Unexma© Alma Sin alma /Cap. 21
"UNEXMA"
CAPÍTULO 21
… Mi corazón latía a mil por hora y mientras no paraba de lanzar golpes, sentía que me llamaban:
—¡Brenda hija, despierta!
De pronto abrí mis ojos y era mi mamá que me sostenía y me zarandeaba con fuerzas. Todo había sido una o dos pesadillas en una sola, pero cuál de todas más horribles. Mi papá que también estaba junto a mi madre, me acariciaba el pelo. Yo solo los miraba y no podía salir de mi shock. Entonces abracé a mi mamá y lloré amargamente; y mi papá dijo:
–Margarita, quizás qué pesadilla tuvo nuestra hija.
—Tiene que haber sido terrible Ignacio —respondió mi madre, acariciándome el pelo y dándome un beso en la frente.
Con la dulzura que mi mamá me acariciaba el pelo, finalmente me quedé dormida.
Cuando abrí mis ojos, por fin era de día, miré para el lado izquierdo de la cama y estaba durmiendo mi mamá. ¡Qué linda es ella!, se quedó conmigo para cuidarme y estar cerca por si acaso tuviera otra pesadilla horrible. Miré la hora en el reloj que está encima del velador y eran las siete de la mañana, la verdad aún tengo bastante flojera de levantarme y prefiero abrazar a mi mamá y así poder dormir un rato más. Espero que pronto llegué Antonella; tengo que hablar seriamente con ella, sobre lo que pasó con Marcos y además estoy inquieta con estos sueños o mejor dicho pesadillas, tendrán algún significado de algún acontecimiento que va a pasar o hechos que quizás pasaron, no sé qué es pero pronto tengo que averiguar y sobre todo saber quién es Unexma.
"Antonella"
Qué lindas vacaciones, las que estoy pasando acá en Iquique, en todo este tiempo he tenido la dicha de conocer la playa de Cavancha, Playa Brava, conocer la réplica de la corbeta Esmeralda, jugar en el casino, conocer la salitrera Humberstone, la Zofri, también conocí las ciudades o pueblos del interior de Iquique, como la Tirana donde visité a la Virgen del Carmen de la Tirana, visité también Mamiña, Pica, Pozo Almonte, Matilla; y por último Pisagüa. Lo que sí, el calor de acá es insoportable tanto o más que en Santiago. Ni en las noches se puede dormir por el calor. En estos días conocí un chico muy simpático que se llama Héctor; el otro día fui a una fogata en la playa con unos amigos de él, la pasé muy bien, pero ahora no me ha llamado, es como que vuelve a repetirse la historia como me pasó con Marcos, ya que ese tipo no volvió nunca más a llamarme ni nada y como le advertí que si desaparecía, era mejor que no volviera a aparecer ni en mis sueños —sobre todo después de esa fea pesadilla que tuve con él.
<<Yo creo que Marcos lo tiene entendido>>.
No sé qué habrá pasado con Héctor, lo he llamado a su celular pero nada, ni siquiera me ha mandado un mensaje y su teléfono suena apagado. Parece que cada vez que conozco a un chico y pasamos un agradable momento, se va y ya no me habla más. <<Me siento algo maldecida, espero que todo sea una simple coincidencia>>, y mientras pensaba, en eso suena mi móvil, veo quién era y justo que estaba pensando en él, me llama:
—¡Hola Héctor, tanto tiempo! —contesté con un poco de ironía.
—Antonella, perdona por no haberte llamado antes, es que a mi papá se le ocurrió que fuéramos en familia a una playa que está fuera de Iquique por estos días y no alcancé a llamarte y decirte...
—Yo estaba preocupada por ti, te llamé varias veces por celular, no contestabas y además siempre estaba apagado.
—Por lo mismo, Antonella, estando en la playa se pierde la señal. Traté de llamarte y tampoco me dejó, no hubo caso. Ahora volvimos y lo primero que hice fue llamarte, antes de que te vayas a tu ciudad de vuelta —me explicó con ternura.
—Gracias por llamar, y efectivamente, mañana ya nos vamos de vuelta a Santiago por la tarde —le confirmé.
—Entonces podíamos juntarnos y celebrar tu despedida. Bueno, además que quiero darte algo para que no me olvides —dijo coquetamente.
—Bueno, me parece una buena idea. Así también aprovecho para darte algo antes de irme —un buen jalón de orejas por hacerme pasar el susto de no saber nada de ti durante todo este tiempo. —¿A qué hora nos juntamos?
—Como a las diez de la noche. ¿Te parece? —solo te pido que me tires despacio mis orejitas por favor.
—Sí, me parece bien la hora... ¡Oye!, a todo esto, ¿vamos con tus amigos nuevamente? —pregunté.
—No corazón, esta vez solamente los dos —dijo con tono muy picarón.
—Yo pensé que íbamos a celebrar con ellos, además tus amigos son muy divertidos.
