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16: Fin








–Bien, ya comimos, ya bebimos, ahora suéltalo –pidió Levi limpiándose la comisura de sus labios con una fina servilleta.

Mikasa deslizó su dedo por las orillas de la copa, sonriéndole de forma inocente.

–No sé de qué estás hablando.

–Estoy hablando del hecho que siempre qué pides cenar conmigo para pasar tiempo de "calidad" entre hermanos... –señaló Levi haciendo las comillas con sus dedos–. Es porque algo malo está ocurriendo, ¿acaso ese idiota te hizo algo?

–No siempre que te pido cenar es para darte malas noticias –rezongó Mikasa molesta.

– ¿En serio? Aquella cena en ese delicioso restaurante tailandés, estuvo acompañado de la noticia que habías estrellado mi auto. O cuando fuimos a comer en ese precioso mirador, me dijiste que habías reprobado tu primer examen en la secundaria. ¿Recuerdas también la vez que me llevaste a comer nouvelle cuisine? Me dijiste que no estudiarías música como queríamos papá y yo, en cambio te inclinaste por medicina.

–Oye esa última no cuenta como mala noticia, porque al final dijiste que era la mejor opción para mí.

–Está bien, pero entiendes mi punto, Mikasa, ¿qué pasa?

La chica tomó una bocanada de aire antes de tomar la botella de vino y servirse otro poco. Humedeció sus labios con el líquido rojizo antes de observar a su hermana con seriedad.

–Tuve sexo con Eren –anunció la pelinegra y Levi apretó los puños antes de acariciar sus sienes con sus dedos.

–Mikasa... el chico despertó en tu cama. ¿Me traes aquí para decirme lo obvio?

–No, de hecho, creo que tienes razón... aquello era bastante lógico –admitió Mikasa pensativa.

–Espera un momento, ¿es que acaso no se protegieron? ¿Él no tenía...?

–No, no tenía, pero sí nos protegemos... para serte sincera Eren corrió a tu habitación, aunque entró por error, realmente quería ir a la habitación de mamá y papá... ya sabes, para buscar eso.

– ¿¡Me estás diciendo que tu novio entró en mi lugar sagrado!? –Preguntó con ira mal contenida.

–Es un cuarto, no una iglesia... en fin, lo que quiero decir es que tomamos uno de tus condones.

–Bien, al menos se protegieron y... –Levi apretó los labios antes de palidecer completamente; Mikasa arqueó una ceja, era evidente que sabía de qué se trataba esa cena–. Supongo que él te dijo.

–Lo mencionó... sí.

–Mikasa puedo explicarlo.

–De hecho, eso es lo que espero, ¿tienes novia? –Levi rascó su cabeza y asintió–. Entiendo... ¿y cómo se llama?

–Petra... Petra Ral... la conocí en una fiesta.

–Bien... ¿cuánto llevan juntos? –Preguntó la pelinegra frunciendo el ceño.

–Cinco meses –admitió Levi.

– ¿¡Cinco meses!? ¿¡Llevas cinco meses con la chica y ya la embarazaste!? Además, ¿¡Por qué no la conozco!? –Sonsacó Mikasa completamente furiosa.

–No te la he presentado... porque no estoy seguro de mi relación... y llevo cinco meses con Petra –Levi cerró los ojos con fuerza, era obvio que no estaba orgulloso de lo que diría a continuación–. Y ya la engañé.

Aquello no era precisamente lo que Mikasa se esperaba. ¿Su hermano? ¿Su hermano que era tan correcto había engañado a su novia? ¿Eso significaba que aquel examen era de la amante?

–Espera, me perdí Levi, ¿de quién es esa prueba de embarazo? –Exigió saber Mikasa.

–De Hange.

– ¿¡Hange!? ¿¡Hange Zöe!? ¿¡Tu novia!? Bueno... tu ex novia... ¿La que se fue a Marley a estudiar biología? ¿Pero no se suponía que se iba a graduar en unos meses?

–Sí... pero adelantó algunos cursos, ya sabes, ella es tan lista... –su hermano sonrió de forma atarantada, sorprendiéndola enormemente–. Y se graduó antes de tiempo. Hace cuatro meses llegó... yo estaba muy enfadado, pero ella me dijo que me extrañaba... y yo a ella... empezamos a tontear... pero... pero ya estaba con Petra y ahora no sé qué hacer.

– ¿La quieres? –Preguntó Mikasa observándolo con curiosidad.

Era extraño... su hermano parecía preocupado por la situación, pero la sola mención de su ex novia pareció relajarlo y ponerlo de mejor humor.

–Tú sabes que la amo.

–No me refiero a Hange, eso es evidente... me refiero a Petra, ¿la quieres?

