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9: Segundas oportunidades





– ¿Estás segura de que quieres ir? Siempre podemos quedarnos en casa, hacernos mascarillas, mirar películas y comer hasta que no podamos más –sugirió Sasha una vez más mientras terminaba de alisar su cabello; la pelinegra resopló.

–No me pienso esconder, Armin sigue siendo mi mejor amigo y es la fiesta de despedida del verano, si le molesta que esté allí, pues que se vaya él.

La castaña mordió su labio inferior, quería decirle a su amiga que no tenía que hacerse la fuerte, lo había estado haciendo por semanas desde que Historia la había llevado a su casa llorando. Aquel día Mikasa se había atiborrado de helado y le había relatado todo lo sucedido.

Sasha aún no podía entenderlo, pues de todos en la banda, Eren le parecía el más decente. Quizá Levi tenía razón. A la misma conclusión había llegado la pelinegra, sin embargo, no le iba a dar la satisfacción a su hermano, por lo cual él todavía continuaba sin hablarle y sin estar enterado que Eren y Mikasa no podían estar más alejados ni aunque lo intentaran. La expulsión de la banda había sido inmediata después de que los compañeros de Eren se habían enterado de lo sucedido, el mismo chico le había dicho que no quería volverlo a ver. Y por supuesto, Levi no tenía ni la menor intención de estar cerca del ojiverde, por lo cual no había forma de que se enterase lo que estaba sucediendo.

– ¿Pero si se aparece por allí?

–No me importa, ¿entiendes? Además, no iré sola.

–Mikasa, eso no es saludable –reprendió Sasha arrugando la nariz y la pelinegra arqueó una ceja.

–No sé de qué estás hablando –Mikasa se hizo la desentendida.

–Sabes que un clavo no saca otro clavo siempre.

–No es lo que intento, solo... me di cuenta quien vale la pena... y con quien podría ser feliz.

‹‹Sí, claro››, pensó Sasha con amargura.

Tres días después de que Eren hubiera expulsado a Mikasa de su domicilio, Jean la había llamado para recordarle su invitación al cine, y aunque al principio la pelinegra estaba reacia a ir, al final había aceptado, para sorpresa tanto de Sasha como de Historia –ésta última se había vuelto incondicional con Mikasa después de lo sucedido aquel día– la muchacha no había dejado de salir con Jean, a restaurantes, museos, teatros, bibliotecas y ferias. Cada momento en el que Mikasa no estaba junto con Armin y sus amigas, permanecía junto al joven.

– ¿Eso significa que ya son novios?

–No... solo... amigos que se llevan muy bien –respondió la pelinegra aplicándose perfume–. No entiendo por qué quieres formalizarlo, ni siquiera yo tengo prisa por eso.

–Porque tú no eres el tipo de chica que anda tonteando con cualquier sujeto.

–Jean no es cualquier sujeto, él es lindo –reprendió Mikasa frunciendo el ceño.

–Precisamente, es un buen tipo Mikasa, por lo cual no es justo que si tú todavía sigues pensando en...

–No te atrevas –la cortó la pelinegra casi con violencia. Estaba prohibido pronunciar su nombre–. Mira, no estoy jugando con Jean, es buen chico y me la estoy pasando bien con él. ¿Qué problema hay en eso? –Preguntó llena de irritación al tiempo que rodaba los ojos–. ¿Cómo me veo?

–Bien, Mikasa, tú siempre te ves bien –señaló su mejor amiga y la aludida sonrió brillantemente mientras se giraba hacia el espejo.

Quería verse mejor aquella noche, que cualquiera en la fiesta por el fin del verano. Era la última que tendría en mucho tiempo, puesto que en tres días volvería a clases y nuevamente entrarían en aquel fuerte ritmo de estudio. No es como si estuviera pensando en Eren o quisiera verlo... pero si era el caso, la chica quería que él se diera cuenta que estaba perfectamente y que su rechazo no le había hecho daño. Mikasa había elegido un precioso vestido color uva con escote ilusión, la faldita iba suelta y se sentía realmente bella. Aquel atuendo resaltaba un poco sus pechos, su cintura parecía de reloj de arena y sus piernas relucían largas y estilizadas. Había completado todo el Outfit con unos preciosos botines altos y el cabello libre, haciéndola lucir increíble.

A su mejor amiga no le pasaba desapercibido que Mikasa se había arreglado especialmente para él, pero si lo señalaba, le daría un fuerte golpe que prefería ahorrarse.

