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El Profe Bonnie


"Ya había pasado un mes desde que las clases empezaron y debo decir que esto ha sido mejor de lo que pensé. Mis niños son tan lindos y encantadores...

Al principio estaba muy nervioso por este trabajo, temía no causar una buena impresión o que los niños no me aceptaran, pero gracias a mi abuela y a Ann todo fue más sencillo. Sus consejos fueron de mucha ayuda y, aunque las primeras semanas cometí un par de errores, ellas me tuvieron mucha paciencia.

Pero lo que más feliz me ha hecho es lo fácil que fue conectarme con mis estudiantes. Siempre me dicen que me quieren mucho y pelean por mi atención, a pesar de que yo siempre les digo que tendré tiempo para todos y que los quiero todos por igual.

Bueno, quizás eso último no a sea tan cierto. No quiero que piensen mal, sí amo a todos y cada uno de mis pequeños y siempre intento darles la misma cantidad de atención, pero uno de mis niños se ha vuelto muy especial para mí.

El pequeño Connor Smith, un niño muy inteligente y amable, algo tímido aunque muy hiperactivo y bien portado. Se nota que sus padres lo han educado muy bien y que él los quiere mucho.

Desde el primer día me quedé junto a él, pues pude notar que estaba muy asustado por ser la primera vez que asistía a una guardería, según me había dicho Ann por parte de su padre, así que supe que debía quedarme junto a él hasta que se sintiera más cómodo. Afortunadamente, con el tiempo logró adaptarse al ambiente.

Aún así, siento que tenemos cierta conexión especial, sé que no está bien que los maestros tengamos favoritos, pero es algo que no puedo evitar.

– Profe Bonnie– coincidentemente el pequeño Connor se acercó a mí.

– ¿Sí? Dime, Connor, ¿necesitas algo? – como es natural en mí, siempre les hablo a mis niños con un tono de voz suave.

–Bueno, ¿podría leerme un cuento?– dijo mostrándome un libro de cuentos infantiles con una tierna mirada en sus ojitos guinda que me ablandó nuevamente el corazón.

–Claro, Connor– lo tomé de la mano y me senté en una de las sillas de mi salón, Connor se sentó sobre mi regazo para poder ver las imágenes del cuento.

Empecé a narrarle la historia y poco a poco más de mis niños se acercaban a oír la historia".

(...)

Uno a uno los cachorros iban cayendo ante el sueño pues la hora de la siesta ya había llegado.

Así que el maestro decidió tomarse un descanso, se sentó en su escritorio, sacó una bolsa de gomitas con sabor a moras y una novela romántica de sus favoritas.

Bonnie podría pasar horas leyendo este tipo de libros y fantaseando con tener un romance así de mágico y apasionado con el Alfa de sus sueños.

Pero después de un par de desastres amorosos en su época estudiantil, Bonnie supo que el romance no era para él, así que prefirió concentrarse en su profesión y velar por sus niños.

Aun así, nada le impedía soñar despierto con que un día, de la nada su Alfa destinado llegaría a su vida y empezaría a cortejarlo, con flores de todos los tipos y colores, magníficos regalos hechos con el corazón y románticos paseos por la playa.

¿Cómo sería él? Bonnie esperaba que fuera un hombre alto, muy guapo, con un aroma fresco y reconfortante, pero sobre todo que amara a los niños tanto como él y que deseara formar una familia.

Sí, ese sería su hombre ideal, un Alfa de familia.

(...)

Luego de la hora de la siesta, los pequeños habían recuperado sus energías y ahora estaban en el patio de juegos corriendo de un lado para otro mientras él los vigilaba.

– Profe Bonnie– una vocecita llamó su atención, el omega bajó la vista y vio al pequeño Connor con lágrimas en sus ojos y un pequeño raspón en la rodilla–. M-Me caí... – dijo entre pequeños sollozos.

Bonnie lo miro enternecido y suavemente lo tomo en sus brazos.

– No te preocupes, Connor, yo me encargo de esto.

