7: Mendaz
– ¿Lo viste? –Preguntó Reiner divertido al notar cómo Eren prácticamente tiraba su guitarra al sofá del camerino, para luego salir corriendo lo más rápido posible fuera de aquel lugar, probablemente para buscar a su chica–. Le dedicó todo el concierto... otra vez. Nunca lo había visto así.
–Déjalo ya, está enamorado –soltó Connie guardando el instrumento de Eren en el estuche–. ¿Crees que nos acompañe por unos tragos?
–Pues eso espero, mamá no va a estar, lo que significa que tenemos la casa para nosotros –se encogió de hombros–. ¿Levi, tú vienes?
El chico de cabello azabache frunció el ceño mientras volvía a pulir sus baquetas para guardarlas en su estuche y negar.
–Mi hermanita está enferma, tengo que ir a cuidarla.
–Qué lástima, nos habría encantado conocerte más –se lamentó Reiner, aunque parecía aliviado de no tener que sentarse a beber con aquel sujeto que le daba tanto miedo–. Solo espero que Mikasa sí nos pueda acompañar, Eren estará muy feliz –le habló nuevamente a Connie.
– ¿Mikasa? –Preguntó lentamente el chico de cabello azabache–. ¿Dijiste Mikasa?
–Sí –respondió Connie tirándose en el sofá después de acomodar los instrumentos–. Así se llama la novia de Eren.
–No son novios –señaló Reiner tirándose a su lado.
–Bueno está bien, no, pero es la chica que lo trae loco.
–Mikasa –repitió Levi y parecía no podérselo creer; Reiner arqueó una ceja.
–Sí, así se llama, ¿qué pasa con eso?
Los chicos observaron asombrados como aquel pelinegro lanzaba el estuche de sus baquetas al otro extremo de la habitación, y tras un grito enfurecido, salía corriendo para buscar a su hermanita. No podía creer que ella le hubiera desobedecido, peor aún, que le hubiera mentido. Ella le había hecho la promesa de no volver a Paradis, pero aparentemente lo había hecho. Y habían quedado en común acuerdo que no se fijaría en ningún músico, pero allí estaba, con aquel idiota.
Se enojó consigo mismo por aceptar entrar en aquella banda, pero su viejo amigo de la secundaria le había pedido el favor, le había suplicado que apoyara a los chicos, puesto que se habían quedado sin baterista y él estaba perdiendo dinero.
"¡Maldito seas, Erwin! Solo lo hago por ti", le había dicho antes de aceptar ir a la audición. No le encantaba la idea de estar en el mismo grupo musical donde se encontraba aquel imbécil que había cautivado a su hermanita, pero con las súplicas de Erwin para que le ayudara, y toda la confianza de que su hermanita lo había superado, había terminado por aceptar.
Gran error.
Levi había salido del bar rápidamente, y justo en el momento que notó como aquel sujeto tenía arrinconada a Mikasa y estaba a punto de besarla. No lo pensó dos veces para tomar impulso y estrellar fuertemente su puño en el rostro del chico, alejándolo de ella. Le dio dos patadas en la cara y se la echó sobre el hombro.
No la perdonaría.
Jamás la perdonaría haberle mentido.
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– ¡No puedo creer que hayas hecho eso! ¿¡Qué demonios sucede contigo!? –Preguntó la chica una vez llegaron a su hogar; su hermano, entrando justo detrás de ella, cerró la puerta con un fuerte azote.
– ¿¡Y tú qué!? ¡¡Eres una mentirosa!!
– ¡Y tú un metiche!
– ¡Te estás comportando como una tonta!
– ¡Y tú te estás comportando como un chiflado! ¿¡Quién hace eso!?
–Chicos, chicos, chicos –la madre de ambos jóvenes que habían llegado gritando a la casa, bajó rápidamente las escaleras y los observaba con preocupación–. ¿Qué está sucediendo aquí? Hace años no los escuchaba discutir de esa forma. ¿Qué sucede?
– ¡Que tu hija es una estúpida!
– ¡Y tu hijo es un imbécil! ¡No puedo creer que lo hayas golpeado así! ¡Lo lastimaste, cretino!
– ¡Se lo tenía merecido! ¡Tú no eres una de sus putas como para que te estuviera arrinconando de esa manera tan vulgar!
– ¡Solo nos íbamos a besar! ¿¡Qué rayos pasa contigo Levi!? ¡Ya no soy una niña! –Gritó la chica tomando un cojín del sofá y arrojándoselo con fuerza. Levi lo esquivó.
– ¡Entonces deja de comportarte como tal!
– ¡¡¡Ya basta!!! –Gritó la mujer–. No entiendo nada, ¿qué está pasando aquí?
– ¡Cuéntale, cuéntale cómo te andas regalando con ese sujeto!
– ¡No me estaba regalando con nadie!
