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Capítulo 5. Temblores en la mansión

En una oficina de aspecto serio y aburrido, se podía ver a cierto Alfa peliturquesa junto con otras tres personas. Dos de ellos eran betas que lucían trajes elegantes y tenían expresiones serias y cansadas. La tercera persona también era beta, pero debido al olor de su costoso perfume no se notaba mucho.

Lucía un vestido de alta costura, sin mangas, granate y con un gran escote que remarcaba su figura, junto unos lentes de sol también de marca y joyas costosas y brillantes que la adornaban. Una mujer hermosa, había que admitir, pero tras esa belleza superficial se escondía un alma muy avara y egoísta. Esta beta era Toddy, la exmujer de Bon y, para rematar la faena, la madre de Connor.

– Señora Kennedy, ¿puede repetirme por qué razón desea la custodia de su hijo ahora, ya que hace 2 años, durante el proceso de divorcio, usted estaba de acuerdo con la custodia compartida?– preguntó el abogado de Bon viendo los papeles firmados por ambos excónyuges.

– Mi clienta ya se lo dijo– respondió por ella su propio abogado–, ella, como la madre del niño, considera que lo mejor para él sería vivir con su madre. Su padre está muy ocupado todo el tiempo y no puede darle la atención que necesita, además, ese niño necesita tener siempre presente a una figura materna.

– Claaaro, y la cuantiosa pensión que está pidiendo también tiene que ver con la atención que le doy a Connor– dijo el Alfa de manera sarcástica bufando con los brazos cruzados, lanzándole una mirada despectiva a la mujer.

– Ya te lo dije, es para darle a mi bebé todo lo que se merece– la pelirroja le dedicó una rabiosa mirada.

– ¿Enserio, Toddy? ¿Para que termine igual de consentido y malcriado que tú? No, gracias– Bon odiaba esto, no entendía por qué después de dos años su desinteresada exesposa estaba tan desesperada con quedarse con Connor, cuando al principio estaba de acuerdo en solo quedarse con él los fines de semana y vacaciones.

Algo no le daba buena espina, así que no le permitirá a ella quedarse con su cachorro, no si podía hacer algo para evitarlo y claro que lo haría. Luego de otra sesión de negociación poco fructífera, Bon salió del buffet de abogados en dirección a su auto.

– ¡Bon!– pero la voz de su indeseable ex lo llamó cuando ya estaba encendiendo el coche, él volteó para ver de mala gana

– ¿Qué es lo que quieres ahora?– preguntó cansado de tener que hablar más con ella, ¿no le bastaba con las casi dos horas de martirio entre ella y sus abogados?

– Iré a tu casa a visitar a mi bebé, no he podido ir a verlo debido a un asunto del trabajo, pero ahora que bla, bla, bla...– la mente de Bon dejó de escuchar a la beta cuando empezó a contarle de su vida, así que simplemente suspiró fastidiado.

– Lo que sea– Bon se subió a su auto sin dejarla terminar la oración sabiendo que, aunque le dijera que no, igualmente iría a su casa.

– ¡Oye, espérame!– la escuchó gritar antes de arrancar su auto e irse a su hogar, esperando que su hijo le perdonara por no poder haberse quedado a jugar con él.

(...)

Y eso nos trae a la situación actual, con Toddy mirando horriblemente a Bonnie, que aún sostenía al cachorro en sus brazos, y este muy confundido la miraba sin saber qué hacer.

– ¿S-Su bebé?– dijo el omega aún en shock.

– Sí, MI bebé, ¡ahora suéltalo!– Toddy le quito a Connor de los brazos y el nene miró a su madre de mala gana.

– Hola... mamá– susurró desviando la mirada, mientras Toddy dio una muy falsa sonrisa al cachorro.

– Hola, Connor, mi vida, ¿cómo estás, tesoro? Dime, ¿por qué tu padre no me dijo que habían contratado nueva servidumbre? Sabes que si te habían contratado una niñera para ti yo debía aprobarla– el pequeño sabía que se refería a su profesor, quien se encogía en su sitio, y no evitó mirar feo a la mujer con un puchero molesto.

