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Capítulo 6. Conociendo a los suegros

Bonnie estaba estático en su lugar, frente a él estaban los padres de Bon y por alguna razón eso lo estaba poniendo muy nervioso. No esperaba conocer a los abuelos de su alumno en esa reunión de padres y maestros, pero supuso que era mejor a que el cachorro no hubiera sido acompañado.

Así que Bonnie decidió respirar y convencerse a sí mismo de que estas personas eran como cualquier otros padres, no importaba si les daba una mala impresión, aunque tampoco quería hacerlo, aunque no es como si él quisiera impresionarlos para que lo aceptaran, como si fuera a casarse con su hijo. No, nada de eso.

– Buenos días, señor y señora Smith, mi nombre es Bonnie Valentine y soy el profesor de Connor– saludó Bonnie de manera muy cordial y con una sonrisa tranquila.

– El gusto es nuestro, profesor– contestó la mujer devolviendo el gesto–. Connor nos ha hablado mucho de usted y moríamos por conocerlo por fin.

– ¿D-De verdad?– Bonnie estaba intentando lucir lo más tranquilo posible, pero no podía evitar notar la similitud de palabras que había usado mismamente aquel Alfa peliturquesa la primera vez que se vieron.

– Sí, nos ha dicho que usted siempre es muy atento y cariñoso con él y que lo cuida muy bien– decía muy emocionada la omega mirando cómo el pequeño seguía al lado de Bonnie.

– Nos gustaría darle las gracias por cuidar tan bien de nuestro nieto– esta vez habló el señor con una sonrisa abrazando a su esposa.

– Oh, no necesitan agradecerme, sólo hago mi trabajo– Bonnie intentaba que el rojo de su rostro no se notara demasiado, por el bien de su pequeño corazón no quería más agradecimientos–. Connor es un niño magnífico y merece que lo traten y lo cuiden así...

– ¿Ves, querido? Te dije que esta guardería era una mejor opción que los maestros particulares– el omega se sorprendió al oír aquello, no creía que un niño de 4 años necesitara maestros particulares, ni siquiera uno tan inteligente como su alumno.

– Sí, querida, ya me lo dijiste muchas veces– rió el mayor rodando los ojos–, pero sabes que solo quería una educación buena para Connor, después de todo tiene un coeficiente de 141– Bonnie parpadeó incrédulo ante esa respuesta, ¿cuánto había dicho?

– ¿Qué opina usted, profesor?– Bonnie sacudió sus pensamiento en cuanto la abuela del cachorro se dirigió a él–. ¿Cree que Connor está demasiado avanzado y necesita maestros particulares o lo mejor sería que se quede aquí?

– Bueno, si me lo preguntan, no es que aquí tengamos mucha experiencia en niños dotados, pero hacemos lo mejor posible para fomentar su desarrollo intelectual– explicó su punto de vista sin perder la formalidad–, además, la interacción con otros niños es crucial a su edad. Por otro lado, quizás unos maestros más experimentados en el tema pueden proporcionarle a Connor una educación a su nivel, pero...

– ¿Pero qué?– pregunto la pareja al mismo tiempo.

– Pero quizás hay que preguntarle a Connor qué quiere, después de todo siempre debemos escuchar a los niños– la pareja se quedó en silencio un segundo y voltearon a ver su pequeño nieto que los miraba con curiosidad.

– Connor, campeón, dinos, ¿te gusta estar aquí en la guardería?– le pregunto el hombre mayor a su nieto.

Ante la pregunta, el cachorro fijó sus ojos rojos sobre el pelimorado y sin pensarlo fue corriendo hacia él abrazando sus piernas, casi haciendo un puchero pero con una expresión seria y decidida.

– Me gusta estar aquí con el profe Bonnie, no quiero irme– dijo decidido el pequeño aferrándose a las piernas de su maestro, quien le acariciaba la cabeza con ternura.

– Entonces sí fue la mejor decisión traerte aquí– dijo el abuelo y Connor le dio una gran sonrisa, por un momento pensó que lo iban a sacar de nuevo, pero le alivió ver que aún podría quedarse–. Ahora ve a jugar con tus amigos mientras terminamos de hablar con tu profesor, ¿sí?

