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15: Ackerman







– ¡Mikasa Angeline Ackerman Azumabito! –Se escuchó una voz estruendosa entrando a su habitación.

Mikasa se despertó totalmente aterrada, pero cuando estuvo a punto de erguirse para girarse hacia su madre, sintió como algo se lo impedía. No, no era algo, era alguien. Eren la sostenía firmemente contra su pecho, al parecer ni siquiera el griterío de su madre había logrado despertarlo.

Mikasa lo observó atentamente, sus labios estaban levemente abiertos, brindando suaves respiraciones llenas de paz, sus largas pestañas creaban sombras sobre sus mejillas y su cabello caía desordenado sobre su rostro y las almohadas.

– ¡Mikasa te estoy hablando! –Gruñó la mujer trayéndola a la realidad.

– ¡Eren! –Gruñó Mikasa totalmente sonrojada. No podía creer que su madre la hubiese encontrado en aquella situación. ¿No se suponía que llegaría en dos días? Su suerte no podía ser peor–. Eren... Por favor, ¿es que acaso tienes narcolepsia? –Gruñó antes de brindarle una mordida tan fuerte que el chico lanzó un suave quejido y parpadeó rápidamente.

Sus ojos se encontraron con los de su novia y lanzó una carcajada ronca y adormilada antes de tomarle el rostro entre sus manos.

–Que salvaje te pones en las mañanas angelito –la situación no podía estar peor. Mikasa escondió su cara en el pecho del chico, que la miró divertido, pero cuando alzó su rostro, encontró la mirada furiosa de Bianca Ackerman y se encogió en su lugar–. Oh mierda...

–Hola... tú debes ser Eren –saludó la mujer con los dientes apretados–. Un gusto conocerte... y perdón por haberlos despertado a las diez de la madrugada... pero Mikasa... tú y yo tenemos que hablar.

– ¡Mamá por favor!

–Por favor nada jovencita. ¿¡Cómo crees que me siento en este momento!? –Exigió saber la mujer.

–Mamá si quieres hablamos después, te lo suplico...

–Para nada, ¿¡cómo crees que me sentí cuando estuve llamando a la casa para decirles a mis amados hijos que llegaría con antelación de mi viaje, pero como nadie me contestaba observé las cámaras de seguridad de la casa y qué veo a mi hija entra de esa manera!? ¿¡Es que te has vuelto loca!?

–Mamá... ya sé que metí la pata y quizá no debí traer a Eren a la casa –gruñó notando como su novio se escondía tras de ella, absolutamente avergonzado.

– ¿¡A Eren!? ¿¡De qué demonios estás hablando!? –Gritó la mujer furiosa.

– ¿Acaso no estás molesta porque traje a mi novio?

– ¡No me importa eso! Aunque por supuesto... preferiría no tener que verlo correr desnudo por los pasillos, ¿qué fue eso? –Preguntó Bianca arqueando una ceja; los chicos se sonrojaron y él lanzó una maldición cubriéndose el rostro con las manos.

La mujer los observó confundida, pero al notar que nadie respondía y recordar que el chico había entrado a la habitación de su hijo, pareció comprenderlo.

–Claro... entiendo –musitó la mujer haciendo una mueca–. Recuérdame comprarte una caja después... nunca los habías necesitado.

– ¡Mamá! –Gritó la chica completamente humillada.

–Cierto... ese no es el punto.

– ¿¡Entonces cuál es el maldito punto!? –Exigió saber Mikasa absolutamente furiosa y avergonzada.

– ¡Que hay cosas que no puedes hacer sin mi consentimiento!

– ¿¡Acaso querías que te llamara a preguntarte si puedo tener sexo con mi novio!?

– ¡Y vuelves a lo mismo! ¿¡Por qué sigues hablando de eso!?

– ¡Porque no sé de qué demonios estás hablando tú!

–Mikasa, eres joven, tienes novio, lo más normal es que tengan relaciones, eso no me importa. Además, por lo menos sé que se están cuidando.

– ¿Entonces...? –Preguntó el castaño sin entender a qué se refería aquella mujer.