—Me lo dices a mí. Bueno, entonces nos juntamos afuera del casino a las diez. —No me vayas a dejar plantado corazón.
—No te preocupes, ahí estaré —afirmé.
—Bueno, nos vemos esta noche, adiós.
—Adiós, Héctor.
Qué alegría saber de él, ya me había hecho la idea que no sabría más de Héctor, como me pasó con Marcos, que hasta el día de hoy no sé nada de él, pero bueno <<Marcos ya pasó a la historia, él se lo perdió>>. Le voy a avisar a mis padres que voy a salir en la noche con mi amigo, y como dice mi amiga Brenda; último día nadie se enoja. Así se me pasó el día rápido y por fin llegó la noche, me despedí de mis padres y me fui al encuentro con Héctor, la verdad iba muy entusiasmada, porque desde que lo conocí un día en la playa donde yo estaba aprendiendo a surfear, nos hicimos amigos, tenemos muchas cosas en común y conocerlo ha sido lo mejor que me ha pasado en estas vacaciones. Estoy llegando justo al casino, y veo un poco a lo lejos la silueta de Héctor, me voy acercando con algo de rapidez y me escondo detrás de un auto para que no me vea y así pillarlo desprevenido. Veo que mira a todas partes, seguro que está pendiente de dónde yo voy a aparecer y justo me da la espalda, así que salgo rápido de mi escondite y me pongo detrás de él y con un dedo le toco su hombro diciendo: ¡buuu!, y el pobre se llegó a estremecer de susto—:
—¡Antonella, qué susto me diste!
—Lo siento Héctor, quería darte una sorpresa.
—Y vaya que me la diste. Amiga, ¿te acuerdas que te dije por celular, que íbamos a celebrar tu despedida los dos solos? Bueno, en la playa que fuimos la otra vez, nos están esperando cuatro de mis amigos y dos amigas, para que nos divirtamos —cuando les dije que era tu última noche en Iquique, ellos también quisieron despedirse de ti, porque les caíste muy bien.
—¡Qué genial! Entonces, ¡vamos! —grité entusiasmada.
Nos fuimos del lugar y tomamos un taxi y nos fuimos nuevamente a la playa Huayquique. Llegamos al lugar, nos bajamos del taxi y nos fuimos a la playa y ahí nos esperaban los amigos y amigas de Héctor. ¡Qué manera de pasarla bien con ellos!, nos hemos reído de los chistes que un amigo contaba, después otro chico trajo una guitarra y se puso a tocar y a cantar, y lo mejor fue que volvieron a hacer una fogata, así que se puso muy romántico eso de tocar la guitarra y cantar en la playa. De pronto miré a mi amigo Héctor y se veía muy serio, le acaricié la barbilla y me miró solamente, luego le di un suave beso en la mejilla y me sonrió —así está mejor —pensé.
Cuando su amigo terminó de cantar, todos aplaudimos; en eso Héctor se levantó y caminó un poco, nos dio la espalda mirando el mar y uno de los chicos le dijo:
—¿Qué pasa amigo?
—Quisiera mostrarles, cómo me tiene Antonella desde que la conocí —anunció, Héctor.
—¡Aww! Nuestro gran amigo se flechó con nuestra amiga Santiaguina, ja, ja, ja. —dijo otro chico.
—Así parece, por eso estuviste tan perdido durante estos días —replicó una de las chicas.
—Sí, pues nos tenías preocupados a todos; incluso a tus padres que los tenías histéricos por tu desaparición —agregó, el chico que tenía la guitarra.
Yo quedé algo confundida, eso no fue lo que me dijo cuando hablamos por celular. Me dijo que se había ido de vacaciones a una playa fuera de Iquique con su familia. Pero preferí no decir nada a ellos, ya hablaré a solas con Héctor y le preguntaré por qué me mintió:
—Sí, me había desaparecido, pero ¡ya volví en gloria y majestad! —Ahora les mostraré lo que siente mi corazón por Antonella —anunció, todavía dándonos la espalda.
Se empezó a desabrochar la camisa, siempre de espaldas a nosotros, y luego dijo:
—¿Están preparados para ver mi corazón?
—¡Sí, huevón! Muestra luego ese corazón —respondió, el amigo de Héctor.
—<<Para mí que éste huevón se hizo un tatuaje de corazón en honor a Antonella>> —murmuró la otra chica, y al final todos nos reímos.
—Quedarán impactados, ¡ya lo verán! —dijo, Héctor.
—Bueno, veamos ese gran tatuaje, amigo —pidió otro chico.
Entonces finalmente Héctor se volteó, nos miró con una sonrisa traviesa y luego se abrió la camisa de par en par, y las chicas pegaron un grito, un amigo se cayó en la arena y los otros quedaron horrorizados ante lo que nuestros ojos estaban presenciando...
Autora: Ann E. Rol
Lorena Escritora en Facebook.
Chilena.
Derechos Reservados.
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