– ¡Levi, Mikasa! ¡Ya dejen de gritarse y explíquenme!
–Pasa que ésta idiota que tienes como hija, decidió meterse con un músico, y con el peor de todos, como si fuera poco.
Mikasa le lanzó una mala mirada a su hermano, mientras la mujer rascaba su nuca en gesto incómodo. Ya conocía perfectamente los prejuicios de su hijo mayor con respecto a los músicos, lo cual era irónico. Pero por supuesto, en ese medio habían visto como compañeros de la banda de su padre, y algunos otros más que trabajaban en la disquera, jugueteaban con las mujeres y luego las tiraban. El mayor de sus hijos se negaba a que su hermanita pasara por ello.
Aquel era un tema en el que jamás había cedido.
Bianca no era tonta, había notado, aquel día en el desayuno, que a su hija le había encantado aquel cantante. Nunca la había visto así... y le encantó verla con ese brillo en los ojos, ¿qué mal había que ese brillo lo provocara un músico?
– ¿Te hizo algo malo? –Preguntó la mujer frunciendo el ceño; su hija negó mirándola con impaciencia.
– ¡Por supuesto que no, mamá! ¡Eren es...!
Bueno, no era todo un caballero, no podía usar ese calificativo, no era como Jean, dulce, tierno y delicado. Pero cuando estaba con Eren, se sentía tan protegida, la irritaba, la fastidiaba y quería golpearlo... pero le gustaba estar a su lado.
–Él es bueno mamá... te lo juro, hasta el momento me ha respetado. Y lo seguirá haciendo.
–Mi niña bonita. ¿Te enamoraste cariño? –Preguntó la mujer asombrada; Mikasa asintió notando como sus mejillas se teñían de rosa–. Tu primer amor... –soltó su madre enternecida, pero Levi golpeó con fuerza la mesa central.
– ¡Ese no es el punto! ¡Mamá dile algo! –Exigió el joven con furia; la mujer suspiró y acarició el rostro de su hija.
– ¿Tu hermano lo golpeó? –Preguntó con dulzura la mujer; Mikasa asintió molesta.
–Mamá, estaba muy mal... debo ir a ver cómo está.
–Yo sé que sí...
– ¡Tú no irás a ningún lado, mocosa! ¡No pienso dejarte salir! –Gritó Levi furioso.
–Tu hermano tiene razón...
–Mamá...
–Es tarde, pero mañana puedes ir a visitarlo.
– ¡Mamá! –Reprendió Levi furioso.
–Tu hermana tiene razón, no es ninguna niña y ella puede tomar sus propias decisiones. Si le gusta el chico, entonces que salga con él.
– ¡Pero es un músico!
–Sí, igual que tú, y tu papá. Y no por eso andan jugueteando con mujeres por allí.
–No, pero...
–Levi, tu hermana ya está grande.
–No pienso ceder ante esto, no se lo permitiré –aseguró el pelinegro.
–Bueno, pues te recuerdo que la madre de Mikasa soy yo y no tú.
–Pero ustedes no le prestan atención nunca, siempre están ocupados, no saben la sarta de idioteces que puede hacer ella. No puedes permitirlo, ¿y si le pasa algo? No sabes nada de él... he escuchado que mantiene metido en riñas, siempre se está peleando con todos... ¡Es un vago bueno para nada! ¿¡Y si lastima a Mikasa!?
–Entonces como su familia estaremos para ella –afirmó acariciándole los hombros a la chica–. Ya está bien mi niña bonita, ve a dormir, mañana podrás visitar a tu amigo y por favor, pídele perdón de mi parte, dile que yo no crié a mi hijo para que fuera un patán, eso lo adquirió él solo.
–Esto –aseveró el pelinegro observando con resentimiento a las mujeres–. Esto nunca se los voy a perdonar. Y Mikasa... si continúas con él... olvídate que tienes hermano –espetó antes de dirigirse totalmente furioso hacia su habitación.
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– ¡Maldito enano del demonio! Creo que me rompió la nariz –gruñó Eren sosteniendo el hielo contra su cara.
Armin lo había llevado hasta su casa y lo había tirado en el sofá. Después de curarle las heridas lo más que pudo, le puso algo de hielo y le dio algunas pastillas para el dolor.
–No lo creo, pero no podré saberlo con certeza si no permites que te lleve al hospital –el rubio le lanzó una mirada significativa; Eren rodó los ojos.
–No lo necesito, voy a sobrevivir.
–Eren...
–No quiero, odio los hospitales, ya lo sabes.
El rubio suspiró. Entendía que no podría llevarlo, no importaba qué tan herido estuviera, él siempre se negaba.
–Solo trata de descansar y no pienses en ello...
