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20: Adiós







– ¿Tienes la lista de vitaminas y los horarios?

–Por supuesto que sí.

–Nanaba tiene el orden de medicinas y también el horario. Ella debería dárselas, pero si se le olvida...

– ¿No lleva trabajando años con ustedes? No creo que se le olvide.

–Tienes toda la razón –el chico suspiró–. Por cierto, recuerda, su programa favorito lo pasan lunes, miércoles y viernes, de cinco a ocho de la noche, pero no puedes dejárselo ver tanto tiempo, no es sano, solo una hora, máximo hora y media. Si hace berrinche solo tienes que cantarle.

–Lo sé, me lo escribiste en el celular... y la agenda virtual, y la libreta de la universidad.

–Claro, su camisa favorita es la...

–Verde que tiene pequeños monos estampada, lo sé.

–No le gusta la pera, pero ama la banana, aunque solo tienes que dársela en trocitos, porque si se la das entera, la aplastará con sus manos y...

–Eren, entiendo, todo va a estar bien –rezongó Mikasa.

–Sueno como un padre angustiado, ¿verdad? –Preguntó el ojiverde observando con vergüenza a su novia; la pelinegra suspiró y negó mientras le acariciaba delicadamente la mejilla.

–Suenas como un hombre maravilloso que se preocupa por su hermano –señaló la chica con diversión–. Pero, tienes que relajarte. Voy a tener el apoyo de Nanaba y Armin, Zeke está en buenas manos, cuidaremos de él.

–Solo... recuerda, debes ir en el horario que te indique, por favor no te salgas de él, ¿bien? No puedes ir en otro momento.

–Lo entiendo Eren, aunque todavía no comprendo por qué –el castaño apretó los labios–. Entiendo que la mamá de Zeke puede ser algo difícil, pero...

–Por favor Mikasa, no debe verte allí o se enojará. Y ella puede ser algo...

– ¿Difícil?

Agresiva, salvaje, desequilibrada, maniática y peligrosa, iba a decir el chico, sin embargo, aceptó aquella palabra de su novia.

–Sí, sí, algo difícil –señaló Eren–. Por favor, no vayas fuera del horario, si grita, Zeke se pondrá nervioso. Puse en su alcoba una de las cámaras que me prestó tu padre, funciona 24 horas y está conectada mi celular y al tuyo. Si algo malo pasa, no dudes en llamar a Nanaba y a mí también.

–Por favor Eren, vamos a estar bien. Zeke va a estar muy bien.

–No lo sé, todavía sigo pensando que ir es una mala idea.

– ¡Estás loco! Eren, los chicos te están esperando y, de hecho, estás retrasado, así que no se te haga raro que en cualquier momento uno de ellos suba y te patee... aunque probablemente sea Annie.

–Cierto, ella es la que más fuerte golpea –señaló el muchacho y tomó el rostro de Mikasa entre sus manos–. ¿Tú estarás bien?

–Gracias por acordarte que tienes novia.

Eren hizo una mueca.

–Lo siento, es que...

–Solo bromeo, sé que estás preocupado por Zeke, pero, ¿no confías en mí?

–Créeme, eres a la única persona que le confiaría a mi hermano –afirmó el ojiverde–. Confío en ti... solo... voy a estar bien... pero te voy a extrañar tanto... no sé cómo voy a pasar cinco semanas sin ti, creo que me voy a volver loco.

–Ponle una peluca y una faldita a Reiner, seguro ayudará –sugirió la pelinegra; Eren sacó la lengua haciendo un gesto de asco.

–No necesitaba esa imagen mental.

Mikasa soltó una suave risita acariciando el rostro de su novio.

–También te voy a extrañar... ¡demonios! La gira no ha empezado y ya quiero que acabe –rezongó la muchacha abrazando a su novio.

–Si quieres puedo quedarme.

–Eren... ve a ser una estrella de rock, y piensa en mí de vez en cuando.

– ¿De vez en cuando? –El chico la abrazó por la cintura y le dio un par de vueltas en el aire–. Mikasa, vivirás en mi mente cada segundo que esté lejos de ti –Eren suspiró pesadamente posando su frente sobre la de Mikasa–. Demonios, quiero ir, y al mismo tiempo desearía no apartarme de ti.

El chico suspiró inclinándose para rozar los labios de su novia con los suyos.

–Solo serán cinco semanas, volverás a tiempo para la boda de Hange y Levi, ¿verdad?