– Pero él no...– a pesar de que intentó explicarle la situación, su madre no lo escuchó y lo interrumpió.

– Por lo que veo tu padre solo se fija en otro tipo de aspectos para contratar a los sirvientes– dijo de forma de despectiva mientras veía a Bonnie con mirada llena de desdén–. Al parecer ahora cualquiera que sea omega con carita bonita y ropas ligeras puede entrar en esta casa, ¿en serio? ¿No tienes vergüenza? Llevando algo tan provocativo, ¡y delante de mi bebé!– iba a taparle los ojos al cachorro totalmente escandalizada cuando el Alfa la interrumpió con voz grave y fría.

– Toddy, cállate– la mujer se volteó a verlo sin quitar su semblante sorprendido–. Para empezar, ese vestido no tiene nada de provocativo, para eso deberías verte en el espejo– se escuchó un intento de aguantar la risa, su mirada se desvió por un segundo a ver a su mayordomo, que intentaba que su sonrisa burlesca no se notara tanto–. Félix se lo prestó temporalmente.

– ¡Hum! Ahora entiendo por qué le queda tan horrible, al igual que a tu mayordomo, si es que se le puede llamar así...

– Tss, hasta aquí noto tu envidia, querida– murmuró el pelirrosa rodando sus ojos, no le afectaban en nada los comentarios de aquella mujer, no como a Bonnie.

–Y segundo– Bon continuó haciendo énfasis en sus palabras para que le hiciera caso–, deja de faltarle el respeto al profesor Valentine, no es ningún sirviente.

A Bon no le hizo mucha gracia que Toddy empezara a soltar blasfemias contra el pelimorado, mucho menos en su presencia. Y Bonnie, él estaba en pánico total sin saber qué decir en aquella tensa situación.

"Ella... Ella es la madre de Connor... P-Pero como es posible si el niño había dicho que no tenía madre... Además, ella es la esposa del señor Smith, entonces..."

– ¿Profesor?– preguntó confundida mirando de nuevo al omega.

– Sí, él es el profesor de Connor en la guardería a la que va todos los días– le explicó el moreno, pero parecía ser que eso tampoco le agradaba a Toddy.

– ¡¿Guardería?! Ni siquiera te dignaste en conseguirle profesores particulares y lo inscribiste en una corriente guardería– Bon solo se golpeó la cara con su mano.

– Más respeto a la gente que sí tiene un título universitario, ¿quieres?– la mujer solo apretó los labios con las palabras en la boca, Bonnie notó cómo Félix estaba riéndose entre dientes y él... él simplemente estaba sintiendo que sobraba ahí.

– B-Bueno, de todos modos, ¿qué hace él aquí? No sabía que los profesores de guardería hacían visitas a domicilio– preguntó igualmente intrigada.

Bon y Bonnie sudaron frío, ¿cómo iban a explicar la presencia del omega en la mansión sin decir que Bon lo había ido a buscar a un bar estando totalmente borracho y casi a punto de ser doblegado por otro alfa? A pesar de que Toddy ya no le importaba en lo más mínimo, aún quería mantenerse decente ante ella.

– Vino a visitarme– la vocecita de Connor sonó en la habitación, casi olvidaban de que seguía presente y Bon se culpaba por meterlo en esto–. Me enfermé hace unos días, así que el profesor vino a ver cómo estaba.

El brillante cerebro de su cachorro los salvó, esta vez Bon tendría que recompensárselo luego, aunque Toddy quizás no se lo terminaba de creer.

– Oh, bueno, está bien– dijo como si nada, pasando por alto el hecho de que su hijo le acaba de mencionar que estuvo enfermo.

Alfa y omega soltaron un suspiro de alivio.

– Me llevare a Connor a casa unos días, Félix, prepara sus maletas– le ordenó al pelirrosa que la miraba de forma fría.

– ¿No prefiere que le prepare mejor una camisa de fuerza a usted?– si había alguien que odiaba a Toddy, era Félix, y nunca desaprovecharía la oportunidad para lazarle un insulto o un cometario sarcástico.

– ¿Y si mejor te despido?– dijo ella con una cara de puro desprecio al pelirrosa.