– ¿¡Cómo fue que te cortaste el cabello!? Peor aún... ¿¡Cómo fue que el idiota de Shadis aceptó cortártelo!? ¿¡Sabes cuántos años me costó cuidarte tu hermosa cabellera!? Quería asesinarlo... pero luego me dijo que tú lo amenazaste en hacerlo con tus propias manos si él no accedía a cortártelo. ¿¡Qué demonios te está pasando!?

Mikasa y Eren se observaron el uno al otro, confundidos. La chica suspiró y rascó su cabeza.

– ¿Estás diciendo que todo esto es por mi cabello...?

– ¡Por supuesto que sí! ¿Por qué más sería?

Claro... una madre normal probablemente se enfadaría al encontrar a la menor de sus hijos en la cama con un chico, por más que aquel chico fuera su novio. O quizás podría estar molesta por haberlo visto correr por los pasillos desnudo... pero no, Bianca Ackerman le estaba reclamando a su hija por haberse cortado el cabello sin su consentimiento. Luego la chica recordó que su madre no tenía nada de normal.

–Mamá por favor... está mi novio, no quiero hablar de...

– ¡Claro que vamos a hablar! ¿Qué te está pasando? ¿Qué sigue después, Mikasa? ¿Utilizar medias oscuras con zapatos blancos?

–Espera un momento... ¿todo esto es por la forma como luzco? –Preguntó la chica en estado de shock.

–Por supuesto que sí... te veías preciosa con el cabello largo.

–Lamento intervenir, pero... –Eren suspiró deslizando sus manos por los hombros desnudos de su novia–. Mikasa se ve preciosa con el cabello corto... no importa como lo tenga, es la chica más bella del universo –aseguró encantado, pero su suegra le dirigió una mala mirada.

–Tú no intervengas, no puedes hablar de estilo con ese cabello así.

– ¡Mamá! ¡No seas grosera! –Espetó Mikasa furiosa–. Además, tuve una razón para hacerlo y es mi cabello. Yo decido.

– ¿Ah sí? ¿Y cuál razón para arruinarme todos los años de esfuerzo y dedicación maternal? –Preguntó furiosa.

Mikasa apretó los labios. No podía explicarlo, no era asunto suyo comentarlo, para su sorpresa, fue Eren quién habló abrazando a su novia contra su cuerpo. Lanzó un suave suspiro y le besó el hombro.

–Fue por mí... bueno, por mi hermanito –la mujer pareció más confundida–. Él tiene un problema... especial con el cabello. Y Mikasa fue tan dulce que, para poder seguir estando cerca de nosotros, se cortó el cabello. La última vez que estuvo en nuestra casa mi hermanito se lo tironeó. Yo siempre lo llevo recogido, mi madrastra lo tiene corto, al igual que su cuidadora –explicó el chico meciendo a su novia entre sus brazos–. Supongo que Mikasa solo quiso ser considerada con Zeke... ellos dos se llevan muy bien.

La mujer abrió los ojos de golpe, evidentemente no esperaba esa explicación, por lo cual se fijó directamente en su hija.

– ¿Es verdad todo eso? –Preguntó en un hilito de voz; Mikasa también estuvo asombrada de que Eren se animara a decirle aquello a su madre, por lo cual simplemente asintió en estado grogui–. Bien... bueno, si fue por ese motivo... está bien, pero me hubiera encantado que me lo hubieras consultado antes... ay mi niña... voy a extrañar tu precioso cabello, pero Eren tiene razón, sigues siendo mi niña bonita –aseguró sonriendo con ternura–. Ahora dúchense, apestan a sexo y los estamos esperando para desayunar.

–De hecho... yo creo que tendría que irme por que...

–No seas grosero y báñate –reprendió Bianca molesta–. Los esperamos. A los dos –rezongó la mujer saliendo de la habitación.

Mikasa golpeó su frente con la palma de su mano. Se sentía totalmente avergonzada, seguramente esa sería la última vez que vería a Eren. Su familia estaba loca. Para su sorpresa, el castaño dejó escapar una fuerte carcajada y Mikasa lo miró asombrada.

– ¿De qué te ríes? –Preguntó un tanto molesta.

–Es que creí que tu madre me lanzaría por el balcón al encontrarme contigo... es lo que probablemente mi madre hubiera hecho.

Aquello simplemente relajó a la pelinegra, que se unió a las risas de su novio antes de que este tomara su rostro entre sus manos y le brindara un suave beso en los labios.