–Por supuesto, tu padre no piensa perderse la boda de su hijo mayor. ¿Los ayudarás con todo?

–Por supuesto que sí, mamá, Historia, Sasha y yo ayudaremos a Hange con los preparativos.

– ¡Eren! –Se escuchó un grito de Annie desde la planta baja y la pareja suspiró.

–No quiero... no quiero alejarme de ti –refunfuñó Eren aferrándose al cuerpo de la pelinegra.

–Ve a triunfar, súper estrella –insistió Mikasa.

– ¿No me acompañarás al autobús?

–Si lo hago, no te dejaré ir.

–Entonces vamos –suplicó Eren y Mikasa negó sintiendo sus ojos humedecerse antes de besar a su novio con necesidad.

Las manos de Eren recorrieron el cuerpo de su novia queriendo memorizar con su tacto aquellas curvas que tanto lo fascinaban. Cuando el aliento se hubo extinguido, los chicos se separaron a regañadientes. Eren tragó grueso pegando sus labios a la frente de la pelinegra.

–Te amo, Mikasa Ackerman, no lo olvides nunca.

–No lo haré. También te amo Eren Jaeger. Ahora ve a cumplir tu sueño.

El castaño suspiró y negó abrazándola.

–Voy a una gira, porque mi sueño es estar siempre contigo –aseguró estrujándola entre sus brazos antes de separarse y caminar rápidamente fuera de la habitación para poder partir.

Mikasa posó una de sus manos sobre su pecho, justo donde estaba su corazón, bueno, la mitad de él, porque la otra se la había llevado Eren. Nunca antes había deseado tanto que el tiempo pasara con rapidez.









》》》》》》Primera semana《《《《《《











– ¿Tienes las notas de farmacología? –Preguntó el rubio.

– ¿Bromeas? El profesor no dejaba de hablar y todo me parecía tan importante... que no alcancé a escribir ni la mitad de lo que quería –se quejó Mikasa revisando sus notas.

– ¡Demonios! Historia no tiene nada, pregúntale a Hitch, es una loca que siempre está escribiendo todo.

–Lo siento, ya sabes que es amiga de Jean y desde que cortamos no me habla, pero podrías preguntarle tú –se escuchó un fuerte grito y Mikasa hizo una mueca–. Zeke ya despertó.

–Yo me encargo, luego llamaré a Hitch, y más nos vale que ella tenga las notas, no pienso reprobar ese examen –aseguró el rubio mirando a Zeke por las cámaras. Acababa de despertar y parecía inquieto al no ver a nadie junto a él.

–Ni yo, Levi me prometió que, si me ganó la beca de nuevo, voy a poder escoger el nombre del bebé –anunció Mikasa emocionada.

– ¿Has pensado en algo? –Preguntó Armin cerrando su libro mientras lo dejaba a un lado.

–Si es niña, Tulia –sentenció y Armin hizo una mueca–. ¿Qué?

–Bueno... eso significará que tu sobrina nacerá ganando una pensión –Mikasa le dio una mala mirada y Armin le guiñó un ojo–. ¿Y si es niño?

–Igor –Armin la observó con fastidio y Mikasa se cruzó de brazos–. ¿¡Qué!?

– ¿No es el caballo suicida de Winnie the Pooh?

–No es un caballo, es un burro... y eso solo es una trágica coincidencia.

Armin rodó los ojos poniéndose en pie y le revolvió el cabello a su mejor amiga.

–Por bienestar de ese pobre bebé, espero que no puedas ganarte la beca –señaló dejándola completamente ofendida.

Mikasa resopló organizando los libros, pero cuando su teléfono sonó, la chica se estiró para contestar la llamada. Una enorme sonrisa se instaló en sus labios.

–Eren –casi suspiró y escuchó la ronca risa de su novio al otro lado de la línea.

– ¿Me extrañaste?

–Yo siempre te extraño, ¿cómo van las cosas? ¿Dónde han estado?

–Bueno, después de nuestras dos noches seguidas en Trost, y nuestro viaje hasta Stohess y mañana partiremos hasta Karanese. Dos días de viaje, deséame suerte.

–Quisiera estar allá contigo, te extraño.

–Y yo a ti, así que tan pronto como terminamos el ensayo, no pude evitar llamar para saber cómo está mi bebé.

–Zeke está bien, Armin está con él.