Connor asintió y se soltó de su profesor para ir a jugar con los demás niños dejando solo a Bonnie con la pareja.

– Es un niño maravilloso, ¿no, profesor?– dijo la mujer con una cálida sonrisa maternal.

– El más maravilloso, señora Smith– respondió Bonnie con toda sinceridad sin dejar de ver al cachorro lleno de energía.

– Oh, por favor, llámeme Ivonne, y mi esposo es Ethan– le insistió la mujer llena de pena de que le llamaran señora, ella aún se sentía joven.

– Oh, está bien– Bonnie no estaba acostumbrado a llamar a las personas mayores por su nombre, pero si ellos se lo pedían, suponía que no había problema.

– Y díganos, profesor, ¿está usted casado?– dijo la mujer con un tono divertido, aunque la pregunta descoloco un poco a Bonnie, quien volvió a quedarse mudo.

– Querida, no puedes hacer preguntas de ese tipo a los profesores– la regaño su esposo a su mujer, quien le sacó la lengua de forma infantil.

– N-No se preocupe– dijo Bonnie saliendo de su trance–. En realidad, no estoy en ninguna relación en este momento, solo quiero concentrarme en mi trabajo y en mis niños.

– Aah, eres igual que nuestro Bon– dijo la mujer suspirando–. Él solo quiere concentrarse en el trabajo, aunque en el fondo sabemos que quiere encontrar un omega que lo ame, ¿verdad, cariño?– le preguntó a su esposo mientras le guiñaba el ojo.

– Oh, sí, desde el divorcio Bon no ha estado muy bien, se nota que le falta el afecto de un omega en su vida– el señor Ethan no solía seguir los planes absurdos de su esposa, pero quizás este podría resultar.

– Emm... N-No sé si es muy entrometido de mi parte, pero ¿puedo preguntar por qué Bon y la señorita Toddy se divorciaron?– dijo Bonnie intentando disimular su curiosidad, aunque por dentro se moría por saber la respuesta.

– Bueno, Bon nunca nos dijo muy bien la razón, pero nosotros creemos que era porque Toddy solo estaba interesada en nuestro dinero, por ende en el dinero de Bon. De hecho, su relación nunca fue la más afectiva de todas, si me lo preguntas– respondió la señora Smith con honestidad.

– Creímos que las cosas mejorarían cuando nos contaron que estaban esperando un bebé, pero creo que incluso se pusieron peor– explicó ahora el Alfa–. Después del nacimiento de Connor, parecía que Toddy solo trataba lo trataba como un lindo adorno para mejorar su imagen, pero odiaba tener que cuidarlo, así que después de eso el divorció era inevitable.

– Nuestro pobre Bon terminó muy destrozado después de eso, pero aun así se levantó porque sabía que tenía que ser fuerte por su hijo– Bonnie escucho todo atentamente y su corazón se estrujaba al oír cómo Bon tuvo que recoger los pedazos de su corazón roto y seguir adelante por su cachorro, aquello solo hizo que su am... admiración hacia él aumentara.

– Ay, pobre Bon, lamento tanto lo que le pasó, es admirable todo lo que él hace por su hijo– dijo Bonnie con las manos en el pecho, no podía llegar a imaginar el dolor que tuvo que pasar el moreno, y su pequeño parecía consciente de ese hecho.

– ¿Usted cree que nuestro hijo es buen padre, profesor?– le preguntó la señora consternada.

– Oh, es más que un buen padre, él es un Alfa que daría todo por su cachorro, además, es el hombre más amable y dulce que he conocido, me ha tratado muy bien e incluso me ha ayudado, yo creo que es un hombre increíble...– Bonnie se calló después de notar como las palabras salieron de su boca casi sin pensar, hasta que recordó que hablaba con los mismos padres de ese hombre que con tanta devoción hablaba–. P-Pero sí, es un muy buen padre, en mi opinión.

La pareja mayor se sonrió entre ellos al oír esas palabras y en ese momento sabían que este omega era el indicado para su hijo y su nieto.

– Profesor Valentine, ¿podría hacernos un favor?– le dijo la mujer.

– Claro, dígame.