–Ahora angelito, vamos a asearnos, porque si seguimos aquí no te dejaré salir de la habitación en todo el día –gruñó con voz ronca.

Mikasa se sonrojó completamente y negó antes de rodear a su novio con sus brazos para subirse sobre él y darle un intenso beso.

Bueno, ¿qué mal hacía retrasarse un poco?







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–Se tardaron demasiado chicos, espero que no hayan hecho nada sin cuidarse –reprendió Bianca mientras le daba una sonrisa cómplice Mikasa, quien arqueó una ceja y negó tomando asiento.

–Recuérdalo, eres mi madre, no mi amiga, por favor compórtate como tal –rezongó de mal genio.

– ¿Prefieres que te regañe?

–Yo no –admitió Eren sentándose junto a su novia y tomándole la mano para besarla–. De hecho, lo prefiero así.

–Ya deja de decir estupideces y come, maldito mocoso –espetó Levi con molestia y su madre le dio una fuerte palmada en el hombro.

– ¿Qué modales son esos? Dijiste que te ibas a comportar mejor con él.

–No, dije que no iba a volver a patearle la cara –aclaró el pelinegro.

–Lo cual agradezco –señaló el chico tragando grueso mientras tomaba la tostada con mantequilla que le tendía Mikasa; Levi empuñó el cuchillo con el cual estaba partiendo en trocitos su bacón, antes de observar con furia a Eren.

–Si vuelves a quedarte en la cama de mi hermanita, no cumpliré esa promesa.

– ¡Bueno ya basta! Vamos a desayunar en familia –ordenó la Bianca; Levi lanzó un gruñido y la mujer nuevamente le dio un golpe en el brazo–. Y Eren ahora es parte de la familia –aclaró antes de girarse hacia el aludido–. Lo siento. Te juro que yo no lo eduqué así, no sé porque es tan grosero –se disculpó la mujer y Eren soltó una risita mientras negaba.

–No se preocupe, no la culpo por el horrible comportamiento de su hijo –aseguró tomando los cubiertos antes de empezar a comer.

Levi pareció querer responder, pero su madre arqueó una ceja, por lo cual él solo pudo resoplar mientras rodaba los ojos.

–Es una lástima que no hayas podido conocer a Axel, pero supongo que habrá otra ocasión para hacerlo.

Mikasa frunció el ceño... si su mamá estaba loca, su papá era mucho peor. ¿Y si terminaban aterrando a su novio? No obstante, Eren no parecía nada molesto.

–Por supuesto, me encantaría conocerlo.

–Excelente cariño, tan pronto como llegue mi marido organizaremos una cena –prometió a la mujer dedicándole una dulce sonrisa a Eren–. ¿Y cuál es el plan, chicos? ¿Eren te quedarás toda la tarde con nosotros?

–Me encantaría, pero quiero ir a ver a mi hermanito –admitió el castaño, que no había podido dejar de pensar en Zeke desde que se había despertado.

–No sabía que tenías un hermano menor –señaló Levi observándolo con curiosidad.

–No lo tengo, Zeke que es mayor que yo por diez años –aclaró Eren evidentemente incómodo; Levi parecía realmente interesado.

–Eso es bastante... ¿y que tiene tu hermanito? Bueno, si puedo preguntar –continuó indagando Bianca y el mayor de sus hijos frunció el ceño, claramente preguntándose a qué se refería.

–Él... tuvo un accidente y...

–Mamá basta –reprendió Mikasa molesta–. A Eren no le gusta hablar del tema, ¿por favor podríamos hablar de otra cosa? –Prácticamente ordenó y la mujer llevó sus manos a su propia boca.

–Lo siento, estoy siendo maleducada.

–No se preocupe señora Ackerman...

–Dime Bianca, por favor.

–Bianca –se corrigió Eren dando un asentimiento–. Es solo que aún no estoy listo...

–Lo entiendo querido, y es muy tierno de tu parte que cuides a tu hermano, no todos lo harían.

–Bueno es mi hermano, no podría dejarlo, creo que su hijo pensaría lo mismo si se tratara de Mikasa, aunque espero que nunca llegue a suceder algo así... mientras esté en mis manos no permitiré que nada le ocurra –aseguró Eren tomando la mano de su novia para plantarle un suave beso.

