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Unexma© Alma Sin alma /Cap. 38

Unexma - Alma sin alma ©

Capítulo 38-a

Francamente, esperaba que al girar y mostrar su rostro, no fuera Antonella, pero para mi sorpresa, sí era ella, aunque con su rostro muy triste y compungido.

Mi alivio interno, me impulsó a correr hacia ella y darle un abrazo, pero estiró su mano y me detuvo. Me dijo que había algo que necesitaba mostrarme, que acababa de descubrir algo que quería que yo supiera.

—Pero, ¿estás bien? No hay nada que me importe más que tu bienestar, amiga.

—Sí, tranquila. Entiendo que no fue tu culpa. Ahora solo queda despedirlo como se lo merece. Pero de verdad que necesito mostrarte algo que encontré en tu casa.

—Que alivio, amiga. Obvio que le daremos una gran despedida a tu abuelo. Y entonces, amiga. Dime, ¿de qué se trata?

—No te lo puedo decir sin antes mostrarte algo. Y este no es el lugar indicado para eso.

—Entonces, ¿dónde?

—Ven, sígueme.

Se puso de pie y caminó hacia afuera de mi habitación, yo la seguí.

Al lado de mi habitación, hay otra habitación, igual que en su casa, de hecho, son de diseño muy similar, con la excepción de que el cuarto de la casa de Antonella, es aquel cuarto sellado.
En cambio, este es un cuarto normal, que usamos como una bodega para guardar cosas que no usamos. Ni cama tiene, solo maletas con ropa vieja, recuerdos, cachivaches y cachureos varios, entre otras cosas en desuso.
Y precisamente ahí, es donde se detuvo Antonella, giró la perilla y abrió la puerta.
Me miró y me hizo un gesto de que la siguiera, yo me encogí de hombros y entré detrás de ella, dejando la puerta abierta, para poder encontrar el interruptor y encender la luz. Apenas lo hice, la "Anto" caminó de vuelta a la puerta y la cerró por dentro.

Ni bien hubo cerrado la puerta, la habitación se comenzó a oscurecer de nuevo, pero de a poco; como si la luz estuviera perdiendo voltaje. Eso fue lo que creí, pero comencé a mirar bien y en cada destello de luz, la habitación comenzó a cambiar de forma. Las paredes cambiaban de color porque los destellos provenían precisamente de las paredes, empezaron a aparecer muebles distintos y antiguos <<creo que he visto antes ese tipo de muebles, pero no recuerdo dónde>>. También apareció una cama, y la ventana ahora tenía unas amplias cortinas negras. Todo parecía un sueño, miré nuevamente a Antonella y ella me estaba mirando también, le pregunté qué estaba pasando, y me hizo con la cabeza una seña de que mirara hacia atrás. Con desconfianza miré casi de reojo y me pareció ver a alguien acostado en la cama. Instintivamente miré nuevamente a Antonella que seguía parada en la puerta, con una mueca de sonrisa de niña traviesa y rápidamente volví a ver hacia la cama y vi a Antonella recostada, como dormida. Volví a ver a la puerta y veo que estaba Antonella y en la cama, también. —¡¡Había dos Antonellas en el cuarto!!

¡No lo podía creer! Tenía frente a mí, a Antonella de pie que me miraba fijamente, y detrás mío a Antonella dormida. Esto no estaba pasando, era una pesadilla —negaba para auto convencerme—, pero por si eso fuera poco, las cortinas negras comenzaron a abrirse y detrás de ella, apareció otra vez, Antonella, la que caminó hacia la cama, se sentó al lado de Antonella —sí, suena raro, pero así fue— y comenzó a acariciar el cabello de Antonella. La otra Antonella —la de la puerta— seguía allí sin moverse un centímetro. Creo que lo que en realidad hacía, era custodiar la salida e impedir que yo me escapara.

Ahora eran tres Antonellas en el cuarto. Dos despiertas y una dormida. Así resumiría esta extraña e increíble situación. Eso, sumado al cambio de forma del cuarto. Afortunadamente, ya había pasado de la sorpresa a la incredulidad y luego a la costumbre, por así decirlo. Terminé por aceptar que lo que estaba pasando era real y que claramente no era nada bueno.

La confirmación a ese pensamiento, no tardó en aparecer, pues la Antonella de la cortina... <<decidí bautizarla así para evitar confusiones. Así tenemos a la Antonella de la puerta; de la cortina y de la cama>>.

Entonces, la de la cortina, se transformó lentamente en Unexma. —Lo que sinceramente, ya imaginaba.

