18: Amigas
–Así que tú eres la novia de Armin...
–Annie, sí –confirmó la rubia apartando un mechón de cabello de su rostro.
Su largo pelo rubio estaba recogido en un moño desordenado, algunos mechones rebeldes junto con su fleco caían sobre su rostro, cubriendo uno de sus ojos celestes. Tenía una expresión seria y casi frívola. Era delgada y a Mikasa le pareció alguien muy bonita, entendió inmediatamente porque Armin se había fijado en ella. Era hermosa, delgada, aquella oscura ropa resaltaba lo claro de su piel y su brillante cabello dorado. Sin embargo, de algún modo le generó algo de inquietud, parecía el tipo de persona con el cual no debías meterte o en realidad se enojaría y te patearía el trasero sin esfuerzo alguno. Era hermosa, pero ruda, lo suficiente como para ganarse el respeto y admiración en una banda de chicos.
–Yo soy...
–Mikasa, lo sé, Armin no ha dejado de hablar de ti –señaló la chica y Mikasa no supo si le agradaba o le molestaba.
–Entiendo...
–Mis chicas –Armin llegó junto a ellas y besó a cada una en la mejilla.
Mikasa sonrió con ternura, pero Annie parecía realmente incómoda.
–Tu padre está ayudando a la banda a terminar de cuadrar el sonido –el rubio le sonrió a su mejor amiga–. Sé que Annie debería ayudar, pero me alegra que estén conversando.
–Mikasa solo se estaba presentando... aunque hablas tanto de ella que ya prácticamente la conocía –Armin sonrió rodeándole la cintura a su novia con los brazos.
– ¿No te dije que es excelente? –Preguntó Armin con orgullo.
– ¡Maravillosa! –Aseguró la rubia, aunque ésta vez Mikasa sí pudo sentir su sarcasmo.
¿Acaso le había hecho algo malo?
–Por cierto, Mika, dijiste que ibas a invitar a Annie a tu fiesta de pijamas... ya sabes, la que vas a hacer con Sasha hoy.
– ¿Eso dije? –Preguntó la pelinegra, aunque no recordaba hacerlo.
–Por supuesto –afirmó Armin–. ¿Ya lo hiciste?
–Yo... no sé si me agrade –habló Annie–. Ya sabes que no soy muy...
– ¿Por mí? –Pidió el rubio–. Mikasa en serio quiere que vayas, seguro la pasarán bien.
–Ésta noche tengo toque con la banda –recordó Annie.
–Lo sé, y Mikasa irá con Eren. Tan pronto como salgamos del bar yo mismo las llevaré a la casa de Mika para que se diviertan.
Las dos jovencitas se miraron de forma incómoda, pero definitivamente era una redada que Armin les había organizado y ninguna parecía poderse escapar, por lo cual al final las dos asintieron.
–Bien, iré –afirmó Annie–. Tengo que ir con los chicos... ya saben –señaló antes de darle una mirada extraña a su novio y retirarse.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Mikasa le dio una fuerte palmada al rubio en su brazo.
– ¿Qué fue eso? –Preguntó irritada.
– ¿Qué fue qué?
–Armin tú ya sabes, ¿una fiesta de pijamas? ¿Cuándo organicé algo así?
–Lo harás por mí. Además, ¿hace cuánto tiempo no pasas el rato con Sasha?
–Bueno, cuando le llamo siempre está ocupada, no sé si es porque soy novia de Eren, pero ella me está evitando.
–Bueno, deberías salir con tu amiga –reprendió Armin.
– ¿Y qué tiene que ver tu novia en todo eso?
–Por favor, la tensión se veía a metros de distancia –obvió Armin–. Quiero que mi novia y mi mejor amiga se lleven bien.
–Armin...
– ¡Yo me llevo bien con tu novio!
–Sí –Mikasa le dirigió una mala mirada al rubio–. ¡Por qué son prácticamente hermanos!
–Bueno... tienes un punto, pero ¿podrías hacer eso por mí? Por favor, Eren y Annie se llevan bastante bien, quiero que podamos salir los cuatro sin que ustedes dos parezcan querer matarse.