La chica sonrió encantada, al igual que su madre. Levi los miraba con asco, pero al escuchar hablar a Eren, su opinión sobre el chico claramente se había modificado de una forma bastante brusca, al fin y al cabo, este tenía perfectamente claro lo que era cuidar amar y proteger a un hermano con toda su vida.

–Por cierto, señora... –se interrumpió–. Bianca, ¿cree que podría robarme Mikasa durante todo el día? Tengo que cuidar a mi hermanito, pero me fascinaría poder estar con ella.

–No lo sé... cariño. ¿Te gustaría ir con él?

–Bueno realmente tengo algunas cosas que hacer... estudiar –recordó haber quedado en reunirse con Armin, después de todo se había perdido toda una clase por estar distraída–. Pero si puedo llevar mis libros...

–Por supuesto que sí cariño, yo solo quiero pasar tiempo contigo –señaló el castaño y le dio un suave beso en la mejilla a su novia antes de continuar comiendo.

El desayuno pasó rápidamente entre conversaciones amenas. Por fortuna, el tema sobre el hermano de Eren había quedado a un lado y su madre parecía estar en medio de un interrogatorio, preguntándole a Eren sobre su banda, a qué se dedicaba, qué hacía en su tiempo libre, que le gustaba, que le disgustaba... Mikasa estaba fascinada, había descubierto que su novio trabajaba como mesero en una cafetería en el centro, era solo medio tiempo, porque el resto del día tenía que dividirlo en cuidar a su hermanito, y por supuesto, las prácticas de la banda. Eso sin contar que en las noches tenía que presentarse en el bar de Erwin. Todos parecían estar disfrutando la conversación... todos menos Levi, que tenía su ceño fruncido y mordisqueaba su dedo en gesto nervioso. Mikasa lo observó atentamente, aún podía recordar lo que le había dicho Eren la noche anterior.

¿Estaría pensando en ello? ¿Por eso estaba tan distraído?

Por supuesto, ella no cometería la imprudencia de preguntarle justo delante de su madre, pero determinó qué, si su hermano podía estar husmeando su vida, ella quería saber que estaba sucediendo.

–Por cierto, mamá, llegaré un poco tarde –soltó de la nada la pelinegra–. Levi y yo saldremos a comer fuera.

– ¿Lo haremos? –Preguntó el aludido evidentemente sorprendido.

–Por supuesto, hace mucho no tenemos tiempo de calidad entre hermanos, ya que has estado tan enojón –soltó divertida.

–Mikasa, realmente...

–Yo sé que no rechazarías una cena con tu hermanita, ¿verdad? –Inquirió ella haciendo un puchero; Levi pareció pensárselo, pero después de pasarse bruscamente la mano por el rostro, asintió.

–Por supuesto que no. Pasaré por ti a la casa de este idiota a eso de las siete, ¿te parece bien?

La chica asintió mientras limpiaba la comisura de su boca con una servilleta antes de dirigirle una mirada cómplice a Eren. Estaba claro que su novio entendía a qué se debía ello.

Mikasa tendría que saber la verdad, ¿de quién era el hijo que estaba esperando su hermano?







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–Hola Zeke, ¿me extrañaste? –Preguntó la pelinegra sentándose justo enfrente del rubio que se hallaba en la cocina acompañando a Nanaba mientras esta terminaba de arreglar todo el lugar.

El hombre soltó un grito ahogado mientras aplaudía y asentía. Mikasa solo puedo soltar una pequeña carcajada mientras lo observaba con ternura.

–Yo también te extrañé muchísimo –afirmó ella inclinándose para besarle la frente.

–Señorita Ackerman, no puedo creer que en verdad lo haya hecho.

–No empieces Nanaba, tú no –rezongó Mikasa limpiando el rostro de Zeke, que parecía tener pudín de chocolate. Eren le cepillaba el cabello con mucho cuidado de no lastimarlo. La rubia le lanzó una suave sonrisa a la muchacha antes de encogerse de hombros.

–Solo estoy diciendo que me sorprendí mucho.

–Bueno, después de la última vez creo que aprendí la lección. Por cierto, ¿has tenido problemas con el aseo personal de Zeke? –Preguntó curiosa.

–Resulta que solo con mencionar su nombre, él parece reaccionar y tranquilizarse, así que no. Y le agradezco por ello –Nanaba le dio un suave apretón al hombro de Mikasa tras secarse las manos.