–No me refería a mi hermanito, sino a ti, pero me alegra saber que todo está en orden.

Las mejillas de Mikasa se sonrojaron profundamente mientras una sonrisa boba se instalaba en sus labios. Sin embargo, la sonrisa desapareció al ver a Armin entrar de mal humor a la habitación, tenía el cabello revuelto y un peluche en la mano.

– ¿Qué pasa?

– ¿Con qué?

–No es contigo amor, es Armin, ¿todo está bien con Zeke?

–No, no deja de gritar Ika, Ika, Ika.

La muchacha soltó una risa cantarina, al tiempo que Eren estallaba en sonoras carcajadas, estaba claro que había escuchado a Armin. Los primeros días no había entendido que era a lo que se refería su cuñado cuando comenzaba a gritar eso, con el tiempo había aprendido que intentaba imitar a Armin y decir "Mika". Esa era su señal para correr a verlo.

–Lo siento amor, pero ya escuchaste al jefe, creo que me necesita.

–Claro, ahora es tú Jaeger favorito –se quejó el castaño con jocosidad.

–Te amo bobo.

–Te amo boba, ¿crees que pueda hablar con Armin?

–Claro, hacemos cambio –Mikasa le entregó su teléfono a su mejor amigo y tomó el pequeño peluche de gorila que traía el rubio, antes de correr hacia la habitación de Zeke.














》》》》》》Segunda semana《《《《《《











La tarde era helada y, después de haber terminado todos sus deberes universitarios y de bañar a Zeke, Mikasa y Armin se encontraban descansando en el sofá de la estancia de la casa Jaeger tras un largo día. Últimamente permanecían allí, ya que era más cómodo para que Zeke pudiera caminar con ayuda de su silla, y porque las botellas y latas habían desaparecido por completo. De vez en cuando, al llegar a casa para reemplazar a Nanaba, los chicos descubrían que algunas latas habían vuelto; sin embargo, se encargaban de recogerlas. Armin, con un poco más de miedo que Mikasa, pues ésta se aseguraba de que el lugar no volviera a convertirse en un basurero, ya que no era sano para Zeke.

Tras encender la fogata, Armin ojeaba el catálogo de películas en la pantalla del televisor mientras Mikasa limpiaba el rostro de Zeke después de darle un poco de fruta picada.

– ¿Ya escogiste? –preguntó la pelinegra. Armin se encogió de hombros–. ¿Qué te parece una película de acción? –sugirió Mikasa con tono serio. Armin levantó la mirada de la pantalla y frunció el ceño.

–Mikasa, ya hemos visto todas las películas de acción que existen. Necesitamos algo nuevo, algo... fresco.

–Pero, Armin, las películas de acción son geniales. ¿Qué tal si vemos "Furia de titanes"? –propuso la chica con entusiasmo. Armin rodó los ojos.

–Mikasa, por favor, ya la hemos visto cinco veces. Además, sabes que ese tipo de películas no me gustan mucho. ¿Qué obsesión tienes con los titanes? Parece que en otra vida los cazaras. Te lo juro, titanes de pacifico, furia de titanes, incluso tuviste una etapa de obsesión con Godzilla y King Kong, Ve a terapia.

Mikasa le lanzó una mirada seria, pero antes de que pudiera replicar, sonó el timbre de la vivienda. La chica suspiró y, después de terminar de acicalar a Zeke, se puso en pie.

–Entonces, busca algo tú, porque muero de aburrimiento y aún faltan dos horas para que llegue Nanaba –rezongó la pelinegra, dirigiéndose hacia la puerta al abrirla.

Se encontró con el cartero, quien le entregó toda la correspondencia de la casa Jaeger. La chica agradeció y se dirigió hacia la sala mientras leía los sobres. Algunos estaban destinados para Dina Jaeger, aunque la mayoría eran facturas que pagar. Mikasa recordó que Eren había dejado dinero destinado para ello en manos de Armin, por lo cual al día siguiente tendrían que pagar todo para que él no tuviera que preocuparse por ello. Sin embargo, un sobre en tono verde la trajo. La chica lo giró para leer el remitente. Le pareció curiosa la dirección, pues procedía de Quinta, una ciudad bastante cercana a Shinganshina. No obstante, eso no fue todo lo que llamó la atención de Mikasa, también estaba el remitente: Pieck Finger, se veía allí en una pulcra, bella y muy estilizada caligrafía. El destinatario era Eren, y la pelinegra frunció levemente el ceño. Armin arqueó una ceja al darse cuenta de que su mejor amiga se había detenido en medio de la sala, observando con gran interés aquel sobre.