– ¿Estás lista? –Preguntó Mikasa sonriendo emocionada–. Le prometí a Armin llegar temprano para encargarme de la música por un rato.

Sasha observó a su mejor amiga de forma casi suplicante.

– ¿Segura que no te quieres quedar?

–Por favor, deja la tontería –rezongó tomándola del brazo y arrastrándola fuera de su habitación.

Necesitaba ir y deseaba demostrar que él era parte de su pasado.







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–Llegas tarde –le reprochó su mejor amigo y Mikasa sonrió de forma inocente mientras Sasha, al ver a Historia, se alejaba para saludarla.

–Lo siento, estaba arreglándome.

– ¿Arreglándote qué? Eres perfecta –señaló el rubio y Mikasa le dio un sonoro beso en la mejilla.

– ¿Sabías que te adoro?

–Solo lo dices para que no me enoje.

–Por supuesto que no, pero el hecho de que haya llegado tarde, ¿significa que ya no necesitas ayuda con la música? –Adivinó la chica al escuchar cómo resonaban las melodías en los parlantes llenando todo el lugar.

–De hecho, aún necesito ayuda, como mi mejor amiga se retrasó, tuve que pedirle el favor a Reiner –recriminó el rubio.

– ¿A quién?

–No importa, por favor sálvame de esto.

La pelinegra se carcajeó suavemente antes de asentir y dirigirse hacia el estéreo de Armin. Se sorprendió al ver allí al bajista de la banda de Eren; se sorprendió aún más al notar que estaba discutiendo de forma acalorada con el ojiverde. Mikasa lo ignoró completamente antes de hablarle al rubio.

–Supongo que tú eres Reiner –señaló la chica extrayendo su teléfono de su bolso; éste, reconociéndola inmediatamente, asintió con lentitud–. Bueno, dice Armin que apestas en la música, así que te largues. Yo me encargo a partir de ahora.

–Pero...

–Ya escuchaste a la señorita –habló el castaño y el rubio frunció los labios, no obstante, segundos después chasqueó la lengua y rodó los ojos.

–Jamás voy a volver a ayudar a Armin con nada –rezongó el chico pisando fuertemente.

Claramente estaba ofendido porque cuestionaran sus gustos musicales. Mikasa tomó su propio teléfono y lo conectó al reproductor antes de poner la música que ya había organizado para aquel día; Eren, a su lado, la observaba fijamente.

Se veía más preciosa que de costumbre... y aquello era mucho decir. La había extrañado tanto. Desde que se había comportado como un idiota, ella prácticamente había desaparecido. Por Armin sabía que estaba demasiado ocupada con cierto chico desagradable. Eso hacía que su sangre hirviera, pero Armin le había recordado que él había tenido la oportunidad y la había dejado ir épicamente, así que ahora lo mínimo que podía hacer era permitir que la chica saliera con Jean.

Lo odiaba.

Mikasa fingió no estar consciente del joven que estaba a su lado, a pesar de que el traidor de su corazón parecía latir velozmente y sus nervios estaban a flor de piel. Se sentía ansiosa y a pesar de que la música razonaba fuertemente, el silencio entre ellos dos era ridículo. Sin soportarlo más, él aclaró su garganta y se inclinó junto al oído de la chica.

–Hola –saludó. Eren notó como Mikasa dio un suave brinquito, pero continuó ignorándolo por completo–. Hola –repitió con voz más fuerte–. Te ves hermosa... bueno... tú siempre luces bien...

– ¿¡Qué quieres Eren!? –Exigió saber la chica con brusquedad y sin girarse para verlo.

– ¿Disculpa? Solo estoy saludando, veo que no has aprendido buenos modales –se burló el chico arqueando una ceja.

–Es irónico que tú lo digas, ¿verdad? Después de lo hospitalario que te comportaste –acusó Mikasa con sarcasmo.

El chico hizo una muñeca. Aún recordaba aquel día... se había comportado como un idiota, pero las cosas en su hogar eran difíciles, mucho más cuando su hermanito tenía un mal día, como aquel, donde hacía pataleta y tiraba todo. No era bueno que mirara extraños, no sabía comportarse con desconocidos. El pánico por ser descubierto y que la chica observara aquella pocilga, lo invadió y había actuado de la peor forma posible.

–Cierto... creo que debería disculparme por eso. Mira, yo quería...

Mikasa alzó la mano y negó.

–No tienes por qué disculparte.

–Pero yo...

–No me importa, está bien, fui y te pedí perdón por lo que pasó con mi hermano. Eso es todo.