– ¿¡Ustedes dos!? ¡Yo no le hice nada! Ella parece odiarme.
–Mika... ¿por mí?
–Bien, pero si tu novia me asesina mientras duermo...
–No te preocupes, le conseguiré una chica linda a Eren.
Mikasa estuvo a punto de darle otra palmada en el hombro a Armin, pero éste brincó y la abrazó por la espalda.
–Está bien, solo bromeaba, te prometo Annie y tú serán muy buenas amigas.
Mikasa lo dudó inmediatamente, pero no queriendo señalárselo a su mejor amigo, que parecía esperanzado, simplemente asintió y se encogió de hombros.
–Si eso es lo que quieres...
–Esa es mi chica favorita –Armin besó la mejilla de su mejor amiga–. Ahora vamos a escuchar cómo suenan los chicos con un equipo profesional.
Mikasa sonrió de lado y se dirigió a la cabina para poder escucharlos.
Una a una, Shingeki no Kyojin tocó sus canciones. Eren se esforzó en que su voz sonara más armónica y melodiosa que nunca. El resto de la banda también pareció dar todo de sí, y cuando terminaron el mini concierto, el padre de Mikasa se veía realmente pensativo mientras rascaba su mentón. Eren tragó grueso acercándose.
– ¿Y qué tal señor Ackerman? ¿Cree que tengamos talento? –Preguntó el ojiverde esperanzado; el hombre se quedó mirando a su yerno por un rato antes de suspirar y mirar su reloj.
–Es tarde chicos, y una banda vendrá a grabar su sencillo. Espero que se hayan divertido, pero es hora de irse, así que es mejor que desocupen el lugar.
Mikasa y Eren se observaron mutuamente sin saber por qué su padre se veía tan serio, pero tal y como él había indicado, los chicos salieron rápidamente de aquel lugar.
–No le gustó nuestro sonido, ¿verdad? –Preguntó Connie con desánimo, subiéndose a la camioneta de Armin; Mikasa se encogió de hombros.
–No... yo diría que lo odió... ¡Maldición! Si eso piensa el gran Axel Ackerman de nosotros... creí que teníamos futuro en la música... Mikasa, ¿tu padre nos detestó? –soltó Reiner decepcionado.
No sabía qué decirles, pues hasta ella misma se sorprendía por la reacción de su padre. Siempre había pensado que la música de su novio era la mejor, sin embargo, Axel se veía extraño.
–Son estupendos chicos... quizás solo tenía algo de prisa, papá es una persona muy ocupada –intentó animar ella sin convicción.
Los chicos intentaron ser positivos, pero aquel comportamiento del hombre los había dejado bastante desanimados.
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–Repíteme, ¿quién es ella?
–Es la novia de Armin.
– ¿Y siempre tiene esa cara de amargada?
– ¡Sasha guarda silencio! ¡Te va a escuchar! –Gruñó Mikasa en tono bajo lanzándole un cojín a su amiga en la cara mientras miraba por encima de su hombro hacia el cuarto de baño, por fortuna Annie parecía no haber terminado de cambiarse.
–Solo era una pregunta.
–Pues no sé la respuesta, apenas la conocí hoy.
– ¿Y ya la invitaste a pasar una noche en tu casa? –Sasha resopló terminando de acomodar las cobijas y cojines en la afelpada alfombra de la habitación de Mikasa–. Vaya, te tuvo que haber agradado mucho.
–No es eso... bueno no me cae mal, solo que no la conozco, pero Armin quiere que lo haga –señaló la pelinegra terminando de vaciar los caramelos en un cuenco de plástico, antes de dejarlo en medio de las cobijas.
–Esto es muy extraño. Mikasa, de la nada me llamas y organizas una noche de chicas, no nos vemos hace días...
–Bueno no es mi culpa, eres tú quien no ha dejado dar excusas –rezongó la pelinegra molesta.
–Es que... –las mejillas de Sasha se sonrojaron–. He estado algo ocupada –protestó la castaña estirándose para tomar el bote de helado de vainilla y comenzar a comerlo.
– ¿Y me podrías decir exactamente qué te tiene tan ocupada? –Preguntó Mikasa a regañadientes mientras abrazaba sus piernas.