–No, por supuesto que no, no como a Hange. Soy un estúpido, y por supuesto la quiero... como amiga, le tengo cariño, pero no la puedo ver como algo más –nuevamente Levi pareció atormentado–. Dime Mikasa... ¿tú qué harías si amaras a una persona y estuvieras con otra? No quiero lastimarla, ¿puedes entenderme?

¿Que sí entendía? En dos días se vería con Jean para terminar con él, y aunque ahora gracias a la madre del chico sabía que él no estaba enamorado de ella, seguramente no le sentaría muy bien saber que estaba terminando su relación por estar con Eren, precisamente el chico que, según se rumoreaba, en el pasado le había quitado su novia.

Por supuesto que lo entendía.

–Tienes que ser sincero y decirle la verdad, Levi... es lo mejor que puedes hacer.

–Pero, ¿y si la lastimo?

–Eso será inevitable, pero ahora tendrás un hijo con Hange... hermano, tienes que hacer lo correcto, no puedes seguir alargando eso... ¿hace cuánto lo sabes?

–Hace un mes.

Mikasa se cubrió el rostro con las manos. La situación no podía ser peor... ¿por qué no había dicho nada?

– ¿Y qué dice ella? ¿Lo tendrá? –Preguntó Mikasa con preocupación; Levi asintió–. ¿Qué dice sobre Petra?

–Ya conoces a Hange... se siente mal, pero me está dando tiempo... Mikki... no quiero lastimar a nadie.

– ¡Debiste pensarlo antes de acostarte con Hange teniendo una relación con Petra! –Gritó la chica molesta. Okay, estaba siendo hipócrita porque ella misma había hecho eso con Eren la noche anterior... pero su hermano no tenía por qué saberlo–. Y siempre me has dicho que debo hacerme responsable de mis actos. Levi, tienes que terminar con esa chica.

–Sí... pero... pero soy un imbécil.

–Efectivamente –afirmó Mikasa–. Quizá tenías la razón, todos los músicos son unos idiotas... incluyéndote a ti y no a Eren –entonces la chica lo entendió y le dio una mala mirada a su hermano mayor–. Espera un momento, ¿¡Es por eso que...!?

– ¡Por supuesto es por eso que no quería que salieras con ese imbécil! –Gruñó Levi molesto consigo mismo–. Porque yo estaba actuando de la forma más despreciable de todas... y no quería que él te hiciera lo que yo le estoy haciendo a Petra.

–Levi, no puedes estar juzgando a Eren por tus errores, él jamás me haría algo así.

Levi suspiró.

– ¿Estás segura que jamás lo haría?

– ¡Por supuesto que...!

Pensó en Pieck, Eren decía que era una amiga, ¿lo era en verdad? Además, en dado caso que hubieran sido algo... eso ya era parte de su pasado y no importaba ahora ellos estaban juntos, pero entonces, ¿por qué razón no le hablaba de esa chica?

–Mikki, ¿está todo bien? ¿Pasa algo? –Preguntó Levi tomándole la mano; la pelinegra negó y se encogió de hombros.

–Confío en él, así como Hange confía en ti, y si quieres darme un ejemplo de lo que haría un verdadero hombre, te harás cargo de tu hijo y terminarás con Petra.

Levi lanzó un suspiro agotado antes de asentir y tirarle las llaves de su auto a su hermana; Mikasa las tomó observándolo con curiosidad.

– ¿Qué pasa? –Sonsacó frunciendo el ceño.

–Que no pienso decepcionar a mi hermanita –aseguró Levi y tras pagar la cena, salieron juntos del restaurante.

Mikasa lo dejó en entrada de los Ral... le deseaba mucha suerte... y se la deseaba a sí misma, porque si su hermano había tenido la valentía de hacerlo, ella no podría quedarse atrás. Sin pensarlo dos veces, condujo a la casa de los Kirstein.








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– ¿Entonces eso es todo? –Preguntó Jean con desolación. Mikasa suspiró pesadamente mientras asentía.

–Lo siento, pero tengo que ser sincera... no es justo contigo.

–Es por él, ¿verdad? He notado como te mira... y como tú lo miras a él.

–No creo que eso tenga relevancia.

– ¡Claro que la tiene! –Gruñó Jean apretando los puños–. ¡Tú no sabes quién es él!

–Yo lo sé...

– ¡No, no sabes lo que ha hecho!

–Sé sobre Pieck –espetó Mikasa–. Y no quiero ser un reemplazo para nadie. Y tampoco quiero que tú lo seas.

–No eres un reemplazo –aseguró Jean observándola con seriedad–. Tú en serio me gustas... y mucho, Mikasa... fui sincero cuando te dije que quería estar contigo. Me encantas.