– Por favor, cuide de nuestro hijo y nuestro nieto– aquellas palabras quedaron resonando en la mente de Bonnie por el resto del día.

(...)

Ya era de noche en la mansión Smith y Connor se encontraba en la sala junto a sus abuelos esperando a su padre. Mientras los mayores miraban entretenidos la televisión, el cachorro estaba en frente de una mesita de su altura dibujando bastante concentrado.

– ¿Papá ya viene?– preguntó Connor a su abuela algo cansado de tanto esperar, ya le dolía la pancita del hambre y el olor de la cocina hacía que se impacientara.

– Sí, cariño, dijo que los Golden vendrían con él para cenar– le respondió su abuela con una sonrisa.

– ¿Y Nath vendrá con ellos?– preguntó el nene muy ilusionado.

– No, cielo, esta vez no– le respondió su abuelo esta vez, lo que desanimó un poco a Connor, pero se recuperó al escuchar la voz de su padre llamándolo.

– Connor, ya llegué– saludó Bon desde la entrada, Connor corrió hacia él y se lanzó a abrazar a su padre, el cual lo recibió con mucha alegría alzándolo en sus brazos correspondiendo su abrazo.

– ¡Papá, bienvenido a casa!– saludó muy alegre el cachorro a su padre, quien le besó la frente con cariño.

Los abuelos habían escuchado la voz de su hijo y salieron para recibirlo, viendo cómo abrazaba a su único hijo con gran devoción y ternura. Sin duda el profesor tenía razón, Bon se esforzaba mucho para ser un gran padre, y lo era.

– Gracias, campeón– le contestó su padre con una sonrisa–. Siento que se me olvidó decírtelo, pero hoy tenemos unas visitas para cenar.

Connor vio como atrás de él que había dos personas, un hombre rubio de ojos grises, que por su olor a té negro y miel se notaba que era Alfa, y su lado un omega castaño de ojos azules, de aroma a chocolate caliente y canela.

– Hola, señor Golden y señor Freddy– saludó el niño desde los brazos de su padre con su manita, ambos hombres le devolvieron el saludo.

– Hola, Connor, lamentamos no poder haber traído a Nathan y a Teddy, pero su abuela quería que pasaran la noche en su casa– explico el castaño al niño.

– Está bien, lo entiendo, aun así es un gusto que nos acompañen para cenar con nosotros– dijo el pequeño muy educadamente.

– Oh, qué encantador– sonrió el omega acercándose para acariciar sus cabellos, el nene sonrió igualmente.

– Buenas noches, señor– Félix se acercó a la entrada a saludar a su jefe y la visita.

– Buenas noches, Félix, dime ¿ya está lista la cena?– preguntó Bon dejando a su hijo en el suelo.

– Sí, señor ya está servida, pueden pasar a la mesa– respondió Félix mostrando el camino al comedor.

– Qué bien, me muero de hambre– Bon tomó la mano de su cachorro, pero antes de seguir a Félix, la voz de su madre les llamó la atención.

– ¡Eh! Antes de ir a comer, ve a lavarte las manos, jovencito– regañó la mujer de cabello cian, avergonzando a su hijo–. Y tú también, cariño– dijo ahora mirando a su nieto.

– Sí...– murmuraron ambos peliturquesas, no podían decirle que no a su madre y abuela, por lo que se dirigieron antes al baño sin rechistar.

– A pesar de los años, tu instinto materno nunca se desactiva– rió el hombre mayor abrazando a su esposa.

– Da igual cuántos años tenga, él siempre será mi pequeño, así que lo trataré como yo diga.

(...)

– Y entonces descubrimos que Nath había escondido el osito de Teddy, porque aun extraña a su peluche– contaba el rubio un poco preocupado por la actitud de su hijo hacia su nuevo hermanito.

– Debes entender, Golden, Nath no está acostumbrado a compartir, él apenas convive con Connor y a veces le presta sus juguetes– comentaba el otro Alfa–. Si estuviera rodeado de más niños entendería que no puede acaparar las cosas todo el tiempo.

– ¿Y donde podríamos llevar a Nath para que conviva con otros niños? Es tan tímido que nunca le habla a nadie cuando vamos al parque– dijo Freddy preocupado por su hijo.