– Tú no tienes poder aquí– le dijo en tono neutro.

– ¡Como sea, solo apresúrate!– le gritó mientras se llevaba a Connor hacia su auto y este se despedía con la mano de su padre y su maestro, este último devolviéndole el saludo.

– Félix, por favor– le pidió Bon a Félix en un suspiro derrotado–. Y llama a Fede para que lleve a Bonnie a su casa.

– A usted si le hago caso– dicho esto Félix se retiró a preparar el equipaje de Connor.

– S-Señor Smith– dijo Bonnie entre asustado y pasmado, sintiendo que su garganta ardía al momento de hablar–. ¿Q-Qué acaba de pasar?– miró al Alfa intentando controlar sus nervios, pero con su olor ácido puso a Bon del mismo modo, quien solo dio un suspiro cansado.

– Ella es la madre de Connor y mi exesposa, Toddy Kennedy– dijo como si nada.

– ¿Exesposa?– Bonnie abrió los ojos con sorpresa, bueno, ahora algunas cosas tenían sentido, pero aún no comprendía del todo por qué Connor dijo algo tan extremo como que no tenía madre.

Podía haber dicho simplemente que su madre no estaba con él siempre, o que no la veía mucho, pero eso no hace que automáticamente carezca de madre.

– Sí, algún día te contaré la trágica historia de mi divorcio, pero ahora hay que llevarte a casa, seguramente deseas descansar desde ayer, lamento de nuevo haberte mantenido aquí todo el día con Connor– le dijo apenado, Bonnie simplemente sonrió con pena y negó con la cabeza.

– No se disculpe, realmente me lo pasé muy bien con él, pero sí, desearía volver a mi casa si no es mucho pedir.

– Entonces prepararé el auto, te espero afuera– le dio una sonrisa tranquilizadora y Bonnie asintió con un tenue sonrojo en sus mejillas.

Bonnie subió por las escaleras para ir al cuarto que le prestaron para descansar, esperando que su ropa ya estuviera lista.

– Aquí esta su ropa, profesor– Félix apareció en la habitación con su ropa ya limpia y doblada.

– Oh, muchas gracias, Félix, ahora te devuelvo el vestido– dijo con la intención de devolverle la ropa, pero Félix lo detuvo con una sonrisa.

– No es necesario, tómelo como un regalo de mi parte– insistió el pelirrosa, Bonnie le dio las gracias y bajo las escaleras hacia la salida de la mansión con su ropa en una pequeña bolsa que le dio el mayordomo.

Afuera estaban dos autos, uno por donde salía la cabeza de Connor desde la ventana. Bonnie agachó las cejas con pena, por suerte podría despedirse de él como es debido.

– Adiós, cariño, te veré el lunes– le dijo el maestro tomando la manita del cachorro a través de la ventana bajada, el nene le dio una sonrisita, pero aún se notaba algo desanimado.

– Adiós, profe Bonnie– dijo el pequeño bajito intentando no llamar la atención de su madre que estaba hablando por teléfono.

Bonnie movió su mano para despedirse mientras se acercaba hacia el Alfa que le esperaba en el otro auto. Había visto cómo el profesor se despedía de su cachorro y le llenaba de cariño ver que a pesar de todo, de saber parte de la verdad de la vida de su pequeño, aquel omega no parecía dispuesto a alejarse del niño. Eso lo aliviaba en cierta parte y su Alfa se llenaba de orgullo.

Cuando vio que Bonnie se acercaba, abrió la puerta trasera del coche y le indicó que subiera. El omega se sonrojó al ver lo caballeroso que era Bon con él y aceptó gustoso sentándose en su asiento, viendo que Bon entraba después de él y cerraba la puerta.

– Dime donde esta tu casa, así la próxima vez podré llevarte ahí en vez de traerte a la mansión– dijo Bon divertido y Bonnie le dio una suave risa y le dijo la dirección de su casa–. Fede, ¿podrías ir por la ruta menos concurrida, por favor?

– A sus órdenes, señor– Bonnie se fijó que en el asiento del piloto estaba aquel hombre de cabellos blancos y rosas que siempre dejaba a Connor en frente de la guardería, al parecer también era un Alfa.