–Claro que no –Eren habló con impaciencia–. Mikasa, ¿crees que podamos salir a hablar?

–Es divertido, ¿no? –La muchacha sonrió con amargura–. Porque aquel día yo quería hacerlo, pero resulta que hoy no se me da la gana.

Está bien, la había lastimado, lo entendía perfectamente, era obvio que ella no quería estar a su lado, sin embargo, no planeaba rendirse tan fácil.

–Mikasa por favor...

–Estoy ayudando a Armin, no tengo tiempo –cortó la chica fingiendo estar ocupada.

–Puedes dejar el álbum reproduciéndose. Necesitamos hablar –insistió Eren tomándola de la mano–. Por favor –suplicó tirando de ella hasta que sus pechos quedaron uno pegado al otro.

Mikasa perdió el aliento y sus defensas cayeron de inmediato. Si había pensado que podía ser fuerte frente a aquel chico, definitivamente había sido una idiota crédula. Con solo observar esos preciosos ojos color esmeralda, deseó escuchar cada una de sus palabras. Intentó bajar el rostro, pero él, tomándole el mentón con sus dedos, se lo impidió.

–Si tan solo pudiera hablar contigo –imploró Eren.

–No creo que sea buena idea –musitó la pelinegra; Eren se inclinó hacia ella hasta que sus narices se rozaron.

–Mikasa...

– ¿Mikasa? –Preguntó una suave voz a su lado que la hizo brincar para luego alejarse de Eren. Jean se acercó a ellos y evidentemente no lucía nada feliz–. ¿Qué está pasando?

–No, nada, yo... tenía una basura en el ojo y Eren me estaba ayudando –se excusó–. ¿Pero sabes, Eren? Tienes toda la razón, puedo dejar el álbum reproduciéndose, cualquier cosa sé que me ayudarás con eso –aseguró dándole su bolso–. ¿Puedes llevarlo a la habitación de Armin? Gracias, eres un encanto.

El ojiverde apretó los puños con molestia, mucho más cuando la pelinegra tomó a Jean de la mano, y entrelazando sus dedos, lo llevó a rastras por entre todos los jóvenes que bailaban en la improvisada pista de baile.







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– ¿Todo está bien? Luces algo molesto –señaló Mikasa bailando con Jean; el chico suspiró con pesadez antes de mirar avergonzado a la pelinegra.

– ¿Fue verdad aquello de la basura en el ojo? Estaban tan cerca... creí que se besarían.

–Jean –la chica, que en aquel momento tenía sus brazos rodeándole el cuello al joven, le sonrió de lado–. Sí, claro que es verdad, ¿Por qué preguntas?

Sabía que se estaba comportando de forma horrible y deshonesta. Realmente odiaba mentirle a Jean... pero odiaría aún más lastimarlo, así que, ¿qué otra opción tenía? Admitirle que sus sospechas eran ciertas y que ella deseaba besar a Eren sería un acto cruel de su parte.

–Lo siento, sé que estoy actuando como un tonto... confío en ti, es solo que... –el joven suspiró apoyando su mentón sobre la cabeza de la muchacha al tiempo que la abrazaba dulcemente contra su pecho–. Tengo que admitir que me puse celoso de Jaeger, lo siento, verlo tan cerca de mi novia me afectó –Mikasa se tensó un momento al tiempo que abría los ojos de golpe; se alejó un paso de Jean y lo miró sorprendida–. ¿Qué pasa? –Preguntó; él, confundido.

– ¿Novios? –Masculló la chica sintiéndose incómoda; Jean asintió, sin entender qué era lo que había dicho mal como para que ella reaccionara de esa forma.

–Sí, ¿acaso no lo somos? Hemos salido casi todos los días durante el verano, así que creí que ya era obvio, ¿o no?

Novia.

Ser novia de alguien.

Mikasa había salido una o dos veces con chicos, ¿pero un novio? Jamás había tenido uno, normalmente huían a la segunda cita, gracias a su hermano. Nunca había llegado a dar ese paso, y no estaba segura de querer que Jean fuera el primero. Nuevamente se dio cuenta que aquello se debía a ese estúpido chico de ojos verdes. Se quiso golpear por eso.

¿Por qué seguía pensando en Eren?

Jean era el correcto.

Desde aquel primer beso que le había dado saliendo del teatro, no lo había vuelto a hacer, después de todo, Mikasa no había reaccionado exactamente bien, y no quería incomodarla o presionarla.

¿Novios?

¿Cómo podían ser novios si ni siquiera se habían besado tras de eso? Aunque claro, era cierto que permanecieron todo el tiempo juntos... y él siempre tenía detalles adorables con ella. Jean en verdad era muy tierno.

