ponerse sus gafas de nuevo.

– Bueno, quién sabe, tal vez la recomiende para un trabajo permanente si decido no seguir trabajando en la empresa– mencionó ella mientras acariciaba su vientre con ternura y una leve sonrisa.

– Por lo menos, si dejas de trabajar aquí, sabré que ya nadie podrá seguir divulgando mi vida privada– dijo mientras la veía con mala cara, más bien, un puchero.

– Lo siento por eso, no lo pude evitar, debía contárselo a alguien– dijo ella mientras daba unas lindas risas–. Además, solo se lo mencioné a Golden.

– ¿Y supongo que él te menciono lo que sucedió en la cena?– Joy sólo asintió aún con su sonrisa, Bon rodó los ojos y dio un gruñido molesto con la cara enterrada en sus manos.

– ¿Sabes? Deberías hacerlo– dijo ella mientras se acercaba al escritorio y se sentaba en el borde de este, mirando a su amigo.

– ¿Hacer qué?– preguntó el moreno sin descubrir su rostro.

– Invitarlo a salir, tontito– menciono ella como si fuera lo más obvio del mundo, Bon se tensó al oír eso.

– No lo sé, no estoy seguro si...

– Vamos, ¿desde cuándo no estás seguro de algo?– resondró la rubia poniendo una mano en su cintura, mirando con desaprobación al peliturquesa que aún no la miraba–. ¿Qué ha sido de ese Alfa orgulloso y seguro de lo que quiere?

– Aún lo soy, de verdad, pero esto es...– intentó buscar alguna excusa para despistar a la omega, pero ella solo le sonrió de forma obvia.

– Te gusta– lo interrumpió la rubia.

Las mejillas del alfa se tiñeron de rojo y su corazón comenzó a latir con fuerza.

– B-Bueno... S-Sí, me gusta mucho, es... muy lindo– mencionó ahora desviando la mirada, hacía mucho que no se sentía tan nervioso, menos si se trataba de sentimientos que ciertamente nunca llegó a sentir, ni siquiera con su exmujer.

– ¿Y solo te parece lindo?– preguntó la rubia levantando una ceja curiosa.

– Claro que no es solo lindo– se levantó de su silla para mirar a través de la gran ventana que estaba a sus espaldas, viendo el bullicioso ajetreo de la ciudad, pero solo estaba hundido en sus pensamientos–, él es precioso, el omega más hermoso que he visto nunca, y su aroma me atrae tanto que incluso estoy pensando que él es mi destinado– admitió sintiendo que el sonrojo no se le iba a ir de la cara si seguía hablando tan sinceramente, pero no lo podía evitar–. También es muy bueno con Connor y también toca la guitarra, tenemos gustos musicales similares y... y creo que ya dije mucho– dijo el alfa recobrando la compostura mirando hacia atrás solo para ver a su amiga tratando de no reír–. No te burles, Joy.

– Jiji, perdón, pero sí lo supuse, ¿ves no hay nada que te detenga de invitarlo a una cita?– se levantó de nuevo y se acercó al Alfa que ahora la veía de frente–. Además es solo una cita, no te estoy diciendo que te cases con él, de momento– susurró eso último, pero Bon la escuchó, volviendo a sonrojarse ante la idea–, y si las cosas no se dan, pues simplemente pueden ser amigos– Bon agacho un poco su cabeza, sintiendo un golpe bajo en su Alfa interno.

– Sí, bueno, en realidad no me gustaría que fuéramos solo amigos, pero... Creo que si no doy un primer paso las cosas no se darán en primer lugar.

– ¿Crees que de verdad él sea tu destinado?– le cuestionó Joy ahora más seria.

– Mi padre solía decirme que las feromonas no se equivocan– contó el alfa con las manos en la espalda volviendo a mirar hacia la ventana.

– ¿Solía? – preguntó la mujer poniéndose a su lado.

– Dejó de decírmelo cuando me casé con Toddy, pero creo que debí haberle hecho caso a ese consejo desde el principio– dijo mientras daba un suspiro cansado, arrepintiéndose profundamente de no haber echo caso a su padre–. Lo único bueno que salió de ese matrimonio fue mi pequeño campeón.

Joy se quedó en silencio por un momento, no sabía por lo que estaba pasando su amigo, sabiendo que no era muy bueno en cuanto a sus sentimientos y la forma en la que los expresaba, pero era su responsabilidad como su mejor amiga de ayudarlo a volver a ser feliz, y seguro que Connor también lo agradecería.

– De verdad quieres a ese omega, ¿verdad?– murmuró con una sonrisa, Bon la escuchó y no evitó sonreír igualmente.

– Más que nada, Joy, quiero estar con él más que nada en el mundo.

(...)

Las clases habían terminado por hoy, Bonnie estaba despidiendo a sus niños mientras se iban con sus respectivos padres. Connor y Nath estaban junto a él esperando a ser recogidos por el chófer del padre de su alumno favorito, como siempre.

– El señor Fede se está demorando mucho, qué raro– mencionó el cachorro peliturquesa mirando a todos lados para ver si lograba distinguir el auto.

– Sí, no es usual– le contestó Bonnie–. Mejor entrad de nuevo, llamaré a tu padre para ver si hay algún problema.