–No... tengo que ir a verla –espetó Eren intentando ponerse en pie; Armin negó empujándolo hacia el sofá–. ¡Déjame ir! ¿¡Y si le hace algo!?
–Mira, Levi es agresivo, irascible, grosero, violento y tiene la paciencia tan larga como una pestaña... pero ama a Mikasa más que a nadie en el mundo. No la lastimará... aunque por supuesto, no quisiera estar en sus zapatos ahora –Armin hizo una mueca mojando un algodoncito con alcohol antes de limpiarle algunas heridas que se habían vuelto a abrir–. El sermón que le debe estar dando debe ser tortuoso para ella –el rubio suspiró mirando con preocupación a su mejor amigo–. Intenté decirle que se marchara... pero tú te la llevaste a rastras.
– ¿¡Y yo que iba a saber que su estúpido hermano mayor estaba allí y que me terminaría golpeando!? –Gritó Eren, pero hizo una mueca cuando, al hablar, su rostro dolió.
–Quédate quieto –reprendió Armin observándolo con irritación–. ¿Cómo es que no te diste cuenta que se trataba del hermano de Mikasa?
–Ya te dije: fueron Connie y Reiner los que se encargaron de aceptarlo en la banda. Y por supuesto, ese par de imbéciles no relacionaron su apellido con ella, porque ni siquiera lo sabían... y a mí me daba tanto miedo ese enano... nunca llegué a preguntarle nada sobre su vida o su familia.
Armin suspiró con cansancio mientras acariciaba sus cienes.
–Mikasa la debe estar pasando tan mal...
–Mi bello angelito, no bromeaba cuando dijo que a su hermano no le agradan los músicos. ¿¡Pero qué sucede con ese sujeto!? ¿¡Es baterista y le desagradan los músicos!? ¿¡Qué clase de estupidez es esa!? –Gritó, pero nuevamente su rostro dolió.
– ¡Que te quedes quieto! Y... no lo sé, supongo que al estar en ese medio y darse cuenta las idioteces que hacen... Eren, no lo entiendes, Levi adora a Mikasa, es su mayor tesoro, no quiere que sufra... quiere proteger a su hermana a toda costa, ¿te suena familiar? –Preguntó Armin observando con suspicacia a su mejor amigo; Eren levantó su dedo medio hacia el rubio antes de continuar poniéndose el hielo–. En fin, por eso ella nunca ha tenido novio.
– ¿Qué? –Eren frunció el ceño e hizo una muñeca; Armin lo miró con reproche–. ¿Cómo que nunca ha tenido novio?
–Levi siempre los termina asustando. Me sorprende que Jean todavía no haya salido huyendo... eso significa que la debe querer mucho –Eren le lanzó la bolsa de hielo a su mejor amigo y éste la esquivó a duras penas–. ¿¡Pero qué pasa contigo!?
– ¡¡Él no la quiere, deja decir idioteces!! –Vociferó de forma histérica.
–Que no te agrade no significa que sea una mala persona. Y yo entiendo que quieres a Mikasa, pero tú sabes que a partir de ahora las cosas se van a complicar, ¿verdad?
–No me importa, ella lo vale.
Armin suspiró mirando a su amigo con preocupación al tiempo que continuaba pasándole algodoncitos bañados en alcohol, con gran cuidado por el rostro. Después de un rato, el rubio se alejó y negó.
–Desde que ocurrió... ya sabes... no has dejado entrar a nadie a tu vida... bueno, no a nadie de verdad, ya sabes, está este asunto con Pieck...
–Es diferente.
–Lo sé, lo sé, precisamente por eso lo digo... Mikasa es buena... podrías intentar algo con ella... seguro que te haría muy bien, pero Eren... ¿estás seguro que estás listo para abrirte?
–Armin, no fastidies –protestó Eren.
–Hablo en serio, eres mi mejor amigo... pero yo a ella la adoro. ¿Qué pasará cuando ella te vea lleno de sangre? ¿Y los golpes? ¿Se los ocultarás? ¿O le dirás lo que sucede?
– ¡¡¡Armin ya basta!!!
–Por favor Eren, si tan solo me obedecieras y te vinieras a vivir conmigo...
– ¡¡No lo dejaré solo!! –Gritó Eren poniéndose en pie bruscamente.
Le dolió todo el cuerpo y sintió como sus heridas se abrían de nuevo. No le importó en absoluto.
–Eren, yo solo decía...
–Pues no digas nada –interrumpió el castaño.
– ¿¡Qué harás con Mikasa!? ¡¡Si decides tener una relación con ella no puedes ocultarle la verdad!!
–La verdad, claro... –Eren rió amargamente y caminó hacia la puerta.
–Sí Eren, la verdad.
– ¿Sabes cuál es la verdad, Armin? Que lo que pase con mi vida, no es asunto tuyo –espetó antes de salir, cerrando la puerta con un gran estruendo.
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