El omega le dijo a otro de sus niños que fuera por el botiquín de primeros auxilios mientras él sentaba a Connor en una banca cercana.

– Tranquilo, mi niño, yo te ayudaré a que se vaya el dolor– susurraba gentilmente mientras le secaba las lágrimas con sus pulgares.

Cuando por fin tuvo el botiquín, procedió a limpiar la herida del cachorro con mucho cuidado. Cuando terminó, le puso una bandita con dibujos de conejitos y finalmente dejó un suave beso en su rodilla curada.

– Listo, ¿ya te sientes mejor?

– N-No– dijo el pequeño todavía llorando–. Papá se va a enojar conmigo...

– ¿Por qué dices eso?– preguntó Bonnie mientras guardaba las cosas en el botiquín.

– Él vendrá a r-recogerme hoy y quería mostrarle que y-ya soy un niño grande, que puedo cuidarme yo solito, p-pero ahora papá creerá que no puedo y no me va a dejar regresar. ¡Waaaah!– finalmente rompió a llorar con sus manitas sobre sus ojos llenos de lágrimas.

Bonnie miró con sorpresa al niño llorando desconsoladamente, su instinto de omega se activó casi al instante y no lo pensó dos veces antes de acercarse para abrazarlo, tratando de calmarlo con sus feromonas dulces y envolventes. El niño lentamente iba calmando su llanto y no evitaba acurrucarse más en el cuello de su maestro en busca de confort.

– Tranquilo, Connor– susurraba con suavidad sobre los cabellos del menor acariciando su espalda–. Mira, qué te parece si dejas que yo hable con tu padre y le cuento lo mucho que te gusta venir aquí y lo buen niño que eres, así el tendrá que dejarte regresar.

– ¿D-De verdad haría usted eso, profesor?– dijo más calmado mirando a Bonnie a los ojos.

– Claro que sí– dijo alegremente, a lo que Connor le dio un abrazo aún más fuerte mientras le agradecía.

Bonnie estaba feliz, pues al fin conocería a uno de los padres de este magnífico niño que se había ganado su corazón.

(...)

Por fin hora de salida, las clases habían finalizado y solo restaba que los padres vinieran por sus niños. Mientras sus compañeros eran abrazados y acompañados por los adultos que llegaban, Connor se había quedado junto a su profesor todo el rato esperando pacientemente la llegada de su padre.

– Connor, tranquilo, verás que todo saldrá bien– el pequeño lucía muy nervioso, apretaba la mano de su maestro con nervios, aunque también parecía que fuera a salir corriendo en cualquier momento.

–S-Sí, profesor– dijo el nene tratando de parecer valiente, hasta que el sonido de unas llantas frenando llamaron su atención–. ¡Ah! Es el auto de papá.

Connor salió corriendo en dirección al auto, Bonnie soltó una suave risita y se dio un momento para cerrar sus ojos e imaginar cómo sería el padre de aquel lindo cachorro.

Seguramente sería igual de amable que él, después de todo los modales de este dulce niño eran impecables. También seguramente sería igual de educado y agradable, y sobre to...

¿Q-Qué era ese aroma...? Los pulmones de Bonnie se vieron inundados de una fragancia totalmente nueva y envolvente. Era exquisita, una mezcla refrescante a menta y bosque de pino.

El omega abrió sus ojos y vio como un Alfa muy alto y atractivo, de piel morena y cabello turquesa con unos hermosos ojos verdes como esmeraldas venía hacia él. De la mano de este Alfa estaba su pequeño Connor con una gran sonrisa.

Por la mente de Bonnie solo pasó un único pensamiento.

"Oh, mierda".


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Bueno al final extrañe muchos sus comentarios asi que no tendrán que esperar tanto para leer la historia aquí 

eso si para leer el capitulo 2 pueden esperar o ir inmediatamente a ao3 a leerlo pueden encontrar los links de los capítulos en mi twitter 

Asi que no olviden seguirme a mi  y a Irene nos vemos en el siguiente 

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