(...)

El camino fue tranquilo, ambos charlaban de temas triviales intentando olvidar el anterior incidente en la mansión, no les preocupaba si el chófer los oía, había una mampara que separaba los asientos. Bonnie logró olvidarse por un momento de lo ocurrido en la mansión, se sentía tan a gusto al lado del Alfa que no sintió que el tiempo pasaba dentro de aquel auto. Finalmente llegaron a su destino, una pequeña pero acogedora casa de un piso, con jardín delantero adornado por algunas flores (Bon dedujo que Bonnie las había plantado y cuidado él mismo por el patrón de flores moradas y blancas) y enredaderas por las paredes.

Para mala suerte de ambos, era la hora de despedirse.

– Muchas gracias por todo, señor Smith– dijo Bonnie jugando con su cabello suelto, por poco olvidaba que no se había hecho su coleta.

– Por favor, recuerda que te dije que me llamaras Bon, y no agradezcas, hiciste muy feliz a Connor, así que eres bienvenido a volver de nuevo– le dijo el Alfa tranquilamente, para él sería un gusto que el profesor los visitara incluso fuera de las clases, tendría que hacer más huecos en su agenda, mientras Bonnie le devolvía una tímida sonrisa.

– Si ese es el caso, podría traerlo junto al señorito Connor después de las clases– aquella linda escena entre ambos se vio interrumpida por el peliblanco que los observaba aún en el auto con una sonrisa.

– Fede, nadie te ha preguntado– murmuró entre dientes el otro Alfa apretando sus nudillos conteniendo su rabia, le bajaría el sueldo por estropear su momento con Bonnie, quien solo soltó una risita apenada.

– N-No creo que haga falta eso, señor– contestó el omega tratando de calmar al peliturquesa–. Aunque sí le prometí a Connor una cita de juegos algún día... Si a usted le parece bien, desde luego.

– Oh, por supuesto, eso seguro que lo alegra, muchas gracias– rápidamente su humor volvió a cambiar, no sabía cómo aquel lindo pelimorado podía hacerle sentir tantas emociones al mismo tiempo.

– Gracias a usted, señor S...– aclaró su garganta corrigiéndose a sí mismo–. Bon, fue un gusto para mí.

– Entonces nos veremos, Bonnie– se despidió guiñando un ojo al de orbes rojizas, cuyas mejillas se tiñeron del mismo color.

– ¿Te... T-Te veré el lunes en el día de padres y maestros?– mencionó Bonnie jugando nervioso con sus dedos, temiendo una negativa por parte del moreno.

– Aah...– se quedó pensando un milisegundo para saber si tenía el día libre, no solo por ir junto a su hijo, sino para verlo a él de nuevo–. S-Sí, e-el día de padres y maestros, ahí estaré– confirmó algo nervioso y finalmente se fue al auto.

Se quedó un rato más viendo cómo Bonnie abría la puerta de la casa y se volteaba un momento para despedirse con la mano y una linda sonrisa. Él, a pesar de que sabía que no lo podía ver por el cristal tintado, le devolvió el saludo, observando cómo su figura desaparecía.

– ¿Entonces no quiere que lo lleve a la mansión el próximo lunes?– Fede lo sacó de su ensimismamiento sin borrar su sonrisa burlona, haciendo que soltara un bufido, pero no contestó.

Mientras, Bonnie entró a su hogar e inmediatamente llamó a Ann. Tenía que hablar con alguien sobre lo que acababa de suceder.

(...)

– ¡¿Que Toddy Kennedy es su ex?!– ambos omegas estaban sentados en el sofá de Bonnie hablando sobre lo que Bonnie había presenciado en la mansión Smith.

– ¿La conoces?– preguntó curioso, si bien era verdad que a él también le sonaba de algo.

– Algo así, durante la secundaria fui a un campamento de diseño y modelaje– comentó tomando un sorbo al café que le había servido su amigo–. Ella estaba ahí y no fue muy agradable que digamos, gracias a ella abandoné mi sueño de ser diseñadora.