– ¿Qué llegó, Mika? –preguntó con jocosidad–. ¿La suscripción de la revista Playboy para Eren?

La pelinegra chasqueó la lengua.

– ¿Qué edad tienes? ¿Cuarenta? Ya nadie lee esa cosa –rezongó la chica antes de negar–. No, es una carta para Eren.

–Oh, entiendo.

–Es de Pieck –aclaró ella.

El rostro de Armin palideció por completo y prácticamente saltó de aquel sofá para tirarse encima de su mejor amiga y arrebatarle el sobre. Mikasa lanzó un gruñido mientras Zeke, aparentemente entretenido por ello, soltó una carcajada y aplaudió feliz.

– ¿Qué demonios? –preguntó Mikasa.

–Lo siento, es que... es privado... e importante.

– ¿¡Qué demonios está pasando!? ¿¡Qué relación tienen Eren y Pieck!? –sonsacó la pelinegra con irritación.

–Nada, ¿por qué lo preguntas?

–No lo sé. ¿Quizás porque te arrojaste encima de mí para evitar que leyera una carta de esa chica que iba dirigida para mi novio? –espetó, recogiendo los sobres para ponerse en pie–. ¿Qué demonios sucede?

–Nada –Armin se guardó el sobre en el bolsillo trasero mientras se encogía de hombros–. Entonces, ¿qué película quieres ver?

–Armin...

–Quizá deberíamos ver una infantil. Ya sabes que son las favoritas de Zeke.

–Armin –repitió la pelinegra, pero el rubio fingía que no la escuchaba mientras se dirigían hacia el sofá nuevamente.

Mikasa estaba decidida a averiguar qué relación había entre Eren y esa chica.












》》》》》》Tercera semana《《《《《《











–Creí que nunca se dormiría –señaló Armin, tirándose en el sofá después de cobijar a Mikasa con una cálida mantita. La chica suspiró, haciendo un enorme puchero mientras se encogía los hombros y tomaba su taza de té.

–Mi pobre Zeke... extraña demasiado a Eren. Fue una buena idea eso de ponerle las notas de voz de Eren. Qué bueno que las envió para él –uno de sus dedos se deslizó por el borde de la taza mientras un puchero se instalaba en sus labios–. Armin, ¿alguna vez pensaste que extrañar a alguien podría ser tan doloroso? –preguntó con voz queda–. Eren lleva tres semanas fuera, y apenas hemos podido hablar por los ensayos y toques de la banda. De verdad creí que podríamos hablar a diario y todo el tiempo –la chica recostó su cabeza en el hombro de su mejor amigo–. Y siento como si me estuvieran arrancando el corazón.

Armin suspiró acariciando la mejilla de su mejor amiga mientras asentía.

–Lo entiendo perfectamente, Mikasa. Annie también ha estado ausente, y siento como si mi vida estuviera perdiendo su brillo sin ella –Armin suspiró con dramatismo y fingió llorar–. Es como si la música que llena su ausencia estuviera desafinada.

Mikasa alzó su rostro para observar el de su mejor amigo, y como si se hubieran puesto de acuerdo, ambos soltaron fuertes carcajadas ante la exageración y cursilería del rubio. Aquello los relajó, pues compartían un entendimiento profundo de lo que significaba extrañar a alguien especial. Las últimas tres semanas no se habían separado nunca. Si no estaban en la casa Jaeger cuidando a Zeke, en la residencia de Armin estudiando, o en el hogar de Mikasa preparando todo para la boda, se encontraban en la universidad. Y juntos se habían acompañado en esa creciente soledad que se extendía al extrañar a sus parejas.

Mikasa dejó su té sobre la mesa central y tomó el teléfono para observar una foto que Eren le había enviado el día anterior. El ojiverde sostenía su guitarra con una sonrisa pícara, y al fondo, Annie, en el teclado, lucía su característica expresión seria; Reiner y Connie parecían luchar por la posesión de un taco.

–Ya quiero que se acabe la gira –rezongó la pelinegra depositando nuevamente su cabeza en el hombro de Armin.

–Yo también. ¡Demonios! No creí que fuera tan duro, pero extraño a mi Annie –confesó el rubio con tristeza–. ¿Te dijo Eren cuándo podrían llamar de nuevo?