Sasha suspiró y desvió la mirada, pero por fortuna Annie acababa de salir del cuarto de baño con su pijama, era un corto pantaloncito gris y una holgada camisa marrón. Su cabello, como siempre, iba recogido de forma desorganizada, aunque su maquillaje había desaparecido por completo. Su expresión, por supuesto, continuaba tan seria como siempre.
Todas las chicas se habían cambiado tras el concierto.
Sasha llevaba un largo pantaloncito rosa con conejos estampados, una blusa blanca de tiras bastante sencilla y su cabello estaba recogido en una trenza ladina. Mikasa por el contrario, llevaba una camisa que Eren había dejado el día que se quedó en su hogar, puesto que su padre le había prestado algo de ropa. La camisa era color verde y tenía el logo de su banda, unas alas cruzadas en tono azul y blanco, junto con el nombre escrito en rojo. Unos cómodos pantaloncitos blancos, cortos y ajustados al cuerpo.
– ¿Dónde puedo dejar mis cosas? –Preguntó Annie con aburrimiento y Mikasa señaló el sofá de su habitación.
–Puedes dejarlas allí, nadie las tocará.
–Sí... eso espero –soltó caminando hacia aquel lugar.
Sasha hizo una mueca de fastidio mientras movía su dedo en un gesto que claramente indicaba "está loca". Mikasa solo rodó los ojos y le pidió que se callara.
–En fin, Annie, estamos tratando de decidir qué película ver, yo estaba pensando en algo de romance un poco tóxico –canturreó Sasha encantada mientras la rubia tomaba asiento en la orilla de la cama.
– ¿No tienes con tu vida diaria? –Preguntó Mikasa rodando los ojos y ganándose una mala mirada de su mejor amiga.
–Sabes, es injusto atacarme si no tengo a Historia de mi lado, ¿dónde está, por cierto?
–Tenía una cita con Ymir –respondió Annie destapando una barra de chocolate que Mikasa le tendía.
– ¿Sabes? No es sano que mantengan tanto tiempo encerradas en su habitación, y lo llamen citas –se quejó Sasha haciendo una mueca. Sorprendentemente para las chicas, Annie soltó una risita y la miraron asombradas–. ¿Qué? ¿Dije algo gracioso? –Preguntó Sasha a la defensiva. Mikasa le dio una suave palmada en el muslo.
–No, es solo que tienes toda la razón. Qué bueno que son lesbianas, porque parecen conejos.
Mikasa tuvo que reprimir una fuerte carcajada mientras se encogía de hombros.
– ¿Y tú? Por favor, no me dirás que permaneces en casa de Armin jugando ajedrez.
Las mejillas de Annie se sonrojaron profundamente.
– ¿Acaso Eren te dijo algo? –Sonsacó avergonzada; Mikasa parecía confundida.
– ¿Decirme algo? ¿Sobre qué?
–Oh... es que yo creí que te había dicho... bueno... que prudente... bueno... mejor no...
–Oye no, ahora quiero saber –casi exigió la pelinegra.
–Bueno... –Annie jugueteó con un mechón de cabello dorado–. Bueno puede que... que el lunes... cuando Eren llegó a casa de Armin... yo... –la rubia mordisqueó su labio inferior–. Estaba... ligera de... ropa... creí que te lo había mencionado.
–No, de hecho, no... pero... ¡espera un momento! –Mikasa abrió los ojos de golpe–. ¿No tuvieron el domingo su primera cita?
Annie bajó la mirada y Sasha lanzó una carcajada.
–No... espera, espera un momento, ¿estás diciendo que tuviste sexo con Armin en tu primera cita? ¡Dios, qué horror! ¿No te podrías respetar? Mikasa, ¿no te parece que es algo tonto? –Habló Sasha, asqueada. Sin embargo, la pelinegra apartó la mirada y Sasha abrió los ojos de golpe–. No... espera un momento...
– ¿Me estoy perdiendo de algo? –Preguntó Annie confundida y Sasha ahogó un grito.