–Yo lo agradezco más, al menos mi hermano ya no apesta a primate.

–No, pero ésta casa sí –se quejó Nanaba–. Joven Eren, yo sé que a la señora Dina no le gusta que le arreglen el desorden, pero no es sano para el joven Zeke. Hoy encontré un ratón muerto bajo el sofá, cuando buscaba uno de los juguetes de su hermano.

–Nanaba, ya sabes que no puedo hacer mucho al respecto, si esa mujer se entera...

–Yo lo sé, pero piense en su hermano, a este paso se va a enfermar.

Eren tragó grueso mientras rascaba su nuca.

No solo se trata de su hermano, él también estaba harto de aquel cochambre, sin contar que odiaba que Mikasa viera ese lugar.

–Yo me encargo –dijo al fin–. Tu vete a descansar, ya has hecho mucho.

–Pero... ¿está seguro? Si quiere puedo quedarme un par de horas más y ayudarle –se ofreció la rubia.

–Tú lo que quieres es cobrarme más horas extras –soltó Eren con fingido enojo. La mujer, siguiéndole el juego, chasqueó la lengua.

– ¡Demonios! Ha descubierto mi malvado plan. ¿Entonces es un no?

–Lastimosamente seré tan diabólico que te enviaré a tu casa a descansar.

Mikasa sonrió enternecida observando aquella interacción. Pocas personas eran las que podían ver aquella faceta de él, ese chico relajado y capaz de bromear le encantaba, y se alegraba de que Eren pudiera tener a alguien en quien confiar. Nanaba evidentemente le tenía gran cariño al chico, por lo tanto, ella la apreciaba bastante, después de todo, lidiar con Zeke seguro no sería nada fácil, aun así, Nanaba ayudaba a su novio lo que más podía. Después de despedirse, la rubia salió del domicilio Jaeger y Mikasa suspiró poniéndose en pie.

– ¿Necesitas ayuda?

Eren negó tomándola por la cintura para acercarla hacia él y besarle la frente.

–No mi amor, claro que no, tú tienes mucho que estudiar.

–Bien... ¿crees que pueda llamar a Armin? Necesito que me ayude un poco.

–No hay problema, ustedes estudien. Zeke y yo nos encargaremos de organizar éste basurero –señaló Eren antes de ponerse manos a la obra

Las siguientes tres horas Mikasa y Armin –quien no había tardado en llegar tras la llamada de su mejor amiga– encerrados en la habitación de Eren, se habían centrado en sus libros, repasando todas las notas del rubio, mientras escuchaban cómo Eren canturreaba suavemente, barriendo trapeando, limpiando el polvo y aspirando los sofás para quitarle todo rastro de colillas de cigarrillo. El castaño organizaba y botaba todas las latas y botellas vacías en el lugar que les correspondía, al tiempo que Zeke corría detrás de su hermano menor, observando todo lo que hacía.

–No entiendo nada –gruñó Mikasa frustrada.

–Mika, el tema es muy fácil y eres la mejor de todo el curso, ¿qué pasa? No te estás concentrando.

–Lo siento, no puedo dejar de pensar en mi hermano.

– ¿Levi está mal?

–No, pero...

– ¿Pero? –Sonsacó Armin.

–Eren encontró los resultados de una prueba de sangre en el baño de Levi.

– ¿Y qué hacía Eren husmeando por allí? –Cuestionó el rubio sorprendido; Mikasa se sonrojó y Armin frunció el ceño–. Bien, no quiero saber... ¿está enfermo?

–Era una prueba de embarazo –aclaró la pelinegra.

– ¿¡Levi está embarazado!?

– ¡Armin concéntrate! –Reprendió Mikasa.

–Sí, lo siento... ¿de quién es?

–No lo sé, yo no lo vi, así que no pude leer el nombre.

– ¿Y Eren no lo hizo? Bueno ya que estaba husmeando.

–No era eso lo que estaba buscando –rezongó la pelinegra.

–Nuevamente, ni siquiera quiero imaginarme que era –rumió el rubio–. ¿No tenía una novia? Podría ser de ella.

–No lo creo, ella se fue hace mucho a Marley para estudiar, sé que estuvieron en contacto un tiempo, pero bueno, ya sabes, el amor a distancia...