Mikasa negó, suspirando con pesar.

–Me envió un mensaje esta mañana. Decía que se dirigían a Mitras, el viaje era largo y no tendría señal por toda la carretera.

–Annie me dijo que las personas los han amado. De hecho, parece que tu padre quiere que graben un disco al volver.

–Genial, así serán más famosos y tendrán muchas más giras –habló la pelinegra, aunque no parecía muy entusiasmada; Armin se separó un momento para observarla con una ceja arqueada.

–Mika, no me dirás que no quieres que triunfen, ¿verdad?

–No, claro que no. Eren se escucha... feliz. Es solo que lo extraño demasiado –la chica hizo un enorme puchero haciéndose bolita contra el pecho de su mejor amigo–. Maldita sea, debí hacerle caso a Levi. Enamorarse de un artista da asco. ¿Sabes? Tal vez termine con Eren y salga con Porco, él es lindo y está en nuestra carrera.

Armin rió roncamente mientras negaba y abrazaba a la chica.

–Sí, claro, ¿a quién engañas? A ti te enamoró la guitarra y la idiotez de Eren.

La pelinegra resopló mientras se encogía de hombros.

–Por supuesto, ¿no es obvio? Me encantan los estúpidos –señaló sonriendo bobamente. Armin lanzó una fuerte carcajada mientras negaba y le besaba la frente.

–No te preocupes, Eren volverá pronto y podrán parecer nuevamente conejos –habló sarcástico, ganándose un fuerte codazo por parte de su mejor amiga.











》》》》》》Cuarta semana《《《《《《











–Mika, cariño, tienes que relajarte –rezongó Bianca con exasperación, depositando una taza de chocolate caliente frente a su hija, la cual frunció levemente el ceño.

Mikasa, con su habitual seriedad cuando se trataba de temas que ella consideraba relevantes, estaba doblada sobre una lista de verificación, asegurándose de que cada detalle estuviera cubierto.

–Estoy relajada –rezongó la pelinegra con exasperación.

Su madre rodó los ojos y se tiró en el sofá. La sala de su hogar estaba hecha un desastre, llena de cajas rebosantes de decoraciones y vestidos de novia regados por todo el lugar. Hange se había probado al menos unos siete, ya que la mujer había creado diez modelos diferentes para probar en su nuera y determinar cuál era el mejor. Aunque el vientre de Hange crecía cada vez más, Bianca se aseguró de que eso no impidiera que la joven luciera como la mujer más hermosa de todo el lugar el día de su boda. La novia, por otro lado, y tomando un descanso, parecía más interesada en el libro que sostenía entre las manos. Irritada, Mikasa levantó la mirada de su lista, arrugando ligeramente su nariz.

–Hange, por favor, ¿podrías tomarte esto más en serio? La boda es un evento importante. Tengo que cuidar al hermano de Eren y no podré ayudar por mucho más tiempo, así que necesito que te centres. Esta decisión es la más importante de tu vida. ¿Quieres rosas, lirios o margaritas? –preguntó la pelinegra con seriedad. Hange, sin prestar atención a su cuñada, agitó su mano de forma distraída.

–Sí, sí, sí, girasoles estarían bien –respondió, cambiando la página de su libro. Mikasa se abstuvo de darle un fuerte golpe a su cuñada, recordando que estaba embarazada, y Bianca, al notar la exasperación de su hija, le lanzó una mirada cómplice.

–Mika, entiende que así es Hange, ¿recuerdas cómo era cuando estaban en la preparatoria? –conmemoró en medio de una suave carcajada.

Mikasa asintió con una pequeña sonrisa, recordando los días anteriores cuando ella apenas era una niña y observaba con adoración cómo su cuñada todo el tiempo estaba buscando más información, estudiando, revolviendo entre los libros y enciclopedias; parecía tan curiosa ante el mundo. Definitivamente no había cambiado. Entre un vestido de novia y un libro, Hange no dudaría en inclinarse por el segundo.

–Está bien, solo concentrémonos. Es la boda de mi hermano, de mi único hermano, y tiene que salir perfecta, ¿entienden? –rezongó Mikasa con exasperación.

Bianca y Hange asintieron dándole la razón, más para que se calmara, que porque estuvieran de acuerdo con ella.