Pero la de la puerta, se transformó en una horrible mujer vieja y putrefacta que reconocí enseguida como la mamá de Alma, y precisamente ella, fue la primera en romper el hielo:

—Bienvenida, Brenda. Ahora estás donde te queríamos tener. Aquí nadie oirá tus gritos, ni los de tu insignificante amiga.

La miré desafiante:

—¿Y? ¿Cuál es la idea? Yo no pienso gritar. Voy a sacar viva a mi amiga de aquí y ustedes se van a ir por donde vinieron. ¿Me oyes? Ustedes, par de víboras, no saben a lo que se enfrentan.

—¡Chiquilla estúpida! ¿A quién más tengo que matar en tus narices para que aprendas a respetar? ¿Quieres que mate a tus padres? Me desafías y no lo voy a permitir. Apenas terminemos aquí, le haremos una visita a tus padres y tendremos otra pequeña fiesta del té:

—¿Tú, qué opinas, mi Unexma?

—Estoy totalmente de acuerdo. Estoy impaciente por que el show comience para saldar mi deuda con ustedes.

—¿A qué show te refieres, "patitas de canario"?

—Maldita irrespetuosa,te voy a...

—Creo que aquí "la maldita" es otra, —le dije, mirándola como diciéndole "touché".

—No te mato, porque es un honor que no me corresponde.

—¡Ya, basta! —tú, estúpida, observa y disfruta el espectáculo. —Ordenó, la demonio mamá de Alma.

Ahora esta mujer comenzó nuevamente a transformar su cuerpo, el cual creció a más del doble de su tamaño y tenía cinco cabezas quemadas y desde sus extremidades y cabezas, salieron cinco seres deformes y horribles, pero ya de un tamaño más normal. Solo eso era normal, su tamaño, porque lo demás era escabroso, espantoso y algo inefable.

—¿Recuerdas lo que viste en esta habitación, Brenda?

—Claro, las cosas de la casa que no usamos...

—No, idiota, el nacimiento de mi Unexma.

—Te equivocas vetusta abominable; eso pasó en la casa de Antonella, en aquel cuarto sellado.

—¡Ja, ja, ja! —rieron todos los demonios con una risa gutural y ominosa, que erizaba la piel.

—¡Sorpresa! Todo ocurrió aquí. En este cuarto, en esta casa. Lamentablemente, mi Unexma estaba haciendo un buen trabajo con la familia que aquí vivía, pero la última mujer que vivía aquí, se fue y de alguna manera, rompió el lazo que unía a Unexma con la familia de uno de sus violadores. Pero gracias a que el padre de Antonella, cayó en la tentación, activó nuevamente todo. Justo cuando ya nos resignábamos a una eternidad de espera.
Y para la guinda de nuestro pastel, llegaste tú y terminó nuestro rompecabezas. Unexma por fin, pagará su deuda con nosotros y podrá marcharse y descansar en paz, pero antes necesitamos que ciertas cosas pasen. ¡Y vaya que pasarán! Por lo menos, nosotros lo vamos a disfrutar mucho. Mucho más que lo que disfrutamos con Alma.

—¿Qué pretenden hacer?

—¿No es lógico este dejá vú?  Tú ya viste esta película, creo que hasta disfrutaste con la escena. Siéntate y disfruta del momento, mientras "jugamos" un rato con tu amiguita.

—¡Noooo! No se metan con mi amiga, o lo lamentarán. —Traté de abalanzarme hacia uno de los demonios que se acercaba a la cama y otro me lanzó contra las cortinas solo con el movimiento de su brazo. Me golpeé muy fuerte contra la pared, pero no perdí el conocimiento, aunque por unos segundos, la visión se me nubló, pero por lo que podía ver, ya Antonella, estaba siendo rodeada por estos cinco demonios que comenzaban a tocarla por todas partes.
Unexma también miraba, pero no parecía disfrutar tanto de la escena como ella creyó.
Claramente esto, no le traía buenos recuerdos.

Yo no podía levantarme, pero justo cuando el primer demonio de turno iba a violar a Antonella, pasó lo impensado para todos:

—¡Alto! No es necesario. Dime que la mate y lo haré, es más, a ambas y a todos sus padres. No quedará nadie vivo. Yo me habré vengado y tú, tendrás suficientes almas con las que alimentarte.