– Oh, ¿qué hay de la guardería a la que asiste Connor?– sugirió la señora Ivonne.

La pareja se vio un segundo con sorpresa, para luego mirar a su amigo.

– ¿Tú crees que sería buena idea Bon?– preguntó el rubio.

– Bueno, es un muy buen lugar, Connor se la pasa muy bien ahí, ¿verdad, campeón?– preguntó a su hijo, quien solo pudo asentir por tener la boca llena de los espaguetis que estaba cenando–. Además, con Connor ahí será más fácil para Nath integrarse.

– Y no te olvides del maestro, hijo– soltó la señora Ivonne con una sonrisa cómplice mirando a su esposo de igual manera.

– Ah, sí, el maestro...– Bon aclaró su garganta intentando no sonar demasiado emocionado, tratando de que su sonrojo no se notara–. ¿C-Cómo estuvo la reunión, por cierto?– intentó cambiar el tema, ya sabía por dónde quería ir su madre si no la detenía.

– Muy bien, Connor nos mostró todos sus dibujos y las manualidades que había hecho– dijo el abuelo muy orgulloso revolviendo los cabellos de su nieto, ya que estaba a su lado.

– ¿Qué tiene de especial el maestro?– preguntó Freddy inocentemente.

– El profe Bonnie es el mejor– dijo Connor ya sin la boca llena de comida–, siempre nos cuida y nos canta canciones, además nos lee muchos cuentos y juega muchos juegos diferentes con nosotros.

– Sí, él es maravilloso– soltó Bon con una boba sonrisa.

– Entonces es cierto lo que me contó Joy, te gusta el maestro de tu hijo– dijo Golden con un tono super natural, lo que hizo que Bon casi se atragantara con su comida.

– ¿C-Cómo? ¿Cuándo te dijo ella eso?– preguntó muy nervioso.

– Hace unos días, dice que desde hace un tiempo estas más alegre y no paras de hablar de ese maravilloso maestro que cuida de tu hijo, creo que es más que obvio qué es lo que pasa.

– No es eso, es solo que él es muy bueno con Connor y estoy muy agradecido con él– dijo Bon tomando un trago de agua, intentando convencerlo o quizás intentando convencerse a sí mismo.

– Tan agradecido que estuvo toda una semana mandándole distintos regalos a través de su hijo a su trabajo– murmuró el mayordomo cuando se acercó a rellenarle el vaso, haciendo que Bon le lanzara una mirada molesta.

– Esa es una muy buena razón para invitarlo a salir hijo– dijo su padre sonriente–. Él nos ha dicho que quiere mucho a Connor, será una madre excelente para él.

Aquello hizo que las mejillas del Alfa se convirtieran en tomates, él ya lo había pensado por sí mismo, pero escucharlo de parte de su padre le hacía avergonzarse hasta la cabeza, mientras que el cachorro miraba a su abuelo con los ojos brillantes y llenos de ilusión.

– ¡Papá, por favor!– le suplicó a su padre, no quería seguir escuchando.

– Además, es un omega tan lindo, tendrían unos hijos preciosos– dijo esta vez su madre con ojos soñadores imaginando lo lindos que serían los cachorros de su hijo y el profesor–. ¿Quién sabe? Tal vez Connor quiera un hermanito.

– También el profesor está muy agradecido con usted por haberlo salvado la otra noche señor– interrumpió Félix en la conversación ahora en voz alta.

– Félix, cállate– dijo Bon ya rojo hasta las orejas.

– ¿La otra noche? Que otra noche– preguntó su madre muy curiosa, y Bon solo pudo cubrirse la cara con su manos, no podía más con la vergüenza.

Pero en eso sintió un pequeño tirón en su manga y volteó para ver y era su hijo que lo miraba con esos ojitos brillantes que él sabía que significaban que algo quería con muchísimas ganas.

– Papi, por favor, cásate con el profesor, ¿sí?– pidió con una voz muy tierna y casi suplicante–. Me gustaría que el profe Bonnie fuera mi mamá.

Aquello hizo que el silencio reinara en el comedor y que el corazón de Bon diera un tremendo vuelco en su pecho.

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