–Hange, cariño, ¿qué tal si te pruebas otros vestidos? –preguntó Bianca tomando el libro entre sus manos y observando a su nuera con dulzura–. Tenemos que asegurarnos de que luzcas más preciosa que de costumbre, ¿podrías?

La castaña frunció levemente los labios; después de todo, ella simplemente se quería unir al hombre que amaba. ¿Qué importaba el vestido y demás? Sin embargo, sabía que ser parte de la familia Ackerman significaba tener que colaborar con aquella parafernalia. Por lo cual, resignada, asintió y, tomando uno de los vestidos que aún no se probaba, se dirigió hacia el cuarto de baño más cercano.

Mikasa continuaba tachando de su lista las cosas que ella consideraba ya estaban preparadas.

–Bien, la decoración acaba de llegar. Historia, Ymir y Armin se encargarán de ayudarnos a preparar el salón. La comida... Nicolo y Sasha se harán cargo; es su regalo de bodas para Levi y Hange –habló con un poco de resentimiento. Las cosas con ellos aún no se arreglaban, sin embargo, cuando se habían ofrecido a preparar el banquete para la boda de Levi, Bianca no pudo negarse, después de todo, eran los mejores chefs que conocía–. Elegiré las rosas anaranjadas y los lirios amarillos; será lo mejor para una boda en otoño –anunció anotando aquello en su lista–. La música, bueno, no es por presumir, pero estará a cargo de la mejor banda de rock que existe.

–Oh, cierto, Rose&Sina estarán allí –señaló Bianca sonriendo orgullosa, pero Mikasa arqueó una ceja y pareció anotar aquello en su lista.

–Ah, sí, verdad... la banda de papá también tocará –farfulló escribiendo, y la mujer observó a su hija con exasperación.

–Creo que ya está todo, ¿verdad?

–Casi todo –Mikasa bajó la voz para que su cuñada no escuchara–. Levi no ha preparado sus votos matrimoniales; ya sabes que es un asco con las palabras.

–¿Podrías ayudarle?

–¿Yo? –preguntó Mikasa–. Soy terrible con los discursos emotivos; si hay alguien que pueda ayudarle con eso, será papá... o en todo caso, tú.

–Yo le ayudaré –aseguró Bianca–. Porque tu padre, el día de nuestra boda, dijo algo como... eres el rock de mi corazón, nena –recordó la mujer frunciendo levemente la nariz, y Mikasa lanzó una fuerte carcajada. Sin embargo, antes de que señalara que probablemente esas eran las mejores palabras que hubiera podido dedicarle, Hange salió del baño con uno de los vestidos.

Los ojos de Bianca y Mikasa se llenaron de lágrimas mientras negaban. La castaña pareció preocupada.

–¿Me veo mal?

–Todo lo contrario –habló Mikasa con afectación.

–No necesitas probarte los otros –aseguró Bianca mientras observaba a su nuera con ternura–. Serás la novia más bella de todas –aseguró sonriendo brillantemente.











》》》》》》Quinta semana《《《《《《












La pelinegra yacía en el sillón de su habitación, exhausta. Su único consuelo era la expectativa de ver a Eren. La semana previa a su encuentro con el ojiverde había sido agotadora. Aunque amaba a Zeke, ahora comprendía por qué Eren siempre parecía tan fatigado. Las tareas para la boda, la universidad, los estudios fuera de ella, cuidar a Zeke, preocuparse por Pieck y tratar de comunicarse con Eren se habían vuelto abrumadoras. Sus párpados parecían pesados, pero antes de rendirse ante el sueño, percibió pasos acercándose. Se esforzó por mantenerse despierta y se sorprendió al ver a Sasha entrar en la habitación. Se sentó, observándola con ojos entrecerrados.

El ambiente estaba tenso, como si una tormenta estuviera por estallar. Sasha se acercó, sentándose a su lado y mirándola con ojos llenos de arrepentimiento.

—Sasha —comenzó Mikasa para indicarle que se fuera, pero las palabras quedaron atrapadas en su garganta. Sasha suspiró nerviosa.

—Mikasa, lo siento... de verdad. No tenía la intención de ocultarte nada. Las cosas simplemente se complicaron.

Mikasa la miró incrédula. ¿Qué excusa más ridícula era esa? Sin embargo, Sasha continuó antes de que pudiera interrumpirla.