Los nenes asintieron -más bien solo Connor, Nath se quedó callado al no saber qué hacer- e hicieron caso al profesor, pero antes de que Bonnie pudiera sacar su móvil para llamar al Alfa, el flamante deportivo rojo, que el omega había reconocido al instante, se estacionó a toda prisa frente a la guardería, asustando a los tres presentes. De él bajó dicho Alfa que hizo estremecer al pelimorado, pues no iba tan elegantemente vestido como la última vez, de hecho ahora iba más casual, con su cabello a los lados algo despeinado y su camisa algo arrugada con los primeros botones abiertos, dejando ver sus tonificadas clavículas y la separación de sus pectorales. Bonnie sacudió la cabeza, no podía pensar ahora en eso, sus niños estaban delante.

– ¡Papi!– exclamó Connor lleno de júbilo y echó a correr para abrazar las piernas del mayor, quien se dejó abrazar por su cachorro–. ¿Qué haces aquí? Pensé que hoy no vendrías– preguntó ahora curioso sin dejar de abrazarlo, recibiendo una tierna caricia en su cabello.

– Sí, lo siento, campeón, pero logré escaparme antes de la oficina para venir a recogeros a ti y a Nath– en eso levantó la mirada y se encontró con esos bellos orbes rojos que no abandonaban su mente–. De paso necesitaba hablar con tu profesor sobre algo importante– aquello hizo que el omega diera un pequeño salto en su sitio–. Ahora, tú y Nath suban al auto, ¿sí? Yo iré en un momento.

Connor asintió con una sonrisa y se acercó a Nath para tomarle la mano y así ir ambos al auto, mientras ambos varones los veían en silencio, uno con una tranquila sonrisa y el otro con los nervios a flor de piel. Bonnie decidió llamar su atención.

– Bon, ¿qué sucede? ¿Pasó algo malo?– preguntó Bonnie un poco asustado y alerta, su aroma se había vuelto ácido, pero al ver que el Alfa lo miraba tranquilo y manteniendo su sonrisa perfecta sintió que se relajaba poco a poco.

– Tranquilo, todo está bien– le dijo con un tono suave para que no alterara su aroma, pero por dentro él también estaba algo nervioso por lo que haría–. Es solo que necesitaba hablar contigo sobre algo– se acercaba poco a poco hacia el omega, haciendo que por acto reflejo retrocediera, hasta que chocó con la pared más cercana, quedándose preso ante la mirada tan potente y brillante del Alfa.

– ¿Y-Y de qué querías...– tragó ligeramente al sentir sus mejillas rojas como fresas, su corazón parecía que se saldría de su pecho en cualquier momento–... hablar?

– Bonnie...– el peliturquesa tomó el mentón del más bajo con cuidado, acercándose aún más, hasta el punto de que sus respiraciones casi se mezclaban al igual que sus aromas–. ¿Te gustaría ir a una cita conmigo?

Lo había dicho, Bon estaba orgulloso de sí mismo, celebraba internamente y su alfa interno aullaba de la felicidad que sentía. Ahora solo esperaba que Bonnie aceptara, pero viendo cómo su carita sonrojada solo mostraba una mirada de confusión y sorpresa supuso que tal vez había sido demasiado directo. Bien hecho, Smith.

– ¿U-Una c-cita?– Bonnie solo pudo murmurar aquellas palabras aún en su estado de shock, aquello era lo último que podría imaginar ver venir de parte de aquel apuesto Alfa soltero. ¿Por qué quería salir con un omega como él pudiendo tener a alguien mejor?

– Sé que quizás es algo apresurado, pero no he dejado de pensar en ti desde que te conocí cuando vine a buscar a Connor por primera vez– aún no se separaba del dulce omega, no importaba si veía lo muy sonrojado que estaba, no iba a marcharse de ahí hasta tener su respuesta deseada–. Realmente me gustaría poder conocerte mejor y poder pasar más tiempo contigo, Bonnie, así que te pido que me des la oportunidad de poder cortejarte como es debido a partir de ahora y aceptes ir conmigo a una cita.

La mente de Bonnie ahora mismo era un total caos, entre su parte racional que le recordaba que se trataba del padre de uno de sus alumnos y además estaba divorciado con una realmente atractiva mujer -nada que ver con el-, y su omega interno que no dejaba de aullar y chillar de la emoción ante la posibilidad de ser más cercano a ese apuesto Alfa, no podía pensar en una respuesta clara.

– Bu-Bueno, está bien, n-no veo por qué no– respondió el omega como pudo, trastabillando en sus palabras y casi con un hilo de voz, pero gracias a la cercanía que compartían Bon lo escuchó perfectamente.

– ¿De verdad?– preguntó con su sonrisa ensanchándose, dándose cuenta entonces de que estaba abusando del espacio personal del profesor, así que se alejó un poco, pero no del todo–. Muchas gracias, Bonnie, te prometo que no te arrepentirás.

– ¿T-Te parece si arreglamos los detalles por teléfono más tarde?– dijo el omega jugando torpemente con uno de sus mechones sueltos, causándole ternura al Alfa.

– Me parece bien– asintió lleno de euforia, tal vez estaba tan contento por la aceptación del omega que no evitó acercarse de nueva cuenta y le dio un suave beso en la mejilla–. Entonces, te hablo después.

No le dejó responder cuando se dio media vuelta arreglando su cabello con una mano y dirigiéndose al auto viendo a su hijo con su amigo ambos asomados por la puerta del coche con la ventanilla bajada, haciendo que soltara unas risas. Sin embargo, no se daba cuenta de que había dejado totalmente descolocado y despeinado al pobre profesor que aún trataba de procesar todo lo que había pasado, sin dejar de pasar sus dedos por su mejilla recién besada y totalmente roja y caliente.

– Espera... ¿Dijo que iba a... cortejarme?– se tomó unos segundos para pensar de nuevo–. ¡¿Tendré una cita con él?!

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