– Oh, vaya, lo siento mucho...– Bonnie puso su mano sobre la de su amiga y ella solo le sonrió restándole importancia.

– No importa, lo último que supe de ella fue que se había casado, pero ha pasado mucho desde que me enteré de algo sobre el mundo del modelaje, si no hubiera reconocido a Connor enseguida – dijo Ann mientras en su teléfono miraba el Instagram de Toddy y se las enseñaba al pelimorado.

Las fotos que más me gusta tenían eran las fotos donde salía Connor, pero él no parecía muy feliz. Bonnie suspiró derrotado reviviendo en su mente la carita de miedo y desagrado del cachorro en los brazos de su madre.

– Debiste verlo, Ann, fue horrible, les habla mal a los sirvientes y a Bon– le contó a su amiga, pero Ann levantó una ceja y le dio una mirada pícara.

– ¿Ahora lo llamas por su nombre?– Bonnie se dio cuenta de que se le salió el nombre del Alfa.

– E-El me pidió que lo llamara así, pero no cambies el tema, créeme, incluso Connor no parecía querer irse con ella– el pelimorado estaba un poco preocupado por la situación de su alumno.

– Eso significa que tienes una oportunidad– soltó Ann de inmediato y Bonnie la miro mal.

– ¡Ann! Ya te dije que no tendré nada con él, no es adecuado que un maestro salga con el padre de su alumno– dijo Bonnie mirando al suelo.

– La guardería no tiene ninguna regla de no "fraternizar" con los padres, además, ese hombre es divorciado, por lo que me dices es muy improbable que regrese con su exmujer y su hijo te adora– listó la rubia mirando a su amigo con unos ojos que decían que la situación era muy obvia–. Si me lo preguntas, tienes esto en la bolsa– Bonnie solo se sonrojó y regañó a su amiga, aunque en el fondo su omega estaba muy alegre por alguna razón.

(...)

Por fin llego el lunes y con él llegó también el día de padres y maestros, un día donde los padres y maestros se reúnen a ver el progreso de los niños, las cosas que han aprendido y las artesanías que han hecho.

Bonnie estaba dando lo mejor de sí para mantenerse concentrado y no pensar en las locuras que le dijo Ann, además, quería verse tranquilo y profesional frente a Bon. Que por cierto estaba algo retrasado, pero finalmente vio a Connor entrar al salón de clases y correr para abrazarlo.

– ¡Profe Bonnie!– dijo muy alegre el niño hundiendo su carita en el cabello del mayor–. Lo extrañé mucho.

– Owww tranquilo, Connor, estoy aquí– Bonnie no sabía el peso que esas palabras que dijo el niño tenían, solo se dedicó a mantenerlo en ese cálido abrazo acariciando su cabello–. Dime, ¿dónde está tu papá?

– Oh, él no pudo venir, olvidó que hoy era la reunión y se comprometió con cosas del trabajo.

– Ah, ya veo– un pequeño sentimiento de decepción se instaló en su pecho, pero suponía que era de esperarse de un hombre tan ocupado, pero no dejó que Connor lo notara–. Entonces... ¿t-tu madre vino contigo?– Bonnie preguntó algo preocupado -por no decir asustado-, realmente esperaba que no fuera así.

Para su suerte, Connor negó con la cabeza.

– Nop, a ella no le gustan estas cosas– Bonnie suspiro de alivio.

– Entonces, ¿quién vino contigo?– le preguntó al niño.

– Mis abuelos– sonrió emocionado mientras se giraba a la puerta.

En ese momento, entraron al salón una pareja mayor. El hombre, Alfa suponía por su olor a resina de pino, tenía el cabello similar a Bon, solo que más oscuro y ordenado hacia atrás. Sus ojos eran rojos como guindas, Bonnie supo de inmediato que de ahí había sacado Connor su color de ojos.

La mujer, cuyo olor a azucenas delataba su condición de omega, tenía el cabello azul y los ojos verde esmeralda como Bon. Ambos vieron a Bonnie y rápidamente se acercaron a él.

– Profe Bonnie, ellos son mi abuelito y mi abuelita– presentó el cachorro con una gran sonrisa.

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