–Bien... pero tú a mí no... Jean, eres un excelente chico y en verdad me hubiera encantado enamorarme de ti... pero no fue así.

–Estás cometiendo un error, Mikasa. Nosotros podemos tener una linda relación, quizá sí nos esforzáramos...

La pelinegra recordó las palabras de Sasha e Historia, y negó dándole una suave sonrisa.

–El amor no es algo que se fuerce.

–Él te va a lastimar y te vas a decepcionar... Espero que no te arrepientes de lo que estás haciendo.

–No lo haré, pero gracias por preocuparte por mí. Y gracias por entenderlo... espero que encuentres a alguien que te quiera de verdad Jean, te lo mereces.

El joven suspiró y asintió mientras se encogía de hombros. Mikasa le dio una suave sonrisa antes de alejarse, dejándolo solo en la entrada de su domicilio. Se sentía horrible por haber alargado tanto eso, pero era lo mejor que podía hacer. Ella amaba a Eren y quería estar siempre a su lado. Jean simplemente no era el indicado; Eren sí.

Después de entrar en el auto y alejarse unas cuantas calles, Mikasa se detuvo para llorar por un largo rato. No lo había querido lastimar, simplemente le hubiera encantado tener una oportunidad con él... se había dejado llevar por su rabia y su dolor por la forma en la que Eren se había comportado en el pasado. Pero ahora el ojiverde le mostraba que la quería, que la quería en serio. Sin poder evitarlo, Mikasa tomó su teléfono y marcó su número. Apenas se escucharon dos suaves timbrazos antes de que el chico contestara.

Mi dulce angelito me llama... tengo mucha suerte.

–Eren... –habló la muchacha con voz rota y el chico inmediatamente se puso alerta.

–Mika, mi amor, ¿sucede algo malo?

–No... simplemente acabo de terminar con Jean... y creo que no se lo tomó muy bien.

–Lo siento tanto... no tuvo que ser fácil, ¿tú cómo te sientes? –Preguntó el chico, aunque la respuesta era evidente.

–Me siento terrible, no quería lastimarlo. Fui una idiota.

¿Por qué? ¿Por qué no había seguido el consejo de Sasha o el de Historia? Muchas veces le habían advertido que lo que estaba haciendo era egoísta y completamente estúpido. Ella, en su necedad, las había ignorado. Pero, ¿por qué lo había hecho? Sus amigas la conocían más que nadie, probablemente sabían que las cosas terminarían así. Ni siquiera había escuchado a Armin, que era la persona más inteligente y centrada que conocía.

– ¿Deseas que vaya contigo mi amor? Podría llamar a Nanaba y... –se escuchó un fuerte golpe en el fondo y luego un grito–. Mierda –exclamó Eren en tono suave y Mikasa frunció el ceño.

– ¿Está todo bien?

–Sí... es solo que la madre de Zeke acaba de llegar y no parece nada feliz... aunque, al menos ella podría cuidarlo si quieres que vaya contigo.

La pelinegra estuvo a punto de aceptar, no obstante, quería hablar con su hermano cuando llegara a casa, así que sería mejor estar solos.

–No te preocupes amor, todo estará bien, solo quería escuchar tu voz. Ya me siento algo mejor.

Te amo Mikasa Ackerman.

La chica suspiró recostando su frente contra el vidrio de la ventana mientras cerraba sus ojos.

–Te amo Eren Jaeger, eres todo para mí –musitó antes de terminar la llamada.

Sí, había sido una completa creatina por haber estado jugueteando con Jean, como le habían advertido sus amigos, pero se sentía feliz, porque estaba con el hombre que amaba y nada empañaría ese sentimiento. Aliviada por haber dicho la verdad, y un poco más tranquila al escuchar la voz de su novio, la pelinegra condujo hasta su hogar y tras estacionar, se sorprendió enormemente al ver a su hermano entrando a la casa con paso lento y evidentemente agotado. La muchacha corrió rápidamente para observarlo y una vez lo hubo alcanzado, hizo una mueca al mirarle el rostro. Levi tenía un fuerte golpe en la mejilla, al igual que unos cuantos arañazos.

–Levi, ¿necesitas ayuda? –Preguntó angustiada; el chico le dirigió una mala mirada.

–Es la última vez que sigo un conejo tuyo –refunfuñó caminando hacia la cocina, Mikasa lo siguió y observó cómo se ponía algo de hielo en la mejilla.

–Supongo que eso significa que lo hiciste... ¿qué tal reaccionó? –Sonsacó ella; Levi rodó los ojos y chasqueó la lengua.

–Maravillosamente –Soltó con sarcasmo–. ¿Es que no se nota? –Preguntó furioso mientras se dirigía hacia su habitación.



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