–No inventes, no inventes, no, no, no, no... o sea, que tú y Eren... guau, ¿tú y Eren... antes de ser novios? –Aclaró Sasha.
–De hecho, en teoría... todavía... yo... era... novia de Jean.
– ¿¡Mikasa Ackerman te la metieron por primera vez y no me enteré!? –Preguntó la castaña totalmente ofendida.
–Bueno, está bien, ya basta del tema, vamos a ver la estúpida película que quieres –rezongó Mikasa.
– ¡Al diablo la película, yo quiero saber! –Aseguró Sasha; Mikasa negó.
–No, por supuesto que no, Annie quiere ver la película.
–No, de hecho, necesito saber también lo que sucedió, ¿fue la noche que Eren salió corriendo como loco del bar? Ya sabes, cuándo se quedó como un idiota paralizado en el escenario –Mikasa sintió su rostro colorearse de un profundo color escarlata y Annie lanzó una carcajada–. Está bien, necesito los pormenores, porque esa noche ese imbécil estaba como un lunático huyendo del camerino.
–Vamos a ver la película –imploró Mikasa.
–Al diablo la película –repitió Sasha pasándole el helado Annie, que no dudó en tomarlo y sentarse junto a la chica para escuchar todo lo que tenía que decirles Mikasa.
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– ¿Sabes? Es extraño, no creí que iba a contarle a alguien que apenas conozco sobre mi vida sexual... o escuchar de la suya –señaló Mikasa soltando una suave risita.
Annie la observó con diversión mientras permitía que la pelinegra barnizara sus uñas con un oscuro tono rojizo.
–Sí, tampoco yo.
–Es tonto... pero cuando nos conocimos en la disquera... quizá no lo notaste, pero me diste algo de miedo –admitió Mikasa.
–Sí, lo noté...
–Oh bueno... pensé que creías que era una chica rica y mimada –añadió la pelinegra.
–Lo creí.
–Oh... bien, claro... también pensé que me detestabas.
–Lo hacía.
–Que sincera eres –Mikasa rio nerviosamente–. ¿Puedo preguntar por qué?
–Armin no deja de hablar de ti –admitió la rubia con un toque de resentimiento mientras observaba sus uñas terminadas, teniéndole la otra mano a Mikasa.
– ¿Y qué con eso? –Sonsacó Mikasa arqueando una ceja.
–No sé... pensé que tal vez ustedes dos alguna vez...
–No... no, por supuesto que no –la pelinegra negó con exaltación.
–Lo acabo de notar... estás enamorada de Eren.
–Mucho... Armin y yo somos como hermanos, eso jamás...
–Lo sé, pero no dejaba de hablar de lo linda, inteligente, aplicada, tierna y especial que eres... así que... –Annie agachó la mirada–. Sentí celos.
–No tienes por qué, yo de verdad...
–Ahora lo sé, solo... solo que cuando te conocí... me di cuenta que Armin no exageraba. Llegaste a la disquera con Eren... te veías tan hermosa y segura... y luego mi novio llegó y te abrazó y besó en la mejilla... me sentí intimidada.
– ¿Tú? –Sonsacó Mikasa impresionada–. ¿Intimidada por mí? Pero... es ridículo...
–No lo es, Mikasa... eres hermosa, te ves como una chica inteligente... aparte tienes mucho dinero y eres hija de una súper estrella del rock... supongo que a tu lado yo no...
–No te compares Annie... no hay punto... eres... whoa, cuanto te vi... me di cuenta por qué Armin está tan encantado por ti, eres bonita, hermosa, de hecho... te ves tan segura e inteligente... los chicos te respetan... quisiera poder imponer como lo haces tú... Annie, Armin está loco por ti –aseguró Mikasa–. Si tan solo vieras... él es como un hijo más de nuestra familia, y en la cena que tuvimos Armin habló de ti de una forma... que incluso mis padres quieren conocerte. Él te adora.
La rubia sonrió.
–Sé que es algo bobo haber tenido sexo en la primera cita, pero...
–No, no te juzgo... y Sasha tampoco debería hacerlo, si supieras su historial. Creo que solo buscaba molestarte... no es tan mala como sonó... es algo imprudente, pero no te sientas mal por lo que dijo, ¿bien?