–Entiendo, no es fácil, ¿sabías que tu hermano tenía novia?

–No, por supuesto que no. Ayer en la noche me dijo que no tenía... así que me reuniré con él ésta noche y se lo preguntaré directamente o no dejaré de atormentarme.

–Mikasa no creo que eso sea asunto tuyo.

– ¿Cómo no? Es mi hermano.

–A ti no te gusta que él se meta en tu vida.

–Yo sé, pero esto es diferente –aseguró Mikasa.

–Exacto, él ya está bastante grandecito.

– ¡Sí, pero yo quiero saber! –La muchacha hizo un puchero–. Eso significa que voy a ser tía, merezco saberlo, ¿no?

El rubio soltó una suave risita y asintió antes de besarle la frente.

–Todo estará bien, pero necesito que te concentres, el examen será en dos días –insistió Armin.

–No puedo, lo siento no doy más –rezongó la chica poniéndose en pie y tirándose a la cama de Eren.

–Está bien, hagamos una pausa –admitió el chico subiendo sus pies al escritorio y recostándose en la silla–. Entonces, ¿cómo van las cosas con Eren?

Mikasa suspiró encantada escuchando la musical voz de su novio cantar en la primera planta.

–Soy muy feliz, Armin... él me hace feliz.

–Excelente, Eren también parece bastante alegre... es la primera vez que se atreve a limpiar la casa, sin importar lo que piense Dina –comentó sonriendo de lado–. ¿Eso significa que Jean reaccionó bien cuando terminaste con él? –Mikasa mordió su labio y enterró su rostro en las almohadas de su novio–. Mikasa... ya terminaste con Jean, ¿verdad?

–De hecho...

– ¡Mikasa!

–No ha dejado de llamar... tuve que apagar el celular.

–Mikasa dijiste que ayer lo harías.

–Lo sé, y lo intenté, pero luego me invitó a la casa de su madre y comenzamos a hablar... no te imaginas todo lo que me dijo, estoy tan liada...

– ¿¡No terminarás con él!?

– ¡Por supuesto que sí! Yo solo...

– ¿Terminar con quién? –Preguntó Eren entrando a la habitación con dos tazas de café en las manos.

Mikasa y Armin se miraron con incomodidad. El rubio aclaró su garganta.

–Bueno... yo necesito un descanso, voy a jugar con Zeke un rato... los dejo para que hablen –señaló el chico arrebatándole la taza a su mejor amigo, antes de salir de la habitación.

Eren se acercó a paso lento mientras dejaba la taza de café sobre el escritorio, antes de sentarse junto a su novia; Mikasa se recostó en las almohadas.

– ¿Quieres terminar?

–Sí... no, quiero decir... no, por supuesto que no.

– ¿Entonces de qué hablaban? –Exigió saber el chico.

–Eren...

– ¿Hice algo malo? Mikasa puedo...

–Eren, no estábamos hablando de ti –interrumpió la pelinegra–. Se trata de Jean, no he podido terminar con él.

– ¿Podido o querido?

– ¡Eren Jaeger! –Ahora la voz de Mikasa sonó realmente molesta–. No he podido hacerlo... ayer fui a su casa en la tarde, quería hablar con él, pero luego su mamá comenzó a parlotear sobre... –se interrumpió recordando la promesa que le había hecho a la señora Kirstein–. Me dijo cosas.

– ¿Y por eso no terminaste con Jean? ¿Si quiera lo harás? –Reprochó Eren con molestia.

–Tengo que hacerlo, y de hecho su madre está de acuerdo.

– ¿¡Hablaste de terminar con su madre y no con él!? –Preguntó el ojiverde con incredulidad.

–Mencionó a una persona –continuó Mikasa ignorándolo–. Eren, ¿quién es Pieck?

El chico se congeló un momento antes de suspirar y esconder su rostro entre sus manos.

– ¡Maldita sea Jenny! Siempre estás abriendo la boca de más.

–Eren...

–Es una vieja amiga –respondió el chico tomando las manos de su novia entre las suyas.

–La señora Kirstein me dijo que...

–Sí, lo sé, que se rumorea que cuando Jean y Pieck eran novios, yo le quité a la chica.

–Ella no lo cree... pero Jean sí –añadió la pelinegra.