—Estaba muy triste... y cuando venía a buscarte, tú estabas con Armin, Historia o con Eren. Era Nicolo quien hablaba conmigo siempre. Nos sentábamos en la cocina a comer y hablar... al principio empezamos a tontear, no creí que fuera algo serio, ¿sabes? Se suponía que era solo mi amigo y después de todas las relaciones fallidas que tuve, no quería nada con nadie —Sasha se sonrojó—. Pero luego él comenzó a decirme que yo le gustaba... y bueno, ¿por qué no? Ya había salido con muchos idiotas... él es lindo... y es buen chico —sonrió tontamente—. No pude evitar enamorarme de él... No quería nada serio, pero cuando me di cuenta, estábamos juntos todo el tiempo. Cuando él no estaba aquí, corría a mi casa... y tenía miedo de cómo reaccionarías... tenía miedo de perderte.

—No soy tan prejuiciosa cómo crees —respondió Mikasa a la defensiva.

—No pienso que seas prejuiciosa... pero he hecho tantas estupideces... fue más por mí que por ti —admitió Sasha avergonzada, y Mikasa la miró confundida.

— ¿A qué te refieres?

—He actuado como una idiota los últimos años... no quería que pensaras que Nicolo era otra aventura.

—Yo jamás lo hubiera pensado —señaló Mikasa ofendida, pero Sasha arqueó una ceja y la pelinegra hizo una mueca—. Está bien... quizá me lo hubiera planteado por un momento...

— ¡Exacto! ¿Lo ves? Y sé que esa visión es por mi culpa. No creo que juzgaras a Nicolo por ser un cocinero... sino que, al ser empleado de tu familia, tú lo conoces. Él ha sido un chico bueno y no quería...

— ¿Qué?

—No quería que pensaras que iba a jugar con él.

Mikasa apartó la mirada, luchando contra las emociones que fluían en su interior. Se sentía agotada por todo el trabajo, pero al mismo tiempo, la tristeza, la frustración y la traición que sentía por parte de su mejor amiga la invadían.

—Nos conocemos desde siempre —recordó entre dientes—. La confianza es la base de nuestra amistad. Ocultarme algo así duele.

Sasha asintió con los ojos llenos de lágrimas contenidas.

—Lo sé, y no tengo excusas suficientes... fui estúpida y egoísta —admitió, observando sus manos posadas en su regazo.

Hubo un incómodo silencio entre ellas, roto solo por el tic tac del reloj de la pared y el crujir de las ramas de los árboles secos en el exterior de la mansión Ackerman, agitadas por el fuerte viento.

—La verdad es que me duele, Sasha... no confiaste en mí, pero... —Mikasa se encogió de hombros—. Todos cometemos errores. Tú me evitaste, y yo no insistí por estar demasiado preocupada por mi relación con Eren. Creo que tampoco te di una gran oportunidad de hablarme... eres mi mejor amiga, y estaba tan ensimismada en mi romance que no me di cuenta del tuyo.

Sasha agarró con fuerza la mano de su mejor amiga, con la esperanza brillando en sus ojos marrones.

—Entonces, ¿hay una posibilidad de que podamos arreglarnos?

—No —determinó Mikasa, cruzándose de brazos—. Aún falta algo.

La castaña soltó una suave carcajada mientras un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

—Están en la cocina... las dejé allí por miedo a que no me perdonaras y las tiraras... pero yo de ti correría, tu hermano parecía estar rondándolas.

— ¿¡Dejaste mis donas de perdón al alcance de Levi!? —exigió saber Mikasa, pero una suave sonrisa ya se había instalado en su rostro.

Sasha se lanzó a los brazos de su mejor amiga, y las dos se abrazaron, sellando aquella reconciliación que ambas esperaban con ansias. Al fin y al cabo, Sasha era feliz, así que Mikasa, ¿qué más podía pedirle a la vida?





Una vez en la cocina, Mikasa se arrojó sobre su hermano mayor para quitarle la dona de chocolate que tenía en la boca. Luego, las jóvenes se sentaron junto al mesón, disfrutando de los postres que había hecho Sasha. El silencio cómodo de su amistad recuperada llenó la habitación por un tiempo. Sin embargo, Sasha notó que Mikasa parecía pensativa mientras quitaba la cubierta de vainilla de una de las donas con su dedo. Entonces, le dio un suave empujón con el hombro.

—Somos mejores amigas, ¿verdad?

—Claramente.

—Y nos contamos todo, ¿no?

—Lo hacemos —aseguró la pelinegra, y Sasha arqueó una ceja.