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Lorena Castro C. - Ann E. Rol
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Capítulo 38-b

—Tú no vas a matar a nadie que no queramos que mates. Eso lo sabes desde que te uniste a nosotros. Cada ser que mataste, fue bajo nuestras órdenes. ¿Qué te hace pensar que ahora, que estás a punto de conseguir tu liberación, será distinto? No olvides que sin nuestra ayuda, jamás hubieras podido vengarte de los que te violaron y mataron. Recuerda, que ellos fueron los que te hicieron caer en la maldición. No, nosotros. Nosotros, solamente te liberamos de una muerte horrible, lenta y dolorosa y además te hicimos descubrir el dulce sabor de la venganza.

—¿De qué demonios hablas? —rebatí en el acto.
Cuando fueron ustedes, o tú, quien convirtió a Alma en lo que es ahora. Yo, vi las sombras que seguían a los cinco desgraciados. Esas sombras eras tú. No lo puedes negar. Tú, abusaste de Alma, tú la asesinaste, y tú, la usaste para matar a los cinco desgraciados, que dicho sea de paso, también usaste.

Luego, miré a Unexma que estaba atónita, impertérrita, ante lo que acababa de escuchar. Y la verdad es que yo, no sabía cómo llegué a esa conclusión en apenas dos segundos. Era como si me estuvieran hablando al oído y yo repetí como loro, pero analizando bien lo que dije, era bastante lógico que esa, fuera la verdad.

—Tú, no vas a creer las palabras sin sentido de esta maldita. Está intentando confundirte, es ella la que quiere manipular tu mente. Nuestro pacto, lo hemos cumplido. No desenfoques tu atención, ahora que estás ad portas de ser libre para siempre.
Recuerda que tu nombre refleja nuestro pacto; una esclava por tu alma, y por eso estamos aquí. Nosotros queremos corromper esa alma para ofrendarla después, sabes que debe ser así. Ahora calla y deja que comience la diversión. No lo volveré a repetir.

Unexma, la miró y bajó la cabeza y emitió un leve gruñido, apenas audible:

—Lo que ordenes, Abrahel.

—Pero, "patitas..." digo, Unexma. ¿Tú, de verdad crees que después de todo lo que te hicieron, te van a liberar? —le susurré.

—¡Dije, silencio! No hagas que ordene tu muerte. Hoy vas a morir, pero no, todavía... —vociferó, ese maldito demonio.

—Mi vida no está en tus manos. Dios está conmigo y solo Él, dispondrá de mi vida y de mi destino, pero también de la tuya. ¡Así que te ordeno, en nombre de Dios, que liberes a Alma, que dejes en paz a Antonella, y que te vuelvas al hueco de donde saliste!

—Que pecado más grande, Brenda. Usar el nombre de Dios en vano. Me gusta eso.

Tu Dios no está aquí. Y si fuera así, está en primera fila, disfrutando del espectáculo que le vamos a dar. Si Él, está silente e impaciente porque comencemos, no debemos hacerlo esperar. Ahora, tú y Unexma, no interrumpan más...

En eso, Antonella recobra el sentido y comienza a gritar y a patalear y luchar contra el demonio que estaba sobre ella:

—¡Nooo, déjenme tranquila! ¡Por favor, no me hagan daño! ¡Ayuda, auxilioooo! —gritaba.

Entonces, recordé mi botella con el agua bendita que quedaba y se la lancé a la espalda del demonio que comenzó a retorcerse como el gusano que era.

—¡Aaaargh! Maldita perra, esta no te la perdono y dos demonios se abalanzaron sobre mí, yo apenas logré girarme para intentar cubrirme del ataque, cuando súbitamente, Unexma se interpone en el camino y de un golpe certero los lanzó a los pies de Abrahel.

Todos, quedamos impactados. Unexma, me salvó la vida.

—¿Te volviste loca, esclava? Porque eso eres y serás para siempre. Olvídate que serás libre nuevamente. Te equivocaste y lo vas a pagar muy caro, maldita traidora.

Aún dándome la espalda, Unexma, se dirigió a nosotras:

—Salgan de aquí y nunca más vuelvan a entrar. Abrahel, por separado, es débil, pero reunido es sumamente poderosa.

Tomé fuerte del brazo a Antonella y la atraje hacia mí:

—Que salga la Anto. Yo me quedo aquí a luchar, contigo. Tú, me salvaste y no te puedo dejar.

—¡Que se vayan, he dicho! —y con un movimiento de su brazo como encerrando un círculo en el aire, nos vimos elevadas e impulsadas contra la cortina negra que literalmente, nos envolvió completamente y ya no supe nada más de Unexma ni Abrahel.