–Lo siento, ¿dije algo malo? Si quieres...

–No –Mikasa lo interrumpió posando sus manos sobre el pecho del chico–. No has dicho nada malo, es solo que... –soltó una risita tensa–. Como nunca me lo pediste oficialmente... y soy nueva en esto... pero tienes razón, somos novios.

La sonrisa de Jean no podía ser más alegre, por lo cual tuvo la valentía de tomar el rostro de la chica entre sus manos y acunarlo allí. Sus pulgares le acariciaron las mejillas mientras se inclinaba para darle un suave beso en los labios, que Mikasa esta vez no rechazó, siendo consciente que unos ojos verdes le lanzaban a la nueva pareja una mirada llena de rabia y resentimiento.


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–Estás loca.

–O borracha.

–Yo digo que está loca y borracha... –opinó la castaña–. Te lo dije, bebió demasiado ayer, han pasado veinticuatro horas y no se le ha bajado.

–Yo digo que la internemos en un centro psiquiátrico.

Historia y Sasha la miraban furiosas mientras de fondo sonaba una película de comedia romántica que había elegido la rubiecita. Tras despertar en la casa de Armin, habían estado toda la tarde desempacando la mudanza de Ymir, Historia y su madre en la nueva casa de las chicas. Y ahora se daban un justo descanso, ya que al día siguiente entrarían a clases. La mujer se había ido con su nuera a comprar la despensa y las otras tres jovencitas simplemente se echaron en el sofá mientras juzgaban a la pelinegra, que les había contado su actual situación con Jean.

–No estoy borracha o loca –espetó Mikasa jugueteando con las puntas de su cabello.

–Tiene que ser algo –aseguró Sasha tomando un puñado de palomitas antes de metérselo en la boca–. Porque no puedo creer que alguien que está tan evidentemente enamorada de Eren Jaeger, haya aceptado tener una relación con Jean Kirstein. No tiene sentido.

Mikasa se sonrojó profundamente antes de rodar los ojos mientras que se encogía en su asiento.

–No estoy enamorada de Eren.

Sasha e Historia se miraron entre sí, antes de observar a Mikasa con las cejas arqueadas.

–Por favor, creo que todos se han dado cuenta menos tú –obvió Sasha.

–No estoy enamorada, solo... en algún punto... sentí una atracción muy intensa por Eren... y eso es completamente diferente.

–Bien, entonces déjame replantear lo que dijo Sasha –señaló la rubia–. No entiendo como alguien que está tan enamorada de Eren, pero finge ocultarlo diciendo qué solo tuvo una atracción muy intensa por él, terminó en una relación con Jean.

–Bien dicho, eso estúpido y absurdo Mikasa –reprendió la castaña.

–Por favor, Jean se ve buen chico... no deberías estar jugando así con él –insistió Historia.

–Mira, no estoy jugando con él, ¿bien? Solo... intento que me guste –aseguró Mikasa tomando un cojín para comenzar a jugar ansiosamente con los bordes.

– ¡No puedes entrar en una relación con alguien que ni siquiera te gusta! –Riñó Sasha.

–Pero podría gustarme... si le doy tiempo.

–Así no funciona el amor Mikasa –gruñó la rubiecita–. No puedes iniciar una relación esperando enamorarte.

–Exactamente, se supone que entras en una relación porque ya estás enamorada –Sasha la miró molesta.

–Y Jean está muy enamorado de ti, ¿crees que es justo?

–Miren chicas, yo sé que puede parecer que estoy interesada en Eren, pero ni siquiera me importa lo que pase con él, ¿entienden? Además...

La chica se interrumpió cuando escuchó su teléfono sonar dentro de su bolsa, por lo cual se puso en pie con pereza y justamente cuando lo iba a sacar, una pequeña notita salió de allí; ignoró la llamada y frunciendo el ceño, la chica se agachó y tomó el pedacito de papel. Su sorpresa fue enorme al leer lo que decía.



Te espero. Lunes. A las 4. En el bosque.

No pienso aceptar un "no" por respuesta.

Si no vas, te buscaré en tu casa, no me importa si tu hermano me golpea.

Tenemos que hablar.

Eren.



Al notar la enorme sonrisa que Mikasa tenía en los labios, Historia arqueó una ceja.

– ¿Seguirás diciendo que no te interesa? –Sonsacó burlona; Mikasa resopló mientras se encogía de hombros.

–Me da igual, no iré.



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