— ¿Entonces? ¿Me vas a decir qué pasa en esa mentecita tuya? No creo que sean los preparativos de la boda, ya los tienes listos... y los exámenes de la universidad no son sino hasta dentro de dos semanas —Mikasa mordió su labio inferior antes de soltar un fuerte suspiro—. ¿Pasa algo, Mika?

—Es... sobre una chica.

— ¿Hay algo en ella que te moleste? ¿Eren está saliendo con alguien a tus espaldas?

—No... —respondió rápidamente la pelinegra, pero hizo una mueca—. Lo sé... no, no creo... ¡demonios! No tengo idea.

— ¿De quién? ¿La conozco?

—No, se llama Pieck... Pieck Finger.

— ¿La prima de Nicolo!? —preguntó Sasha asombrada, y Mikasa parpadeó rápidamente.

— ¿La prima de Nicolo!? No sabía que él tenía una prima... y que era precisamente ella —admitió Mikasa, y Sasha asintió, tomando un gran bocado de su dona antes de explicar.

—Sí, por supuesto –habló con la boca llena–. Es adorable, aunque...

— ¿Aunque? —presionó Mikasa.

—Bueno, hace poco supe que su prima ha estado pasando por un momento difícil.

— ¿Momento difícil? ¿Nicolo te lo contó? ¿Qué sucede con ella? —preguntó Mikasa atropelladamente.

—Bueno... él parece muy preocupado por ella. Pieck se mantiene distante, pero...

— ¿De qué se trata!? —casi gritó Mikasa, olvidando la dona y tomando bruscamente las manos de su mejor amiga; Sasha hizo una mueca cuando sintió el fuerte apretón de la contraria.

—Pieck y su hija, Gabi...

Mikasa sintió un balde de agua fría mientras soltaba a su amiga.

—No sabía que Pieck tenía una hija... ¿Qué pasa con ella?

—Gabi tiene leucemia, Mikasa... Pieck no quiere que nadie lo sepa, pero Nicolo está muy preocupado por ella. La pobre niña está luchando con todas sus fuerzas, pero los tratamientos son costosos y agotadores... hace poco le hicieron un... esto... le pusieron una cosa...

— ¿Trasplante de médula ósea?

—Esa cosa... Pieck ha estado intentando mantener todo en secreto... pero creo que necesitaba ayuda. Además, está tan sola.

— ¿Sola? —Mikasa apretó los puños y sintió la bilis en la boca—. ¿Y el padre de la niña?

—Nadie sabe quién es —explicó la castaña—. Nicolo intenta ayudarle con los gastos médicos, pero... ya sabes, son demasiados. Ni siquiera sé cómo es que esa pobre chica puede con todo.

Mikasa se sintió mareada y se rascó la cabeza. Esperaba que su mente estuviera jugando con ella y no que esos pensamientos horribles fueran reales.

—Déjame recapitular. Nicolo, tu novio, tiene una prima llamada Pieck —habló Mikasa lentamente, y Sasha asintió—. Y ella tiene una hija llamada Gabi —Sasha asintió nuevamente—. La niña tiene leucemia, y nadie conoce al padre —un tercer asentimiento junto con una mirada extrañada, pues Sasha no sabía a qué quería llegar su mejor amiga—. Y las dos viven en Quinta.

— ¿Cómo sabes eso? No recuerdo haberlo mencionado.

No lo había mencionado... pero el sobre sí. Mikasa solo tenía la esperanza de que se tratara de otra persona completamente distinta, pero la confirmación de que era la misma Pieck le revolvió el estómago.

— ¿Mika? —preguntó Sasha al notar la palidez de su mejor amiga—. ¿Qué está sucediendo exactamente? —Sonsacó confundida, y Mikasa cerró los ojos mientras negaba con fervor.

— ¿Sabes? Eso es exactamente lo que quisiera descubrir.

— ¿A qué te refieres?

Mikasa observó su reloj de pulsera antes de fruncir el ceño.

—A que tú me llevarás a casa de Armin.

— ¿No estaba cuidando el hermanito de Eren? No lo encontrarás en casa.

—No lo necesito a él.

— ¿Entonces...?

Mikasa chasqueó la lengua con irritación.

— ¿Eso importa? Solo... ¿quieres llevarme sí o no? —preguntó casi con brusquedad, lo que hizo saltar a la castaña antes de asentir, observando con preocupación a su mejor amiga.


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