–Sí... Mikasa te puedo jurar que eso no es así.

– ¿Entonces...?

–No es asunto mío contarlo.

–Pero yo quiero saberlo –insistió la joven.

–Lo sé, pero no te lo diré... solo puedo decirte que es una buena amiga y que nunca pasó, ni pasará nada entre nosotros dos. Confía en mí, estoy contigo mi amor –Mikasa asintió a regañadientes y el chico suspiró besándole la frente–. No te preocupes mi amor, te prometo que entre ella y yo no hay nada.

– ¿Pero entonces por qué creen eso?

–Porque... –Eren chasqueó la lengua ocultando su rostro en el cuello de su novia–. Me encantaría explicártelo, pero ya te lo dije... no puedo.

–Eren –Mikasa gruñó acariciándole el cabello.

–Lo siento, pero prometí guardar el secreto, confía en mí –insistió.

Mikasa mordió su labio inferior antes de asentir y recostar su frente en el pecho de su novio.

–Por supuesto que sí, siempre.







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– ¡Tienes que decírmelo cuando lo sepas por favor! –Suplicó Armin siguiendo a su mejor amiga por el pasillo–. No quiero quedarme sin la primicia –insistió bajando las escaleras rápidamente mientras Levi hacía sonar la bocina de su automóvil, anunciando su llegada.

–Lo prometo, serás el primero en enterarte –aseguró la pelinegra.

–Eso me ofende un poquito, fui yo quien encontró el examen –rezongó Eren secándose el cabello tras darle un baño a su hermano mayor, siendo completamente empapado por éste, que parecía molesto porque no fuera Mikasa quién lo ayudara en esa labor.

–No se preocupen, se los diré a los dos –aseguró ella tomando sus libros, los cuales Eren había apilado en la mesa central de la salita.

El cambio era impresionante. El aroma a cigarrillo había desaparecido por completo, los sofás estaban impecables, las colillas y cenizas se habían ido, al igual que las alfombras, que se encontraban secándose en el jardín exterior, tras una profunda lavada que les había dado Eren. Los estantes brillaban y hasta el candelabro parecía como nuevo. La casa se veía preciosa y reconfortante.

Eren había hecho un trabajo impecable.

–Nos reunimos mañana después de clase, ¿va? –Propuso la pelinegra.

–Lo siento –Armin hizo una mueca–. Pero mañana tengo una cita con Annie.

– ¿Con Annie? –Preguntó Eren asombrado.

Mikasa frunció el ceño intentando recordar quién era ella. Claro, la nueva baterista de la banda.

– ¿No es la hermana de Reiner? –Inquirió Mikasa recordando las palabras de Erwin.

–Sí... la invité a salir y aceptó... me agrada –aseguró Armin sonriendo avergonzado.

– ¿Y cómo es que yo no sabía que...?

– ¡Mikasa maldita sea, sal de una buena vez o me largaré sin ti! –Gritó Levi desde el exterior de la vivienda, y la chica frunció el ceño observando a su amigo con seriedad.

–Mañana en la noche. Y no quiero excusas, necesito saberlo todo sobre Annie.

–De hecho, también estaré con ella... ¿les parece en dos días?

–Lo siento... pero quedé con Jean, necesito terminar con él de una vez por todas –rezongó Mikasa con amargura.

– ¿El fin de semana nos reunimos en el bosque? ¿El domingo tal vez? –Propuso Armin, pero Eren negó.

–Lo siento, tengo ensayo con la banda, pero el miércoles en la noche estoy libre.

–Yo no, papá llega de su gira y haremos una cena... así que no estás tan libre, porque de hecho tienes que venir. Mamá dijo que prepararía una cena para presentarte... aunque podrías venir Armin –sugirió Mikasa.

–Bueno hace mucho no veo al señor A... sí claro, dalo por hecho.

– ¡Demonios! Estamos viejos y ocupados –rezongó Eren y rodó los ojos cuando se escuchó un fuerte golpe en la puerta–. Amor tienes que salir antes de que tu hermano la derribe –masculló molesto.

Mikasa le dio un rápido beso en los labios a Eren y agitó su mano hacia Armin antes de salir corriendo.

Suhermano se veía totalmente malhumorado cuando la tomó del brazo y la arrastróhacia el automóvil.


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