– ¿Segura? Es que... no quiero parecer... fácil, ¿entiendes? –Annie realmente parecía desanimada.
– ¿Apenas se conocían? –Preguntó Mikasa, aunque aquello realmente no importaba.
–No... lo había visto un par de veces acompañando a Eren en los ensayos de la banda... siempre hubo miradas y a veces conversábamos... pero cuando por fin entré a la banda con mi hermano... ya sabes, pasamos más tiempo juntos... siempre estábamos tonteando –Annie sonrió de forma boba admirando sus uñas terminadas–. Siempre deseaba que él se acercara, pero...
–Armin es alguien tímido –adivinó Mikasa.
–Lo noté, tuve que invitarlo yo... y luego todo fluyó, ¿sabes? Como si al encontrar el indicado no pudieras evitar caer rendida a sus pies. Es algo tonto, ¿no?
Mikasa pensó en Eren, desde un inicio se había comportado como un idiota, la había insultado una y otra vez, la alejaba y le escondía cosas. Sin embargo, ella no había dejado de buscarlo, es como si simplemente no pudiera alejarse de él, como un imán que la atraía sin remedio.
–De hecho... creo que puedo entenderlo... nunca creí que existiera el indicado, pero...
–Luego apareció –adivinó Annie y Mikasa soltó una suave risita mientras asentía antes de suspirar.
– ¿Sabes? Creo que Sasha ya se demoró demasiado en la cocina, así que voy a buscarla, tal vez está asaltando el refrigerador.
–Sí, me di cuenta... esa chica come más que mi hermano –se burló la rubia.
–Algo... creo que por eso estudió gastronomía –admitió Mikasa–. Voy a buscarla, porque si se come el pudín de mi hermano, va a patearla.
–Okay, yo voy a poner algo de música –anuncio la rubia y Mikasa asintió.
Tras ponerse en pie, salió de su habitación y caminó perezosamente por su hogar, dirigiéndose hacia la planta inferior. Era curioso. Annie había admitido abiertamente que la detestaba, y, sin embargo, allí estaba ella, le había dado una segunda oportunidad. Evidentemente lo había hecho por Armin. Annie no parecía realmente una persona desagradable, todo lo contrario, y para su sorpresa, tenían bastantes cosas en común, incluso habían convencido a Sasha de mirar una película de terror, para no ver tonterías de romance.
Se suponía que su mejor amiga iría por algo de comer para iniciar la película, pero ya se había tardado demasiado.
Justamente Mikasa se encontraba acercándose a la cocina, cuando escuchó unos suaves jadeos. Se detuvo en seco frunciendo el ceño, pensando que quizá sus padres ya habían llegado, pero aquello era imposible, después de todo, la habían llamado diciendo que se tardarían porque tenían mucho trabajo en la disquera... quizá Levi estaba con Hange, pero... no, aquella noche él se reuniría con los padres de la chica para cuadrar todo lo del matrimonio.
Entonces, un gemido ronco y luego unas suaves risitas salieron de la cocina. Mikasa se congeló un segundo, antes de ponerse de puntitas, se acercó a la puerta y la abrió lentamente. Allí estaba Nicolo, que se había quedado horas extras al saber que las chicas tendrían una fiesta de pijamas, diciendo que le encantaría que estuvieran bien atendidas y que, si necesitaban algo de alimento, él se los prepararía sin molestia alguna. Se dio cuenta que no eran las horas extras lo que realmente le interesaban, pues Sasha estaba sentada en el mesón de la cocina, besando fervientemente al rubio mientras que éste... bueno, hacía todo lo demás.
La pelinegra hizo una mueca de asco y negó, alejándose en silencio. Debía recordar desinfectar aquel lugar. Mikasa subió las escaleras lentamente hasta llegar a su habitación; Annie arqueó una ceja.
– ¿Qué pasó con tu amiga? –Preguntó curiosa. Mikasa resopló.
–Créeme, en la cocina están haciendo de todo, menos comida –rezongó tomando su teléfono–. Voy a pedir una pizza –señaló dejando totalmente sorprendida a la rubia.
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