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Capítulo 38-c

Cuando desperté, estaba en mi habitación, en mi cama. Miré la hora y ya eran las seis de la mañana. Hacía frío, demasiado diría yo.
¿Qué pasó? ¿Fue un sueño? —la verdad, no me atrevía a averiguarlo.
Pero si fue un sueño, ¿nada pasó? Pensé en llamar a Antonella, pero recordé que era muy temprano y no quería molestar por una simple pesadilla. Mejor esperaré que sea más tarde y la llamo. Me abrigué muy bien, y quise salir de la habitación para prepararme un café, pero me acordé de la pesadilla y del cuarto bodega, y mejor no. Me conozco demasiado bien y sé que si salgo, lo primero que haré será meterme a ese cuarto para investigar, y por el momento no quiero. Prefiero antes, hablar con Antonella.

Volví a acostarme y me arropé por completo porque tenía hasta el pelo congelado. Y así, me volví a dormir.

                                       ***

—Hola, caballero. Lamento mucho lo que le pasó. Pero quiero informarle que Antonella y Brenda, están a salvo. Ellas están bien.

—¡Eh, pero quién es usted? ¿Qué sabe de mí? ¿Dónde estoy?

—Tranquilo, no se altere, por favor. Usted está aquí de paso solamente. Su destino es otro. No haga tantas preguntas. Yo le vine a informar la situación de las niñas y he cumplido. Ahora, con su permiso, me retiro.

—Espere, no se vaya todavía. Por favor.

—He de irme. Ya le dije, tenía ese propósito y he cumplido.

—Entiendo... ¿Pero, le puedo hacer unas preguntas?

—Puede preguntar, pero me reservo el derecho de responder a todas las preguntas. ¿Está de acuerdo?

—Bueno, sí. Está bien. Estoy de acuerdo.

—Muy bien, siendo así, dígame sus preguntas.

—¿Quién es usted?

—No puedo responder todavía.

—Está bien. Siguiente pregunta... ¿Por qué estoy aquí? ¿Estoy muerto?

—Esas fueron dos preguntas. Usted está aquí de paso y no, no lo está.

—Gracias por responder esas preguntas, tengo otra... Ese lindo perrito que está con usted. ¿Es suyo? ¿Cómo se llama?

—¡Ja, ja, ja! Buena estrategia. Está haciendo dos preguntas en una. Pero está bien. Este perrito no es mío. Está conmigo porque por mi culpa llegó aquí, y yo estoy arrepentido por eso, y él en su infinita bondad e inocencia, no solo me perdonó, sino que también me eligió como su amigo. Y lo tengo conmigo, mientras ambos esperamos la llegada de su anterior amiga. Ese momento va a ser maravilloso. Apoteósico.
Y su nombre es Joffy.

—Es hermoso. También su nombre... Joffy. ¡Qué lindo!
Espero que pronto se reúnan con su amiga.

—Nosotros también... Nosotros también.
¿Tiene alguna otra pregunta?

—Bueno, ya me comunicó que mi nieta y Brenda, están bien, ¿verdad?

—Así es. Ellas están bien.

—¿Las volveré a ver?

—Eso, no lo sé. No depende de mí.

—Entiendo. Bueno, habrá que ser paciente. No queda de otra.
¿Puedo acariciar a Joffy?

—Por supuesto. No le va a morder. Así que no tenga temor. Mire, ya le mueve la colita, esa es una buena señal. Le cayó usted muy bien. Y a mí también, debo admitirlo.

—Gracias. ¡Por Dios! Que pelaje tan suave y esponjoso. En toda mi vida, sentí el pelaje de un perro así.

—Eso es porque Joffy, está muy bien cuidada conmigo.

—Eso, puedo notarlo. Entonces es una hembrita. Que Dios la bendiga mucho.

—Eso no tiene duda... Bueno, ahora debo marcharme. Me dio mucho gusto conocerlo...

—Gracias, a mí también. Y también me dio gusto conocer a Joffy.
¿Nos volveremos a ver algún día?

—Estoy seguro de que así será. Pero solo Dios sabe cuándo. ¡Adiós!

—¡Adiós, y gracias!

—Gracias, ¿por qué?

—Por tomarse la molestia y el tiempo de venir a avisarme del estado de mi nieta Antonella y de Brenda. También por responder a la mayoría de mis preguntas y por presentarme a la linda Joffy.

—Por nada. Ha sido un placer para mí.

—Lo mismo digo. ¿Puedo estrechar su mano y darle un abrazo?

—Pero, claro. Faltaba más —y estrechó su mano con determinación y luego se fundieron en un sincero abrazo, que sellaba una incipiente amistad eterna.

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